Elisa Díaz Castelo
Traductora de Ocean Vuong, entre otros poetas de lengua inglesa.
1) ¿Por qué razón traduce poesía?
Traduzco poesía porque me permite habitar el poema
de un modo distinto. Cuando traduzco, siento que el poema revela una serie de
capas geológicas que quizá son invisibles para el lector: su aparente
linealidad adquiere cuerpo y espesor y el texto se revela no como una línea
recta que uno recorre de inicio a fin sino como una habitación de cuatro paredes
en la cual el traductor puede morar, dilatarse, y alargar su estancia durante
días y noches.
2) ¿Cómo llega a la traducción? ¿Propone
usted mismo al autor? ¿Recibe encargos de parte de la editorial? ¿De quién es
la iniciativa?
Empecé a trabajar en traducción poco después de
terminar la carrera. Fue el primer empleo remunerado que conseguí. Unos años
después, empecé a traducir poesía por gusto, por el deseo de paladear en mi
propio idioma poemas escritos en inglés que me habían fascinado, inquietado, o
que intuía que respondían a métodos de composición ajenos a los míos. Si bien
algunas revistas me contactan para traducir ensayo y narrativa, en lo que se
refiere a poesía siempre he sido yo la que ha tenido que buscar editoriales interesadas.
3) ¿Qué criterio emplean las editoriales para
considerar la paga que usted recibe?
No lo sé. En general ellas hacen una propuesta y
yo una contra propuesta. En prosa es mucho más sencillo: se suele establecer
una tarifa a partir de parámetros fijos como la cuartilla o el número de
caracteres. Los parámetros en la traducción de poesía, al menos en mi
experiencia, parecen ser más inciertos y volátiles y depender del capricho de
las editoriales o de lo que ellas estén dispuestas a pagar. Y, como traduzco
poesía por gusto antes que por trabajo, suelo aceptar tarifas más
bajas de las que aceptaría si de prosa se tratara.
4) ¿Hace usted algo para mejorar esas condiciones?
Hace poco me incorporé a AMETLI, una asociación
mexicana que agrupa y vincula a traductores literarios y defiende sus derechos.
Debido a que los traductores solemos trabajar desde casa es más difícil formar
una comunidad y comunicarnos, tanto para pedir consejos como para estar al
tanto de editoriales que no pagan y así protegernos entre nosotros. La
iniciativa de AMETLI me parece necesaria e importantísima en este tipo de
gremios que se encuentran atomizados y subestimados.
5) ¿Conoce las políticas de subsidios a la
traducción que tienen muchos países del mundo? ¿Los recibe?
Sí estoy al tanto de programas estatales de
subsidios para la traducción en México, pero aún no los he pedido.
Andrés
Ehrenhaus
Traductor de Shakespeare, Edgar Allan Poe y Dylan Thomas, entre muchos otros poetas de lengua inglesa.
1) ¿Por qué razón traduce poesía?
Siempre traduje poesía, incluso antes de dedicarme
profesionalmente a la traducción. Me atrae justamente la pérdida aparente que
se produce en el proceso, y el vértigo de la ganancia: de pronto, algo que era
impenetrable para muchos se vuelve traslúcido, casi transparente. Poco a poco,
casi sin quererlo, me fui especializando y ahora casi traduzco más poesía que
prosa y, desde luego, con mucha mayor satisfacción. Es un trabajo minucioso y
delicado, como de relojero antiguo, de copista de códices, y más para alguien
convencido, como yo, de que en la fidelidad a la forma está el sentido y nunca
al revés. Traducir poesía es, además, un ejercicio excelente de austeridad,
economía de gestos y rigor sonoro que ayuda a mejorar también la
traducción de prosa.
2) ¿Cómo llega a la traducción? ¿Propone usted mismo al autor?
¿Recibe encargos de parte de la editorial? ¿De quién es la iniciativa?
En la mayoría de los casos llegué a través de un
encargo. Prácticamente todos los poetas a los que he traducido me fueron
propuestos por diversas editoriales y formaban parte de un proyecto previo en
el que pocas veces intervine. En alguna ocasión la propuesta fue mía, pero
curiosamente o tal vez no tanto, el proyecto no siempre se materializó. De modo
que, en mi caso, la iniciativa es del editor y la decisión, mía. De todos
modos, yo trabajo en muchos poemas y poetas por mi cuenta, a modo de gimnasia
diaria o porque el reto me resulta especialmente atrevido y gratificante; esos
poemas son como un experimento abierto, inacabado, siempre revisable y
revisado. Lo hago como quien sale a correr o disfruta cocinando.
3) ¿Qué criterio emplean las editoriales para considerar la paga
que usted recibe?
