lunes, 24 de diciembre de 2018

Santiago Muñoz Machado, nuevo director de la RAE:


Luis Alemany publicó el siguiente artículo en El Mundo, de Madrid, el pasado 20 de diciembre. En él se detalla el resultado de las últimas elecciones de la RAE y se traza un perfil del nuevo presidente. A ver.

"La Academia es una cuestión de Estado"

El nuevo presidente de la RAE, Santiago Muñoz Machado, ha exaltado la importancia de la Academia en pleno siglo XXI: "Es una cuestión de Estado". "Los famosos problemas de carácter económico (de la RAE) solo requieren un poco de atención del Gobierno, que nos va a prestar, estoy seguro. Hay que tratar de que la Academia mantenga el prestigio y sea una institución de referencia en el mundo: que pueda funcionar con normalidad y tranquilidad es una cuestión de Estado", señaló Muñoz Machado a la conclusión del pleno en el que ha sido elegido como director.

En este sentido, adelantó que una de sus primeras medidas económicas será la de la "confirmación de la totalidad" del personal de la institución. "Un buen administrador tiene que verificar si todo el personal es imprescindible, pero yo no tengo ninguna razón para pensar que se puede prescindir de alguien. El número del personal de la institución depende de sus recursos económicos y ese tiene que ser el primer trabajo, conseguir esos recursos", ha añadido, tras matizar que, si hay una "restructuración", será "excepcional y limitada".

Preguntado sobre el desarrollo del pleno, aseguró que fue una votación tranquila. "La Academia, pese a lo que dicen los medios de comunicación, es un colegio la mar de cordial. Nos llevamos todos bien, cada uno tiene su punto de vista y a veces chocamos, pero lo resolvemos con mucha educación y los incidentes se subsanan con cordialidad", ha asegurado, tras destacar que la primera felicitación por su cargo ha venido de Juan Luis Cebrián, el otro académico candidato junto a José Antonio Pascual.

La Real Academia Española ha elegido al nuevo director para el próximo mandato de cuatro años: el jurista Santiago Muñoz Machado sucederá a Darío Villanueva tras un periodo electoral nunca visto en la RAE. Por primera vez en décadas, las elecciones no han contado con un candidato de consenso y han estado marcadas por semanas de tensión. Por primera vez desde los años 80, un académico que no es lingüista dirigirá la casa. El nuevo director logró 22 votos en la primera votación; su rival, Juan Luis Cebrián, 13. Sólo fue necesaria una ronda.

Santiago Muñoz Machado
Santiago Muñoz Machado (Pozoblanco, 1949) no se va a parecer a ningún director de la RAE y no sólo por su carrera académica y profesional, como jurista y consultor en asuntos administrativos. También en el estilo marcará las distancias. No es probable que el nuevo jefe de la Academia, severo en el trato profesional y casi distante ("lo que cualquiera espera de un académico y de un catedrático" según periodistas que lo conocen desde hace años), continúe con el hábito de amabilidad y tuteo de colegio de curas que instauró Víctor García de la Concha y que se ha mantenido durante los años de José Manuel Blecua y Darío Villanueva. Difícilmente hará Muñoz Machado más simpática a la Academia, tantas veces acosada por la revuelta contra las élites de los últimos años.

La paradoja es que el nuevo director, tan imponente al trato, ha alcanzado el éxito y la relevancia con un discurso inconformista y casi transgresor para su clase socio-cultural. Esa visibilidad empezó a ser cierta en 2012, en el corazón de la última crisis financiera. Ese año, Santiago Muñoz Machado publicó un ensayo llamado Informe sobre España (Crítica), que convirtió a su autor, un catedrático de prestigio pero anónimo hasta entonces para el público político, en algo parecido a un líder político en ciernes.

Muy en resumen: la tesis de Informe sobre España era que la Constitución Española de 1978 es un instrumento muy valioso pero que ha quedado desactualizado por culpa del mal trabajo del Tribunal Constitucional al interpretarla y renovarla. La consecuencia: si la democracia española no era (es) capaz de responder a las demandas de los ciudadanos, los ciudadanos responderán con su desapego y desafío. Aquel mensaje estuvo en las librerías en 2012. Dos años después, Podemos empezó su escalada. En este otoño de Vox, no será fácil refutar su interpretación.

En síntesis, Muñoz Machado es en política algo así como un reformista bastante radical dentro de las filas de quienes defienden el régimen de 1978. El más documentado de todos, el más respetado a pesar de que sus tesis no son cómodas para casi nadie. A los 69 años, se convertirá en director de la RAE, "pero si fuese más joven y hubiera tenido más apetito, no habría sido ninguna extravagancia que hubiese sido una especie de Macron español, que hubiese llevado ese liderazgo natural a la política".

Cataluña y las demás españas, su segundo libro político en la década de la gran crisis, podría haberlo puesto en la órbita de la socialdemocracia. Muñoz Machado, cercano en algún momento a Carme Chacón y su grupo, podría haber sido el más federalista del PSOE o el más antinacionalista del PSC. Pero el PSOE ya no tiene tanta habilidad para atraer el talento intelectual como en los mejores tiempos.

Desde esa segunda línea política, Muñoz Machado ha dedicado los últimos años al trabajo académico, no necesariamente vinculado a su especialidad, el Derecho Administrativo. Su Diccionario de español jurídico, fruto de un convenio entre el Consejo General del Poder Judicial y la RAE, le ganó el prestigio de buen jefe entre sus colegas académicos. El más reciente, Historia del español en América (Crítica), llevó su buena fama un poco más allá. Este mismo año, Muñoz Machado recibió el Premio Nacional de Ensayo.

Aquel libro hablaba de la manera en que el idioma español había sido una herramienta para la implantación de las repúblicas latinoamericanas en el siglo XIX y de su convivencia, relativamente amable, con los idiomas indígenas americanos. La tentación era ver en aquel texto un desagravio historiográfico del Imperio Español, al estilo de los libros de María Elvira Roca. Y algo de eso había, pero no sólo eso. Había, también, una toma de conciencia del gigantesco valor del idioma español, su nuevo campo de batalla.


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