lunes, 13 de abril de 2020

Virus y libros (1)

Omar Genovese publicó el siguiente artículo en el suplemento de cultura del diario Perfil, del domingo 22 de marzo. En su bajada, se lee: “El confinamiento afecta a todos los sectores, incluso los más impensados. Es atinente preguntarse en qué condiciones se encuentra la industria del libro en la argentina para anticipar si podrá sobrevivir a semejante prueba”.

El libro en tiempos de coronavirus

El libro en riesgo o el libro en crisis.
Crisis y riesgo son dos palabras grabadas a fuego en la cultura argentina de los últimos 20 años. En esta situación de posible confinamiento por cuarentena, la especulación respecto al tiempo libre incluye a la lectura. Pero es atinente preguntarse en qué condiciones se encuentra la cadena del libro argentino, para tener en cuenta si esos libros serán posibles en un futuro cercano.

El primer síntoma del coronavirus es la suspensión de la Feria del Libro de Buenos Aires (ver recuadro). El segundo, la cancelación de actividades vinculadas a la misma. Como la entrega del Premio Literario Fundación El Libro o el Festival Internacional de Poesía. Según el organizador de éste último, el poeta Samuel Bossini: “El esfuerzo que hace la Fundación El Libro para organizar el Festival Internacional de Poesía no es poco. No sólo en lo económico, sobre todo aportando hotelería y movilidad, o en la disposición de salas y en las personas asignadas para gestionar distintas necesidades de cada poeta invitado. También ocurre que la Fundación gestiona recursos del exterior, en lo que obtiene resultados por la seriedad de la Feria y del Festival. Por eso vienen poetas de Europa, Latinoamérica, Asia, del interior de nuestro país, sería imposible.” Y agrega: “La gran pérdida es que, por el momento, no se haga. El Festival tiene excelente asistencia de público. Las pérdidas son que los poetas invitados tenían los días reservados para el festival –aunque ahora todo el mundo está inmovilizado– y lo que el festival replica en otros poetas, en otros centros de encuentro poéticos, revistas, lectores.”

Pero existe un aspecto más crudo para el mercado del libro y es el económico. La importancia de la Feria bien la subraya Joaquín Gil Paricio de Cúspide Libros: “Con la Feria funcionando durante 3 de las 54 semanas del año se habla de libros en forma permanente. Está en boca de casi todos los programas radiales, y en tapa y lugares principales no solo de la prensa especializada sino también de la general. Muchos visitantes ven libros o temáticas que aunque sin comprar en el evento luego canalizan en días siguientes. Esta presencia mediática “derrama” sobre las restantes semanas sin feria. Es muy claro que un año sin exposición, en caso de no hacerse más adelante, será notoriamente un año más pobre para la industria editorial.”

Respecto a las cifras concretas, Gil Paricio nos explica: “Mi cálculo es que en la Feria se comercializan 860.000 ejemplares. De estos calculo que solo un 30% son ejemplares que, de alguna manera, se venden en librerias (de no haber feria), por tanto un 70% se comercializa solamente en el evento. Son más de 600.000 ejemplares que el mercado editorial perdería de vender.” En este sentido, Martín Gremmelspacher, presidente de la Cámara Argentina del Libro (CAL), amplía: “La Feria del Libro generaba un negocio entre 600 y 700 millones de pesos, eso incluye la venta a libreros y público. Será muy difícil recuperar esas ventas, además esta suspensión también detuvo los planes editoriales. Y con el contexto regional de paralización, también se pierden ventas al exterior. Todavía no hicimos la evaluación del impacto, pero será terrible ya que venimos de un 2019 con una caída en las ventas del 50%.”

