El libro en
tiempos de coronavirus
El libro en
riesgo o el libro en crisis.
Crisis
y riesgo son dos palabras grabadas a fuego en la cultura argentina de los
últimos 20 años. En esta situación de posible confinamiento por cuarentena, la
especulación respecto al tiempo libre incluye a la lectura. Pero es atinente
preguntarse en qué condiciones se encuentra la cadena del libro argentino, para
tener en cuenta si esos libros serán posibles en un futuro cercano.
El
primer síntoma del coronavirus es la suspensión de la Feria del Libro de Buenos
Aires (ver recuadro). El segundo, la cancelación de actividades vinculadas a la
misma. Como la entrega del Premio Literario Fundación El Libro o el Festival
Internacional de Poesía. Según el organizador de éste último, el poeta Samuel
Bossini: “El esfuerzo que hace la Fundación El Libro para organizar el Festival
Internacional de Poesía no es poco. No sólo en lo económico, sobre todo
aportando hotelería y movilidad, o en la disposición de salas y en las personas
asignadas para gestionar distintas necesidades de cada poeta invitado. También
ocurre que la Fundación gestiona recursos del exterior, en lo que obtiene
resultados por la seriedad de la Feria y del Festival. Por eso vienen poetas de
Europa, Latinoamérica, Asia, del interior de nuestro país, sería imposible.” Y
agrega: “La gran pérdida es que, por el momento, no se haga. El Festival tiene
excelente asistencia de público. Las pérdidas son que los poetas invitados
tenían los días reservados para el festival –aunque ahora todo el mundo está
inmovilizado– y lo que el festival replica en otros poetas, en otros centros de
encuentro poéticos, revistas, lectores.”
Pero
existe un aspecto más crudo para el mercado del libro y es el económico. La
importancia de la Feria bien la subraya Joaquín Gil Paricio de Cúspide Libros:
“Con la Feria funcionando durante 3 de las 54 semanas del año se habla de libros
en forma permanente. Está en boca de casi todos los programas radiales, y en
tapa y lugares principales no solo de la prensa especializada sino también de
la general. Muchos visitantes ven libros o temáticas que aunque sin comprar en
el evento luego canalizan en días siguientes. Esta presencia mediática
“derrama” sobre las restantes semanas sin feria. Es muy claro que un año sin
exposición, en caso de no hacerse más adelante, será notoriamente un año más
pobre para la industria editorial.”
Respecto
a las cifras concretas, Gil Paricio nos explica: “Mi cálculo es que en la Feria
se comercializan 860.000 ejemplares. De estos calculo que solo un 30% son
ejemplares que, de alguna manera, se venden en librerias (de no haber feria),
por tanto un 70% se comercializa solamente en el evento. Son más de 600.000
ejemplares que el mercado editorial perdería de vender.” En este sentido,
Martín Gremmelspacher, presidente de la Cámara Argentina del Libro (CAL),
amplía: “La Feria del Libro generaba un negocio entre 600 y 700 millones de
pesos, eso incluye la venta a libreros y público. Será muy difícil recuperar
esas ventas, además esta suspensión también detuvo los planes editoriales. Y
con el contexto regional de paralización, también se pierden ventas al
exterior. Todavía no hicimos la evaluación del impacto, pero será terrible ya
que venimos de un 2019 con una caída en las ventas del 50%.”
Producir
un libro lleva tiempo, planificación y un gran riesgo a futuro. La situación
actual, profundiza Gremmelspacher, hace que “muchas editoriales frenen la
producción, lo que repercute en el sector gráfico (imprentas). La cadena de
pagos, que venía funcionando hasta la semana pasada, hay que ver cómo reacciona
en estos días donde la menor circulación de personas restringe la venta. La
importación de libros está frenada por que el dólar tiene un valor muy alto. Lo
mismo que el comercio exterior, por ejemplo en Perú están en cuarentena total y
no están trabajando. Ecuador, está en la misma situación, Colombia como
Argentina. El vendedor de mi editorial recientemente estuvo en Paraguay y no
pudo vender porque estaban en cuarentena.” Según Gil Paricio, la venta por los
canales habituales “están en declive con más caída en AMBA (Área Metropolitana
Buenos Aires) que en el interior. Y dentro del AMBA con descensos más graves en
el microcentro y centros comerciales. En librerías de barrio la caída no es tan
acentuada. Mientras que las ventas de libros físicos por canales electrónicos
registra interesantes aumentos en estos tres días que obviamente no compensan
la disminución expresada.”
