Ilide Carmignani
Ha realizado sus estudios en Letras Hispánicas y Traducción Literaria en la Universidad de Pisa, en la Brown University (USA) y en la Universidad de Siena. Desde 1984 trabaja como asesora, editora y traductora. Ha traducido, entre otros autores, a Andruetto, Bolaño, Borges, Cernuda, Fogwill, Fuentes, García Márquez, Neruda, Onetti, Paz, Pérez-Reverte y Sepúlveda. En el año 2000 ha ganado el I Premio de Traducción Literaria del Instituto Cervantes. Ha dado y da clase de traducción literaria en varias
universidades italianas. Desde 2000 es responsable de los encuentros profesionales sobre la traducción literaria organizados en el Salón delLibro de Turín.
1) ¿En qué se parecen la traducción y la escritura? ¿En qué se diferencian?
Tanto la traducción como la escritura están hechas de palabras pero la escritura traduce en palabras realidades y fantasías, la traducción traduce en palabras otras palabras. Bueno, a veces hay escrituras que son reescrituras, formas de traducción, como decía Octavio Paz, y hay traducciones que reescriben el original...
2) ¿Debe notarse u ocultarse el hecho de que un texto sea traducción de un original?
Depende de la función de la traducción, creo; es decir, de lo que necesita el sistema cultural que acoge la traducción y del lector que la lee.
3) ¿Debe ser más visible el traductor que la traducción?Yo creo en la invisibilidad dentro de la traducción y en la visibilidad fuera para tener mejores condiciones de trabajo.
Richard Gwyn

1) ¿En qué se parecen la traducción y la escritura? ¿En qué se diferencian?
La escritura y la traducción son esencialmente la misma actividad, con la diferencia que la última siempre se siente como una colaboración entre uno como traductor y el autor del texto original. No pienso en ninguna de las dos actividades ni como discrecionales ni como mutuamente excluyentes. Los problemas estructurales (por ejemplo, la trama y la estructura en la ficción) ya no son la responsabilidad del traductor, pero si uno, antes que nada, uno es un escritor consciente de la importancia del ritmo, del estilo y de la música de un texto, entonces las semejanzas pesan más que ninguna diferencia. Desgraciadamente, el ritmo es el elemento más difícil de transportar a una traducción, pero en eso radica la belleza del desafío.
2) ¿Debe notarse u ocultarse el hecho de que un texto sea traducción de un original?
Algunos traductores –una minoría, claro– consideran que es importante enfatizar el hecho de que se trata de una traducción, pero, francamente, considero que esa actitud es más que nada una fuente de distracción o irritación. Al fin y al cabo, debería ser claro ya desde la cubierta del libro que la obra en cuestión es una traducción y con eso debería bastar. La precisión o la fidelidad al texto fuente es la clave, por más difícil que pueda ser trasladar ciertos elementos culturales a un nuevo idioma. De modo que, en mi caso, trato de lograr hacer coincidir en términos de significado, y con la mayor precisión, el texto de partida con el texto traducido, pero también intento alcanzar algún tipo de equivalencia en relación con el estilo y la música.
3) ¿Debe ser más visible el traductor que la traducción?
No estoy seguro de las razones por las que el traductor o la traductora querrían ser más “visibles” que la traducción, salvo que uno y otra fueran alguna especie egomaníacos.
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