jueves, 5 de octubre de 2023

Un buen repaso de Nabokov en castellano

El catalán Josep Mengual Catalá es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Barcelona . Tiene un excelente blog, que se llama negritas y cursivas, dedicado a libros e historia editorial. En él, el pasado 29 de septiembre, publicó el siguiente artículo, dedicado a las traducciones de Vladimir Nabokov al castellano.

Nabokov en español antes de la anagramática Biblioteca Nabokov

Entre los materiales de primera mano que incluye el libro Los papeles de Herralde, uno de los más llamativos y jugosos es una carta dirigida a la reputada agente literaria Anne-Marie Vallat y fechada en abril de 1988 en la que el editor de Anagrama describe la conducta y los modales de cierta agente estadounidense como «más propios para otros menesteres no relacionados con el intelecto ni con la literatura». Según se hace constar entre corchetes, la agente en cuestión es Nikki Smith, y todo el asunto y disgusto estaba vinculado con el ímprobo esfuerzo de Anagrama por reunir el grueso de la obra de Vladimir Nabokov (1899-1977).

La introducción de Nabokov al lector en lengua española databa cuanto menos de 1945, cuando la editorial chilena Zig-Zag puso en circulación la traducción de Dubrovski el bandido de Pushkin como número 51 de la Serie Roja ‒con sobrecubierta diseñada por Mauricio Amster‒, precedido de un prólogo firmado por «Vladimir Nabokov Sirin» (recuérdese que uno de sus seudónimos más habituales entre los años veinte y cuarenta fue Vladimir Sirin).

Sin embargo, probablemente la primera novela de Nabokov traducida al español sea Cámara oscura, obra de José María Riba y publicada por la empresa barcelonesa Luis de Caralt en 1951, a la que seguiría un largo silencio que permite especular sobre la escasa repercusión de esta obra. En 1958 aparece en Santiago de Chile la traducción de María Espiñeira de Monge de Pnin, que publican las Ediciones del Nuevo Extremo, al parecer, por lo menos en un momento inicial, sin apenas ninguna reacción ni de la crítica ni de los lectores.

Hay que esperar hasta 1960 para que la efímera editorial F.I.C.S.A. publique en España El engaño como primer número de la no menos efímera colección Nueva Ola. La traducción en este caso la firma el prolífico e incombustible Fernando Gutiérrez (1911-1984), pero lo más curioso de esta edición quizá sea que en los paratextos se presente al autor como «El celebrado autor de Lolita», una obra que acababa de traducir al español el ya prestigioso Enrique Pezzoni (firmándola como Enrique Tejedor) y había publicado la Editorial Sur en Buenos Aires en 1959 pero que ‒por lo menos legalmente‒ no circulaba en España porque la censura la había prohibido; del mismo modo que la censura argentina secuestró la edición de Sur por considerar la novela «inmoral» y para evitar así que pudiera corromper a lectores menores de edad. Al año siguiente aparecía en la colección Hipocampo de Plaza & Janés Risa en la oscuridad (es decir, Cámara oscura) en traducción de Antonio Samons.

De nuevo fue Sur quien editó en 1963 la compilación de cuentos aparecidos previamente en revistas Madamoiselle O (publicada originalmente en 1958 por Doubleday), en esa ocasión traducidos por un veinteañero Edgardo Corazinsky, quien a su vez emplearía años más tarde una cita procedente de este libro en su cuento «Literatura» (incluido en La novia de Odessa, Emecé, 2001).

Jaime Piñeiro González (también conocido como Hubert Keussel) tenía muy poca experiencia como traductor cuando se ocupó de ¡Habla, memoria!, que Plaza & Janés imprimó en Barcelona (en Limonograph) en enero de ese mismo año con un paratexto alusivo también a Lolita («La autobiografía del autor de Lolita»), y dos años más tarde (1965) aparecía en México Don, publicado por Diana y con traducción firmada por el poeta y dramaturgo Carlos Barrera (1888-1970). Dos años después, de nuevo en Santiago de Chile Pomaire reeditaba Pnin, y en 1966 había aparecido un original ensayo, en el segundo volumen del libro de homenaje a Rodríguez Moñino publicado por Castalia, dedicado a «Lolita de Nabokov y Los puritanos de Palacio Valdés (un paralelismo literario)» que firmaba el poeta y filólogo de origen filipino Federico Sánchez Escribano (1898-1969), por entonces profesor universitario en Estados Unidos.

Durante la década de los sesenta, pues, Nabokov era a ojos de los lectores el autor de Lolita, una novela cuya lectura estuvo muy contaminada ya de origen por haberla publicado Maurice Girodias (1919-1990) en su parisinas Olympia Press y luego por los problemas que había tenido con la censura moral en diversos países; Nabokov era un autor al que podría llamarse algo así como un one hit wonder y todos los esfuerzos editoriales por revertir esa situación se habían visto abocados al fracaso más o menos estrepitoso.

Los años setenta, en lo que aquí nos ocupa, se abren con la edición en Barral Editores de la obra teatral Vals y su invención (1971) en traducción de Antonia Kerrigan (1952-2023), y pudiera parecer que eso empezaría a cambiar. Ese mismo año aparece en Edhasa, traducida por Lidia de García Díaz, Invitado a una decapitación. De 1972 es Masherka en Lumen (traducida por Andrés Bosch); de 1974, la novela breve El ojo en Júcar (traducida por Mireia Bofill) y Tiempos románticos, de nuevo en Lumen (traducida por Román García Azcárate); y de 1975 la edición en Grijalbo de Lolita, en una traducción que se publica de nuevo con la firma de Enrique Tejedor, pero «tuneada». En palabras de Magalí Libardi, que ha cotejado las tres versiones (traduzco): «La edición de Grijalbo presenta una primera revisión del texto de Pezzoni que mutila la versión original hasta hacer de ella un texto más decoroso (convirtiéndolo, en cierto modo, en una bella infiel moderna)».

