Toda frase, por
sencilla que parezca, presenta sus vericuetos. Mi ejemplo, que proviene del capítulo X de Bouvard et Pécuchet, es éste:
Bouvard, accidentalmente, llega a la que fuera su granja, cedida a Madame
Bordin por una renta vitalicia. Allí la encuentra colgando ropa. Hace mucho no
la ve porque, luego de un intento fallido de romance, terminaron peleados. En
un momento dado, ella se sienta a descansar un instante y él experimenta esto:
Le parfum du gazon se mêlait à la bonne odeur de sa chair
solide; et Bouvard eut un revif de tempérament, que le combla de joie.
La frase es
bastante clara, pero, por prudencia, hecha mi propia traducción, quise ver lo
que habían resuelto otros traductores.
En una de las
traducciones que consulté dice:
El perfume del césped se mezclaba al buen olor de su carne sólida,
y Bouvard sintió un renacer de su temperamento, que le colmó de alegría.
En otra se lee:
El olor de la hierba se mezclaba con el perfume de
su carne sólida y Bouvard sintió revivir su temperamento de una manera que lo
colmó de alegría.
Y hay otra más
donde se dice:
El perfume de la hierba se mezclaba con el perfume
de su carne firme; y Bouvard sintió un retorno del deseo que le colmó de
alegría.
Mi propia
traducción es así:
El perfume del pasto se mezclaba con el buen olor de
su carne sólida; y Bouvard sintió una marea de deseo que lo colmó de alegría.
Entiendo que hay
dos problemas a considerar.
El primero es la
palabra revif, término náutico, que
suele definirse como “anticipo de la marea”. Littré ofrece dos acepciones, que
son las que también adopta el diccionario del CNRTL. La primera, indica que se
trata del “momento en que la marea se vuelve cada vez más fuerte”. La segunda,
mucho más general, se refiere al “estado de lo que vuelve a estar vivo”; vale
decir, al renacimiento. En este sentido, todas las traducciones aluden a lo
mismo y elegir una u otra depende de la subjetividad de cada traductor.
La segunda
palabra, creo, plantea una mayor complejidad porque tempérament, sin otra precisión, se traduce por “temperamento”, que
los diccionarios de sinónimos del castellano equiparan a “carácter”, “manera de
ser”, “personalidad”, “naturaleza”, “índole”, “idiosincrasia”,
lo cual, no se atiene exactamente a lo que significa esa palabra en francés.
En los foros de
traducción franceses se discute por la impronta psicológica que conlleva el
término y las observaciones en este sentido resultan pertinentes. Por su parte,
Littré, propone otras varias acepciones. Algunas de ellas: 1) “Método de
composición y mezcla”, 2) “Constitución física del cuerpo humano o, en lenguaje
técnico, resultado general, para el organismo, del predominio de la acción de
un órgano o sistema”, 3) “Carácter”, 4) Manera de moderar, de regular, de
liderar, y 5) “Medida, moderación”. A esas acepciones correspondientes al siglo
XIX, el diccionario del CNRTL suma otras; por ejemplo: “Parte de la psique
relacionada con la estructura corporal, con la constitución del organismo a
través de modificaciones humorales y reacciones del sistema neurovegetativo”; o
“Conjunto de rasgos innatos que caracterizan a una persona psicológica y
fisiológicamente”, y también “Estado de ánimo, disposición particular de una
persona”, o “Personalidad fuerte”. Pero hay una que en francés resulta
totalmente evidente y que resulta muy difícil de plasmar en castellano: “Naturaleza
amorosa; apetito sexual de una persona”.
Entiendo que
todas las traducciones dan cuenta relativa de este último aspecto, que es el
que aquí más interesa. Sin embargo, aquéllas que eligen “temperamento”, en
cierto sentido, anulan la naturaleza sexual de lo que experimenta Bouvard.
Entonces, traducir tempérament por “deseo”
me parece más justo. Resta decidir si uno siente que lo que le ocurre a Bouvard
es un retorno del deseo o si se ve asaltado de una marea de deseo. Supongo que
la decisión es personal.
Jorge Fondebrider
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