viernes, 25 de octubre de 2013

Panamá: se inicia el VI Congreso de la Lengua

Vargas Llosa, Blecua y el hijo del cazador de elefantes
Guido Carelli Lynch, de Ñ, viajó a Panamá a cubrir el VI Congreso de la Lengua. La bajada de la primera nota que envía, y que se publicó en el suplemento digital del 21 de octubre pasado, dice: “En la apertura, el escritor nicaragüense Sergio Ramírez arrancó aplausos con una mirada política sobre el idioma. Con la presencia de Vargas Llosa y el Príncipe Felipe de Borbón empezó el Congreso de la Lengua”.

“El español es la lengua que emigra,
clandestina, subversiva”

Imposible saber en qué pensaba el príncipe Felipe de Borbón, cuando el aplauso de casi tres mil asistentes interrumpió las palabras del escritor nicaragüense Sergio Ramírez. Lo único cierto es que el heredero de la corona española no acompañó el aplauso espontáneo más fuerte que se escuchó ayer en el centro de convenciones ATLAPA de la capital panameña. Es imposible también imaginar si Mario Vargas Llosa, que acababa de terminar su discurso, no sintió un cosquilleo al que no ha de estar acostumbrado: envidia. Es que en un acto regado de ministros y funcionarios de la lengua, el ex vicepresidente de Nicaragua, que ayudó a derrotar al dictador Anastasio Somoza, pronunció el discurso más político de la apertura del VI Congreso de la Lengua Española.

En vez de jactarse de los 50 millones de hispanohablantes que hay en Estados Unidos, Ramírez reflexionó sobre quiénes son, de dónde vienen, cómo viven y qué lengua hablan. “Es una lengua mojada, que viaja colgada en ese tren monstruoso, que traspasa el muro inteligente, burla los detectores infrarrojos, huye de los perros de presa, de los rancheros de Arizona armados de fusiles automáticos para detenerla”, explicó el autor de Sombras nada más cuando los aplausos se multiplicaron. “Es la lengua que emigra, clandestina y por eso subversiva, es la lengua de los pobres, masacrada por los Zetas, la miseria y el dolor (…) que crea neologismos. Es una invasión cultural”, insistió. Felipe de Borbón no aplaudió y nadie sabrá si él pensaba en los inmigrantes ilegales en España, sobre todo en aquellos que hablan su mismo idioma.

Pero las palabras del ex combatiente sandinista fueron nada más que un cachetazo despertador, porque el programa oficial ya lo advertía: “solemne inauguración”. Por eso, las aposiciones rimbombantes no faltaron: “Excelentísimo señor presidente”, “Su alteza real”, “Honorables señores y ministros”, “Nobel”. Sólo cuando un centenar de chicos de escuelas panameñas desplegaron un muestrario del folklore, la música, los colores, la riqueza cultural y –hay que decirlo– el estereotipo panameño, los tres mil asistentes pensaron que la formalidad podía quedar de lado. Pero al final –la lengua se trata de palabras– los organizadores cumplieron con la propia, solemnes.

El presidente anfitrión, Ricardo Martinelli; el príncipe; el secretario general iberoamericano –el uruguayo Enrique Iglesias–; el director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha; el director de la Real Academia Española y –por estatuto– director de la Asociación de Academias de la Lengua, José Manuel Blecua; el Nobel peruano; el citado Ramírez y el escritor panameño Juan David Morgan fueron los oradores. El objetivo formal era el mismo, pero cada intervención provocó diferentes ideas.

Por ejemplo Vargas Llosa, notable orador –fue el único que no leyó– sostuvo: “Necesitamos defender y cuidar nuestra lengua, no cerrándonos a lenguas extranjeras, sino abriendo nuestro idioma para enriquecernos de otros lenguajes, tal y como ellos lo hacen con nosotros. Pero debemos mantener la cohesión y protegerla para mantener la unidad y fecundidad del idioma”. El escritor es tal vez el tótem más acabado del panhispanismo, que es el espíritu o fantasma que impregna estos encuentros y que fue el centro de la política que García de la Concha implementó en sus doce años de mandato en la RAE y que ahora pretende llevar al Cervantes.

El Nobel, ciudadano peruano y español, recordó al Inca Garcilaso de la Vega, hijo de una princesa inca y un conquistador ibérico. En el Congreso de la Lengua de Valladolid, en 2001, también había hablado del autor de Los comentarios reales.

El príncipe se sumó a las loas al panhispanismo y entregó una visión de la historia y la conquista un tanto curiosa o pasteurizada. Al referirse a Ñúñez de Balboa, que llegó a estas costas hace quinientos años, dijo: “Tomó posesión, impulsando la primera globalización” e insistió con esa visión al recordar que a Carlos Fuentes le gustaba decir que “la conquista de las Indias fue a sangre y fuego, pero también a palabra y cruz”; toda una declaración de principios. Morgan recordó a que para no hablar de conquista, en el país se habla del “avistamiento” de Balboa, palabra que la Real Academia todavía no incluyó en su diccionario.

Para el presidente panameño, este congreso –como el de Jefes de Estado Iberoamericanos, que concluyó también ayer– representa la posibilidad de proyectar la imagen del país, que el año que viene deberá elegir a su sucesor. Por eso se hizo cargo de los  3,5 millones de dólares que costará oficialmente el encuentro, un detalle que quizás haya ayudado para que Blecua entregara ayer el Premio de la Asociación de Academias a la Red de Docentes de español de Panamá.

Para eso también sirve un Congreso de la Lengua.


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