jueves, 11 de octubre de 2012

Traducción de literaturas orientales: el chino

El argentino Miguel Ángel Petrecca (foto) es, además de poeta, traductor de literatura china contemporánea. Su participación en el número espcial de Ñ consistió en historiar brevemene el estado de situación de esa tarea en la Argentina. Se transcribe a continuación.

El chino

La traducción del chino en Argentina se encuentra en un estadio muy incipiente de desarrollo. Para confirmar esta aseveración alcanza con observar la ausencia de literatura china en los catálogos de las editoriales argentinas, o con  indagar rápidamente en la historia de la traducción del chino en Argentina. La lista de obras traducidas del chino no sólo es exigua sino que está dominada por traducciones indirectas, del inglés o del francés, como la traducción de Ángel Battistessa de La flauta de jade de Franz Toussaint (kraft, 1947), los poemas que Juan L. Ortiz tradujo luego de su viaje a China en 1957 (recientemente recopilados por la editorial Abeja Reina), o los Poemas chinos de Álvaro Yunque, publicados en 1958. En los tres casos se trata de traducciones del francés, pero el más interesante, sin duda, es el de Juan L., no sólo por la importancia de su figura, sino porque traduce poetas contemporáneos y porque, si bien el francés actúa como mediador, Juan L. tuvo la oportunidad de conversar y tratar las traducciones con los poetas. Más recientemente, y siguiendo en esta línea, Daniel Durand tradujo del inglés las traducciones de Kenneth Rexroth de poemas de Tu Fu. Sin embargo, tal vez las primeras traducciones directas de poesía china en Argentina sean las de Hilario Fernández Long, publicadas en Diario de Poesía, en la década del 90.

En el campo de la narrativa y la filosofía las cosas no son muy diferentes, y quien busque antecedentes se encontrará con una traducción de Historia de A Q,  un clásico chino del siglo XX, de Lu Xun, editado por  Centro Editor en 1970, sin datos del traductor, lo cual sugiere que se trata de una traducción indirecta. O con la traducción del Dao De Jing, realizado por Adolfo Carpio y publicada en 1957.

Este desarrollo incipiente, del que la escasez de traducciones da cuenta, es característico de los países de lengua española, muy atrasados con respecto a Francia e Inglaterra en este campo. El caso de España es sintomático, ya que si bien durante los últimos años ha tenido un desarrollo importante, a nivel académico, de los estudios orientales, y ha producido una buena cantidad de especialistas y traductores, aún hoy la traducción indirecta desde el inglés y el francés sigue teniendo un peso más que significativo. Entre 1980 y 2007, por ejemplo, según una investigación de Maialen Lacarta que se enfoca en la traducción de narrativa china, se publicaron diecinueve traducciones indirectas (explícitas o camufladas) y trece traducciones directas. El fenómeno se explica, en parte, por el mayor costo y lentitud de las traducciones directas, pero también por el hecho de que el proceso de recepción de la literatura china sigue mediado por el sistema literario francés e inglés.

En Argentina hubo, en la década del 50 y el 60, una oleada de viajeros hacia China, y muchos de ellos eran escritores y poetas. Pero de esa oleada de viajeros (vinculados a la Revolución maoísta)  no surgió una escuela de traducción. Hoy, con la incipiente creación de un campo de estudios chinos y la aparición de una nueva oleada de viajeros, tal vez sea el momento.

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