jueves, 30 de abril de 2015

Intervenir en las discusiones del presente

Nuevamente Silvina Friera, pero esta vez el 28 de abril, publicó la siguiente entrevista con Leonora Djament, directora editorial de Eterna Cadencia. En la bajada de la nota se lee: “Distinguida por la Fundación El Libro, la directora del sello independiente Eterna Cadencia señala que ‘pase lo que pase en el futuro, el rol de las editoriales, el rol de los editores, va a seguir existiendo, o al menos es lo que deseo’.

Compromiso con el mundo de los libros

 “Armar un catálogo es pensar un modo concreto de participar de las discusiones de la sociedad en la que uno vive”, subraya Leonora Djament, directora editorial de Eterna Cadencia, ganadora del Premio al Editor del año por su compromiso con el mundo de los libros, distinción que entrega la Fundación El Libro. “No creo que el catálogo sea la obra de un editor o los gustos de un editor, como se dice a veces. Me parecen definiciones un poco narcisistas. Prefiero creer que uno puede intervenir en términos político-culturales volviendo visible, haciendo posible, la circulación de diferentes discursos”, plantea Djament a Página/12. La editora del año está por cumplir veinte años de trayectoria en el sector editorial. En 1996 empezó a trabajar en el área de prensa de Alfaguara, donde luego fue editora. Después se fogueó en el grupo Norma, entre 1999 y 2007. Desde hace ocho años está construyendo un catálogo de largo aliento en Eterna Cadencia, con más de 130 títulos publicados, en el que conviven “viejos” y “nuevos” nombres del ensayo y la narrativa, como Jacques Rancière, Oscar Masotta, Josefina Ludmer, Margo Glantz, Mario Bellatin, Miguel Vitagliano, Juan Martini, Lina Meruane, Hernán Ronsino, Mario Ortiz, Luis Sagasti, Matías Capelli, Vera Giaconi y Gabriela Cabezón Cámara, entre otros.

La editora del año cuenta que este premio es “un espaldarazo a Eterna Cadencia como propuesta de edición independiente”. La autora de La vacilación afortunada. H. A. Murena: un intelectual subversivo (Colihue, 2007) entiende que el catálogo de una editorial es un modo de intervenir en los debates contemporáneos. “El catálogo de Eterna Cadencia piensa problemas del presente y ‘organiza conversaciones’, una metáfora que me gusta mucho citar, que es del mexicano Gabriel Zaid. En nuestro catálogo hay varias discusiones simultáneas. Cada libro nuevo participa de esas conversaciones o inaugura una conversación nueva y pone a debatir, a pensar, a circular ideas. Esto sucede tanto con los libros nuevos como con las reediciones que hacemos, porque cuando pensamos una reedición o la edición de un libro de hace varias décadas que no había sido traducido al castellano es porque sentimos que aporta al presente.”

Una de las conversaciones que le interesa especialmente a Djament gira en torno del estatuto del arte y la literatura. “Para mí discuten Josefina Ludmer y su teoría de la posautonomía en Aquí América Latina, que cree que se acabó la autonomía de la literatura, que lo que hay ahora es otra cosa, que la literatura se confunde con la realidad, y nuestra reedición de Origen de la dialéctica negativa, de Susan Buck-Morss, que es un libro sobre la Escuela de Frankfurt, sobre (Theodor) Adorno puntualmente, pero hay una relectura sobre la autonomía literaria y sobre el valor político que tiene la autonomía literaria. Y yo agrego el valor político que todavía tiene la autonomía literaria –explica la editora–. Estos dos libros conversan junto con La palabra muda de Jacques Rancière, que también desde otro lugar está discutiendo la oposición autonomíaposautonomía, planteando otra manera de pensar la relación entre literatura y política.”

–¿Cómo empezó a trabajar en una editorial?
–Yo estaba por terminar la carrera de Letras y hablé con Aníbal Jarkowski, que había sido mi profesor, y le pregunté: ¿qué hago ahora? Me contactó con algunos periodistas culturales como para empezar a escribir reseñas. Una de esas personas es Silvia Hopenhayn, que en ese entonces dirigía El Cronista Cultural. Después de escribir alguna reseña, que creo que nunca salió publicada, me propuso ser productora de su programa El Fantasma. Acepté. Nos dividimos las editoriales para buscar auspiciantes y a Silvia le tocó ir a Alfaguara. Juan Martini, que era el director editorial, además de darle el auspicio, le dijo que necesitaba una persona de prensa y que prefería que fuera de la carrera de Letras. Silvia le dijo: “Mi productora es la persona que estás buscando”. Y así empecé, primero un poco aterrada, a comienzos de 1996. No sabía muy bien lo que era una editorial, no sabía lo que era hacer prensa. Pero me animé. Y acá estoy.

El mundo editorial se fue concentrando cada vez más en estos años. Alfaguara, la editorial en la que dio sus primeros pasos, ahora pertenece al grupo Penguin Random House. ¿Habrá más cambios en el corto y largo plazo?
–Cuando empecé, mandábamos faxes a las agencias para hacer una oferta por un libro. Tremendo, ¿no? A largo plazo el mercado editorial va a seguir cambiando, pero creo que en el corto plazo no, porque hay una especificidad que no sé si es del libro o de los que leemos libros que cambia más lento. El formato digital y el formato papel conviven y se enriquecen mutuamente. Pase lo que pase en el futuro, el rol de las editoriales, el rol de los editores, va a seguir existiendo, o al menos es lo que deseo. Esta función del editor como alguien que organiza conversaciones es necesaria y no da lo mismo que esté o que no esté. En el mar de publicaciones infinitas cualquiera se pierde. Y está bien que las discusiones se organicen. Aunque el lector corriente no conozca el nombre de las editoriales, cuántas veces yo, antes de entrar a este mundo, dije: “Quiero leer un libro amarillo” y estaba hablando de las novelas de Anagrama, sabía que tenía garantizado un mínimo de calidad.

–¿Cuál fue el primer libro que editó? ¿Le costó hacer ese trabajo?
Si una mañana de verano un niño, de Roberto Cotroneo, en Alfaguara. Supongo que no me costó por inconsciencia. Entonces todavía no existía la carrera de edición; editar era un oficio y uno aprendía de sus compañeros diseñadores y editores con más experiencia, que te explicaban lo que era una película o cómo revisar las correcciones. Empecé trabajando bajo otros criterios, en el sentido de no propios, no elegidos, y fui desarrollando la posibilidad de armar un catálogo con criterio propio. Lo que aprendí en Norma es que si uno no maneja los números y las letras, los números quedan en manos de los gerentes financieros, que terminan haciendo lo que quieren.


miércoles, 29 de abril de 2015

Pequeñas editoriales en la Feria del Libro

El pasado 24 de abril, sin firma, apareció en la revista Ñ el siguiente artículo sobre pequeñas editoriales argentinas. La bajada dice: "Manejadas por dos o tres personas que cubren todas las tareas, persiguen ediciones cuidadas y arman catálogos fuera del canon".

