El
27 de agosto pasado, la revista Asymptote
publicó una entrevista entre Steve Dolph, traductor de Juan José Saer al inglés,
y Jeremy
M. Davies. Novelista y Editor Senior de Dalkey Archive Press. La traducción
que sigue fue realizada por Silvia
Camerotto.
Quién es quién
en La Zona
Steve Dolph es traductor
de tres libros del fallecido novelista
argentino Juan José Saer, que murió en
París en 2005. Los tres fueron publicados por Open Letter Books, siendo el más
reciente La Grande (junio 2014) la última novela
inconclusa de Saer. Dolph es actualmente
candidato al doctorado en Estudios Hispánicos de la Universidad de
Pennsylvania. Su campo de investigación
es la ecopoética renacentista y la tradición pastoral. Su traducción más
reciente, El entenado/ The Witness,
de Sergio Chejfec, está disponible en la edición de julio 2014 de Asymptote.
Esta entrevista fue
realizada por e-mail durante los primeros meses de verano, como si fuera “una larga conversación en la tarde”, según
dijo Dolph, que es quizás el modo más indicado para llegar a un autor tan
devoto a los caprichos del pensamiento descentrado, y a las formas en que su
paso a través del tiempo y el espacio se manifiesta en el lenguaje.
–¿Le molestaría compartir con nosotros cómo fue que se interesó en la
obra de Juan José Saer como lector y traductor? Quiero decir, ¿su entusiasmo
por él existía incluso antes de que se
asociara con Open Letter?
–Realmente no puedo
precisar cuándo conocí a Saer como lector, pero sí que conocía muy bien su
trabajo mucho antes de que el proyecto de traducción apareciera. Sé que había
leído las traducciones de Serpent’s Tail, incluso antes de estar seriamente
interesado en la traducción en absoluto. Dentro de la constelación de
novelistas latinoamericanos contemporáneos, él ocupa un lugar destacado como
una especie de anti-Márquez, en la medida en que el mítico lugar que más a
menudo recorre en su obra –la ciudad de Santa Fe– aparece afectada por la
globalización, y fracturada. En Márquez la potencia de la historia es
básicamente reconocible y sólido, lo que provoca una memoria más o menos
confiable y sentido de pertenencia/lugar. En Saer ocurre lo contrario. Todo es
dudoso, sobre todo la capacidad narrativa de recrear un sentido de
pertenencia/lugar. Sin embargo esa
sensación de contraste llegó mucho más tarde para mí, cuando ya había estado
trabajando durante un tiempo en las traducciones. Antes de eso, él solo era un
monstruo más en el amplio bestiario de la ficción
latinoamericana. . Fue un feliz
accidente para mí trabajar su escritura en la traducción.
En 2008 yo acababa de
editar Calque y estaba buscando un
proyecto de publicación y revisando en torno a algunos poemas y cuentos que
había traducido. De la nada Suzanne Jill Levine me contactó, y me preguntó si
estaría interesado en la traducir una de las novelas de Saer para Open Letter,
porque ella estaba ocupada y no podía aceptar el proyecto. Leí el libro Glosa, que se publicó en inglés como The Sixty-Five Years of Washington, envié
una prueba a Open Letter, Carta abierta una muestra, y porque me encantó el
estilo les pregunté si tenían planes de traducir más de uno. Resultó ser que
tenían planeado hacer tres libros, así que firmé el contrato por todos ellos,
sin siquiera haberlos leído.
–Continuando con esta idea de que en Saer de todas las cosas que están
en duda, y siendo él una especie de autor anti convencional del boom, debo preguntar primero: ¿cómo fue que Glosa se conviertió en The Sixty-Five Years
of Washington en la traducción?
