El mexicano Gerardo Piña es Licenciado en Letras Hispánicas por la UNAM y Doctor. en Literatura Inglesa por la University of
East Anglia (UK). Ha publicado varios libros de ficción y traducciones
literarias; actualmente es profesor del Departamento de Traducción e
Interpretación de la Enallt-Unam. El siguiente texto, que tuvo la amabilidad de enviar al Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, fue leído dentro del
marco del 2do Foro Internacional de Traducción Especializada de la Enallt-Unam
el 30 de noviembre de 2017.
El
contexto de los traductores literarios
en México en 2017
En un país en el que escribir
obras de ficción es un lujo, traducir obras de ficción es
como dos lujos. Lo sabemos: traducir implica leer, releer, investigar,
escribir, rescribir, reinvestigar, releer… y a pesar de ello, la mayoría de los
traductores literarios mexicanos no se asumen como creadores. Lo cual es
extraño, pues no es difícil identificarse con la mayoría de los creadores mexicanos;
quiero decir, con la precariedad de su oficio.Si acaso, los traductores se ven a
sí mismos como amanuenses con la bajaestima a la alza por tres o cuatro días al
año —cuando por fin sale publicado un libro que tradujeron, a cuya presentación
muchas veces ni siquiera son invitados y cuyos ejemplares tendrán que comprar
con su propio dinero—. El resto del tiempo acumulan datos y giros lingüísticos
con la esperanza de que algún día les sean de utilidad.
Hay tres preguntas que me gustaría plantearles ahora
y que espero que puedan ayudarme a responderal final de mi participación: 1) ¿para
qué traducir literatura en México?, 2) ¿para quién?, y 3) ¿vale la pena dedicarse
a la traducción literaria en México? Debido a que no hay mucha información
estadística sobre este tema (i.e. un censo de las personas que se dedican a la
traducción literaria en México, ni de sus ingresos, formación, etc.), les
compartiré lo poco que he encontrado para que sus respuestas no sean
completamente subjetivas.
En México, 7 de cada 10 personas que se dedican a la
traducción son mujeres (1) .
Desconozco las razones, pero sé que es parte de una tendencia en occidente. El
42% de las traductoras radican en la CDMX (2) y supongo que esto se debe principalmente a los resabios del centralismo que ha
dominado al país (i.e. que aquí se encuentran la mayoría de las oportunidades
de trabajo en el sector).
La mitad de quienes
traducen en México han terminado una licenciatura (3) y, según
el Estudio de encuesta sobre la traducción e interpretación en México
(2017), la mayoría trabajan por su cuenta y no pertenecen a ninguna
asociación; ocho de cada diez no cuenta con ninguna cobertura de seguridad
social. Y sólo dos de cada diez personas que traducen obtienen del 90 al 100%
de la totalidad de sus ingresos de la traducción (4).
La perspectiva para sopesar estos datos
puede ampliarse si los contrastamos con los de otros países y con datos de la
industria editorial. Según el “Informe del Valor Económico de la Traducción
Editorial en España”, publicado en mayo de 2017, diez empresas controlan el 75%
del mercado editorial y los traductores aportan al mercado editorial el 35% de
su facturación anual (294 millones de euros) (5). En
Alemania, a un traductor se le paga en promedio el equivalente a $405 pesos mexicanos (unos 370 pesos argentinos) por
cuartilla. En España aproximadamente $285 (unos 260 pesos argentinos). ¿Y en México? Alguien que cobre $150 (unos 130 pesos argentinos) por traducir una cuartilla ya puede considerarse afortunado (6).
A un traductor literario en Alemania se le paga
entre U$D 20 y 25 por cuartilla. Una encuesta elaborada por el sindicato de
traductores de Alemania a principios de este año y respondida por 598 traductores
arrojó los siguientes datos: casi el 60 por ciento de los títulos traducidos son
de lengua inglesa; aunque alrededor del 80 por ciento de quienes traducen son
mujeres, los hombres suelen ganar U$S 1,10 más por página; y que el trabajo
considerado difícil se paga muy poco más por página que el trabajo considerado
fácil (7)
Ignoro cuántos traductores
literarios mexicanos reciben regalías por su trabajo, pero hasta el momento no
he conocido a uno solo. Lo que debe ocurrir, al menos en teoría, es lo
siguiente: un traductor debe recibir un contrato en donde nunca se plantee una
cesión de derechos de la traducción, sino únicamente el derecho a su
reproducción y no a perpetuidad sino por un tiempo determinado. Es decir, una
editorial puede vender tu traducción pero solo por unos años (cinco años es un
plazo razonable) al cabo de los cuales se tiene que replantear un nuevo
contrato que le convenga a ambas partes. Otro aspecto importante es que el
traductor debe recibir regalías por la venta del libro (el 1% es lo común, por
muy bajo que parezca; el autor suele recibir el 30% en Europa, pero en México
es apenas el 10%). El tema del porcentaje en la venta de ediciones digitales lo
dejo para otra ocasión por su enorme complejidad dados los vacíos legales que
hay en ese ámbito, pero ahí un traductor que cobre regalías suele cobrar el
mismo 1% (en otros países) aunque tanto él como el autor deberían cobrar más.