Encontrar tesoros en el bosque de palabras

Silvestre es una palabra que se repite en más de dos oportunidades; aparecen conceptos como “automatismo estilístico” y “diletantismo profesional” y siempre las nociones de gusto, curiosidad y búsqueda en las diferentes charlas con editores jóvenes, hacedores de proyectos que empezaron siendo artesanales y que, en varios casos, han alcanzado grandes volúmenes de venta, una amplia circulación, pero sobre todo han consolidado sellos de calidad, innovación y compromiso con cada uno de los títulos que hacen parte de sus catálogos. La fórmula es la clásica uno más uno y la clave las tareas múltiples. Editores que más temprano que tarde comprendieron que si los libros que querían leer no existían en el mercado, podían ser ellos los que los hicieran nacer; y en el camino se cargaron al hombro no sólo la selección, edición, maquetación, diseño y corrección de los libros, sino también los tratos con las imprentas, los pagos, las demandas, las elecciones de papel y la distribución: ese ir de puerta en puerta a mostrarles los libros a los libreros o directamente a los lectores.

“En el momento en que arrancamos el principal impulso fue encontrar un espacio para trabajar vinculados a las cosas que nos interesaban. Estábamos en la facultad y no teníamos ni la menor idea de en qué consistía el trabajo editorial. Eramos lectores y habíamos sido libreros. Ese era todo nuestro vínculo con la industria editorial. No teníamos una noción muy proyectiva de las características que iba a tener la editorial. Sabíamos que era un lugar en el que queríamos encontrarnos con la literatura que nos interesaba a nosotros. Con el paso del tiempo fuimos aprendiendo todos los procedimientos y de a poco fuimos dándole a nuestros gustos una coherencia de catálogo, una forma discursiva y estética, que fuera razonable, que tuviera consistencia”, cuenta Diego Esteras, director –junto a Ezequiel Fanego– de Caja Negra, editores del año –elegidos por los libreros– en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires de 2014. Celebran diez años haciendo libros, han abierto su propia distribuidora y su catálogo, que cuenta muchísimos títulos traducidos por primera vez al español, una fiesta para los buscadores de oro.

“Empezamos publicando los libros que nos partían la cabeza, que leíamos en la facultad y que no estaban editados o no se conseguían por ningún lado. Empezamos en el deseo de que otros pudieran leer lo que tanto nos había inquietado y nos puso muy felices ver que realmente había una avidez por ese tipo de libros”, resumen Hernán López Winne y Víctor Malumián, hacedores de Godot, una editorial con más de setenta títulos, inmensos autores del ámbito de las ciencias sociales y una colección de exhumaciones en la que rescatan viejos textos de inquietante actualidad. Al momento de lanzar la editorial ya llevaban cinco años haciendo la revista Esperando a Godot, que había nacido en el ámbito universitario y que terminó ganando lectores mucho más allá de las aulas. “En la revista cometimos todos los errores que podíamos cometer y eso nos sirvió para cuando llegaran los primeros libros”, bromean.

Tanto Caja Negra como Godot han consolidado sus sellos no sólo en la Argentina sino en un amplio mercado hispanohablante, sin que ello los haya corrido ni un paso de las premisas con las que fundaron sus estructuras editoriales iniciales. Ambas siguen siendo casas pequeñas, atendidas por sus propios dueños en la sala y el comedor, y sobre todo apegadas a la calidad, el desafío y la apuesta. Las dos participan de la Feria del Libro en stands colectivos, Caja Negra como uno de los 7 Logos y Godot con los Sólidos platónicos, dos espacios que parecen imantar a los lectores más inquietos.

En Córdoba, la corriente de la edición trae mucha agua de la cual beber y uno de los proyectos que abre caminos es Caballo negro, surgida en 2008. Alejo Carbonell, uno de sus creadores, recuerda que tras una experiencia más hippie decidió –junto a dos amigos– pensar un catálogo e intentar delinear un plan de edición, aunque reconoce: “No sabíamos nada de este inmenso oficio y muchas de las inquietudes iniciales siguen aún irresueltas”. El puntapié inicial del sello fue el libro de poesía Sueño americano , de María Teresa Andruetto, que le dio un fuerte espaldarazo. “Voy a decir algo que no nos cree nadie, nosotros no teníamos ni idea de lo que movía la Tere. A nosotros nos gustó el libro. Yo la había escuchado leer unos poemas una vez y cuando armamos la editorial le escribí para pedírselos. Ella fue muy generosa y hoy es como una tía”, explica entre risas el editor.

En diálogo con Caballo Negro, pero desde Rosario y mirando a lo que ellos llaman “el bajo litoral expandido”, va tejiendo su tela con colores vivos y bellas letras regionales la editorial Ivan Rosado, Ivan, así, sin tilde. “A lo mejor el motivo principal para armar la editorial fue darle un formato físico e inventarle una circulación a materiales muy estimulantes para nosotros. Pensamos que elaborar un catálogo es un trabajo estético, como hacer un dibujo, una obra. Y así, como cada libro publicado es una obra en sí, de su autor en particular, nosotros creemos que el catálogo es nuestra obra, una cadena de ideas, nombres, materiales simbólicos”, enumeran Ana Wandzik y Maximiliano Masuelli y comentan que el nacimiento de la editorial coincidió con el de su hijo. La vida del sello está enlazada con la propia vida, puertas adentro y puertas afuera, porque editores como ellos no sueltan nunca sus libros.

“Los libros van de aquí para allá en nuestras mochilas, procurando que lleguen a donde tengan que llegar. Los llevamos con nosotros a donde quiera que vayamos”, repiten Mariano Quirós y Pablo Black, responsables de Mulita ediciones, que con un manojo de libros fresquitos se han plantado desde el Chaco y empiezan a dar que hablar. “Buscamos que los libros que publicamos sean los que nos hubiera gustado escribir y mucho más rápido de lo que hubiéramos esperado empezamos a recibir consultas y textos de autores que nos rompieron la cabeza”, cuentan y menciona a Tony Zalazar, Orlando Van Bredam y Matías Aldaz “un autor de triple nacionalidad –entrerriano, correntino, porteño– que nos acercó esa joyita que es su libro La lluvia cae en todas partes y que provocó un hermoso estallido, tanto literario como geográfico, de nuestra editorial: tanto, que el próximo libro de Mulita es Nada personal , del porteño/tucumano Fabián Dorigo”.

Con recursos que siempre son escasos, frente a pujas con retadores inmensos, la defensa indiscutida de estos sellos es su catálogo, modelado al amparo más del gusto que de la planificación. “Vamos sin apuro y no nos dejamos encandilar por cómo se está escribiendo en cada época o quién está escribiendo en cada época. No nos interesa ir detrás de ninguna hegemonía. Nosotros no hacemos autores, hacemos libros”, enfatiza Carbonell y habla de la reciente decisión de editar una traducción local –de Gastón Sironi– de Vuelo nocturno , de Antoine de Saint-Exupéry.

“El nuestro es un catálogo silvestre, en el sentido de que un poco se va creando solo, una obra llama a otras obras, un autor a otro. Pero además es un catálogo re argentino, desde el Litoral, que mira en simultáneo producciones del pasado y del presente”, explican los editores de Ivan Rosado, que exhibirán sus libros en la Feria en el stand de Santa Fe.

Todos los editores mencionan cierta cohesión interna en los catálogos. “Siempre se trató de seguir una constelación personal, pero con el paso del tiempo fuimos viendo qué tenía mejor recepción y aprendimos a leer mejor el mercado, los espacios en los que había faltantes que eran más importantes. A mí me gustan mucho los libros con los que abrimos cosas, comportamientos editoriales que eran nuevos para nosotros pero que se hicieron valiosos para los demás, como Después del rock , de Simon Reynolds –traducido por Gabriel Livov y Patricio Orellana– con el que abrimos una línea de publicaciones que encontró lectores, o Volverse público , de Boris Groys –traducido por Paola Cortes Rocca– que inauguró la colección Futuros próximos, de ensayos y textos críticos sobre problemas muy contemporáneos”, cuenta Esteras.

