“La edición artesanal no es sólo un trabajo, la otra mitad es siempre una aventura”
En un llamado a considerar la producción de textos desde una concepción más amplia y a repensar la publicación, el escritor y editor platense Eric Schierloh invita en La escritura aumentada a que los autores y editores salgan del rol pasivo que les depara el sistema de edición industrial y defiende una forma artesanal de publicar, “más horizontal y menos ligada al fenómeno y la espectacularidad”.
“Ni toda la lectura pasa por la propaganda de los suplementos culturales ni todos los libros necesitan estar en librerías; hay un montón de fisuras en las que aparecen lecturas nuevas y libros completamente diferentes, muchos de ellos imposibles de publicar por el sistema industrial”, advierte Schierloh durante la charla con Télam desde su óptica múltiple de escritor, traductor y editor.
Publicó M, Maotouying y China ya no los quiere, y dirige Barba de Abejas, una editorial artesanal que también es taller tipográfico. En La escritura aumentada sostiene que la producción de textos es una práctica diferente a la de la literatura en el contexto de la industria editorial actual y que está más cerca, en cambio, de la llamada edición artesanal y de la producción y manufactura de soportes materiales.
–¿Cómo nació La escritura aumentada y su propio sistema de escritura? ¿Qué tanto pudiste aumentar la escritura de tu propio libro?
–Hace 3 o 4 años empecé a escribir unos textos algo teóricos sobre edición, traducción, escritura y también sobre ciertos problemas del campo de la edición como los premios, los derechos, las leyes, y las políticas editoriales. En algún momento de 2020 me pareció que ahí había una serie y que esos textos juntos estaban diciendo algo más poderoso de lo que cada uno pudiera estar planteando por separado. Entonces empecé a escribir el libro con todos esos materiales (en especial el texto que da título al libro). En cuanto a la escritura aumentada como sistema, o la edición artesanal, en retrospectiva diría que nació en el momento en que escritura y traducción dieron paso a la edición, impresión y encuadernación de publicaciones y eso fue en 2010. ¿Qué tanto pude aumentar la escritura del libro? Bueno, tiene dos ediciones dentro de la edición independiente, la nacional de Eterna Cadencia y la chilena de MIMESIS, y pronto una artesanal de Barba de Abejas, en la que, como siempre, el diseño, la impresión y la encuadernación están hechos en el taller editorial.
–¿Para que los escritores puedan ejercer la “escritura aumentada” deben ganar nuevas competencias?
–Seguro. En principio, diseñar e imprimir publicaciones más allá de un original; después, ampliar el proyecto de autopublicación, mediante la edición, al de un catálogo editorial más orgánico; por último, distribuir en la pequeña comunidad de la edición artesanal y el arte gráfico/impreso (y para eso hay que conocerlo bien, frecuentarlo, interactuar). Es mucho más gratificante que el sistema industrial de publicación (donde la mayoría sólo podemos ser escritores de textos-productores de contenido, digamos-, esperar sus largos tiempos y sucumbir a las expectativas que todo eso genera) y además da un dinero modesto con el que se puede diseñar, sin embargo, una vida junto a la publicación.
–¿Por qué comparás a la edición artesanal con una guerrilla?
–Porque intenta cuestionar desde el hacer, y de manera algo clandestina, ciertos protocolos y políticas del sistema industrial de publicación: la obligatoriedad del ISBN y el depósito legal, el arancelamiento del dominio público que hace el FNA mediante la figura (ridícula) del Dominio Público Pagante (con una ley, además, sancionada durante la última dictadura cívico-militar), las condiciones inherentemente hostiles del circuito tradicional de distribución y venta para las producciones no-industriales, los derechos de autor y de traducción (y el conflicto implícito que presenta esa concepción vetusta de la creación en términos de originalidad y propiedad privada exclusiva respecto del acceso a la cultura, por ejemplo). Traducir una obra sin los derechos también puede entenderse como una forma de cuestionar toda una idea de la industria de la cultura, muy ligada a la versión estandarizada de una de las variantes del español (la hecha en España, claro). En un sistema que trabaja todo el tiempo la especialización del trabajo, la escisión entre las diversas áreas de la producción editorial y la intermediación, la edición artesanal propone hacer en y con la comunidad de semejantes, mediante la figura de talleres, ferias y el contacto directo con los lectores. Para mí hay algo de guerrilla ahí, sin dudas.
–En el libro explicás los motivos por los cuales conviene no desestimar el aura de la edición independiente más allá de las críticas que se le pueda hacer al sector. ¿Qué rol creés que juegan hoy en el mercado editorial nacional?
–Cierta edición independiente todavía sigue enfrentando las consecuencias del proceso de concentración editorial y proponiendo una forma artesanal de publicar, más horizontal y menos ligada al fenómeno y la espectacularidad. Lo más interesante (y acá interesante quiere decir que hay lugar para el riesgo, lo inesperado y el descubrimiento) de la edición ocurre en la edición independiente. En este sentido, la edición artesanal es una aliada natural suya, hay algo de su mecánica a pequeña escala que todavía funciona ahí. El problema es cuando la edición independiente deja de ser también una forma de pensar la edición y de discutir el presente y se aleja hacia el mero negocio que aspira a crecer indefinidamente y sin que importe el costo. En cuanto a la diversidad material de las publicaciones y el diseño de nuevas estrategias y economías para las publicaciones y los autores y autoras, bueno, ahí es donde siento que la edición independiente (con pocas excepciones notables) claudica frente a los mecanismos y procesos típicamente industriales.
–Sostenés que la edición artesanal es una aliada natural de la edición independiente. ¿Qué tradición, rutinas o saberes crees que puede aportarle?
–La edición artesanal es una aliada natural de la edición independiente porque ambos son modelos artesanales de edición. La edición independiente edita en la pausa, con el tiempo de su lado, seleccionado muy bien los materiales para conformar su catálogo e identidad; además, distribuye, en general, de manera más cercana a la comunidad de lectores. La edición artesanal, por su parte, le agrega el cuerpo, el trabajo de manufactura de las publicaciones en el espacio de taller.
–¿Por qué crees que el perfil artesanal y familiar le permite a la edición independiente convertirse en una verdadera alternativa a la lógica hegemónica del libro de masas?
–Primero porque propone una forma diferente de estar en el ecosistema del libro (cuidando el vínculo con los autores y las autoras, no saldando ni destruyendo ejemplares de una tirada, tampoco depreciando la propia marca y el catálogo, etc.). Y después porque hay muchos lectores para los que un texto no es necesariamente lo central de una publicación; quizás lo son en igual medida la diversidad material (su pregnancia frente a la estandarización de los libros), las condiciones de circulación, la idea de proyecto editorial ligado a un artista o taller, el contacto más estrecho entre productores editoriales y lectores. Es evidente que ni toda la lectura pasa por la propaganda de los suplementos culturales ni todos los libros necesitan estar en librerías; hay un montón de fisuras en las que aparecen lecturas nuevas y libros completamente diferentes, muchos de ellos imposibles de publicar por el sistema industrial.
–Sostenés que la edición artesanal “es la publicación de los textos con los cuerpos”. ¿Qué rol juega el cuerpo en la publicación?
–Uno central. Para empezar, se pasa del mero ejercicio de los dedos para escribir a la serie de oficios para la manufactura total del libro (montaje de taller, impresión, encuadernación, publicación, distribución independiente a mano) que requiere, literalmente, de todo el cuerpo (y también del tiempo). La edición artesanal nunca es sólo un trabajo (como tampoco lo es la escritura); la otra mitad es siempre una aventura, y una no monetizable.
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