Desde Río Tercero, Córdoba, Martín Maigua de
Editorial Nudista (nudista.com.ar), explica: “Suspendimos las presentaciones de
marzo y abril. Los nuevos libros los hemos cancelado porque esta crisis más la
pandemia es probable que rompa a los distintos miembros de la cadena del libro.
Los que vamos a sufrir más son las librerías más débiles y las editoriales que
funcionan con un capital pequeño.” Respecto a la venta y producción, agrega:
“Funcionamos en España, México y Colombia, con el sistema on-demand, vemos ahí
una disminución significativa en las ventas. Los libros que imprimimos en
Buenos Aires, a pesar de estar en Córdoba, ante una cuarentena forzosa, quedan
todos suspendidos por la imposibilidad de desplazamiento. Luego está la venta
on line de libros en formato digital, e-books, que ya no es un objetivo
económico sino una oportunidad de difusión de las obras de nuestro catálogo.
Estamos pensando en ofrecer varios libros de nuestro catálogo de manera gratuita.
Aunque con esta situación de enfermedad amenazante dudo que los lectores tengan
el ánimo, la tranquilidad, como para disponerse a leer.” Además, coinciden los
consultados en que los lectores digitales no están disponibles de manera masiva
ya que la preferencia del público sigue siendo el libro físico, en papel. Tal
vez por ello no pueden compensar por ese camino las pérdidas que se producen
por el canal clásico.
Pero
veamos el problema de las librerías, en el recuadro “IVA y Librerías”, tenemos
uno de los aspectos que más preocupan, el impositivo. El otro, es el futuro en
ciernes. Alejandro Bellotti, editor de este suplemento, se encuentra en España,
Valencia, a la espera de poder volar de regreso al país: “Aquí la cuarentena es
estricta y efectiva. Los únicos comercios abiertos son los supermercados, las
farmacias, alguna que otra tabaquería y kioscos de diarios, que también venden
libros comerciales, y no abundan como en Buenos Aires. Luego, todo lo demás,
está cerrado. Nadie puede transitar si no es para concurrir a esos lugares.
Como Argentina está replicando el tipo de medidas contra la pandemia que se
toman en España, la cuarentena obligatoria tendrá dicho formato. Además de
cerrar las librerías, a la larga también se paralizará el comercio electrónico,
cuyo eslabón en lo real es la entrega a domicilio, porque la intención
sanitaria final es que no exista el contacto físico para evitar el contagio.
Respecto al libro en Argentina, es muy probable que la cuarentena paralice la
actividad el tiempo que sea necesario para detener la propagación de la
enfermedad”.
Si
bien el presidente de la CAL destaca que “con las medidas económicas del
gobierno tratamos que impacten en nuestro sector, principalmente con los
créditos y las cargas patronales. Son medidas paliativas que ayudan pero que
son insuficientes; una Pyme de 3 a 5 empleados tiene de cargas patronales entre
$ 25.000 a $ 45.000, que es la venta de una librería, y desligarnos de dicha
obligación ayuda en un panorama tan complejo, no es una queja, porque es mejor
tener esto a no tener nada. Esperamos también que la inyección de dinero en el
mercado interno llegue al con sumo de libros”. Lamentablemente este derrame, en
pocos días, y por la urgencia sanitaria, parece que quedará como un efecto
pendiente.