Los responsables de Mulita califican su catálogo simplemente como “honesto” y desde Godot reconocen que empezaron por publicar lo que les gustaba “Abelardo Castillo nos dijo una vez que sus revistas eran simples de hacer porque publicaba lo que le gustaba y como consideraba que él no era muy original, a mucha gente le debería gustar lo mismo. Lo nuestro es un poco así. Hasta aquí la gratificación más importante que tuvimos fue la publicación de El resto indivisible , de Slavoj Zizek –traducción de Ana Bello– porque hicimos una apuesta muy fuerte y salió bien”, concluyen. Hacer una apuesta fuerte en estructuras como estas es ni más ni menos que poner todo en juego, creer y animarse a saltar una y otra vez.


martes, 28 de abril de 2015

Animales poéticos

Silvina Friera publicó la siguiente crónica en el diario Página 12 del domingo 26 de abril pasado. En la bajada se lee: “La socióloga y antropóloga francesa Michèle Petit analizó la importancia de las palabras, más allá de su significado, en una formación humana que encuentre mejores vínculos con el mundo circundante. ‘Necesitamos el arte, no somos sólo variables económicas’, señaló”.

“La realidad necesita de la fantasía”


 “Somos animales poéticos; desde la más temprana edad necesitamos del arte y la literatura para habitar el mundo que nos rodea”, afirmó la socióloga y antropóloga francesa Michèle Petit en la memorable conferencia “Las palabras habitables (y las que no lo son)”, en el marco del Encuentro Internacional ¿Qué leemos? ¿Cómo hablamos?, en la 41ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. “Necesitamos el arte porque no somos solamente variables económicas más o menos ajustadas a un universo productivista. Más que ver en los libros y en la lectura una inversión para futuros más rentables, veámolos como espacios en los que vivir, de tanto en tanto, un presente más vasto, más intenso, donde conciliarnos con el mundo y con los otros”, agregó la autora de Leer el mundo (FCE), que presentó ayer en el predio de La Rural, donde la literatura oral y escrita y las prácticas artísticas se revelan como componente esencial del arte de habitar.

Petit se siente como en casa en Buenos Aires. Vino por primera vez en 2000. Luego cerró el II Encuentro Nacional de Bibliotecas Populares, organizado por la Conabip en la Feria del Libro, en 2009. Desde 1992 investiga sobre la lectura y el papel de las bibliotecas públicas en la lucha contra la exclusión. Aboga por la puesta en marcha de una educación artística y cultural que contribuya a “una presentación poética del mundo” y a la construcción de un sentimiento de pertenencia. “El desafío no es sólo formar lectores en un momento en que su número iría disminuyendo. A nadie se le ocurre que se les canta a los niños para que se conviertan en grandes músicos. Se trata más bien de vivir experiencias esenciales para el desarrollo psíquico, emocional, intelectual, estético; experiencias que abren espacios propicios al juego, al sueño, a la exploración de sí mismo, de los otros, del mundo, al compartir, al diálogo, al pensamiento, y que hacen que el mundo se vuelva un poco más habitable”, planteó.

Escuchar a Petit es un placer que conjuga la pasión con la inteligencia. Empezó hablando de la adquisición del lenguaje en los bebés, cuando la palabra vale por sus modulaciones, su ritmo, su canto. “En todas las culturas se aprende primero la música de la lengua, su prosodia, que no se enseña pero que se transmite”, subrayó. “De la primera infancia a la vejez, nuestras vidas están tejidas por relatos que ligan entre sí elementos discontinuos. No dejamos nunca de contar, a los que nos rodean o en el secreto de nuestra vida interior.” Un bellísimo ejemplo le permitió ilustrar la importancia de la oralidad, el de Fátima Sissani, cuyos padres habían partido de la Kabylia –en el norte de Argelia– para ir a trabajar a Francia. Sissani decidió hacer un film, El idioma de Zahra, cuando se dio cuenta de que la lengua que hablaba su madre no era un mero instrumento de comunicación. Durante unas vacaciones a su tierra, Zahra recita poemas con sus hermanas y amigas. “Zahra y sus amigas interpelan a la montaña, al halcón, a la perdiz, a los ancestros. Esta lengua las relaciona con el universo que las circunda; las palabras conforman un mundo muy habitable”, reflexionó Petit.

Aunque está convencida de que los libros “son un tesoro al cual acudir para llenar los bolsillos de los niños de conocimientos”, Petit es consciente de que ese tesoro todavía se encuentra en el blanco de los fanáticos. La antropóloga francesa enumeró una lista de víctimas: el escritor y bloger Avijit Roy, asesinado este año en Dacca, Bangladesh; hace poco más de un mes, ISIS bombardeó la Biblioteca de Mosul, en Irak, y destruyó 8000 libros raros y manuscritos del siglo XVIII. En Africa, la secta Boko Haram inscribe en su nombre el horror a los libros –Boko es por “book”; haram, “lo que está prohibido”–; sus miembros secuestran colegialas para someterlas a esclavitud sexual. Diseñadores, humoristas gráficos y periodistas franceses fueron asesinados en el atentado terrorista a Charlie Hebdo. En México, 43 normalistas, futuros maestros, fueron masacrados. En Kenia, asesinaron a 148 estudiantes.

“No se habitan los números, como no se habitan las palabras estigmatizantes de los medios o de los políticos que hablan de personas como de tantos problemas sociales”, advirtió la autora de Lecturas: del espacio íntimo al espacio público, Una infancia en el país de los libros y El arte de la lectura en tiempos de crisis, entre otros títulos. “Uno habita en medio de objetos que proyectan un poco de belleza sobre la cotidianidad. Uno habita una lengua cercana al cuerpo, a las sensaciones, una lengua atenta a los detalles de la realidad que evoca, pero que da lugar también a otro sitio, un más allá de lo inmediato, un pasado o un futuro imaginado, una parte soñada. La realidad necesita de la fantasía para ser deseable. Esa parte imaginada, invisible, es vital.”


lunes, 27 de abril de 2015

El traductor es un autor

Natalia Blanc publicó la siguiente nota en el diario La Nación de Buenos Aires, el 22 de abril pasado. En ella repasa una serie de cuestiones que hacen al oficio y plantea un estado de situación.

El traductor, ese escritor que recrea universos ajenos

Una  forma de escritura. Una interpretación de cierta manera de pensar el mundo. El arte de la "transmigración verbal", según Nabokov. Son definiciones posibles de la traducción, ese ejercicio literario que propicia el acceso a obras escritas en otras lenguas y que, sin embargo, ocupa un lugar poco visible para la mayoría de los lectores. Alrededor de estas cuestiones, y también de la ley de protección de los derechos del traductor como autor, que espera tratamiento en el Congreso, gira la muestra Casi lo Mismo, inaugurada el jueves pasado en el Museo del Libro y de la Lengua. Sobre el proyecto de ley también se hablará en las II Jornadas de Traducción en el ámbito editorial, organizadas por la Asociación Argentina de Traductores e Intérpretes, que se realizan hoy y mañana en la Feria del Libro.

