Patricia Kolesnikov escribió el artículo que sigue, publicado por Clarín el 27 de diciembre pasado. Allí se lee sobre los cambios ortográficos propugnados por la RAE y no siempre aceptados por las academias de cada uno de los países de latinoamérica.
La nueva ortografía explica sus razones
Como si nos tocaran algo íntimo nos tocaban algo íntimo cuando la Asociación de Academias de la Lengua Española anunció cambios en la ortografía, ardieron Troya, Buenos Aires, México y algo de Madrid también, hay que decirlo.
Y ardieron porque, en atención a la unidad de la lengua española, el nuevo trabajo de la Asociación formada por academias de 22 países modifica cuestiones arraigadas, como los nombres de algunas letras (que la ve corta se llame uve, como en España) o la acentuación de algunas palabras (que guion no lleve tilde, siguiendo una regla ortográfica que coincide con la pronunciación de gran parte de América).
¿Cómo se llegó a estas decisiones? Primero hay que tener claro que, aunque la Real Academia Española es una especie de hermano mayor (y, lo que no es poco, de Tío Rico), hoy las decisiones sobre el idioma las toman las academias en conjunto. En 2007, encargaron a la RAE que preparara una nueva Ortografía. Tras algunas discusiones, el texto se aprobó en Guadalajara, el 28 de noviembre. Y acaban de llegar al país los primeros ejemplares de una edición de lujo, que cuesta 219 pesos (el año que viene, saldrá una Ortografía Básica a un costo menor).
La ortografía, se explica en el prólogo, debe acompañar los cambios de la lengua. Pero no es sólo eso: en un idioma que se habla en un territorio tan extenso como el del español, la palabra escrita es garantía de unidad (o gatillo para la dispersión).
Y la unidad del español no es cuestión de amor a Cervantes sino de lo económicamente valiosa que resulta la posibilidad de publicar, de subtitular, de hacer doblajes y etiquetas para 450 millones de personas. "La ortografía dicen aquí representa el pilar fundamental de la unidad de la lengua." Mientras que otros elementos lingüísticos varían por región, por clase social, por cuestiones culturales, "la ortografía es un código uniforme en el que todas las variables se diluyen".
¿Eso importa? Las Academias dan un argumento directo al corazón: "Aunque su pronunciación sea distinta, una misma representación gráfica unifica la voz literaria de Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa o Miguel Delibes".
Detrás de este objetivo, la unidad, se fijan criterios de escritura que se despegan de variables locales. Y la pronunciación es local. Así que esta ortografía se presenta como un sistema de representación gráfica que "aun hallándose en relación estrecha con los sistemas de la lengua oral", tiene autonomía.
Producto de negociaciones, de diferencias y de acuerdos, aquí las reglas fresquitas del castellano.
Razonadas, dicen los académicos.
Pero ya se sabe; como el corazón, a veces la lengua tiene razones que la razón no comprende.
jehe
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