sábado, 30 de enero de 2010

Más sobre Salinger y su novela


Ni Jorge Aulicino ni el Administrador de este blog estaban al tanto, pero la manera en que había sido traducida en la Argentina y en España la novela The Catcher in the Rye, de J. D. Salinger, ya había sido tema de polémica en el pasado. Más precisamente, en El Trujamán del 26 de noviembre de 2002. Allí puede leerse el artículo del argentino Fernando Sorrentino, cuya argumentación, que se ofrece a continuación, se apoya en otro artículo del novelista argentino Rodolfo Rabanal. Tanto este artículo como el que firma Aulicino publicado ayer coinciden en que la clave está en la palabra catcher. La argumentación, sin embargo, es distinta. Ambas son igualmente interesantes. Se espera entonces, si existiera, el argumento de los defensores del otro título. La discusión vale la pena.

¿Cazador oculto o guardián entre el centeno…?

Hacia 1970 leí por primera vez la célebre novela de J. D. Salinger titulada, en esa época, El cazador oculto. El título inglés es The Catcher in the Rye, y su traductor, Manuel Méndez de Andés. El libro, que conservo, fue publicado en Buenos Aires, en 1968, en la colección Los Libros del Mirasol de la ahora extinta Compañía General Fabril Editora. Sin embargo, hay edición anterior (1961) en la colección Anaquel, de la misma editorial.

Desde luego, The Catcher in the Rye no significa El cazador oculto, sino algo tan endemoniadamente difícil y ridículo en español como «El agarrador en el centeno». De manera que, sin presentar ninguna objeción, acepté el título que proponía el traductor y, más aún, lo consideré un hallazgo.

En el capítulo XXII el protagonista-narrador, Holden Caulfield, suministra a su hermana Phoebe una explicación que echa luz sobre el porqué del título:
(...) me imagino a muchos niños pequeños jugando en un gran campo de centeno y todo. Miles de niños y nadie allí para cuidarlos, nadie grande, eso es, excepto yo. Y yo estoy al borde de un profundo precipicio. Mi misión es agarrar a todo niño que vaya a caer en el precipicio. Quiero decir, si algún niño echa a correr y no mira por dónde va, tengo que hacerme presente y agarrarlo. Eso es lo que haría todo el día. Sería el encargado de agarrar a los niños en el centeno. Sé que es una locura; pero es lo único que verdaderamente me gustaría ser. Reconozco que es una locura.

La idea es clara. El problema reside en que no hay manera aceptable de traducir al español la palabra catcher.

Sabemos que existe otra traducción, de Carmen Criado (1978), con el título de El guardián entre el centeno. En un artículo («El traductor traicionado») aparecido en La Nación, de Buenos Aires, el 30 de agosto de 2001, Rodolfo Rabanal prefiere —como yo— el antiguo título, y da sus argumentos:
El guardián en[tre] el centeno es estrictamente literal porque responde a las cinco palabras del título en inglés, pero esa literalidad no beneficia el sentido, más bien lo oscurece. Veamos por qué. El guardián es el arquero —como lo llamamos nosotros en el fútbol— o, para ser más claro, el jugador que en el béisbol corre para atrapar la pelota; si ese jugador se encuentra, de manera figurada, en un campo casi idéntico a un trigal, estará evidentemente oculto y fuera del alcance del bateador. En suma, «cazaría» la pelota desde una guarida y se comportaría como un cazador oculto.

Ésa es la idea que inspiró el título de Salinger, sólo que en inglés, y en los Estados Unidos, bastaba con la literalidad para establecer la metáfora. Pero en la versión en español era preciso imaginar el propósito de Salinger y dar exactamente la idea que el autor buscaba. En efecto, eso se hizo, y de manera brillante en la traducción argentina. Luego se impuso esta nueva versión y el guardián en el centeno ya no suena a nada.
Es muy posible que Rabanal tenga razón.

20 comentarios:

  1. Me parece que la argumentación de Rabanal no difiere mucho de la que expuse. También él entiende que la clave es la palabra catcher, en su acepción de jugador que juega en ese puesto en el béisbol -segunda acepción del diccionario Longman, después de la, general, de "atrapador". Sólo que el catcher no es el equivalente de nuestro arquero, sino que detiene las pelotas que envía su propio compañero, el pitcher, cuando el bateador falla o cuando su compañero envía mal la pelota. Asimismo, le marca al pitcher hacia dónde debe disparar, dentro de un recuadro imaginario entre las rodillas y el mentón del bateador y la extensión del bate. Y eventualmente malogra un home run de los contrarios (una corrida completa) si cualquiera de sus compañeros en el campo de juego le envía una pelota -en el béisbol, cada equipo ocupa alternativamente el campo, mientras los jugadores del otro equipo, por turnos, batean. Todo esto no lo digo por abundar en sabiduría, más bien porque fortalece el argumento de Rabanal, que Sorrentino respalda: si un catcher actuara en un campo cubierto de heno, estaría oculto, pues su posición es siempre la de permanecer en cuclillas. Y correría tras la pelotas locas que arrojaría su pitcher, que no vería su ubicación en el centeno. Rabanal ha visto que la palabra en cuestión inevitablemente debe relacionarse con el juego, en la literatura norteamericana. Y estoy de acuerdo en que el catcher se convierte en cazador, si debe actuar de este modo loco.

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  2. en la novela hay dos símbolos. uno, la gorra de cazador con pluma roja que usa Holden. el otro, el guante de baseball de Allie que Holden lleva a todas partes. ambos objetos destacan la diferenciación con el mundo de los adultos. y el título se relaciona con que Holden se ve a sí mismo como 'the catcher in the rye' cuando usa esta gorra y articula ambas cosas cuando dice: 'I shoot people in this hat'.