"La traducción no es lo mismo, ni siquiera de otra manera. Es casi lo mismo", sostienen los organizadores de esta exposición, que tiene tres ejes: una exhibición de libros clásicos de géneros variados, textos comparados, videos y juegos interactivos; un archivo digital con testimonios de traductores y escritores; charlas, proyecciones y espectáculos. Abierta hasta el 26 de julio, los jueves, a las 18, tendrá lugar el ciclo "Pequeño escenario de lecturas". El 11 de junio Cristina Banegas interpretará Molly, su versión del monólogo de Molly Bloom del último capítulo de Ulises, de Joyce.

"Soy traductor. Profesional. Esto quiere decir que traduzco varias páginas la mayor parte de los días de mi vida y que, como todo lo que uno hace habitualmente por necesidad o elección, traducir se me ha vuelto un hábito, incluso una dependencia que no se alivia escribiendo, por más que me considere escritor", dice Marcelo Cohen en el inicio de "Música prosaica", uno de los cuatro ensayos sobre la traducción que integran el libro homónimo publicado en 2014 por Entropía. En esos textos, Cohen cuenta las dificultades que tuvo como traductor al español para lectores de España. "Yo era un extranjero en una lengua madre que no era mi lengua materna", recuerda el autor.

Cada lengua tiene sus características y dificultades. Pero el arte de la traducción literaria abarca mucho más que palabras. Para Jorge Fondebrider, "lo que se traduce son también idiosincrasias, maneras de percibir el mundo, de pensarlo. Y, dado que cada texto reclama para sí un determinado modo de escritura, a veces se reescribe, a veces se transcribe, a veces se interpreta. No existe un único modo de encarar el trabajo". Fondebrider tradujo durante un tiempo sólo poesía del francés y del inglés. "Madame Bovary fue una excepción y una de las experiencias más ricas que tuve como traductor. Es un libro en prosa escrito con el mismo rigor que la poesía. Ahora voy a seguir con los Tres cuentos, de Flaubert."

Alberto Silva, traductor de Diarios de viaje, de Matsuo Basho, y director del espacio Zen Buenos Aires, considera que la traducción es una forma de escritura. "Es una reescritura que se beneficia de la riqueza de dos archivos lingüísticos, a los que debe la lealtad de la exactitud. La traducción imagina un tercer término, un puente que une dos orillas incomunicadas. Para conseguirlo, «construye» una lengua capaz de ser aceptada en ambas orillas." Pero más allá de ideogramas o sentidos, para Silva es requisito fundamental conocer a fondo la cultura que se aborda. "El traductor respetuoso y acertado hace suya la consigna del antropólogo: «con un ojo mirar su terreno, con el otro mirarse al espejo». Tan difícil menester lleva tiempo e investigación sobre «el contexto del texto». Así procedí con El libro del Haiku, de Bajo la Luna."

En el marco de las jornadas profesionales de la Feria del Libro, habrá un encuentro con editores, escritores e ilustradores para abordar, entre otros temas, la búsqueda de una mayor visibilidad del traductor en el mundo editorial. Participará, entre otros, Gabriela Stöckli, directora de la Casa de Traductores Looren en Suiza, que tiene un programa especial para América latina. También estará el alemán Kristof Magnusson (traductor del islandés), que presentará el viernes en la Feria Novela médica, en diálogo con Ariel Magnus.

LAS HUELLAS DEL ESTILO
Cortázar, Piglia, Borges, Arlt y Aira son los escritores argentinos más traducidos en los últimos años, según datos del Programa Sur. Este proyecto del Ministerio de Relaciones Exteriores otorga subsidios (de hasta US$ 3200) a editores extranjeros. Desde 2009, fueron seleccionados más de 800 títulos para ser traducidos a 38 idiomas.

"El traductor es un autor. Eso lo reconoce tanto la actual ley 11.723 de propiedad intelectual como el proyecto de ley que está en la Cámara de Diputados desde septiembre de 2013. Si no se trata antes de septiembre, pierde estado parlamentario", explicó Griselda Mársico, integrante del Seminario Permanente de Estudios de Traducción del Instituto de Enseñanza Superior en Lenguas Vivas Juan Ramón Fernández.

Fondebrider, director del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, donde se debaten y comparten cuestiones vinculadas con el oficio, cree que "a pesar de que la Argentina es un país construido sobre traducciones, la sociedad parece no percatarse de nuestra silenciosa labor". Se refiere a, entre otros problemas, que en muchos casos en los libros no se consignan los nombres de los traductores. "Las editoriales, en líneas generales, pagan mal y discuten con los traductores. Los periodistas tampoco ayudan: hablan de una traducción sólo cuando parece francamente mala, sin considerar que a veces el original es malo. Todo esto es posible porque se trata de una profesión solitaria, de gente que, con tal de no perder el trabajo, acepta lo inaceptable."

El Club de Traductores organiza todos los meses encuentros en el Centro Cultural de España en Buenos Aires. Del próximo, que se realizará el martes 21, participan la alemana Kristin Lohman y la italiana Ilide Carmignani, que tradujo a Borges, Cortázar y Fogwill, entre otros autores.

"Si hablamos de traducción literaria, no diría que es una tarea, sino un arte. Nabokov definía poéticamente la traducción como una «transmigración verbal»: es el espíritu del texto lo que debe traducirse, no la forma", asegura Mónica Maffia, especialista en la obra de Shakespeare y Marlowe. "Son autores que me resultan atrapantes y difíciles, claro. Representan un hermoso desafío, no sólo por la riqueza del lenguaje, la profundidad de pensamiento, la estructura de las obras, la construcción de los personajes, sino por esta cuestión casi lúdica de tener que resolver problemas. Hay compuestos adjetivales siempre diferentes que caracterizan el lenguaje shakespeareano. Además, lo que Shakespeare plantea en cuatro o cinco sílabas, en castellano requiere toda una explicación y al hacerlo se pierde el timing del escenario. O sea que presenta un interesante desafío. Hay algo sagrado en este ejercicio que implica una gran cuota de amor por el trabajo que se está encarando."

El lugar del traductor en el texto, si debe aparecer alguna marca de su voz y su estilo, es una cuestión que suelen debatir quienes ejercen el oficio. La figura de Borges aparece una y otra vez alrededor de este asunto. "No siempre es así, pero a veces el traductor deja una impronta muy fuerte (Borges), o alcanza una perfección inusitada (Bianco). Por caso, el Faulkner de Borges –Las palmeras salvajes– rebotó con tanta fuerza que posibilitó a García Márquez, a Vargas Llosa, a Onetti y a Saer, entre otros", opina Fondebrider.

Tiempo atrás, en un seminario que dictó en la carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires, Ricardo Piglia analizó la traducción de Borges de Las palmeras salvajes y remarcó el esfuerzo de Borges por cambiar el estilo barroco de Faulkner. "Borges lo controla cambiándole la puntuación. Ahí se ve algo que en las traducciones habitualmente no se percibe: la tensión entre la escritura del traductor y la escritura del original", dijo Piglia, quien en el libro Respiración artificial se permite bromear con el tema de las influencias cuando define a Juan Carlos Onetti como un "Faulkner traducido por Borges".



viernes, 24 de abril de 2015

Una de efemérides: hoy, "La metamorfosis"



Una adaptación del cuento al ballet
El domingo 19 de abril pasado, Laura Ventura publicó el siguiente artículo en el diario La Nación, de Buenos Aires. Allí se lee en su bajada: “Publicado en 1915, La metamorfosis, el breve relato que cambió la literatura e influyó en artistas tan disímiles como García Márquez y Woody Allen, define también la condición del hombre del siglo XXI”.

