Régis Jr. y Bellos (foto: Matthieu Zazzo |
¿Proust en créole?
David Caviglioli –Guy Régis Junior, usted está traduciendo En busca del tiempo perdido al créole. ¿Cómo se le ocurrió esa idea?
Guy Régis Junior –En Haití, el créole sólo fue formalizado en 1986. Una lengua se forja en contacto con los grandes textos. Quería que el créole fuera a confrontarse a ese tipo de clásico, ver cómo podía responder.
David Bellos –Usted me hace pensar en el traductor de Perec al estonio, quien quiere mostrar que el estonio es lo suficientemente rico como para recibir una obra de esa envergadura. Al mismo tiempo, al demostrar la riqueza de su lengua, la inventa.
DC –David Bellos, usted muestra en Le Poisson et le Bananier que es difícil definir la actividad del traductor.
DB –Lo que distingue a la traducción de los otros usos de la lengua es que está prohibido pasar por alto lo que no se entiende. Es una restricción bastante reciente y muy severa. Nos la pasamos rellenando agujeros un poco como queremos. Dos personas jamás hablan la misma lengua. Usted emplea expresiones que yo no utilizo y viceversa. ¿Cómo es entonces que lo entiendo? Justamente, porque tenemos que traducir. Si yo le digo algo y usted me lo repite palabra por palabra, voy a concluir de ello que usted no entendió. La traducción plantea una cuestión primordial: ¿cómo es que los humanos logran entenderse?
DC –Traducir a Proust debe ser una empresa peligrosa…
GR Jr. –En una frase él habla de la “rotura orgánica de las boiseries”. ¿Cómo traducir eso? La palabra “orgánica” no existe . El créole no posee palabras científicas. En muchos casos, me topo con esas divisiones del mundo debidas al vocabulario. Las descripciones de los personajes son un rompecabezas: el vocabulario anatómico créole es bastante impreciso. Por ejemplo, tuve que inventar un término para traducir la palabra “mejilla”.
D.B. –Cuando se importa algo del extranjero, se lo importa con la palabra que lo designa. A lols traductores franceses no les molestó enriquecer la lengua con palabras como “café”, “tomate”, “bungalow”, “pijama”.
DC –David Bellos, usted consagra un capítulo a la traducción del humor. ¿La risa pasa la barrera de la lengua?
DB –Sí, pero hay que hacer un esfuerzo. A menudo se plantea la cuestión, pero nos olvidamos que, incluso en el seno de una lengua, el humor es un alimento perecedero. Balzac, por ejemplo, tiene un sentido del humor formidable, pero a los estudiantes de hoy en día les parece aburrido. El humor de Shakespeare se ha vuelto incomprensible. Son necesarias notas al pie de página para llegar a decir: “¡Ah, eso es un juego de palabras!”.
DC –¿Cuál fue el texto que le costó más?
DB –En La Vie mode d’emploie, de Perec, en el capítuloo 51, hay un compendio de 179 versos, cada uno de los cuales tiene exactamente el mismo número de caracteres que de espacios. Peor aun, en los primeros sesenta, cada verso poesee sesenta caracteres según el siguiente principio: la última letra de la primera línea es la misma letra que la anteúltima letra de la segunda línea y etc. Me tomó bastante tiempo. Pero era una dificultad técnica. Hay otros párrafos donde pasa algo que no está formulado. Una dinámica. Cuando no la encontramos, es bastante difícil saber qué es lo que nos perdimos. Hablaba de los libros de Balzac: hace poco traté de traducirlos. Renuncié a hacerlo.
GR Jr. –Yo traduje El extranjero, de Camus, y todo el mundo parte del principio de que el estilo de Proust es más complejo. Pero El extranjero está enteramente escrito en pretérito perfecto… que no existe en créole.
DB –Así como en la mayoría de las lenguas… No me gustan demasiado esas distinciones entre los ejercicios simples y complejos. La literatura tiene reputación de ser más difícil de traducir, pero las restricciones de tiempos no existen o son pocas, contrariamente a otros dominios en los que hay que ir rápido. Otro ejemplo: no importa que una novela, una vez traducida, se alargue un 15% o 20% en número de caracteres. Pero en las historietas, en el subtitulado, en las traducciones de contratos hay exigencias de número de palabras que complican la tarea.
DC –¿Cuál es el lugar del francés en el mundo de la traducción? Se cree que está en retroceso…
DB –Es una lengua que traduce mucho. No puede decirse lo mismo del inglés. Menos del 3% de los libros que llegan a una librería de lengua inglesa son libros traducidos. Del francés se traduce una decena de título por año. En cambio, el inglés se enriquece por los escritores extranjeros que lo eligen como lengua de trabajo. Es, por cierto, el caso de los escritores de las Antillas. Maryse Condé dice que si ella tuviese cincuenta años menos, habría elegido escribir en inglés. El francés debería tomar nota: ya no es más la única lengua que los escritores desean.
GR Jr. –Hay una explicación. Hoy existe una distinción que no existía en tiempos de Becket e Ionesco, entre literatura francófona y literatura francesa. Alguien como Salman Rushdie, para quien el inglés no es su lengua materna, no está considerado por los anglófonos como fuera de la lengua.
DB –Nunca entendí el sentido del término “francófono”. Me pregunto si no designa el francés escrito por los negros.
DC –En su libro, uno descubre que Francia es el único país que utiliza la mención del tipo “en francés en el original”, cuando algo está escrito en esa lengua. ¿Por qué?
DB – Muy simple: ésa es una versión alternativa del nacionalismo francés.
DC –¿Algo que agregar?
DB –Le pediría con todo gusto a mi colega que me recitara un poco de Proust en créole.
GR Jr. –Comencemos por el principio: “Montan mwen konn kouche bone. Pafwa, annik balen mwen etenn, de je mwen femen si telman vit, mwen pat menn gen tan pou leve ta di tet mwen: ‘O! Mwen domi”.
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