Producir un libro lleva tiempo, planificación y un gran riesgo a futuro. La situación actual, profundiza Gremmelspacher, hace que “muchas editoriales frenen la producción, lo que repercute en el sector gráfico (imprentas). La cadena de pagos, que venía funcionando hasta la semana pasada, hay que ver cómo reacciona en estos días donde la menor circulación de personas restringe la venta. La importación de libros está frenada por que el dólar tiene un valor muy alto. Lo mismo que el comercio exterior, por ejemplo en Perú están en cuarentena total y no están trabajando. Ecuador, está en la misma situación, Colombia como Argentina. El vendedor de mi editorial recientemente estuvo en Paraguay y no pudo vender porque estaban en cuarentena.” Según Gil Paricio, la venta por los canales habituales “están en declive con más caída en AMBA (Área Metropolitana Buenos Aires) que en el interior. Y dentro del AMBA con descensos más graves en el microcentro y centros comerciales. En librerías de barrio la caída no es tan acentuada. Mientras que las ventas de libros físicos por canales electrónicos registra interesantes aumentos en estos tres días que obviamente no compensan la disminución expresada.”

Desde Río Tercero, Córdoba, Martín Maigua de Editorial Nudista (nudista.com.ar), explica: “Suspendimos las presentaciones de marzo y abril. Los nuevos libros los hemos cancelado porque esta crisis más la pandemia es probable que rompa a los distintos miembros de la cadena del libro. Los que vamos a sufrir más son las librerías más débiles y las editoriales que funcionan con un capital pequeño.” Respecto a la venta y producción, agrega: “Funcionamos en España, México y Colombia, con el sistema on-demand, vemos ahí una disminución significativa en las ventas. Los libros que imprimimos en Buenos Aires, a pesar de estar en Córdoba, ante una cuarentena forzosa, quedan todos suspendidos por la imposibilidad de desplazamiento. Luego está la venta on line de libros en formato digital, e-books, que ya no es un objetivo económico sino una oportunidad de difusión de las obras de nuestro catálogo. Estamos pensando en ofrecer varios libros de nuestro catálogo de manera gratuita. Aunque con esta situación de enfermedad amenazante dudo que los lectores tengan el ánimo, la tranquilidad, como para disponerse a leer.” Además, coinciden los consultados en que los lectores digitales no están disponibles de manera masiva ya que la preferencia del público sigue siendo el libro físico, en papel. Tal vez por ello no pueden compensar por ese camino las pérdidas que se producen por el canal clásico.

Pero veamos el problema de las librerías, en el recuadro “IVA y Librerías”, tenemos uno de los aspectos que más preocupan, el impositivo. El otro, es el futuro en ciernes. Alejandro Bellotti, editor de este suplemento, se encuentra en España, Valencia, a la espera de poder volar de regreso al país: “Aquí la cuarentena es estricta y efectiva. Los únicos comercios abiertos son los supermercados, las farmacias, alguna que otra tabaquería y kioscos de diarios, que también venden libros comerciales, y no abundan como en Buenos Aires. Luego, todo lo demás, está cerrado. Nadie puede transitar si no es para concurrir a esos lugares. Como Argentina está replicando el tipo de medidas contra la pandemia que se toman en España, la cuarentena obligatoria tendrá dicho formato. Además de cerrar las librerías, a la larga también se paralizará el comercio electrónico, cuyo eslabón en lo real es la entrega a domicilio, porque la intención sanitaria final es que no exista el contacto físico para evitar el contagio. Respecto al libro en Argentina, es muy probable que la cuarentena paralice la actividad el tiempo que sea necesario para detener la propagación de la enfermedad”.

Si bien el presidente de la CAL destaca que “con las medidas económicas del gobierno tratamos que impacten en nuestro sector, principalmente con los créditos y las cargas patronales. Son medidas paliativas que ayudan pero que son insuficientes; una Pyme de 3 a 5 empleados tiene de cargas patronales entre $ 25.000 a $ 45.000, que es la venta de una librería, y desligarnos de dicha obligación ayuda en un panorama tan complejo, no es una queja, porque es mejor tener esto a no tener nada. Esperamos también que la inyección de dinero en el mercado interno llegue al con sumo de libros”. Lamentablemente este derrame, en pocos días, y por la urgencia sanitaria, parece que quedará como un efecto pendiente.