La criatura más inquietante de Kafka
cumple cien años
Gabriel García Márquez recordaba en su autobiografía Vivir para contarla que una noche, cuando era un joven estudiante, un amigo le prestó un libro para que le hiciera compañía hasta que lograra conciliar el sueño y atravesar así, tras la lectura, la velada de modo apacible: “Pero esa vez logró todo lo contrario: nunca más volví a dormir con la placidez de antes”. Ese libro era La metamorfosis, precisaba el premio Nobel de Literatura, y agregaba que esta nouvelle de Franz Kafka marcó por entonces un nuevo camino en su vida y en su escritura. Una mañana, sin ningún tipo de explicación racional, Gregor Samsa, viajante de comercio, amanece convertido en un animal –la palabra insecto no le parece precisa a la abultada crítica que ha estudiado esta pieza– y comenzará un proceso de deshumanización que lo llevará hacia su muerte.

Hace un siglo se publicaba este relato fundamental de la literatura que sigue esparciendo sus patas y sus alas en autores como Haruki Murakami, cuya influencia explícita, luego de Kafka en la orilla, se palpa en la reciente Hombres sin mujeres, una colección de relatos donde incluyó uno llamado “Samsa enamorado”. Murakami, que bien conoce la biografía de su colega checo, apeló en su texto al nombre del protagonista de La metamorfosis y al estado y motor que impulsó la escritura de este relato de 1915: el amor.

Daniel Desmarquest, en la biografía Kafka y las muchachas, precisa que el autor checo comenzó a darle vida a este relato a fines de noviembre de 1912 y recoge una carta que le escribe Kafka a su musa Felice Bauer: “Cuanto más escribo, más me libero, y tal vez sea más puro y digno de ti; pero seguro que todavía hay en mí muchas cosas rechazables”. Kafka le confiesa a su amada que la relectura de algunos párrafos de La metamorfosis lo hizo llorar, “hasta el punto de verse sacudido en su silla”.

Los lectores hispanos tardarían algunos años en leer este relato, “Die Verwandlung”, tal es su nombre original en alemán, que fue traducido al español con un sustantivo de origen griego, decisión anónima y hoy criticada por los expertos. La influencia que Kafka generó en Borges es incuestionable, pero no fue el argentino quien llevó a cabo la traducción de este relato trágico sobre Samsa, publicado en 1938 por la editorial Losada (sí tradujo y publicó ese año en la revista El Hogar el texto “Ante la ley”). Fue la española Revista de Occidente, dirigida por entonces por José Ortega y Gasset, en 1925, un año después de la muerte de Kafka, quien publicó una traducción anónima. El hijo de este intelectual atribuiría luego a una académica española de origen judío, Margarita Nelken, esta labor, para la cual se habría inspirado en la traducción previa de este texto al francés. Los archivos de esta revista fueron destruidos durante la Guerra Civil, así que esta posibilidad es una hipótesis, con gran consenso académico, pero sobre la cual se conservan aún algunas dudas.

Iris Bruce, quien dictó el mes pasado una serie de conferencias en Tel Aviv para rendirle homenaje a esta ficción, escribió en su ensayo Kafka y la cultura popular que el relato sirve de intertexto para Zelig, de Woody Allen, ya que ambos hacen visibles las “condiciones deshumanizantes” para el hombre en el siglo XX.

Pietro Citati precisa que el álter ego de Gregor Samsa se refugiaba en su madriguera nocturna de Praga, velado por tinta y papeles. “Sentía horror de muchos animales [.] y, al mismo tiempo, sentía que aquellas bestias estaban ocultas en su interior.” La pluma de Kafka supo crear, como ninguna otra, personajes y situaciones asfixiantes, en un grado extremo tal que la crítica califica varios de sus textos y los ubica dentro del género de lo fantástico, es decir que este elemento no es percibido como tal en el universo que habitan los personajes. Sin embargo, existe otra interpretación que sostiene que nada en La metamorfosis lo es, ya que el dolor es real y la muerte de Gregor también lo es. Otro premio Nobel influido por el legado de Kafka, Albert Camus, escribió en El mito de Sísifo: “Todo el arte de Kafka consiste en forzar al lector a releer. Sus finales o la ausencia de finales sugieren explicaciones, que, sin embargo, no están reveladas con un lenguaje claro, pero antes de que parezcan justificadas requieren que se relea la historia desde otro punto de vista. A veces aparece una doble posibilidad de interpretación y esto es lo que el autor quería. Sería incorrecto interpretar todo lo que dice Kafka en detalle”.

Milan Kundera, compatriota de Kafka, y “el otro K. de Checoslovaquia”, como lo definió Carlos Fuentes, escribió que la virtud de Kafka fue la de tomar material antipoético, propio de una sociedad altamente burocratizada, para convertirlo en la gran poesía de esa novela. Esa posibilidad de lograr la belleza en lo absurdo es su mérito. Cada una de las líneas que escribe Kafka es un clamor de libertad. La respuesta que halla Kafka a la existencia del hombre es sombría, pues en realidad no lo hace, sólo describe la tortuosa periferia, las infinitas y laberínticas preguntas que no tienen una solución ni siquiera en un mundo comandado por el racionalismo.

La germanista Martha Robert, una minuciosa estudiosa de la vida y obra de Kafka, escribe: “Frente a los complicados absurdos de la vida durante la guerra y en el período de posguerra, frente a falsos misterios de la burocracia y de la política, se halló una suerte de consuelo en el hecho de poder decir «eso es kafkiano» y así la gente devengaba la impotencia en que se encontraba ante un poder ciego, análogo a lo que Kafka había descripto de una manera tan magistral. El nombre de Kafka penetró de ese modo en el lenguaje popular y adquirió muy pronto el valor de eslogan”. Así, fuera de la ficción, y en el siglo XXI, Gregor Samsa sigue en realidad vivo y cada año goza de mayor salud y vitalidad.



jueves, 23 de abril de 2015

Eso: ¿quién?

El 8 de noviembre de 2013 el SPET dedicó una sesión especial a la presentación del proyecto de Ley de traducción autoral para la Argentina. El proyecto, que actualmente se encuentra en una fase decisiva para mantenerse en el proceso legislativo en el que entró en 2013, ha recibido un amplio apoyo (verleydetraduccionautoral.blogspot.com.ar/) por parte de traductores, docentes, estudiantes, investigadores y académicos en general, pero también críticas. Para seguir intercambiando opiniones el SPET, por primera vez en una sesión especial organizada junto con el Centro de Estudiantes del Terciario del Lenguas Vivas (CETLV), invita a una mesa de diálogo:

¿Quién puede traducir?
En torno a la definición del traductor
en el proyecto de Ley de traducción autoral

el día 24 de abril a las 18:30 en el I.E.S. en Lenguas Vivas “Juan R. Fernández”.

Integran la mesa
Andrés Ehrenhaus (LDTA), Ana María Gentile (FaHCE, UNLP), Elena Marengo (Lenguas Vivas) y Natalia Lobo (SíntesisFL, UNC)


La moderación estará a cargo de Griselda Mársico (SPET), Federico Gianotti (CETLV) y Milagros Vilar (CETLV)


miércoles, 22 de abril de 2015

Por sexta vez consecutiva nos asociamos a la Semana del Editor de la Fundación TyPA

Por sexta vez consecutiva el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires se asoció con la Semana del Editor de la Fundación TyPA y recibió a Ilide Carmignani y Kristin Lohmann, quienes nos contaron sobre la situación de los traductores en sus respectivos países.