De 1976 es la edición en la colección Horizonte de Sudamericana del libro de cuentos de la etapa rusa El Tiranicida (en traducción de Carlos Gardini); de 1977 son las entrevistas de Opiniones contundentes en la colección Persiles de Taurus (traducidas por María Raquel Bengolea), Pálido fuego en Bruguera (en traducción de Aurora Bernárdez); de 1978, año jubiloso para los nabokovianos, son Desesperación (en traducción de Rodrigo Escudero) en las argentinas Ediciones Librerías Fausto del legendario librero y editor argentino Gregorio Schvartz (1913-2001) y simultáneamente en la barcelonesa Argos Vergara (con un diseño de cubierta pinkfloyano), Trece relatos en la fabulosa colección Punto Omega de Guadarrama (en traducción de Isabel Herranz), La verdadera vida de Sebastian Knight en Plaza & Janés (en una edición en que de nuevo se presenta a Nobokov como el «autor de Lolita» y en traducción de Ana Mª de la Fuente), y la década se cierra con una edición en Sudamericana con Detalles de un crepúsculo y otros cuentos (1979), traducidos por Lucrecia Moreno de Sáenz.

Es evidente que la obra de Nabokov en español estaba muy dispersa, no siempre se había traducido con unos estándares de calidad muy exigentes ‒y tratándose de un reconocido maestro de la aliteración eso tiene su miga‒, lo cual entorpeció notablemente la calidad de las ediciones posteriores, y además muchas de esas obras no eran fácilmente accesibles al lector interesado. Según cuenta Jorge Herralde en «Nabokov: la cocina de una Biblioteca», al iniciarse la década de los ochenta Anagrama empezó a gestionar, a través de Anne Marie Vallat y «con el máximo sigilo para evitar interferencias de algún querido colega», la obtención de los derechos de todas las obras importantes de Nabokov, un proyecto que no se materializó hasta mediada la década, no dejó de tener sus tropezones (en particular, con las traducciones de Lolita) y en algunos casos se vio en la necesidad de retraducir las obras da capo. El inicio de unas obras completas tendría que esperar al siglo XXI (en la impresionante colección de Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores), un proyecto que lamentablemente quedó trunco tras publicar solo dos volúmenes de novelas (La verdadera vida de Sebastian Knight, Lolita, Barra siniestra y Pnin, y Pálido fuego, Ada o el ardor, Cosas transparentes y ¡Mira los arlequines, ambos en 2006).

En cuanto a Nikki Smith y su esposo el abogado Peter Skolnik, se convirtieron en agentes de los derechos sobre la obra de Nabokov en abril de 1986 en la veterana agencia Sanford J. Greenburger Associates (creada en 1932), que pronto se ganó fama por representar en el ámbito anglosajón a Simone de Beauvoir, Frank Kafka, Antoine de Saint-Exupéry y Jean-Paul Sartre, entre otros, pero que una vez fallecido el fundador (1971) y gestionada por la docena de agentes que en ella trabajaban acabó por ser más conocida por tener en su catálogo a James Paterson y Dan Brown. En 1988 el matrimonio que representaba a Nabokov creó Smith/Skolnik Literary Management, que en 1995 tuvo que lidiar con la demanda interpuesta por Dmitri Nabokov contra Farrar Straus & Giroux para proteger los derechos de autor de Nabokov sobre El diario de Lo (una novela de la italiana Pia Pera que pretende revisar el mito de Lolita). No sería hasta el año 2008 que Dmitri Nabokov decidió reemplazar a Smith/Skolnik por la Wylie Agency.


El artículo original puede ser consultado en https://negritasycursivas.wordpress.com/2023/09/29/nabokov-en-espanol-antes-de-la-anagramatica-biblioteca-nabokov/



Fuentes:

María Ximena Eizayaga, «Malinterpretación y censura de Lolita. El caso Sur (1959)», Gramma Universidad del Salvador, núm especial 10 (2020).

Jordi Gracia, ed., Los papeles de Herralde. Una historia de Anagrama 1968-2000, Barcelona, Anagrama (Biblioteca de la Memoria 43), 2021.

Jorge Herralde, «Nabokov, la cocina de una Biblioteca», en Opiniones mohicanas, Barcelona, El Acantilado, 2001, pp. 43-45. (Publicado originalmente en ABC Cultural en abril de 1999),

Roberto Monforte Dupret, «Nabókov, Vladímir Vladímirovich» en el portal Diccionario Histórico de la Traducción en España.

Leon Neyfakh, «Wylie Agengy adds Nabokov Estate to Its Client List», The Observer, 19 de junio de 2008.

Yuri Leving, «Selling Nabokov. An interview with Nikki Smith», Nabokov Online Magazine, vol. VII (2013), 13 pp.

Magalí Libardi, «Censorship, Retranslation and Invisibility in the Spanish Edition of Nabokov’s Lolita», Ideas, vol 4, núm 4 (2018), pp. 1-18.

Anna Richardson, «Another estate heads to Wilye», The Bookseller, 24 de junio de 2008.

Anne Marie Vallat, «Sobre la necesidad de rastrear la vida del libro», en Negociación de derechos. Trascendiendo fronteras (Memoria del III Foro Internacional de Editores FIL Guadalajara 2004), Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, Universidad de Guadalajara, Editorial Universitaria, 2005, pp. 35-38..

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