Por último, el crédito de un traductor debe aparecer en portada y no solo en la
página legal o como un mero dato curioso en la tercera de forros.
Con respecto a las regalías (casi
un sueño para un traductor mexicano) quiero aclarar que el pago por la
traducción se considera un anticipo; de manera que sólo si el traductor tiene
la suerte de traducir un bestseller
podrá cobrar alguna utilidad por su trabajo; algo difícil si consideramos que
la mayoría de los derechos por traducción de obras literarias en nuestro idioma
los tiene España. (Por cierto: en Alemania este pago no es un anticipo.)
Y después viene otro problema.
¿Cómo sabe un traductor o un autor de obras originales cuántos ejemplares se
han vendido de tal o cual libro? No hay manera de saberlo. Hay que confiar en
lo que nos diga la editorial en cuestión. Al respecto es importante decir que
implementar la tecnología necesaria para poder conocer en tiempo real cada vez
que se efectúa la compra de un libro (en cualquiera de sus formatos) no es algo
complicado. ¿Por qué no se hace? Supongo que por falta de voluntad.
Siguiente punto. Ser traductor
literario, ¿pero de qué? Es imposible escapar a las tendencias del mercado del
libro y del consumo de cultura y entretenimiento en general. Mientras que en
España, por ejemplo, el 16% de los libros que se publican al año son
traducciones, dentro de los cuales el 40% son títulos de literatura infantil,
en Gran Bretaña todos los títulos traducidos que se publican al año suman
apenas el 3% (8).
¿En México? Desafortunadamente no existe (o no encontré) esta información de
manera puntual, pero los siguientes datos nos pueden servir para tener una idea
aproximada del asunto.
Según información estadística de
la Caniem (9),
en el 2015 el 32% de facturación total fue de libros comprados por la Comisión
Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg); es decir, por el
gobierno. Estos libros son de educación básica: 54 millones de ejemplares
(54,438,422); y una facturación de 4 mil millones de pesos ($4,068, 722,075).
En comparación, de los libros catalogados bajo el rubro “Ficción y temas afines”
se vendieron 8 millones (7,855,423) de ejemplares y arrojaron una facturación de
$685 millones de pesos ($685,305,099).
De acuerdo con el INEGI, en ese año se
contabilizaron 119 millones y medio de habitantes en el país. Para el primer
trimestre del 2017, el INEGI indica que la población de 15 años de edad o más sumó
91 millones y medio (10) ;
es decir, que el promedio de compra de toda esta población no llega ni a un
libro al año (0.08; y no hablo de lectura, sino de compra). Si tomamos en cuanta
a la población económicamente activa, que es de 54.3 millones de personas, el
panorama no es mucho mejor; en promedio, cada persona de este sector compró la
décima parte de un libro de ficción al año (0.14). Por si fuera poco: en México
se producen 0.6 libros al año por persona; y hay una
librería por cada 15,500 habitantes (11).
En promedio, cada familia mexicana destina el 0.19% del gasto en comprar libros (12).
No he querido hablar de índices de lectura porque es
caer en una especulación total. Sin embargo, al hablar de facturación nos da
igual si un solo señor leyó 8 millones de libros de ficción y temas similares
en un año o no; lo que importa es que esas ventas debieron arrojar algún
porcentaje a los autores y traductores literarios. Pero conocer cuál es ese
porcentaje es prácticamente imposible porque no sabemos cuántos de esos títulos
vendidos fueron traducciones al español ni cuántas de ellas fueron traducidas
por mexicanos. Lo que sí sabemos es que prácticamente ninguno de esos
traductores literarios recibió un solo peso de regalías porque los contratos de
traducción en México no las contemplan.