Quien desee saber más, puede hacerlo en http://www.ustream.tv/recorded/61384792


Ilide Carmignani (Italia), nació en Lucca. Se licenció en Filología Hispánica en la Facultad de Letras dela Universidad de Pisa (summa cum Laude). Desde 1984 ha trabajado como traductora, lectora, asesora y correctora para las editoriales Adelphi, Anabasi, Besa, Bompiani, BUR, Fabbri, Feltrinelli, Gallucci, Guanda, Marietti, Longanesi, Marcos y Marcos, minimum fax, Mondadori, entre otras. Algunos de los autores que tradujo del español son: Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Rodolfo Fogwill, María Teresa Andruetto y Roberto Bolaño.


Kristin Lohmann (Alemania) vive en Munich. En 2009 fundó Language Services Agency WortSchatz. Tradujo del español al alemán tanto libros de ficción como de no ficción. Hanser Verlag ha publicado sus últimas traducciones. Actualmente trabaja en la traducción de tres títulos que esperan ser publicados en 2015.

martes, 21 de abril de 2015

Leonora Djament, Premio a la Editora del año

La Fundación El Libro premió a Leonora Djament, directora editorial de Eterna Cadencia Editora, por su trabajo y su compromiso con el mundo del libro. Queremos compartir con ustedes la alegría por este reconocimiento.

Leonora Djament es licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Publicó el libro de ensayo La vacilación afortunada. H. A. Murena: un intelectual subversivo (Colihue, 2007). Dicta clases en la carrera de Letras de la UBA desde el año 1996 y participó de diversos proyectos de investigación. Trabaja en el sector editorial desde comienzos de 1996. Hizo prensa y fue editora de las líneas de ensayo en Alfaguara. Desde enero de 2000 hasta octubre de 2007 estuvo a cargo de la Dirección Editorial de Grupo Editorial Norma. Desde noviembre de 2007, es Directora Editorial de Eterna Cadencia Editora.

Desde el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires queremos hacerle llegar nuestras  más sinceras y cálidas felicitaciones 

lunes, 20 de abril de 2015

Ya está en librerías la segunda traducción argentina del "Ulises", de James Joyce

Si hubiera justicia, se trataría de una de esas noticias espectaculares que recorren el mundo. Pero sabemos que justicia no hay. Pensando más modestamente entonces, habrá que decir que se trata de uno de los grandes acontecimientos editoriales del año: acaba de distribuirse la nueva versión argentina del Ulises, de James Joyce.

Hasta la fecha, y sin contar la que acaba de salir, se habían efectuado tres versiones del  Ulises al castellano. La primera (Buenos Aires, Rueda, 1945), la realizó José Salas Subirat, quien, a lo largo del tiempo, tuvo que sufrir los excesos del español Eduardo Chamorro, encargado de “españolizar” lo que, de otra forma, según la tortuosa lógica peninsular, hubiera sonado demasiado argentino; la segunda (Barcelona, Lumen, 1976), fue traducida por José María Valverde; la tercera (Madrid, Cátedra, 1999) es labor conjunta de Francisco García Tortosa y María Luisa Venegas.

Según señalaba oportunamente el escritor y especialista español Eduardo Lago (cfr. entradas de este blog del 12 y 13 de febrero pasados), “es mérito de Salas Subirat el haber abierto el camino, y de hecho, su influencia sobre las traducciones subsiguientes es muy considerable”. Pese a esta afirmación, en “Ulysses in Spanish” –el penúltimo artículo de Assessing the 1984 Ulysses, un volumen editado por Georges Sandulescu y Clive Hart–, con típico salero, Franciso García Tortosa, muestra allí la poca estima en que tiene a la primera traducción al castellano “por los supuestos defectos, errores y omisiones en los que incurriría el traductor argentino Subirá […]”, según se cita al final del prólogo de la nueva y flamante edición argentina, publicada por la editorial El Cuenco de Plata.

Se trata de una nueva traducción a cargo de Marcelo Zabaloy, con la colaboración de Edgardo Russo, y notas del primero y Eugenio Conchez. A su vez, participaron de distintas etapas de lectura y revisión Teresa Arijón, Anne Gatschet y nuevamente Conchez. Será cuestión de leerla, compararla con las versiones precedentes y, claro, comenzar un nuevo debate. Entre otras cosas, para eso sirven los libros.


viernes, 17 de abril de 2015

La crítica de arte y las sopas de letras indigestas

David Hockney y una de sus creaciones
A veces El Trujamán sorprende gratamente, como por ejemplo, con la siguente columna de María José Furió, publicada el 8 de abril pasado.

La traducción de crítica de arte contemporáneo,
código secreto

El arte contemporáneo posee un léxico específico, como la mayoría de disciplinas artísticas; puede que no esté establecido definitivamente, ya que con frecuencia se crean neologismos o se incorporan términos de otros idiomas tras haberse generalizado su uso en su ámbito de actuación, mientras otros términos caen en desuso y quedan para el archivo a la par que los objetos y las técnicas a los que designan quedan obsoletos. El traductor encuentra en los glosarios y diccionarios especializados ayuda para sacar adelante su texto. Sin embargo, la dificultad más llamativa no se refiere al léxico del arte, que en textos descriptivos puede afinar hasta el detalle indiferenciable a ojo del profano; la mayor dificultad está en la jerga y, muchas veces, en la sintaxis de la crítica del arte contemporáneo (que incluiría la pintura, el videoarte, el cine documental de última generación, la fotografía de desnudo…).

Si no se está familiarizado con la materia, es fácil creer que ciertos textos de presentación de exposiciones, de crítica o de reflexión universitaria son puros galimatías escritos por un petulante, o un texto en código secreto cuya clave ignoramos. En tales textos una cantidad no pequeña de palabras cultas aparece transformada mediante sufijos o prefijos en otra palabra que parece arcaica o extranjera, verbos muy usuales ven multiplicado el número de sílabas y hasta siguen complementos verbales que no mantienen la concordancia. Este mejunje va sazonado con adjetivos calificativos insólitos que invitan a creer que el arte contemporáneo está más cerca del esoterismo y del misticismo que de cualquier filosofía del arte accesible a un lector instruido medio.

Lo fácil ha sido atribuir a la escuela estructuralista y a semiólogos como Umberto Eco la invención de esa indigesta sopa de letras que un editor nos pide que traduzcamos. La teoría de la crítica de arte posee reglas definidas;«Prospettive di una semiotica delle arte visive», artículo de Eco recogido en Teorie e pratiche della critica d’arte, encontró un traductor que navegó con soltura por la terminología semiótica del italiano quien, razonando sus palabras dentro de la misma exposición, explica por qué el lenguaje del arte contemporáneo se hace complejo: es un «ejercicio metalingüístico», un «laboratorio semiótico», y por ello, en conclusión, elabora una gramática y unos códigos propios.

Artistas como David Hockney emplean para describir los resultados de su trabajo, sus motivaciones y su técnica, un lenguaje que combina la precisión terminológica con la inspiración poética. Algo similar hacían Dubuffet o Zao Wou-ki, quien manejaba códigos de la cultura china y del expresionismo abstracto de principios del siglo xx, que cuentan con glosarios y diccionarios.

