En este momento estoy traduciendo y anotando una versión de Bouvard y Pécuchet para Eterna Cadencia. Ya promediando la tarea, mi trabajo se empieza a centrar en las bibliografías. Descubro entonces que, entre otras ediciones, hay una edición de este libro publicada por el C.E.A.L., en Argentina, con estos datos:
Gustave Flaubert. Bouvard y Pécuchet, traducción de Abel Dubois, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1980.
Busqué los datos de “Abel Dubois” y todo indica que ésa es su única traducción, por lo que sospecho que ese traductor nunca existió, y que la versión en cuestión fue “fusilada” de alguna previa. La práctica no es exclusiva de Argentina: ahí están Bruguera y Edhasa, en España, para mencionar apenas otros dos ejemplos.
Para aumentar mis sospechas, descubro que “Abel Dubois" aparece en una entrada diferente, en la que se habla de Historia funambulesca del profesor Landormy, una extraordinaria novela del escritor argentino Arturo Cancela, originalmente publicada en 1944 y vuelta a publicar por el C.E.A.L., con prólogo de Jorge B. Rivera, en 1982. No se me escapa que Cancela nombra a su personaje Abel Dubois Landormy, a partir de una homofonía con “La belle du bois endormie” (“La bella durmiente del bosque”).
Ahora bien, todo el mundo sabe que, luego de encargar en sus comienzos traducciones originales, en la década de 1980, acaso para abaratar costos, fue práctica común del C.E.A.L. partir de traducciones ya existentes, alterar algunas de las palabras que presentaban recurriendo a la sinonimia y atribuirlas a traductores ficticios. Es, seguramente, lo que pasó con esa edición de Bouvard y Pécuchet. Cabe entonces preguntarse cuál fue la traducción de la que se partió.
Hasta ese entonces, en la Argentina había dos traducciones disponibles de Bouvard y Pécuchet.
Una es la de Valentín de Pedro (1866-1966), de quien encontré esta noticia biográfica en el portal de la editorial Renacimiento: “Valentín de Pedro (Tucumán, 1896-Buenos Aires, 1966) fue periodista, novelista, autor de piezas teatrales, ensayista y poeta ocasional. Vivió en Madrid desde finales de la década de 1910 hasta 1941, año este en que pudo regresar a su país natal tras sufrir los desmanes y secuelas de la Guerra Civil. Fue testigo en primera persona de la resistencia de las milicias republicanas ante el asedio de la capital española por parte de las tropas de Franco y del triunfo de estas sobre Madrid a fines de marzo de 1939. Dadas su afiliación a la CNT y sus diatribas en contra de la rebelión militar publicadas en diarios confederados como El Sindicalista, CNT o Castilla Libre, el autor es apresado en abril del 39 y conducido primero a la cárcel de Las Salesas y luego a la galería de condenados a muerte de la temida prisión de Porlier, donde pasa varios meses. Allí vivirá días amargos en medio de un clima de miseria y desolación tremebundos, y coincidirá con una serie de personalidades del ámbito político, literario y periodístico que conformaban una parte importante de la intelectualidad española de entonces. A su regreso a la Argentina, el escritor se da a la tarea de dejar constancia de sus vivencias de la guerra y de su paso por las cárceles de Franco”.
La otra es la de Aurora Bernárdez (1920-2014), argentina radicada en Francia, con quien cené dos veces: una en la casa de Arnaldo y Monique Calveyra, y otra en casa de ella con los Calveyra y los Yurkievich. Hermana de Francisco Luis Bernárdez y primera esposa de Julio Cortázar, fue traductora de un gran número de autores de lengua inglesa, francesa e italiana y algunas de sus traducciones, como las de Lawrence Durrell e Italo Calvino, se consideran canónicas. Las versiones de Bouvard y Pécuchet, de uno y otra se publicaron por primera vez en Buenos Aires, en 1946.
Estos son los datos técnicos de ambas:
Gustave Flaubert. Bouvard y Pécuchet, traducción de Valentín de Pedro, prólogo de Jacinto Grau, Buenos Aires, Editorial Corinto, 1946.
Gustave Flaubert. Bouvard y Pécuchet, traducción de Aurora Bernárdez, nota preliminar de Domenico Angelini, Buenos Aires, Emecé, 1946 / también en Novelas completas, Buenos Aires, El Ateneo, 1954 / Barcelona, Barral Editores, 1973 / Barcelona, Tusquets, 1999 / Barcelona, Planeta, 2008 / Buenos Aires, El Cuenco de Plata, 2016.
Como puede leerse, la edición de Aurora Bernárdez fue republicada varias veces tanto en la Argentina como en España. Sin embargo, llama la atención que, incluso en sus dos primeras ediciones argentinas, presentara un léxico del todo ajeno a la variante de nuestro castellano. Por caso, donde un argentino hubiera puesto “triste” o “melancólico”, Bernárdez traduce “mohíno”. Y lo mismo pasa a lo largo de todo el volumen.
Tal vez no deba extrañar porque, en esos años, una parte importante de la producción de libros argentinos se exportaba a España, política, económica y culturalmente devastada por el ascenso del fascismo.
En el caso de Emecé, con dueños españoles, el negocio funcionaba muy bien porque se controlaba ya desde origen que nuestra manera de considerar la lengua no chocara con la manera en que la consideraban los españoles. Si no, el negocio no cerraba.
Lo curioso es que cuando uno compara esas versiones “argentinas” con las que se publicaron en España, observa que alguien juzgó que el castellano al que habían sido traducidas no era todo lo español que debiera haber sido, de modo que en España se españolizaron aún más. Y como el tránsito incluyó al menos tres sellos españoles, de uno a otro, acaso sabiendo que Aurora Bernárdez era argentina, le fueron agregando más salero e hispanidad.
El destino quiso que esa versión terminara en el grotesco de ser publicada en Argentina en 2016, con "prólogo" de Jorge Luis Borges (que en realidad es el artículo "Vindicación de Bouvard y Pécuchet", publicado en Discusión, de 1932). La acumulación de nombres ilustres, sin embargo, no sirve para ocultar que se trata de una reproducción de una versión española, sin que mediara corrección de estilo alguno. Así, la edición que ofrece y promociona El Cuenco de Plata es una versión muy española de una traductora argentina.
Pero no hace falta llegar tan lejos. Volviendo más atrás, una comparación superficial permite afirmar que la edición del C.E.A.L. de Bouvard y Pécuchet, con supuesta traducción de Abel Dubois es la edición algo argentinizada de la traducción española de Aurora Bernárdez, lo que constituye algo así como un ejercicio de justicia poética. Tal vez, a Flaubert, esta historia disparatada le habría encantado.
Jorge Fondebrider
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