viernes, 15 de agosto de 2014

Fealdades argentinas como formas de identidad (II)

Una ampliación de la nota publicada en el día de ayer, donde los autores de la obra le explican a María Luján Picabea, de Ñ, cómo recopilaron los términos y los riesgos que se corren ante el envejecimiento precoz de un trabajo complejo.

El glosario infinito

La discusión que damos aquí es sobre el lugar de las palabras en la política, y para ello nos inscribimos en la tradición teórico social, teórico política que dice que las palabras no son una añadidura, un agregado a una vida material independiente, sino que forman parte de la materialidad de la vida social y política, y son productivas, crean realidades”, resume el sociólogo e investigador Gabriel Vommaro y habla del  Diccionario del léxico corriente de la política argentina. Palabras en democracia (1983-2013) , producto de un proyecto interdisciplinario que coordinó junto a la lingüista Andreína Adelstein, con el apoyo de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y la Universidad Nacional General Sarmiento (UNGS).

El proyecto, surgido en 2008, se agitó hacia el interior de un grupo de investigadores del Instituto de Desarrollo Humano de la Universidad, cuenta Adelstein, que integraba junto a Vommaro y Eduardo Rinesi, entre otros. Ellos comenzaron a interrogarse sobre frases y términos emblemáticos de las distintas etapas, desde el retorno a la democracia. “La idea era hacer un repertorio del modo en que el lenguaje político decía algo sobre el ciclo político argentino reciente”, comenta Vommaro y agrega que fue Adelstein y el equipo del área de ciencias del lenguaje quienes dieron una forma más esquemática a la idea, que se materializó, luego, en el diccionario.

“Lo primero que hicimos fue ver qué tipo de diccionario queríamos. Pensábamos que tenía que ser un diccionario no especializado sino para el gran público y que tuviera una doble mirada, la de la política y la del cambio lingüístico. Para ello señalamos ‘palabras testigo’, es decir, palabras que representaran momentos determinados del lapso, que clasificamos según los períodos presidenciales y a partir de áreas temáticas”, detalla Adelstein.

Aquellas palabras, que se convertirían luego en las 106 entradas fueron rastreadas, cuenta la lingüista, en entrevistas con especialistas: “Les consultábamos sobre las palabras más representativas de los últimos 30 años. Con ellas definidas, luego, íbamos a la prensa para buscar ejemplos y usos”. Una vez definido el corpus, el equipo –integrado por Adelstein, Victoria Boschiroli, Mariana Berri, Inés Kuguel y Julieta Straccia, de área de lingüística; Ricardo Aronskind, Sergio Morresi, María Elena Qués, Eduardo Rinesi y Gabriel Vommaro, del área política, con la colaboración de Susana Nothstein y Gabriela Krickeberg– convocó a más de sesenta autores para que redactaran las entradas, con los que trabajó en un intenso ida y vuelta para lograr homogeneizarlas. “Antropólogos, economistas, historiadores, politólogos y sociólogos aceptaron el desafío de describir en un espacio breve, y para un público no necesariamente experto en la materia, términos asociados a temas en los que ellos son, en la mayoría de los casos, reconocidos especialistas”, escriben los coordinadores en el prólogo.

De ese trabajo interdisciplinario, surgió un diccionario que, considera Adelstein, “arriba a una mirada lingüística del funcionamiento de las palabras y el rol que tienen en la política, en la conformación del léxico de un país”, y para ello se apeló– como bien dice en el prólogo– al léxico común del español de la Argentina reciente, en el marco del desarrollo histórico social. Por léxico común entendemos el conjunto de vocablos que un hablante comprende y usa”, en oposición al léxico especializado o científico.

El índice de entradas del Diccionario da cuenta de una nutrida y permanente creación colectiva, que desde 1983 hasta la actualidad ha tenido momentos de mayor ebullición que otros, pero ha mantenido alta su vitalidad. “La complejidad de la democracia argentina, los altibajos, las mutaciones recurrentes la hicieron muy rica en productividad de términos y de resemantización de términos clásicos. La productividad de la aparición de nuevos sujetos sociales, actores políticos, nuevas identidades políticas, actores vinculados con el mundo económico, palabras vinculadas con el impacto político, etiquetas de descalificación política de adversarios, etc. Hay una riqueza que no necesariamente tiene un sentido positivo pero sí en función de la vitalidad y de la intensidad de la política argentina”, cuenta Vommaro.

Para el sociólogo, sin embargo, hay períodos, o más bien coyunturas, que hacen necesario el nacimiento de nuevos términos y fogonean cierta creatividad en el uso del lenguaje: “Los contextos de crisis y conflictividad político social más alta son contextos particularmente productivos porque aparecen neologismos, nuevos términos. Recurrimos a la invención porque lo que está no nos alcanza para definir lo que pasa”, resume.

Lo que habla a las claras del “increíble dinamismo de la lengua”, según Adelstein: “Los diccionarios son viejos apenas salen”, comenta y acerca ejemplos recientes: “Nuestro diccionario quedó viejo con todo lo que está pasando ahora con palabras como ‘buitres’ y ‘default’ ”.

Es que los diferentes actores imponen nuevos conceptos o reactualizan permanentemente términos que más temprano que tarde son tomados por la calle: “Sin duda, los medios de comunicación son grandes productores de neologismos y nuevas palabras para describir la política, la economía y la vida social, simplemente porque necesitan condensar procesos en un término o una expresión. Pero no son los únicos. Hay palabras que crean los actores políticos y los actores sociales, hay instancias de negociación, pasa mucho en la definición de identidades políticas. Pasó, por ejemplo, con el caso de los piqueteros que primero rechazaron ese nombre y luego lo reivindicaron con cierto orgullo. La construcción de las palabras nos habla del modo en que conflictivamente le damos sentido a la realidad social, el modo en que nombramos el mundo político, económico, sus actores, sus conflictos, sus problemas”, explica el sociólogo.


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