Ahora, ¿cómo sobrevivirá el libro argentino a esto? La respuesta encarna en un solo término: incertidumbre. Nadie puede dimensionar la secuela de una parálisis prolongada de la economía argentina. Pero es claro que los eslabones más débiles de ella (y el libro es un frágil elemento, varias veces prohibido y quemado en la historia humana), serán los que más sufran más allá de los enfermos. Porque la inquietud que se genera también tiene una raíz profunda en el abandono sistemático de la lectura, la educación, la salud y la alimentación que agudizó la crisis económica del gobierno de Macri. La pobreza no se erradicó, tampoco las conductas de la desesperación. Por caso, Bellotti explica que “en España existe una actitud cívica responsable por adoptar las normas sanitarias, los habitantes respetan distancias, conductas higiénicas. Pero en Argentina, si las fuerzas armadas y policiales toman el control de la cuarentena, con una historia de gatillo fácil y corrupción tan generalizada, ¿qué ocurrirá con ese 40% de personas sumidas en la economía informal? ¿Acatarán las directivas cuando la preocupación de ellos es la más elemental como el trueque para comer? Las áreas suburbanas pueden resultar un lugar apocalíptico, como una distopía literaria que nadie imaginó”. Nos preocupamos por el libro es cierto, pero este riesgo de darle el poder de control a fuerzas militarizadas sin formación profesional, desprestigiadas, no hace más que azuzar fantasmas de descontrol social. Y sabemos bien cuántas, siempre numerosas, y quiénes son las víctimas en esas circunstancias. Hace 19 años ocurría un estallido social, una única y pequeña guerra que vivió Argentina en su propio territorio durante este siglo, y tal experiencia dejó una marca hasta hoy tan indeleble como macabra. Sería más que inquietante que el próximo 24 de marzo amanezca bajo toque de queda.

El otro escenario, que pertenece al ámbito del libro y es más humano y que hasta aquí no se mencionó, es el que refiere a los escritores. Por caso, dos ejemplos. El poeta y traductor Jorge Aulicino anunció lo siguiente en Facebook: “Yo haría un taller literario virtual para pasar la cuarentena. Que va a durar quién sabe cuánto, porque véase que no harán la Feria del Libro en abril ni uno de los principales festivales de poesía, en junio... Ah el invierno, la soledad y las “hadas de los leños”... aunque leños, lo que se dice leños aquí no haya. Daría un taller, pero no soy muy sabio y, por lo demás, no tengo modo de cobrar, sin contar que el dinero es transmisor del virus. (…) Descartado el taller, que a lo sumo daría por resultado un Decamerón defectuoso, procederé a publicar una antología personal, totalmente gratuita, de los poemas que le inferí o intenté inferir al mundo desde mi más tierna edad…” En paralelo y por el mismo medio, Ariel Dilon, escritor y traductor, anuncia un cambio en su plan de enseñanza y lanza su Taller Virtual de Escritura ( HYPERLINK “mailto:arieldilon@gmail.com” arieldilon@gmail.com), bajo la siguientes consignas: “Más que nunca, en tiempos de desventura y de amenaza, importa hacer lo que nos gusta, lo que nos convoca, lo que nos provoca. Ayer, como quien pasa a la clandestinidad, nuestro taller literario se volvió taller online: guerra de guerrillas contra el derrotismo y el tedio. Hay vacantes y entusiasmo.”

Si los libros quedan paralizados en su circulación, existen muchos más talleres, ofertas on line, libros digitales gratis, y el lector sabrá utilizar su tiempo de cuarentena para explorar en la web. O puede iniciar la lectura de un libro de Thomas Pynchon, como Mason & Dixon, donde hacia la página noventa, creo no equivocarme, un perro comienza a hablar y los personajes lo incorporan a la ficción con la misma naturalidad con que aceptaremos el encierro.

Sin Feria y sin libros
Respecto a la Feria del Libro de este año, PERFIL dialogó con María Teresa Carbano, presidenta de la Fundación El Libro.

