lunes, 27 de marzo de 2023

Miguel Petrecca no es Matías Battistón

“Una conversación con Miguel Ángel Petrecca, traductor argentino que reside en París. Presenta la nueva edición ampliada de Un país mental, su gran recopilación de poesía china contemporánea.” Eso dice la nota de Mario Nosotti, publicada en la revista Ñ, del diario Clarín, el pasado 10 de marzo, ilustrada en la edición digital con una foto de Matías Battistón en la Martello Tower de Dublín porque, según parece, da lo mismo que Petrecca en la Muralla China.

¿Quién no entiende a un poeta chino?

Poeta, editor, traductor y ensayista que vive actualmente en París, donde lleva adelante la librería Cien fuegos, especializada en literatura hispanoamericana, Miguel Ángel Petrecca es además un estudioso de la literatura china. Desde su incipiente fascinación por los caracteres y la lectura de Ezra Pound hasta sus trabajos de traducción posteriores (Después de Mao. Narrativa China de hoy, la novela El invisible de Ge Fei, ambos publicados por Adriana Hidalgo, la traducción al chino de "La gran salina", de Ricardo Zelarayán, o su estudio sobre el Juan L. Ortiz traductor de poetas chinos, incluido en la reciente edición de En el aura del sauce, entre otros), su interés por dicha lengua lo llevó a vivir y estudiar en Pekín en 2008, y a recorrer parte del país conociendo personalmente a algunos de los poetas de un panorama tan diverso como inabarcable.

Un país mental es una edición ampliada de la publicada originalmente en Buenos Aires por Gog y Magog en 2011, que suma cincuenta poemas e incorpora a figuras representativas de las últimas décadas. En esta entrevista, Petrecca da cuenta de distintos aspectos de su trabajo en el libro que acaba de publicarse.

 

–¿Cómo se dio tu interés por la lengua y la cultura chinas, y cómo surgió la idea de este libro?

–El interés surgió a partir de la lectura de la poesía clásica, que incluso en un momento desembocó en un fallido experimento de traducción. Más tarde fue sobre todo el interés por la lengua y la escritura, y ahí apareció también una curiosidad hacia las escrituras contemporáneas. Después en 2008, tuve la posibilidad de vivir un año allá, viajé bastante, conocí a varios de los poetas y empecé a pensar en la antología que salió en 2011. Fue un viaje transformador para mí. Más tarde, tuve la posibilidad de volver varias veces.

 

–¿Qué implica el concepto de “poemas contemporáneos”, el recorte que rige la antología?

–“Poesía contemporánea” tiene acá un significado bastante específico, abarca el período que se abre en China a partir de la muerte de Mao y el comienzo del proceso de apertura y reforma, hasta la actualidad. Desde el punto de vista de la poesía está marcado por la aparición de un espacio de producción y distribución autónomos, es decir, alternativos con respecto a lo que sería el espacio oficial, aunque estos espacios no son siempre o no del todo excluyentes. La primera referencia en ese sentido son los llamados “Poetas oscuros”, que se nuclean a fines de la década del 70 en torno a la revista Jintian (Hoy) y que generan toda una revolución en China por la introducción de un lenguaje y estilos totalmente nuevos. En la historiografía china, en cambio, el concepto de “poesía contemporánea” está asociado a la fundación de la República Popular, es lo que viene después de 1949.

 

–Los lectores no iniciados de estas latitudes tenemos una visión un poco estereotipada de la poesía china, ligada sobre todo a la imaginería de los poetas de la dinastía Tang. ¿En qué medida pensás que el panorama que presenta tu libro se aleja o coincide con dicho estereotipo?

–Sin duda a primera vista, a primera lectura, para un lector acostumbrado a la poesía clásica, lo que resaltan son las diferencias. En China misma es así, la poesía clásica forma parte de la instrucción desde chicos, todos saben algunos poemas de la época Tang de memoria, y esto hace que mucho de la poesía moderna o contemporánea pueda resultar de difícil acceso, o que incluso haya cierto rechazo. No es algo tan diferente a lo que ocurriría con alguien que se enfrentara a la poesía latinoamericana contemporánea o de vanguardia a partir de un bagaje de lecturas más tradicional.

 

–Hay en tus traducciones una plasticidad que hace que el lector se sienta interpelado, cercano a la voz poética, y que logra a la vez conservar la diferencia, la opacidad de ese otro mundo. Trabajás una vertiente rioplatense lo suficientemente abierta como para sostener esa distancia.

–Un poeta chino del siglo XX que me gusta mucho tiene un poema llamado “La organización de la distancia”, que creo que responde en cierta forma a esto que planteás. La gradación de la distancia. Que también, en otro sentido, es un problemática que atraviesa la poesía china del siglo XX: cómo organizar la distancia, tanto con la propia tradición como respecto de las tradiciones de afuera. Dicho esto, y yendo a la cuestión del rioplatense, diría en todo caso que es un rioplatense imaginario.


–A pesar de los diferentes estilos y momentos escriturales por momentos tuve la sensación de estar leyendo el libro de un solo (y múltiple) poeta. Lo menciono como algo positivo. Una poesía abierta a lo exterior, coloquial, donde la interioridad se traduce a los objetos, los movimientos. También cierta morosidad, aún en el ajetreo de la vida de las grandes ciudades.

–Yo me formé con una idea de la traducción, con una tradición digamos, la de los poetas-traductores, dentro de la cual tiene un sentido positivo que te digan que el libro se lee como un solo libro múltiple. No reniego de esa tradición, aunque no me interesan algunos lugares a los que lleva o puede llevar, es decir, a una cierta saturación de la figura del traductor. No es a lo que apunto en todo caso, y creo que, en comparación con la edición anterior, se han incorporado muchos poetas, algunos de generaciones más jóvenes, que amplían mucho el abanico de voces. Por otro lado, en toda selección opera obviamente un gusto y una mirada. Además, a favor de lo que decís, es cierto que esos rasgos que mencionás están presentes en gran parte de la poesía china contemporánea.


–¿Por qué “un país mental”?

–Mantengo el nombre que le puse a esta antología en su momento, hace más de 10 años. Creo que en ese entonces, en mi fuero interno, hacía alusión a la idea de China como algo deseado, leído, imaginado. Imaginado desde mucho antes de viajar, pero también después, en el sentido de que ese imaginario seguía actuando y moldeando la experiencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario