En una entrada de este
blog, correspondiente al 15 de noviembre de 2015, se destacaba la enorme
visibilidad que estaba teniendo la poeta canadiense Anne Carson, quien,
para entonces, ya había sido muy traducida al castellano. Se anunciaba,
asimismo, en ese breve informe, que la poeta chilena Verónica Zondek estaba
preparando su traducción de Rec Doc para la editorial
mexicana Trilce. Unos meses después, el 21 de mayo de 2016, Aldo Perán (para
quien el nombre de los traductores no existe) publicaba la siguiente nota en el
periódico La Tercera, de Chile, donde
se habla de Eros el dulce-amargo el primer libro en llegar a Chile “de
la autora canadiense que amplió las fronteras de la poesía contemporánea y
quien ha despertado un reciente interés por difundir en castellano su premiada
obra”. En el artículo en cuestión, donde –reiteramos– no hay nombres de traductores,
se mencionaba asimismo la finalización
del trabajo de Zondek y se cerraba la nota con una breve entrevista a Carson. Rec Doc ya
salió, lo cual plantea una buena excusa para volver a ese artículo.
Anne Carson, la belleza de ser poeta
Cuando era tan solo una niña, llegó a sus manos un
libro que tenía por título Vidas de santos. Su
madre leía versiones abreviadas de clásicos literarios en el Reader’s Digest y su padre tenía
predilección por los libros de historia. En una casa abarrotada de libros, esa
colección de breves biografías le fascinó tanto que terminó por comerse algunas
de sus páginas. Luego, cuando estaba en la secundaria, se interesó por el latín
y el griego antiguo. Finalizó los estudios universitarios y Anne Carson comenzó
a ser lo que en la actualidad la ha transformado en objeto de admiración -pero
también de resentimiento- entre críticos, autores y lectores: una escritora
insondable de gran talento.
Nacida en 1950 en Toronto, el centro financiero de Canadá, Anne Carson es hija de una dueña de casa y de un funcionario del Toronto Dominion Bank. Debido al cargo de su padre, y al sistema bancario canadiense, su infancia transcurrió en distintas ciudades de la región de Ontario. Luego, en los 70, ingresó a Clásicas –el estudio de la Grecia antigua y de la civilización romana– en la Universidad de Toronto, para proseguir sus estudios en la prestigiosa universidad escocesa de St. Andrews. A comienzos de los 80 retornó a Canadá para escribir su tesis doctoral, que centró en la obra de la poeta griega Safo. Su investigación finalizó en 1986 con la publicación de su tesis, un estudio interdisciplinario –con un estilo deudor de Ronald Barthes y de la French Theory– sobre la indagación del concepto griego de Eros.
Eros el dulce-amargo, la primera publicación de Carson, acaba de llegar a librerías chilenas en una cuidada traducción. Publicado en Argentina por Fiordo Editorial, este ensayo nos presenta la agudeza intelectual de la escritora canadiense para presentar los orígenes y condiciones en las que surgió el concepto de lo erótico, cuando Safo descubrió que la experiencia de Eros le parecía dolorosa y placentera al mismo tiempo. El eros como falta, como deseo, pero también como electricidad estática y como condición sólo posible para quienes pudieran acceder entonces a la capacidad de leer y de escribir, en una sociedad gobernada por la oralidad. El problema de lo erótico (el amor es una cuestión de control ¿Qué significa controlar a otro ser humano? ¿Controlarse a uno mismo? ¿Perder el control?) está ampliamente documentado e interrelacionado históricamente, y permite al lector ampliar no tan solo su conocimiento de la cultura griega.
Este no es el único libro de Carson que circula en librerías. A principios de 2000, la única publicación de Carson disponible en castellano era La belleza del marido: un ensayo narrativo en 29 tangos (Lumen, 2003). Sin embargo, el panorama ha cambiado, y para mejor. Se han sumado en los últimos años las traducciones de Hombres en sus horas libres (Pre-Textos, 2007), Decreación (Vaso Roto, 2014), la versión chilena de El ensayo de cristal (Cuadro de Tiza, 2015) y recientemente se acaba de publicar en España su libro más célebre: Autobiografía de Rojo (Pre-Textos, 2016). Además, la poeta chilena Verónica Zondek, entregó hace unas semanas a una editorial mexicana su traducción de Rec Doc, una secuela de Autobiografía de Rojo. Este año también se publicará en Chile la traducción de Irony por el sello Alquimia Ediciones. El interés por la obra de Carson se ha transformado, durante el último tiempo, en un asunto de interés editorial a nivel iberoamericano.
¿Por qué tanto interés en torno a su trabajo? ¿Qué
hace que una mujer que reescribe mitos griegos y aborda la experiencia mística
de Safo y Simone Weil, que cita a Emily Brontë en sus poemas, también a Freud,
San Agustín y a Artaud, tenga cada vez más lectores? ¿Será acaso su modo de
construir imágenes poéticas? ¿Que sus libros sean una especie montaje
incomparable? Es cada vez más común leer en publicaciones extranjeras que es
una posible candidata al Premio Nobel. Ya ha sido distinguida con la beca
Guggenheim y la prestigiosa beca MacArthur. Fue, además, la primera mujer en
obtener el T. S. Eliot Prize for Poetry, entre otros destacados galardones por
su obra y por su oficio como traductora. Sucede que además de ser profesora universitaria,
Carson es traductora de los clásicos griegos, poeta, ensayista y ha realizado
lecturas con performances en NYU. Hace unos meses publicó un texto de ficción
en The New Yorker, donde publican
regularmente algunos de sus poemas.
Reacia a dar entrevistas, Anne Carson se niega a hablar de su vida y de su trabajo, producto de un obsesivo cuidado por su privacidad, a pesar de que trabaje una y otra vez con sus propios asuntos familiares –la demencia senil de su padre, la muerte de su hermano, el quiebre matrimonial y posterior separación de su primer matrimonio–. Es por eso que ha dado muy pocas entrevistas a lo largo de su trayectoria. Sin embargo, respondió vía e-mail un par de preguntas para La Tercera, en lo que es su primera reacción al interés por su trabajo en lengua española.
–Desde la publicación de Eros el dulce-amargo ha trabajado continuamente en torno a la cultura griega. Como poeta, ¿qué posibilidades le ofrece el griego clásico?
–Para mí,
el griego clásico es un lenguaje que no tiene fondo, en el cual puedes viajar
hasta las profundidades de las palabras por siempre.
–Safo entendió a Eros –lo dulce-amargo– como una experiencia que cruza la historia de la literatura. ¿Cuánto ha cambiado nuestra visión de lo erótico en relación al pasado?
–No ha
cambiado demasiado. Eros sigue siendo sinónimo de ausencia. Sin embargo, pienso
que existe una nueva tolerancia para la actividad erótica, entendida como un
avance en el amplio espectro de deseos, avance que no se limita a una sola
elección de género, o método, o clase de devoción para la actividad erótica
propiamente tal.
–A propósito del interés por traducir su obra en lengua española, ¿tiene interés por la obra de algún escritor o poeta latinoamericano?
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