Vamos, que la culpa no la tiene Eco ni la inefabilidad del arte contemporáneo. Sin embargo, qué hacer cuando leemos, literalmente, esto: «Microespacios que manifiestan un extraño misterio con múltiples enigmas, en el sentido de qué hay detrás aunque sepamos su inexistencia en cada cuadro» (ilustrados con fotografías en blanco y negro de desnudo artístico). Cómo traducir «abordaje cognitivo de la obra de arte contemporánea» o «referencia demostrativa» (vemos un objeto horroroso elaborado con hilos y madera que cuelga del techo en una sala sin público). Cómo traducir una redacción contaminada, además, de catalanismos: «un condensado de respuestas desiguales a la contemplación de un vacío, que se le personaliza en la propia e inmensa Naturaleza, en la misma potencialidad de su hábitat materno». Intuimos, y verificamos al terminar la lectura, que el autor ha juntado palabras que estrictamente no significan nada pero evocan diversos códigos vigentes en el ámbito artístico. Ya que lo poco y mal que se entienda el texto parecerá responsabilidad de un traductor inútil o vago, procede corregir a fondo el estilo, tras plantear (dramáticamente) la necesidad a los editores, especialmente si el esoterismo abstracto del arte contemporáneo incluye errores gramaticales de diverso calibre. 

Como resume el profesor Ovidi Carbonell, al referirse a La estandarización de la terminología especializada en el arte contemporáneo, el discurso artístico y de la crítica de arte «presenta los mismos problemas de sistematización que podemos encontrar, en mayor o menor grado, en cualquier otra área de especialidad: inexactitud terminológica, impropiedad léxica, sinonimia, etc. La traducción al castellano refleja tales problemas a la vez que añade la cuestión sociolingüística de la aceptación de extranjerismos». Teniendo presentes estas premisas y dificultades, el traductor debería ofrecer una versión lo más diáfana posible, discerniendo entre la mala redacción y la terminología especializada de público minoritario; debería asimismo buscar la coherencia del conjunto articulando el sentido más plausible, considerada la ambigüedad de los discursos de la crítica de arte comparados con los de otras disciplinas técnicas, pero sin renunciar al vocabulario consolidado ni simplificar el texto a un nivel meramente divulgativo.


jueves, 16 de abril de 2015

México en la Feria del Libro de Buenos Aires

Gabriela Adamo, durante su breve gestión al frente de la Feria del Libro de Buenos Aries, dejó instaurada la saludable costumbre de tener una ciudad invitada que, con gran esfuerzo, trae a sus escritores, intelectuales y artistas a Buenos Aires para que estos presenten su producción ante el público argentino. Así, Amsterdam primero y San Pablo después, tuvieron en 2013 y 2014 ese honor. Hoy le corresponde a México D.F. que, gracias a su Secretaría de Cultura, presidida por Eduardo Vázques (para mayores datos, un poeta) hace el esfuerzo de venir a nuestra ciudad con un contingente de casi 70 escritores. A lo largo de la las tres semanas de la Feria, sus visitantes podrán presenciar mesas redondas, lecturas y conferencias de muchos de los más importantes autores mexicanos actuales. 

En lo que hace a la traducción, se contempla una mesa con Fabio Morábito y Francisco Segovia, moderada por el Administrador de este blog, sobre la labor de ambos poetas y ensayistas puestos a traducir. La cita será el martes 28 de abril de 18 a 19 hs. en lugar todavía a definir. 

miércoles, 15 de abril de 2015

Rusia en la Feria del Libro de Buenos Aires

Se supone que 2015 es, por designio del gobierno ruso, el año de la literatura en Rusia. Justamente por ello, existe la decisión de enviar a escritores rusos a diversos foros internacionales; entre ellos, la Feria del Libro de Buenos Aires. Por ello, el traductor Alejandro González y su colega ruso Vsévolod Bagnó (Director de la Fundación Cervantes de San Petersburgo y del Departamento de Literatura Comparada del Instituto de Literatura Rusa) han preparado una serie de actos que tendrás lugar en el predio ferial de Palermo, a lo largo de abril y mayo. .

A los efectos específicos de este blog, se informa que Natalia Vánjanen (poeta y traductora de poesía española) y Omar Lobos participarán junto con Bagnó y González de una mesa redonda que se anuncia como “Rusia traduce Argentina. Argentina traduce Rusia”. Ésta tendrá lugar en la Sala Bioy Casares, el sábado 25 de abril, de 18.30 a 20 hs.

martes, 14 de abril de 2015

Algunas de las actividades que acompañarán la muestra de traducción "Casi lo mismo", organizada por el Museo del Libro y de la Lengua


Para empezar, se anuncian a continuación algunas de las actividades que acompañarán la muestra anunciada en el día de ayer en este blog.


Abril

16/4

18 hs. Pequeño escenario de lecturas. Actuación: Victoria Roland - Arte y coordinación técnica: Luciana Passerini - Dramaturgia y coordinación artística: Halima Tahan.

19 hs. Inauguración

22/4

19 hs. La traducción en los bordes: traducir poesía clásica china.
La obra poética clásica china presenta problemas muy especí­ficos para el traductor, relacionados no sólo con la forma de la lengua clásica, sino además con los medios expresivos que habilita el sistema de escritura, de los que a priori parece imposible dar cuenta en la traducción. A estas cuestiones se referirán, en intercambio abierto con el público, los traductores de la obra Ecos y Transparencias, una traducción directa del chino en edición bilingüe, publicada recientemente por la Editorial De Todos los Mares. Rubén Pose, Lelia Gándara y Ángeles Ascasubi.

23/4

19 hs. Para una historia de la traducción de los clásicos en la Argentina: un diálogo.
¿Qué implica traducir un clásico desde la Argentina? ¿Cuál es la relación entre los clásicos y el campo académico? ¿Cómo se inscribe la práctica actual de traducción en la tradición nacional de traducción y comentario de clásicos? Mariano Sverdlo, Mario Caimi, Miguel Vedda, Nora Sforza, Eugenio López Arriazu y Eduardo Sinnott.

30/4

19 hs. Traducción: del símbolo a la realidad. Proyecto de Ley de Traducción autoral.
Conversación entre Andrés Erenhaus, Maximiliano Papandrea, Valeria Castelló-Joubert, Luis Seia. Modera: Silvina Friera.


Mayo

7/5

19 hs. Presentación de Spinoza, poema de pensamiento de Henri Meschonnic, traducción Hugo Savino, edición Cactus/Tinta Limon.
Hugo Savino, traductor de Meschonnic al castellano, ha escrito: “Traduzco en la Argentina. Contra la chifladura de borrar el poema para que sólo quede la declamación”, “Contra el concepto de literatura latinoamericana. Que nos encierra identitariamente. Nos aísla en bloques de identidades. En el bosque de las identidades”. Con Hugo Savino, Perla Sneh y Diego Sztulwark.

 14/5

18 hs. Pequeño escenario de lecturas - Actuación: Victoria Roland - Arte y coordinación técnica: Luciana Passerini - Dramaturgia y coordinación artística: Halima Tahan.

19 hs. El Club de Traductores Literarios de Buenos Aires presenta un debate sobre "Lectores y empresarios: el diálogo irreconciliable entre España y Argentina", con Andrés Ehrenhaus, Jorge Fondebrider y Marietta Gargatagli.

