El 15 de noviembre pasado, Juan Jesús Zaro firmó la siguiente columna en El Trujamán, en referencia a la edición de Sólo vos sos vos, la edición de los sonetos de William Shakespeare traducidos al castellano rioplatense por Miguel Ángel Montezanti, cuestión de la cual este blog ya se ha ocupado aquí.
“Sólo vos sos vos”
He tenido ocasión de asistir en La Plata (Argentina) a la presentación de la nueva traducción de los Sonetos de Shakespeare, precedida de un interesante prólogo, efectuada por el profesor y traductor argentino Miguel Ángel Montezanti, titulada Sólo vos sos vos. Se trata de una traducción al castellano «rioplatense» en versos endecasílabos largamente anunciada, que ha visto la luz hace escasos meses publicada por Eudem en Mar del Plata.
Montezanti es ya autor de otra traducción de los Sonetos publicada por la Universidad Nacional de La Plata en 1987 y editada de nuevo en 2003 (Buenos Aires: Longseller) realizada según «cánones más ortodoxos», según él mismo refiere en el prólogo del libro recién publicado. Es decir, ajustada a la «norma literaria peninsular», sin apartarse de la tradición que, con breves e interesantes excepciones como el Hamlet traducido por Rafael Squirru en 1976, han seguido hasta ahora los traductores argentinos de Shakespeare (por ejemplo, Vedia y Mitre y Jofré en los Sonetos y Cané, Ingberg o Costa Picazo en sus traducciones teatrales).
No resulta frecuente que un mismo traductor produzca dos versiones tan distintas de una misma obra. En esta, a diferencia de la anterior, recurre al pronombre personal de segunda persona «vos», utilizado coloquialmente en Argentina en la lengua hablada en lugar del «tú», y a las conjugaciones verbales que implica su uso. Pero no es el único elemento de la variedad rioplatense que se incluye ni, probablemente, el más importante: entre otros procedimientos utilizados se encuentran el empleo deliberado de monosílabos, pronombres pleonásticos, dativos éticos, diminutivos y términos y frases coloquiales. Montesanti justifica teóricamente su modo de proceder amparándose en el concepto de «parodia» o «auto-parodia» que ha guiado algunas traducciones de los Sonetos a otras lenguas; por cierto, ninguna de ellas, que sepamos, al español.
Quizá sea una justificación innecesaria, válida exclusivamente desde el punto de vista universitario y académico. Pude comprobar personalmente, por la reacción de los asistentes y los comentarios posteriores, la cálida acogida que el público argentino ha dispensado a esta versión de los Sonetos. Es posible que desde España esta traducción se considere ante todo un experimento, audaz e inédito, pero lo cierto es que en Argentina adquiere otros matices que, desde este lado del Atlántico, no podemos pasar por alto: allí se subraya el carácter híbrido, cercano, entrañable y doblemente irreverente del texto, que cuestiona tanto la supuesta intangibilidad de los versos de Shakespeare como la de la norma escrita procedente de España. ¿Quién puede decir más, quién dice más / que esta alabanza, sólo vos sos vos? // ¿Quién que tenga tesoros es capaz / de mostrar algo igual a lo que sos? rezan los cuatro primeros versos del soneto 84 en la versión de Montesanti. Son sólo una pequeña muestra de esta obra, que merecería ser distribuida comercialmente en España, al ser una magnífica aportación, a la vez original y distinta, al ya voluminoso conjunto de traducciones a nuestra lengua de los Sonetos de Shakespeare.
No hay comentarios:
Publicar un comentario