El tema de fondo, me parece, no
es sólo la falta de conciencia del papel que ocupan los traductores literarios
en la difusión de la cultura en nuestro país y que justifica la actitud
desoladora y la baja estima constante de los traductores literarios (cuyo número
va en descenso). El problema tampoco se limita a los contratos leoninos, también
está la falta de organización y solidaridad de los propios integrantes del gremio
(no hay que olvidar que la mayoría de los traductores mexicanos afirman que el
principal problema de los bajos ingresos en el oficio se debe a la competencia
de los traductores que cobran menos) (13).
Además de continuar con una
sólida formación de traductores literarios a través de los distintos
diplomados, licenciaturas y posgrados que se ofrecen en México, necesitamos que
haya más editoriales de verdad independientes en México. Y que las obras se
traduzcan en condiciones dignas (contratos justos con remuneraciones justas),
en las que participen sobre todo traductores profesionales, asociados o no,
pero que no sean desleales al gremio al ofrecer sus servicios por debajo de la
media.
Con respecto al mercado
editorial, quiero compartirles más datos: en 2015, después de los libros de
educación básica se vendieron 18.5 millones de ejemplares bajo el rubro de
libros infantiles, juveniles y didácticos. Este es el mercado de mayor venta de
libros en todoel país. La literatura infantil es un género que por sí solo
justifica cualquier empresa editorial más allá de las ventas. Todo cambio
social que comience en la infancia tiene muchísimas más probabilidades de
permanecer.
Estoy convencido de que los
maestros en las aulas de todos los niveles de educación, los padres de familia,
los investigadores y el público en general estarán dispuestos a elegir y
recomendar traducciones y ediciones mexicanas si estas cumplen con los
requisitos que ellos esperan a precios accesibles (cosa nada difícil de
conseguir sobre todo en ediciones digitales). Ediciones de obras que cuenten
con una sólida justificación (i.e. que se pueda responder de manera clara por qué
esta o aquella obra es pertinente en nuestro tiempo) y que sean traducidas con
el rigor que se requiere, contribuirán al beneficio de todos los implicados en
este proceso: desde los empleados de la casa editorial en cuestión hasta el
lector solitario en el café (pasando por empleados de la industria del papel,
diseñadores, librerías, etc.).
Y ya que estamos en esto, me gustaría decir que si a
algo debiera apostarle el Estado en este proceso, no es al fomento de
mantenidos de lujo a través de becas viciadas, premios, colegios y similares
para artistas o supuestos académicos, sino a invertir en ciencia e
investigación. Las publicaciones universitarias tienen que salir de las bodegas
y librerías universitarias. El público es exiguo pero existe. Invertir en ferias
de libro en el contexto actual, por ejemplo, es un disparate. No dudo que haya
mucha gente bien intencionada en la organización de ferias como la FIL, pero
difícilmente es un lugar para difundir la lectura y, ni se diga, la labor de
los traductores mexicanos (literarios o no). Por hablar sólo del rubro de
“Ficción y temas afines”, según la Caniem el 30% de estos libros se venden en
librerías y sólo el 18% en ferias. Fortalecer una red de librerías y
bibliotecas públicas es infinitamente mejor negocio y una mejor manera de crear
cultura a largo plazo. No deja de sorprenderme que se venda más libros de
literatura en el súper que en librerías (el 3,2% en librerías vs 5,5% en
tiendas departamentales). Por otro lado, la literatura infantil y juvenil se
vende principalmente en ferias y en el súper (14).
Trabajar hacia el mejoramiento de nuestra sociedad
es apremiante; mientras los índices de criminalidad aumentan (llámense
feminicidios, secuestros, asaltos o fraudes electorales), los de educación y de
venta de libros van a la baja (15). Afirma
Carlos Anaya, presidente de la Caniem: “el 66% de la producción se hace
exclusivamente para ser distribuidos a través de un canal cerrado: las escuelas
de educación básica. Esto implica que sólo la tercera parte de los materiales
producidos llegan al consumo abierto; es decir, solamente 95 millones de
ejemplares” (16) y
añadió que desde 2013 desciende la facturación anual.
Con todo hay muchas razones para
traducir literatura; a mí me parece que una de ellas es la misma por la que hay
que escribir y leer literatura: porque a través de esta práctica aprendemos a
conocernos, cuestionarnos, a cuestionar nuestro entorno y a obtener ideas sobre
cómo actuar en consecuencia para mejorarlo.