Ahora,
¿cómo sobrevivirá el libro argentino a esto? La respuesta encarna en un solo
término: incertidumbre. Nadie puede dimensionar la secuela de una parálisis
prolongada de la economía argentina. Pero es claro que los eslabones más
débiles de ella (y el libro es un frágil elemento, varias veces prohibido y
quemado en la historia humana), serán los que más sufran más allá de los
enfermos. Porque la inquietud que se genera también tiene una raíz profunda en
el abandono sistemático de la lectura, la educación, la salud y la alimentación
que agudizó la crisis económica del gobierno de Macri. La pobreza no se
erradicó, tampoco las conductas de la desesperación. Por caso, Bellotti explica
que “en España existe una actitud cívica responsable por adoptar las normas
sanitarias, los habitantes respetan distancias, conductas higiénicas. Pero en
Argentina, si las fuerzas armadas y policiales toman el control de la
cuarentena, con una historia de gatillo fácil y corrupción tan generalizada,
¿qué ocurrirá con ese 40% de personas sumidas en la economía informal?
¿Acatarán las directivas cuando la preocupación de ellos es la más elemental
como el trueque para comer? Las áreas suburbanas pueden resultar un lugar
apocalíptico, como una distopía literaria que nadie imaginó”. Nos preocupamos
por el libro es cierto, pero este riesgo de darle el poder de control a fuerzas
militarizadas sin formación profesional, desprestigiadas, no hace más que
azuzar fantasmas de descontrol social. Y sabemos bien cuántas, siempre
numerosas, y quiénes son las víctimas en esas circunstancias. Hace 19 años
ocurría un estallido social, una única y pequeña guerra que vivió Argentina en
su propio territorio durante este siglo, y tal experiencia dejó una marca hasta
hoy tan indeleble como macabra. Sería más que inquietante que el próximo 24 de
marzo amanezca bajo toque de queda.
El
otro escenario, que pertenece al ámbito del libro y es más humano y que hasta
aquí no se mencionó, es el que refiere a los escritores. Por caso, dos
ejemplos. El poeta y traductor Jorge Aulicino anunció lo siguiente en Facebook:
“Yo haría un taller literario virtual para pasar la cuarentena. Que va a durar
quién sabe cuánto, porque véase que no harán la Feria del Libro en abril ni uno
de los principales festivales de poesía, en junio... Ah el invierno, la soledad
y las “hadas de los leños”... aunque leños, lo que se dice leños aquí no haya.
Daría un taller, pero no soy muy sabio y, por lo demás, no tengo modo de
cobrar, sin contar que el dinero es transmisor del virus. (…) Descartado el
taller, que a lo sumo daría por resultado un Decamerón defectuoso, procederé a
publicar una antología personal, totalmente gratuita, de los poemas que le
inferí o intenté inferir al mundo desde mi más tierna edad…” En paralelo y por
el mismo medio, Ariel Dilon, escritor y traductor, anuncia un cambio en su plan
de enseñanza y lanza su Taller Virtual de Escritura ( HYPERLINK
“mailto:arieldilon@gmail.com” arieldilon@gmail.com), bajo la siguientes
consignas: “Más que nunca, en tiempos de desventura y de amenaza, importa hacer
lo que nos gusta, lo que nos convoca, lo que nos provoca. Ayer, como quien pasa
a la clandestinidad, nuestro taller literario se volvió taller online: guerra
de guerrillas contra el derrotismo y el tedio. Hay vacantes y entusiasmo.”
Si
los libros quedan paralizados en su circulación, existen muchos más talleres,
ofertas on line, libros digitales gratis, y el lector sabrá utilizar su tiempo
de cuarentena para explorar en la web. O puede iniciar la lectura de un libro
de Thomas Pynchon, como Mason & Dixon, donde hacia la página noventa, creo
no equivocarme, un perro comienza a hablar y los personajes lo incorporan a la
ficción con la misma naturalidad con que aceptaremos el encierro.
Sin Feria y sin
libros
Respecto
a la Feria del Libro de este año, PERFIL dialogó con María Teresa Carbano,
presidenta de la Fundación El Libro.