–La duda parte del
estilo de la prosa. En el plano formal, la narración en muchas de sus novelas,
sobre todo después de Glosa, es
vacilante, insegura. Hay un poco de preguntas directas y una especie de
vulnerabilidad en la forma en que llega a los lectores para apoyarlos. Todo lo
cual crea estos largos e intrincados pensamientos que se acumulan, proposición
tras proposición, para formar una densa nube de incertidumbre. En esa niebla
sintáctica, sin un enfoque claro en la oración o párrafo, el lector no sabe muy
bien qué camino tomar. Dentro de esto, uno de los temas centrales de las
novelas de Saer es la fragilidad de la memoria, cuánto nos cuesta reconstruir
el pasado cuando la narración, ya sea a través de texto o imágenes, es el medio
que utilizamos. Este idea de lo que la memoria es y de cómo funciona o deja de
funcionar de manera efectiva para marcar
nuestra identidad es un sistema completamente diferente del que encontramos en
un escritor como Márquez. Con el fin de evitar un análisis un tanto endeble,
basta con observar a los personajes principales de sus novelas y notar la
diferencia en el modo en que recuerdan cosas: los personajes de Márquez tienen
memorias increíbles. No así en Saer, o
por lo menos a menudo hay una fuerza superior que socava sus esfuerzos para
recordar.
Incluso la posición de
Márquez como autor, desde la monumental autobiografía con la que concluyó
eficazmente su carrera, a la que cita a menudo de que ya había reunido todo el
material para sus novelas para cuando
tenía ocho años: de sus abuelos, de chismes, de leyendas urbanas y toros, lo
que sugiere que su obra completa es un gran acto de recordar. (El cuento de
Borges “Funes el memorioso” es la parodia perfecta de esta posición como
autor.) Es posible que su popularidad en los EE.UU. le deba algo a un sentido análogo de la ficción en
los años 70 ‘60 y que valoran fervorosamente este fuerte y romántico concepto
del valor y la confianza en la memoria individual. Pero yo no podía afirmarlo
con certeza. Entran en cuestión una gran cantidad de factores para que un autor
‘prenda’, tampoco es una cuestión menor la suerte que tengan con respecto a sus traductores. (Márquez fue
especialmente afortunado con Gregory Rabassa y Edith Grossman.) No podría
tampoco explicar porqué algunos autores no lo logran, aunque para se juesto,
Saer ha sido muy afortunado, con media docena de libros traducidos y más en el
camino.
La decisión de cambiar el
título de Glosa se tomó en colaboración con el equipo editorial de
Open Letter. A su juicio, Gloss, la
traducción literal, no era ilustrativa – “chiquitita” era el término, si mal no
recuerdo– y estábamos buscando algo que captara lo que el libro decía. Pensamos
en algo grande que terminó siendo el título que capturaba todas aquellas cosas
que están harto explicadas en el libro, la manera en la que comenzamos con
pequeños resúmenes o glosas de una fiesta para celebrar el cumpleaños número
sesenta y cinco de un tipo llamado Washington Noriega y que terminan por
apropiarse de todo el relato. Pero mientras yo creo que es perfectamente
cierto, es nada más que una explicación ex post facto para complacer a la
corte, que solo explico cuando el público en las conferencias preguntan por el
título. Cuando el libro estaba en producción, fue una decisión intuitiva.
–Saer ha sido realmente afortunado, considerando la cantidad de autores
latinoamericanos todavía se difuman sin haber sido traducidos, pero supongo que
mis expectativas sobre él han de terminar en tantas listas de lectura y
estanterías de las librerías como Rayuela / Hopscotch. . . El primer
título de Saer para mí fue La pesquisa / The Investigation, traducido por la gran Helen Lane, y yo
estaba asombrado en un momento en que nadie jamás hasta allí me había
mencionado el libro. Aunque esto plantea la cuestión de la reputación de Saer “de
regreso a casa”, o en el mundo hispanoparlante en general. ¿Qué tan bien se
conoce su obra, qué tan “importante” es? Los devotos de Saer, ¿son
identificados como saerianos, o estudiosos de Saer? O, para decirlo de otro
modo: ¿Qué tan lejos estamos los anglófonos que recién ahora nos estamos
poniendo al día?