Para terminar vuelvo a las
preguntas que les planteé al inicio: 1) ¿para qué traducir literatura en
México?, 2) ¿para quién?, y 3) ¿vale la pena dedicarse a la traducción literaria en
México? Sé que no es fácil, pero espero que ya tengan algunas respuestas porque
las necesitamos con urgencia
Notas
(1) Según el Estudio de
encuesta sobre la traducción e interpretación en México (2017) hecha por la
Fundación Italia Morayta 68.38% mujeres vs 31.62% de hombres. Hasta el día de
ayer, en el portal de la AMETLI aparecían 50 miembros; 33 mujeres y 17 hombres
(66% son mujeres).
(2) 42.81% residen en la CDMX; Jalisco 10.51% y Edomex 8.66% (EEITM).
(3) 50% licenciatura, 27% maestría y 3% doctorado
(4) 82.5% de los traductores no asociados no cuenta con ninguna cobertura; solo el 23% de los traductores obtienen la totalidad o casi de sus ingresos (de 91 al 100%) de esta actividad; el 11.85% (del 81 al 90%). 78.26% de los traductores obtienen sus ingresos por clientes directos (p. 34 esta última información no está muy clara).
(5) Datos ofrecidos por Carlos Fortea, director de ACEtt, en una entrevista realizada en el blog de traducción “En la luna de Babel” publicado el 20 de julio de 2017: https://enlalunadebabel.com/2017/07/20/entrevista-a-carlos-fortea-sobre-el-informe-del-valor-economico-de-la-traduccion-editorial/
(6) En España una cuartilla equivale a 2,100 caracteres con espacios. En México varía mucho más el conteo de caracteres que equivalen a una cuartilla, pero sirva esto de ejemplo: 1650 caracteres con espacios = 1 cuartilla. E.g.: una novelita de 123 cuartillas: A un traductor en España le pagarían $25,735 (90.3 cuartillas), en Alemania $36,571 y en México $17,100 (114 cuartillas).
(7) Tim Parks, “¿Derechos de autor para los traductores”, New York Review of Books, 28 de marzo de 2017, traducido por Julia Benseñor, tomado del Blog del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires: http://clubdetraductoresliterariosdebaires.blogspot.mx/search?q=parks
(8) Luis Parejo, “El páramo de la traducción en España”, El Mundo, Madrid, 3 de marzo, 2017: http://www.elmundo.es/cultura/2017/03/11/58c3033022601d62688b45a7.html
(9) Datos que aparecen en el portal de la CANIEM: http://www.caniem.com/es/content/actividad-editorial
(10) Datos que aparecen en el portal del Instituto Nacional de Geografía y Estadística: http://www3.inegi.org.mx/sistemas/temas/default.aspx?s=est&c=25433&t=1
(11) En algunos estados la falta de librerías es alarmante. Hasta 2013, en Tabasco había 2.2 millones de habitantes y solo 6 librerías; en Tlaxcala 1 millon de habitantes y 4 librerías; en Nayarit un poco más de 1 millón de habitantes y solo 2 librerías. En la CDMX se concentra el 30% de puntos de venta de libros de todo el país (datos de la Caniem).
(12) Ver Jorge Cervantes, “Industria editorial, ¿negocio envuelto en la miseria?”, Forbes, 18 de agosto de 2014: https://www.forbes.com.mx/industria-editorial-un-negocio-envuelto-en-la-miseria/
(13) Con respecto a los bajos salarios del gremio: “la mayor parte de los traductores encuestados piensa que la competencia que cobra menos es el factor más importante. En segundo lugar, identificaron la falta de respeto por la profesión y la falta de conciencia” (p. 42).
(14) 26,8% en ferias; 14,1% tiendas de autoservicio y 6.7% en librerías.
(15) La producción de libros del sector privado cayó 5.2% en 2016 con respecto a 2015. La producción de libros para la Conaliteg cayó 8%. El 2016 fue el peor año en ventas desde 2012. En 2016, la industria editorial produjo 277.3 millones de ejemplares, de los cuales el sector privado aportó 137.6 millones. De estos, 42.5 millones fueron vendidos a la Conaliteg.
(16) Carlos Anaya, presidente de la CANIEM en Yanet Aguilar Sosa, “Decrece la producción y venta de libros en México”, El Universal, 28/11/2017 (edición digital):
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