—Más allá del comunicado de suspendiendo la Feria del Libro, ¿cómo impacta esta decisión de fuerza mayor en el sector?

 —Es un fuerte golpe para un sector en estado crítico. La Feria Internacional del Libro de Buenos Aires es el más importante acontecimiento cultural de América Latina y, a su vez, el más importante hecho comercial para el sector no solo por la presencia del público sino por lo que significan las Jornadas Profesionales, que se realizan previa inauguración de la Feria. En dichas Jornadas se contactan libreros nacionales e internacionales y significan oportunidades concretas de realizar exportaciones. Y no quiero dejar de señalar lo que significa para el público que siempre vive la Feria como una fiesta de la cultura, el encuentro con escritores, la asistencia a conferencias, charlas y debates. Nos perdemos la fiesta de la cultura en su realización temporal habitual.

—¿Existen posibilidades de realizarla antes de fin de año? ¿Qué dificultades enfrenta la Feria para eso? —Lo estamos evaluando. Las dificultades tienen que ver principalmente con lo incierto del momento actual, que no se puede proyectar con certezas y, desde ya, con la existencia de disponibilidad física en el predio.

 —¿Cuáles son las problemáticas que más impactan en los distintos sectores que participan de la Feria?

 —El factor económico es contundente. Nos afecta a todos los que participamos como expositores, a los diferentes proveedores que con su trabajo posibilitan la realización de la Feria, logística, gastronomía, y la lista sigue. Los autores también se ven afectados porque las editoriales estamos lanzando menos novedades, ergo, se publica menos.

Y resalto la pérdida de la oportunidad para los libreros de Argentina de comprar con el programa Librero Amigo, con el 50% de descuento en los tres días de Jornadas Profesionales y gozar del envío gratuito que realiza la Fundación a sus librerías en todo el país. Beneficio que también tienen los Profesionales del exterior que nos visitan, quienes también tienen el despacho gratuito a cualquier lugar del mundo. Son 200 kilos al interior y 50 al exterior, sin cargo. Esto estaba pautado para fines de abril. Se pierde.

—¿Cuál es su visión a mediano plazo sobre el mercado del libro en el país?
—En la realidad de hoy, sería una visionaria si respondiera con algún grado de certeza. Las ventas, que venían en caída desde 2016 y que aún ni siquiera habían llegado a una meseta, se están desplomando en estos días. Solamente la garra de autores, editores, gráficos y libreros para superar la situación actual y la imprescindible ayuda que se brinde desde el sector público, nos podrá poner en pie. Se sigue trabajando fuerte, no se bajan los brazos, pero el impacto económico es brutal.n

IVA y librerías
Como ya se señaló, la librería está en un lugar económico de alto riesgo, por caso quedaron fuera de un beneficio impositivo reciente que no hace más que asfixiar sus escasos recursos. Explica la situación Joaquín Gil Paricio: “Es muy importante hacer notar la enorme injusticia por el que se ve castigado el sector librero. En diciembre en 2018, en la ley del presupuesto, se permitió a imprentas de libros, editores y distribuidores poder desgravar el Iva-Costo contra otros impuestos. Por un error de redacción, de la ley, los libreros quedaron fuera del beneficio siendo el eslabón más débil de la cadena comercial. Las Cámaras realizaron enormes esfuerzos y gestiones para su reversión y esto aún no fue posible revertirlo.”

Hace unos tres o cuatro años, Francia destinó un plan de ayuda a las librerías: desde el Estado las consideran parte capital de la cultura. Recibieron ayuda en el pago de alquileres, líneas de crédito y beneficios promocionales. La noción de esta ayuda encierra algo muy sencillo: si se protegen a las bibliotecas, ¿por qué no a las librerías? Ellas forman el lugar de formación de lectores, el de difusión de los libros, el del debate intelectual y el intercambio de ideas. Y eso, eso mejora las condiciones de existencia

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