jueves, 10 de noviembre de 2011

Estos tipos se acuerdan del libre mercado cuando les conviene

El blog español @ntinomiaslibro (para más datos ver aquí) "es un blog profesional que a través de entradas periódicas analiza y reflexiona sobre el sector del libro". Cuando uno busca en el rubro autores se topa únicamente con Manuel Gil (foto), un "licenciado en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, Master en Dirección Comercial y Marketing por el Instituto de Empresa y miembro de la primera promoción del Programa Avanzado de Dirección de Empresas Editoriales del Instituto de Empresa". La información continúa diciendo que "Tras más de 30 años de experiencia profesional en importantes empresas del sector del libro –Cadena de Librerías 4Caminos, Paradox, Marcial Pons– en la actualidad compagina su labor como Director Comercial de una importante editorial con tareas de consultoría y docencia en el sector del libro". Hasta aquí, más bien nada que lo despeine a uno. Pero cuando uno lee entradas como la que siguen –y que a falta de firma habrá que atribuírsela al Manolo en cuestión– se da perfecta cuenta con el tipo de individuos con los que hay que lidiar en el mundo del libro.

Respecto del artículo, hay unas cuentas cosas para decir.
En primer lugar, estos tipos se acuerdan del libre comercio cuando les conviene, porque a la vez que lo reclaman, le piden a la administración de su país que intervenga en su favor cuando otros países defienden sus propios intereses como corresponde. Eso, en castellano, se llama incoherencia.
En segundo lugar, ahora, no poder vender el remanente de lo que no se vende en España a tres veces su valor de origen en la Argentina se presenta como un "problema político" que el gobierno español debería tratar en las cumbres hispanoamericanas. ¿Es chiste? ¿El coso éste nos toma por boludos?
En tercer lugar, ¿no es curioso que los comerciantes y mercaderes se acuerden de la cultura cuando no les cierran las cuentas?
Por último, todos esos libros retenidos en la aduana, ¿están traducidos según la forma en que se usa el castellano en la Argentina? Lo pregunto porque los libros traducidos en la Argentina tienen muchísimas dificultades para venderse en España por aquello de "las malas traducciones sudamericanas". Y de paso, ¿no será hora de que alguien les vaya diciendo a los agentes y a los editores extranjeros no españoles que es mejor vender los derechos regionalmente y no para toda la lengua? Porque la tan mentada "competitividad" no se puede ejercer cuando existe un comportamiento monopólico referido a las compras de derechos. ¿O es una forma del libre mercado propio de la Península Ibérica?
Ya sé que son muchas preguntas, pero téngase en cuenta que estoy lidiando con un psicólogo especializado en marketing que habla sobre el mundo del libro, lo cual me obliga a pensar en términos a los que no estoy acostumbrado.

Proteccionismo del libro y daños colaterales

Tras un par de meses de incertidumbre en el que los libros españoles han estado parados en las aduanas de Argentina llega este acuerdo que, en vez de arreglar el problema, pone a la industria editorial española en un brete. La idea es la de favorecer a su industria gráfica nacional estableciendo cupos de importación-exportación, de manera que cada empresa debe exportar un monto equivalente a lo que importa, y si la cifra se vence por el lado de lo que importa el diferencial debe ser ingresado a la hacienda pública (desconozco si como porcentaje o en su totalidad). La opacidad que ha habido con este tema me impide tener una información precisa sobre el asunto. Es una medida obviamente proteccionista que, aún sin compartirla, es legítima.

El problema es que la industria gráfica argentina no es demasiado competitiva, se habla de porcentajes del 25% en costes superiores a la producción en España. El problema surge cuando observas que no queda claro qué papel está desarrollando la administración estatal española sobre un problema de esta envergadura, es decir, el Ministerio y la Dirección General del Libro, a los que se supone preocupados por el tema y con una actividad frenética en apoyo de la industria editorial española. Llevo años escuchando el tema de la «libre circulación del libro en América», pues bien, esto es un batacazo de grandes proporciones, pues si ya teníamos dificultades en Venezuela ahora surge Argentina. ¿De qué leches se habla en las cumbres Hispanoamericanas? ¿Se presiona a favor de la libre circulación de las industrias culturales en Hispanoamérica?