El criterio de las editoriales es simple, casi
chabacano: la poesía no vende; ergo, la paga es frugal, mínima, penosa,
miserable. La valoración concreta depende de cuánto hayan esquilmado a los
traductores de poesía anteriores (uno incluido) y el argumento final es que “es
lo que se paga” y que “incluso hemos sido generosos en tu caso”. Por
generosidad entienden que se le hace un favor al traductor de poesía, sobre
todo cuando traduce a un clásico o a un poeta famoso, porque su nombre relucirá
más al lado –o debajo– de otro tanto más ilustre. Desde mi punto de vista, se
comete un crimen agravado por la alevosía y la premeditación: quien gana
prestigio es la editorial, el traductor se muere de hambre.
4) ¿Hace usted algo para mejorar esas condiciones?
Sin duda, peleo como gato panza arriba. Si no consigo
mejorar la tarifa, el porcentaje de royalties
y otros aspectos del contrato, al menos reparto algún rasguño. Además, mi
mensaje es siempre colectivo: no me están maltratando a mí sino a la profesión
en general y a la edición de poesía en particular. Hasta que no se pague el
trabajo en relación al tremendo esfuerzo que implica (sin falsas pretensiones
ni reclamos imposibles) no podemos ni debemos bajar los brazos. Si las
editoriales quieren publicar poesía, y no hay duda de que quieren hacerlo, que
paguen como corresponda.
5) ¿Conoce las políticas de subsidios a la traducción que tienen
muchos países del mundo? ¿Los recibe?
Sí, conozco unas cuantas y alguna vez, cuando el autor
y la lengua entraban en el ámbito de esas ayudas o subsidios, las recibí,
directa o –casi siempre– indirectamente. Son un paliativo pero de ningún modo
la solución al problema. La solución pasa por que los editores dejen de lado el
discurso de la nula comerciabilidad de la poesía y asuman que la publican por
otros motivos, de manera que la lógica retributiva no debe responder a
criterios de mercado sino de prestigio y de trabajo especializado.
Pedro
Ignacio Vicuña
Traductor de Giorgos Seferis y Odyssea Elytis, entre muchos otros poetas griegos.
1)¿Por qué razón traduce poesía?
Creo que no hay sólo una razón.
En algunos casos la motivación ha sido absolutamente personal: saber cómo suena
un poema que me entusiasma por la riqueza de sus imágenes, o por los juegos
semánticos, por ejemplo, en mi lengua materna. Otras veces la motivación es la
convicción (errada quizás) de que esa determinada forma de pararse ante el
mundo tiene que ser conocida por otros que no tienen cómo hacerlo si es que no
es traducida, a veces traduzco a partir de la idea de que es necesario conocer
otras creaciones que no pertenecen al ámbito de nuestra lengua. En la mayoría
de los casos, me surge traducir la poesía que me gusta, la que me sobrecoge, la
que siento emparentada con mi modo de percibir el mundo o que me revela algo
que desconocía o apenas intuía. En fin, son muchas y diversas las razones y,
quizás, en el fondo, inexplicables.
2) ¿Cómo llega a la
traducción? ¿Propone usted mismo al autor? ¿Recibe encargos de parte de la
editorial? ¿De quién es la iniciativa?
En parte propongo yo al autor, por las razones
dichas anteriormente; en otras ocasiones me solicitan hacer algunas
traducciones para antologías. Como, en general, traduzco poesía desde el
griego, la demanda editorial es poca y hago muchos esfuerzos por encontrar
donde publicarlas.
3) ¿Qué criterio emplean las
editoriales para considerar la paga que usted recibe?
Es un criterio variable, depende del origen del
impulso por publicar. En algunos casos el criterio es el de los precios por
cuartilla que se pagan en el país de origen, cuando la traducción es solicitada
desde ese lugar; la mayoría de las veces es por concepto del porcentaje de
ventas, reales o estimativas. En Chile, el universo de la traducción es
precario y, muchas veces, las traducciones no se valoran en el volumen de
trabajo que implican.
4) ¿Hace usted algo para mejorar
esas condiciones?
Las posibilidades de hacerlo son más bien escasas,
especialmente en lo que se refiere a la traducción del griego, porque el
interés concreto es, más bien, escaso.
5) ¿Conoce
las políticas de subsidios a la traducción que tienen muchos países del mundo?
¿Los recibe?
Conozco las políticas de subsidio a la traducción
de algunos países, pero no en profundidad. Conozco la que hubo en Grecia hasta
antes de la crisis y conozco la de Chile que depende del Fondo del Libro,
siempre mediada por una editorial.
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