Vargas Llosa, Blecua y el hijo del cazador de elefantes |
Guido Carelli Lynch,
de Ñ, viajó a Panamá a cubrir el VI
Congreso de la Lengua. La
bajada de la primera nota que envía, y que se publicó en el suplemento digital
del 21 de octubre pasado, dice: “En la apertura, el escritor nicaragüense
Sergio Ramírez arrancó aplausos con una mirada política sobre el idioma. Con la
presencia de Vargas Llosa y el Príncipe Felipe de Borbón empezó el Congreso de la Lengua ”.
“El español es la lengua que emigra,
clandestina, subversiva”
Imposible saber en qué pensaba el
príncipe Felipe de Borbón, cuando el aplauso de casi tres mil asistentes
interrumpió las palabras del escritor nicaragüense Sergio Ramírez. Lo único
cierto es que el heredero de la corona española no acompañó el aplauso espontáneo
más fuerte que se escuchó ayer en el centro de convenciones ATLAPA de la
capital panameña. Es imposible también imaginar si Mario Vargas Llosa, que
acababa de terminar su discurso, no sintió un cosquilleo al que no ha de estar
acostumbrado: envidia. Es que en un acto regado de ministros y funcionarios de
la lengua, el ex vicepresidente de Nicaragua, que ayudó a derrotar al dictador
Anastasio Somoza, pronunció el discurso más político de la apertura del VI
Congreso de la Lengua
Española.
En vez de
jactarse de los 50
millones de hispanohablantes que hay en Estados Unidos, Ramírez
reflexionó sobre quiénes son, de dónde vienen, cómo viven y qué lengua hablan.
“Es una lengua mojada, que viaja colgada en ese tren monstruoso, que traspasa
el muro inteligente, burla los detectores infrarrojos, huye de los perros de
presa, de los rancheros de Arizona armados de fusiles automáticos para
detenerla”, explicó el autor de Sombras nada más cuando
los aplausos se multiplicaron. “Es la lengua que emigra, clandestina y por eso
subversiva, es
la lengua de los pobres, masacrada por los Zetas, la miseria y el dolor
(…) que crea neologismos. Es una invasión cultural”, insistió. Felipe de Borbón
no aplaudió y nadie sabrá si él pensaba en los inmigrantes ilegales en España,
sobre todo en aquellos que hablan su mismo idioma.
Pero las palabras del ex
combatiente sandinista fueron nada más que un cachetazo despertador, porque el
programa oficial ya lo advertía: “solemne inauguración”. Por eso, las aposiciones rimbombantes no faltaron:
“Excelentísimo señor presidente”, “Su alteza real”, “Honorables señores y
ministros”, “Nobel”. Sólo cuando un centenar de chicos de escuelas panameñas desplegaron
un muestrario del folklore, la música, los colores, la riqueza cultural y –hay
que decirlo– el estereotipo panameño, los tres mil asistentes pensaron que la
formalidad podía quedar de lado. Pero al final –la lengua se trata de palabras–
los organizadores cumplieron con la propia, solemnes.
El presidente
anfitrión, Ricardo Martinelli; el príncipe; el secretario general
iberoamericano –el uruguayo Enrique Iglesias–; el director del Instituto
Cervantes, Víctor García de la
Concha ; el director de la Real Academia
Española y –por estatuto– director de la Asociación de Academias de la Lengua , José Manuel Blecua;
el Nobel peruano; el citado Ramírez y el escritor panameño Juan David Morgan
fueron los oradores. El objetivo formal era el mismo, pero cada intervención
provocó diferentes ideas.
Por ejemplo
Vargas Llosa, notable orador –fue el único que no leyó– sostuvo: “Necesitamos
defender y cuidar nuestra lengua, no cerrándonos a lenguas extranjeras, sino
abriendo nuestro idioma para enriquecernos de otros lenguajes, tal y como ellos
lo hacen con nosotros. Pero debemos mantener la cohesión y protegerla para
mantener la unidad y fecundidad del idioma”. El escritor es tal vez el tótem
más acabado del panhispanismo, que es el espíritu o fantasma que impregna estos
encuentros y que fue el centro de la política que García de la Concha implementó en sus
doce años de mandato en la RAE
y que ahora pretende llevar al Cervantes.
El Nobel, ciudadano peruano y español,
recordó al Inca Garcilaso de la
Vega , hijo de una princesa inca y un conquistador
ibérico. En el Congreso de la
Lengua de Valladolid, en 2001, también había hablado del
autor de Los comentarios reales.
El príncipe se sumó a las loas al panhispanismo y
entregó una visión de la historia y la conquista un tanto curiosa o
pasteurizada. Al referirse a Ñúñez de Balboa, que llegó a estas costas hace
quinientos años, dijo: “Tomó posesión, impulsando la primera globalización” e
insistió con esa visión al recordar que a Carlos Fuentes le gustaba decir que
“la conquista de las Indias fue a sangre y fuego, pero también a palabra y
cruz”; toda una declaración de principios. Morgan recordó a que para no hablar de conquista, en el país se habla
del “avistamiento” de Balboa, palabra
que la Real Academia
todavía no incluyó en su diccionario.
Para el
presidente panameño, este congreso –como el de Jefes de Estado Iberoamericanos,
que concluyó también ayer– representa la posibilidad de proyectar la imagen del
país, que el año que viene deberá elegir a su sucesor. Por eso se hizo cargo de
los
3,5 millones de dólares
que costará oficialmente el encuentro, un detalle que quizás haya
ayudado para que Blecua entregara ayer el Premio de la Asociación de Academias
a la Red de
Docentes de español de Panamá.
Para eso también
sirve un Congreso de la Lengua.
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