21/5
19 hs. Presentación del libro Traducir poesía. Mapa rítmico, partitura y plataforma flotante. El libro reúne investigaciones sobre la práctica de traducir poesía y las proyecciones de algunos conceptos teóricos a otras artes comparadas. Violeta Percia, Walter Romero, María Celeste Cabré y Alejandra Vignolo.


Las actividades de los meses de junio y julio se presentarán más cerca de sus fechas de realización

lunes, 13 de abril de 2015

Muestra dedicada a la traducción en la Argentina


Tal vez sorprenda a muchos, pero, esta semana, en el Museo del Libro y de la Lengua, dirigido por María Pía López, comienza una gran muestra dedicada a la traducción en la Argentina. A los objetos que se exhiban, habrá que sumar charlas, conferencias, documentales y, en algunas ocasiones, presentaciones teatrales y musicales. La cita es el jueves próximo. Mañana, la programación completa. 

Se aclara, para anticipar eventuales reclamos que todo esto se organiza sin el permiso de la Real Academia Española.

Casi lo mismo
Alrededor de la traducción

La muestra tendrá tres partes: una exposición en el Museo, una serie de actividades en el auditorio –entre ellas, la discusión del proyecto de ley, presentaciones, jornadas, cine, teatro– y un archivo audiovisual consistente en entrevistas a traductores y pensadores de la traducción que estará a disposición del visitante en Trapalanda, la biblioteca digital de la Biblioteca Nacional. En la exposición habrá juegos, libros, videos, para rodear y pensar ese hecho fundamental y a la vez siempre un tanto desviado.  La traducción: que no es lo mismo, ni siquiera de otra manera. Es casi lo mismo.

Inauguración: jueves 16 de abril a las 19 hs.

Pequeño escenario de lecturas. A partir de las 18 hs.
Los asistentes podrán elegir de un "menú", obras traducidas en el escenario cultural rioplatense. Una fascinante intérprete las leerá especialmente para ellos.

Museo del Libro y de la Lengua
Entrada libre y gratuita
Av. Las Heras 2555 (CABA) | 4808-0090

museodellibro@bn.gov.ar | www.bn.gov.ar

viernes, 10 de abril de 2015

Para olvidarnos más de la Real Academia Española

La Academia Argentina de Letras acaba de publicar el Diccionario Gramatical de la Lengua Española. La norma argentina, de Alicia María Zorrilla.

Según la información de la misma AAL, "Libro de consulta que reúne los contenidos que debe desarrollar gradualmente el docente de los niveles primario y secundario acerca de la Sintaxis y la Normativa de nuestra lengua, y que el alumno de nivel secundario debe estudiar con su guía.

El subtítulo, La norma argentina, indica que la norma lingüística ha dejado de ser monocéntrica, es decir, no hay una sola Academia que difunde las normas, sino policéntrica, pues, además de la norma general, panhispánica, debe darse importancia a las normas locales, deben respetarse los usos de cada país, pues estos responden también a su idiosincrasia. Los contenidos sintácticos y normativos se fundan en la Nueva gramática de la lengua española (2009), en la Ortografía de la lengua española( 2010) y en El buen uso del español (2013). Respecto de la norma argentina, se han estudiado las coincidencias de uso en la escritura procedente de los distintos ámbitos profesionales.

La obra fue compuesta en forma de léxico o vocabulario. Los artículos referidos a las distintas normas o campos semánticos de la gramática están ordenados alfabéticamente para que el lector los consulte de manera rápida y precisa. Contribuye a este objetivo un índice temático en el que figuran todos los temas desarrollados en el libro.


miércoles, 8 de abril de 2015

Hay más Marina Tsvietáieva vía Selma Ancira


José Oliva –que tuvo la osadía de llamar “poetisa” a una poeta– publicó en La Vanguardia, de Barcelona, del 4 de abril pasado, esta nota-entrevista (o reprodujo un cable de EFE, no está claro) anunciando la aparición de un nuevo texto de Marina Tsvietáieva, traducido por la mexicana Selma Ancira.

Selma Ancira traduce los 
Diarios de la Revolución de 1917  de Tsvietáieva

Barcelona, 4 abr (EFE).- La filóloga y eslavista mexicana Selma Ancira ha publicado la traducción de los Diarios de la Revolución de 1917, de la poetisa rusa Marina Tsvietáieva, que, según ha explicado, "tienen el atractivo del estilo literario, que no es menor al que utiliza en su prosa u otros relatos autobiográficos".

Diarios de la Revolución de 1917 (Acantilado) reúne fragmentos de los diarios de Tsvietáieva durante uno de los períodos más dramáticos de la historia de Rusia, ante el cual expresa su tremenda peripecia vital: la soledad, las estrecheces y las penurias que la revolución trajo consigo.

"No son unos diarios en el sentido vital, sino que con su capacidad observadora da cuenta de lo que se está viviendo en el momento de la revolución", ha explicado a Efe Selma Ancira.

Estos diarios tienen, indica Ancira, un atractivo añadido, pues Tsvietáieva "los intentó publicar en vida y antes de proponérselos al editor, los reescribió y revisó, por lo que, además de la inmediatez recogida en la observación, están escritos con un estilo literario muy cuidado".

Para esta edición, Ancira ha tenido la oportunidad de trabajar "a partir del original retrabajado por la propia Tsvietáieva, con sus notas".

En el texto, Tsvietáieva no toma partido frente a la revolución: "No dice quiénes son los buenos, sino que simplemente retrata lo que pasa en 1917, 1918 y 1919 como testigo e invita al lector a extraer conclusiones".

Aunque en una frase señala que "de los bolcheviques no he recibido más que bondades, en realidad el lector va viendo que fueron unos años desgarradores, aunque nunca pierde la alegría, la pasión por la vida".

Uno de sus aforismos no deja mucho espacio a la duda cuando dice en Moscú en 1919 que "la política es sin duda una infamia, y de ella no se puede esperar más que infamias", y añade a continuación: "Que la infamia sea alemana o rusa -no veo la diferencia y nadie la puede ver. Si la Internacional es un mal, el Mal es internacional".

Tsvietáieva vivió en Rusia hasta 1922, año en que se exilió, primero en Bohemia y luego en Francia, pero en 1939 volvió a la Unión Soviética, donde dos años más tarde, condenada al ostracismo, puso fin a su vida.

Después de traducir Viva voz de vida y Mi Pushkin, ambas de Tsvietáieva, Ancira publicará próximamente la abundante correspondencia con Anna Teskova, que fuera directora de la Unión checorrusa.

En Acantilado tiene previsto publicar otros tres libros a lo largo de 2015: Orestes de Yannis Ritsos en junio, Vida y andanzas de Alexis Zorba de Nikos Kazantzakis en septiembre y Después del baile, de Tolstoi en noviembre, anuncia Ancira.

En relación a Tsvietáieva, una de las grandes poetisas del siglo XX, remarca Ancira, le queda por traducir prácticamente toda la prosa, muchos diarios y correspondencia, sus obras de teatro, sus cuadernos de trabajo y mucha de la poesía.

"Tsvietáieva me seduce, me hechiza, me obliga a trabajar con mi español, a encontrar su estilo, a pesar de las diferencias que hay entre el ruso y el español", confiesa Ancira, quien distingue "las diferencias de cadencias y melodías del ruso de Tsvietáieva, Tolstoi y Pushkin..