—Más
allá del comunicado de suspendiendo la Feria del Libro, ¿cómo impacta esta
decisión de fuerza mayor en el sector?
—Es un fuerte golpe para un sector en estado crítico.
La Feria Internacional del Libro de Buenos Aires es el más importante
acontecimiento cultural de América Latina y, a su vez, el más importante hecho
comercial para el sector no solo por la presencia del público sino por lo que
significan las Jornadas Profesionales, que se realizan previa inauguración de
la Feria. En dichas Jornadas se contactan libreros nacionales e internacionales
y significan oportunidades concretas de realizar exportaciones. Y no quiero
dejar de señalar lo que significa para el público que siempre vive la Feria
como una fiesta de la cultura, el encuentro con escritores, la asistencia a
conferencias, charlas y debates. Nos perdemos la fiesta de la cultura en su
realización temporal habitual.
—¿Existen
posibilidades de realizarla antes de fin de año? ¿Qué dificultades enfrenta la
Feria para eso? —Lo estamos evaluando. Las dificultades tienen que ver
principalmente con lo incierto del momento actual, que no se puede proyectar
con certezas y, desde ya, con la existencia de disponibilidad física en el
predio.
—¿Cuáles son las problemáticas que más
impactan en los distintos sectores que participan de la Feria?
—El factor económico es contundente. Nos
afecta a todos los que participamos como expositores, a los diferentes
proveedores que con su trabajo posibilitan la realización de la Feria,
logística, gastronomía, y la lista sigue. Los autores también se ven afectados
porque las editoriales estamos lanzando menos novedades, ergo, se publica
menos.
Y
resalto la pérdida de la oportunidad para los libreros de Argentina de comprar
con el programa Librero Amigo, con el 50% de descuento en los tres días de
Jornadas Profesionales y gozar del envío gratuito que realiza la Fundación a
sus librerías en todo el país. Beneficio que también tienen los Profesionales
del exterior que nos visitan, quienes también tienen el despacho gratuito a
cualquier lugar del mundo. Son 200 kilos al interior y 50 al exterior, sin
cargo. Esto estaba pautado para fines de abril. Se pierde.
—¿Cuál es su
visión a mediano plazo sobre el mercado del libro en el país?
—En
la realidad de hoy, sería una visionaria si respondiera con algún grado de
certeza. Las ventas, que venían en caída desde 2016 y que aún ni siquiera
habían llegado a una meseta, se están desplomando en estos días. Solamente la
garra de autores, editores, gráficos y libreros para superar la situación
actual y la imprescindible ayuda que se brinde desde el sector público, nos
podrá poner en pie. Se sigue trabajando fuerte, no se bajan los brazos, pero el
impacto económico es brutal.n
IVA y librerías
Como
ya se señaló, la librería está en un lugar económico de alto riesgo, por caso
quedaron fuera de un beneficio impositivo reciente que no hace más que asfixiar
sus escasos recursos. Explica la situación Joaquín Gil Paricio: “Es muy
importante hacer notar la enorme injusticia por el que se ve castigado el
sector librero. En diciembre en 2018, en la ley del presupuesto, se permitió a
imprentas de libros, editores y distribuidores poder desgravar el Iva-Costo
contra otros impuestos. Por un error de redacción, de la ley, los libreros
quedaron fuera del beneficio siendo el eslabón más débil de la cadena
comercial. Las Cámaras realizaron enormes esfuerzos y gestiones para su
reversión y esto aún no fue posible revertirlo.”
Hace
unos tres o cuatro años, Francia destinó un plan de ayuda a las librerías:
desde el Estado las consideran parte capital de la cultura. Recibieron ayuda en
el pago de alquileres, líneas de crédito y beneficios promocionales. La noción
de esta ayuda encierra algo muy sencillo: si se protegen a las bibliotecas,
¿por qué no a las librerías? Ellas forman el lugar de formación de lectores, el
de difusión de los libros, el del debate intelectual y el intercambio de ideas.
Y eso, eso mejora las condiciones de existencia
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