En la entrada del día de ayer, nos referimos a la actividad como traductores de William Shakespeare de Miguel Ángel Montezanti y Andrés Ehrenhaus. Fuera de las traducciones que ambos emprendieron de la poesía completa del autor de Hamlet, se mencionaba, en el caso de Montezanti, su interés por traducir al castellano rioplatense, aventura que emprendió con éxito. El caso de Ehrenhaus es, con todo, más extremo: transformar los sonetos en 154 haikus, que acaban de publicarse en España, en el sello La Fuga.
En el prólogo de este volumen, firmado por Ehrenhaus y el ilustrador Elenio Pico, se lee: "¿Shakespeare escribió haikús? Si lo hizo, o no se dio cuenta o le faltó rigor métrico. O consideró que lo más parecido a un haikú en la Inglaterra isabelina era el soneto de pentámetros yámbicos. Se cual fuere la respuesta, Shakespeare daba para eso y mucho más. La prueba está en el presente volumen, que reúne los 154 que podría haber escrito hace 409 años".
Más adelante se dice que Ehrenhaus trabajó "sobre su propia traducción de los sonetos shakesperianos, reduciedo su cuerpo y alma a la velocidad requerida por los procesos de descomposición de la materia poética. Si la primera traducción le llevó cuatro años, la jibaraización no duró más de una semana. No podía ser de otra manera: un atajo de cuatro años y una peripecia de una semana permitieron el paso de una dilución a otra".
Por supuesto que se explica el sistema y también las razones para las singularísimas ilustraciones de Pico. En uno y otro caso hubo humor y rigor formal.
A modo de muestra:
(1)
todo lo bello
si no se multiplica
se va al garete.
(7)
seguir al sol
hasta su cénit, luego
se apaga y chau.
(24)
mi ojo pintó
tu imagen en mi pecho
no lo que escondes.
(50)
para qué ir al trote?
delante está el pesar,
detrás, la dicha.
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