–Saer es ampliamente
leído y respetado como innovador, en Argentina por lo menos (no puedo hablar de
su reputación en el resto de América latina, pero esto es otro tema, que tiene
más que ver con el mercado que con "el gusto" per se), aunque cuando le cuento a la gente que sabe de este tipo
de cuestiones, que estoy traduciendo a Juan José Saer me miran con una especie
de curiosidad de ¿Por qué él? O de inmediato se preguntan cómo llegué a conocer
la obra de Saer. Es difícil comparar reputaciones entre tradiciones literarias,
pero estas reacciones me hacen pensar que en las letras latinoamericanas Saer
es considerado como una especie de bicho raro, por ejemplo, Ricardo Piglia,
otro argentino con preferencia por el policial, y que tiene una base de
seguidores mucho más grande. Pero de nuevo, esas mismas personas se sorprenden
cuando descubren que estoy familiarizado con el trabajo de Walsh, Lamborghini,
Felisberto, Chejfec, y otros bichos raros del área en cuestión.
De hecho hay devotos
Saer, y una gran cantidad de literatura crítica sobre Saer, que incluye
polémicas intestinas impactantes con respecto a su legado (en ninguna otra
parte, por cierto, excepto para la
prensa británica, es considerado como
"el escritor argentino más importante desde Borges"). Un
libro, Zona de Prólogos, editado por
Paulo Ricci, es un gran recurso para los fanáticos de Saer en inglés. Como el
título lo indica, es una colección de prólogos a las novelas de Saer, todos
escritos demasiado tarde, por autores y críticos. Lamentablemente este libro
nunca será traducido. La última parte de esta cuestión, en relación con nuestro
atraso en los EE.UU., es realmente bastante complicado para mí referirme al
tema aquí con delicadeza. Por lo que he
leído de las reseñas, me atrevería a decir que los críticos en los EE.UU.
generalmente comprender a dónde va Saer,
y hacer bien en tratar su obra como y no como un exótico pájaro disecado. Al
mismo tiempo, la escritura de Saer tiende a ser relativamente “local” en el sentido
de que está escribiendo sobre lugares y la interacción con esos lugares,
generalmente desconocidos para la gente fuera de la delta del río Paraná.
La investigación
policial en La pesquisa es realmente
sólo la mitad de la historia, y tal vez la mitad menos convincente. Si estamos
fuera de ella en los EE.UU., está sobre todo en relación con la violencia
patrocinada por el Estado que impregna la historia del siglo XX en América
Latina, y que por lo general llega aquí en caricaturas: El Che, Fidel, las FARC,
Sendero Luminoso , las Malvinas, los Templarios, etcétera, y mucho menos la
literatura que sale de esa violencia. La gran excepción a esta regla es, por
supuesto, el fenómeno de Roberto Bolaño. Aunque, de nuevo, la reacción de la
crítica sobre sus novelas ha sido deamasido parcializada dada su relación con los Beats. Saer es, por
supuesto, otro escritor preocupado por los efectos de la violencia sobre las
personas. Las novelas de Saer a menudo se dirigen hacia una representación del enjambre de
experiencia, y dentro de ese enjambre no hay posible significación
trascendental, sólo los eventos, presencia, intensidades, entropía, decadencia,
y sin embargo, el lenguaje es una cosa, existe. Y la gente usa el lenguaje para
asignar valor, de modo que cuando las cosas suceden, "significan
algo". La experiencia humana puede
ser caracterizada en la obra de Saer, como la terca insistencia del sentido
frente al caos. Pero esto no es una novedad; es lo que ha hecho la novela desde
Cervantes. Junto a esa función general de la novela, definitivamente hay un
interés permanente en la escritura argentina de responder a la violencia de
estado de una manera que no sea caricaturesca. Tanto interés por el género
policial viene de alguna parte, y en Argentina proviene de una relación muy
particular con la figura policial.
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