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  3. Yo, modestamente prefiero "El guardian entre el centeno", debido principalmente a que esta frase sale de una canción infantil que Holden recuerda en un momento. Así, el título daría mayor importancia al tema de la infancia, quizá al tema de la infancia perdida, que es en definitiva el que recorre toda la obra. Holden es un adolescente que mira hacia atrás su inocencia perdida, a través de la figura de su pequeña hermana. la pregunta sobre donde van los patos al congelarse el lago, no hace más que sostener este rechazo al perder la inocencia. Algo de esto escribí (si quieren leerlo) en el blog www.literatrofia.blogspot.com

    Un saludo

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  4. Gracias por el aporte y, sobre todo, por el muy buen blog www.literatrofia.blogspot.com, que desde este lugar recomendamos a los lectores del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires. Eso sí, un único reparo: por una cuestión de cortesía, habría sido mejor saber con quien estamos hablando y no tener que dirigirnos a un anónimo.

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  5. la canción de holden es, en realidad, el poema de robert burns que se cita en el post anterior.

    un saludo cordial

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  6. Perdón por lo de anónimo, pasa que todavía no sé muy bien como manejar esto, ni como poner mi cuenta etc.
    Soy Nicolás Aused, y les mando un saludo desde la ciudad de Esquel, en Chubut.

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  7. Gracias por la aclaración, Nicolás. Un saludo desde Buenos Aires, y ojalá en Esquel no haga tanto calor como acá.

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  8. Un aporte a destiempo: nunca leí la versión de Sudamericana y llevo años sin releer la española, pero, puesto que nos ceñimos al título, diré que no veo el logro de "El cazador oculto".

    Primero, "cazador", para el lector español no avisado, no remite al "catcher" ni al béisbol más que "guardián". Cero a cero para ambos. Segundo, si la infancia y el anhelo de protección son, como ya ha apuntado Nicolás, hilos conductores de la novela, diría que más próximo le es "guardián" que "cazador", pues el primero vigila y en su caso brinda protección; el "cazador" no vigila, mata. Uno a cero para "guardián". Que no digo que no pueda mejorarse, pero en este caso...

    Un saludo cordial desde Barcelona.

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  9. Tanto Diego Fischerman, desde Buenos Aires, como David, desde Barcelona –y cuyo aporte de ninguna manera llega a destiempo– han introducido variantes atendibles, que el debate agradece. Entonces, se siguen escuchando ofertas. ¿Existen otras alternativas?

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  10. cfr. Mi misión es agarrar a todo niño que vaya a caer en el precipicio. Quiero decir, si algún niño echa a correr y no mira por dónde va, tengo que hacerme presente y agarrarlo. Eso es lo que haría todo el día. Sería el encargado de agarrar a los niños en el centeno.

    ergo El agarrador en el centeno

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  11. Hay muchas otras soluciones, Administrador, por ejemplo traducir The Catcher in the Rye como De profundis, o La Metamorfosis, o Cartas a un joven poeta, o La balada del Mar Salado, o Nos habíamos amado tanto... cualquier solución es mejor que "guardián en el centeno", en un caso como el presente, en que la literalidad es imposible. ¿Por qué no El Vigilante en el Whisky? O la Yuta en el Pastizal?

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  12. Otra más, ya que estamos haciendo variantes:

    "El agarrador que aguarda oculto en el centeno"

    Ja ja
    de paso recomiendo la lectura del Radar del domingo, donde Fresán comenta las diferentes traducciones del título en otros países.
    Supongo que una de las características es la de ser permeable a estas variables. Sino que hablen los traductores de Ulises.
    Nicolas Aused
    Otro saludo desde Esquel

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  13. depende de la traducción gaba. en algunas dicen 'atrapar' y no 'agarrar'.

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  14. para esas otras traducciones (las que dicen 'atrapar', que imagino de España) entonces ¡El atrapador en el centeno!

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  15. Para que se vea que el problema del título excede a la Argentina (en representación de Latinoamérica) y a España, copio la parte que Rodrigro Fresán destina en su artículo a los nombres de la novela en otras lenguas: "A 'El cazador oculto' argentino –una de las variantes más discretas, como enseguida se verá–, se le suman el 'Vida de hombre' italiano, el 'Epoca peligrosa de la vida' japonés, el 'Cada uno para sí y quien se quede atrás se las arreglará' noruego, 'El solucionador de problemas' sueco, 'El atrapa-corazones' francés, 'El hombre en el centeno' alemán, 'El vagabundo solitario' holandés y el 'Yo, Nueva York y todo lo demás' israelí". De lo que se puede colegir que Aulicino tiene razón, que Fischerman tiene razón, y que da más o menos lo mismo casi cualquier cosa porque no hay una lógica lo suficientemente eufónica que se adapte para título del libro.

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  16. cómo que no, administradoR?!
    las tribulaciones del joven caulfield es sin duda la más acertada. o acaso las tribulaciones del traductor ante el penalti...?
    es duro traducir, pero peor es la guerra.

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  17. Lo que mata es la humedad, Andy. Por suerte Buenos Aires es una ciudad de meseta y se caracteriza por la sequedad.

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  18. Rye Whisky: 51 % como mínimo de base de centeno
    ("Manual de licores y cócteles", Antonio Nuñez de Zúñiga y Llorentes). Esta revelación en la obra de Zúñiga y Llorentes me afirma en la idea de que también habría que tener en cuenta las resonancias lingüísticas de la palabra "centeno" en los Estados Unidos. Por lo cual, no descartaría "La loca carrera del jugador de béisbol en el campo etílico", o bien: "El amarrador en el delirum tremens", o "A los cachetazos con la mosca de la uva", o el más simple y efectivo: "El beisbolista que quería beber".

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