Poeta, finísimo
ensayista y editor, José
María Espinasa integró la delegación mexicana que participó de la última Feria del
Libro de Buenos Aires. Ya en su país, el 25 de mayo pasado publicó la siguiente
crónica de esos días en La Digna Metáfora. Periodismo Cultural. Allí destacan sus observaciones sobre usos y costumbres
locales en materia de edición y librerías, así como una mirada introspectiva
que arroja luz sobre rincones de la propia circunstancia usualmente no
advertidos.
Los libros, la feria y la ciudad de
Buenos Aires
En la última semana de
abril y las dos primeras de mayo la
Feria del Libro de Buenos Aires recibió a la Ciudad de México como
invitada y se programó la visita de un nutrido grupo de artistas y escritores
que debieron ver con enorme envidia no tanto la Feria en sí, que –como las
de su estilo, Guadalajara por ejemplo, es abrumadora por su tamaño y oferta-,
sino la abundancia de librerías, lo bien surtidas y atendidas que están y los
nuevos modelos que se promueven –está de moda librería con enoteca-. Al mismo
tiempo aquí en México se daba la noticia de que Buenos Aires en la ciudad con
más librerías per cápita del mundo.
No sé si esa
información sea realmente cierta, pero de que un habitante de la ciudad de
México ve la diferencia no hay duda. Muchas y bien distintas y en general por
distintos rumbos, aunque con una alta concentración en la zona de Palermo:
Librerías de novedades, librerías literarias, de libro antiguo, de libro usado,
de saldo, de sesgo poético. Entre estas últimas hay que destacar Librería Norte,
espléndida y muy bien atendida, en la que en determinados momentos se llenaba
de escritores mexicanos entre los que se había corrido la voz. Y también Eterna
Cadencia, más heterodoxa y con fondos raros. En cambio, la del Ateneo, situada
en un cine adaptado y realmente un lugar muy bonito, es una librería común y
corriente, sin ningún atractivo en su surtido
Ya dentro de la feria
se podía observar el stand de Los siete logos (homenaje ingenioso al Roberto Artl
de Los siete locos y equivalente en la FILBA del stand de
independientes de la
FIL Guadalajara , pequeño pero muy bien montado, en donde el
lector podía encontrar los sellos Adriana Hidalgo Editores, Eterna Cadencia,
Caja Negra, Entropía, Mardulce, Beatriz Viterbo y Katz editores. Ese puro stand
valía la pena el viaje a la feria. Pero no era lo único, en otros espacios se
podía ver la oferta de La
Bestia Equilátera o de las universidades argentinas o de la Biblioteca Nacional.
Esta última publicó un
libro que en teoría resultaba muy atractivo: Borges, libros y lecturas. Se trataba de las anotaciones y
dedicatorias en los libros que Borges donó a esa institución de la que fue
director en una época. Sin embargo
resulta en cierta manera decepcionante, pues las anotaciones son pocas –cosa
lógica pensando en que una buena parte de la vida de lector del autor de El aleph estuvo limitada por la ceguera-
y las dedicatorias en su mayoría protocolarias. Además la edición es más bien
fea, un catálogo que no obstante –supongo- hará las delicias de los estudiosos
borgianos. Por ejemplo, para un lector mexicano la búsqueda inmediata es los
libros de Alfonso Reyes, 12 entradas con, al menos para mí, muy poco interés.
La presencia mexicana
estaba representada por un stand en que se realizaban la mayoría de las mesas
redondas y conferencias, con una surtida exhibición de material bibliográfico
producido en México en fechas recientes, lamentablemente sólo en exhibición,
pues las leyes aduanales para el libro en Argentina son severas y extrañas, con
el fin de obligar a la impresión en el propio país y a su venta con precios
asequibles de las ediciones foráneas. Son medidas sin duda discutibles y
polémicas, pero por lo visto están funcionando (parece haber un renacimiento de
la industria editorial argentina). Y contra lo que se pudiera pensar no ha
perjudicado la circulación del material con características minoritarias.
Una curiosa reacción
del contingente mexicano fue sorprenderse de la cantidad de cosas interesantes
que se editan en México y que tienen poco o nulo acceso a librerías nacionales.
Ir hasta Buenos Aires para enterarse de lo que se hace en México es un camino
absurdo que nos habla de uno de los más graves problemas de la industria
editorial mexicana: la carencia de librerías.
Esa carencia responde,
en buena medida, a la falta de lectores-compradores de libros, pero también al
comportamiento absurdo de las principales cadenas libreras privadas en el país
que ejercen, desde hace años, un malinchismo suicida. Las librerías
independientes prácticamente se han extinguido. Mientras que las de Buenos
Aires son librerías con una personalidad propia que las diferencia y una
colectiva que las cohesiona, las mexicanas parecen sucursales de las malas
librerías españolas. Es curioso: los libreros contestan: es lo que se vende. En
realidad es exactamente lo contrario, lo que no se vende, lo que ya no se
vendió en España y aquí quieren vender como única oferta posible.
Justamente librerías
como Norte o Eterna Cadencia en Buenos Aires muestran que apostando por
compradores individualizados y oferta más variada, a la larga se refleja en un
aumento de lectores y una bonanza en ellas que las libra de las amenazas de la
red y el capitalismo salvaje. En el volumen mencionado antes sobre los libros
de Borges los compiladores, Laura Rosato y Germán Álvarez, en su magnífico
prólogo cuentan que Borges no sólo donaba sus libros a la Biblioteca sino que
muchas veces abandonaba volúmenes en parques y cafeterías o, incluso, en
librerías, para ver si esos libros que no eran para él encontraban sus
lectores. Curioso antecedente del programa Abandona un libro.
Una mínima
auscultación entre los lectores que pasaron en la Feria por el stand de la Ciudad de México señala una
curiosa presencia de autores mexicanos en el gusto de los lectores argentinos:
Paco Ignacio Taibo, Juan Villoro y Fabio Morábito y sobre todo una preferencia
del público por el foto libro. Ambas cosas, autores y fotografía, son señales
de la buena salud del arte fotográfico y de la diversidad de tendencias
literarias.
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