A todo esto, no he visto nada reflejado en prensa, lo que me viene a confirmar el bajo poder mediático que la industria editorial tiene, a pesar de representar un porcentaje muy alto en el PIB de las industrias culturales. No puedo entender que en los medios impresos y televisivos no se cubra esta noticia, que sólo he visto en blogs del sector. A mi modo de ver el Ministerio de Cultura debería explicar qué se está haciendo desde esas instancias sobre este tema, si es que se está haciendo algo. El problema es grave, muy grave. En el caso de las exportaciones a Argentina estábamos ante un proceso de recuperación muy interesante, acercándonos lentamente a las cifras que tenía ese país antes del «corralito», y esta situación pone a muchas editoriales en una situación muy complicada. Ante la caída lenta pero continuada del comercio interior, muchas editoriales estaban haciendo de la exportación una actividad prioritaria, y esto supone un frenazo brutal y un recorte radical de sus expectativas.

El acuerdo (que reproduzco recogido de este enlace) no explica la política de cupos import-export ni si se establecerá por editoriales o por distribuidores, pero lo que si queda claro es el intento de favorecer su industria gráfica nacional y elevar las exportaciones para equilibrar una negativa balanza comercial en torno al libro. Insisto, en un mundo globalizado la medida es difícil de entender, y en vez de buscar la competitividad de una industria lo que se hace es puro proteccionismo. En cualquier caso se trata de una situación que es un problema político, y son las administraciones las que deben abordar las soluciones. La complicidad entre editores, y no la competencia, debe conllevar una presión sobre sus gremios e instituciones nacionales que favorezcan una pronta resolución del problema. Si este tema se enquista en el tiempo a muchas editoriales les pasará factura y las pondrá al borde del abismo.
Acta acuerdo entre el Poder Ejecutivo Nacional y la Cámara Argentina de Publicaciones
En el día de la fecha se realizó en la Secretaría de Comercio de la Nación, la firma del Acta Acuerdo, entre el Poder Ejecutivo y la Cámara Argentina de Publicaciones, para lograr establecer un equilibrio entre las importaciones y exportaciones desde el corriente mes de octubre del 2011 al mes de septiembre del año 2012.
El Acta fue firmada por la Ministra de Industria de la Nación Lic. Débora Georgi, el Secretario de Comercio Lic. Guillermo Moreno, el Secretario de Cultura Sr. Jorge Coscia y el Presidente de la Cámara Argentina de Publicaciones Sr. Héctor Di Marco.
Las editoriales y distribuidoras agrupadas en la Cámara Argentina de Publicaciones, se comprometen en dicho plazo a incrementar la impresión de libros en nuestro país y a la vez tratar de aumentar las exportaciones.
El Lic. Guillermo Moreno se comprometió a liberar en las próximas 48 horas, el material que se encuentra retenido en las aduanas, perteneciente a las editoriales que se sumaron al acuerdo firmado por la Cámara.
Un comentario dejado por un lector del blog @ntinomiaslibro :
Meidele dice:
No veo por qué la Argentina debería preocuparse por la industria editorial española, del mismo modo que no veo por qué los españoles usan como argumento el estado de nuestra industria gráfica.
La decisión argentina es proteccionista, sí, y en buena hora, y los españoles deberían recuperar políticas de este tenor antes de criticar las que se están llevando a cabo en América (que no es Estados Unidos).
Volviendo a lo estrictamente editorial, resulta bastante enojoso que lo que leeremos los argentinos se decida en España. Por mi parte, como dije, bienvenida una medida proteccionista como ésta. Con seguridad, la política de reindustrialización de nuestro país alcanzará a las imprentas y estas podrán ponerse al día.
Cabe aclarar que las editoriales que no están conformes con esta medida son, casualmente, las trasnacionales, que poco aportan a nuestro país y ni siquiera dejan aquí sus ganancias.

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