viernes, 13 de septiembre de 2024

La pesadilla que ya llega

Detrás del optimismo pedorro de los defensores de la Inteligencia Artificial, se esconde un monstruo al que, mediante un eufemismo, se denomina "desplazamiento de labores profesionales". Es lo que se infiere de esta charla entre Daniel Benchimol y Jorge Carrión, que tuvo lugar en el marco de la Feria Internacional del Libro de las Universitarias y los Universitarios, actividad realizada organizada por Cultura UNAM, en México. El resumen fue publicado por Ricardo Quiroga, el pasado 3 de septiembre, en El Economista.

Las IA’s revolucionarán la industria editorial

“La industria editorial siempre fue pionera en innovación. Muchas de las revoluciones que generó terminaron sumándose a otras áreas. Sin embargo, también es cierto que en los últimos años la industria editorial se ha ido rezagando, la hemos visto mucho más reticente (a los saltos tecnológicos). Las empresas tecnológicas han impuesto la hoja de ruta y el sector editorial ha enfrentado los dilemas de adaptación. Y ahora nos encontramos con la irrupción de las inteligencias artificiales”.

Son palabras de Daniel Benchimol, consultor y especialista en medios digitales y transformación en la industria editorial, director de la consultora Proyecto451, dedicada a coadyuvar con editoriales, librerías y autores en la transición al mundo digital e implementación de soluciones tecnológicas.

El Economista conversó con el especialista argentino en el marco de la Feria Internacional del Libro de las Universitarias y los Universitarios (FILUNI), organizado por Cultura UNAM, donde participó en la mesa “Inteligencias artificiales, conversaciones reales. La lectura en tiempos de deep learning”, junto con el escritor Jorge Carrión, y también impartió la conferencia “Imaginar y editorializar con IA para el comercio del libro”.

¿Abrazar o no las IA’s en el proceso editorial?
Primero, lo evidente: este brinco tecnológico, responde, “claramente va a afectar en todos los procesos de producción de los contenidos editoriales, en cada una de sus etapas y eslabones, empezando por la concepción de un producto editorial, esto es: el trabajo del autor y de los profesionales involucrados en la edición (editoras, correctores, ilustradoras, traductores, diseñadoras, etcétera). Se quiera o no se quiera, con mayor o menor resistencia, esto va suceder”.

Comenta que estas innovaciones tecnológicas prometen a la cadena del libro un remedio frente a muchos de los desafíos históricos, “porque es un sector que, en general, produce libros de una manera bastante ineficiente, con sobrecostos, y creo que las inteligencias artificiales proponen una solución. Y sí, también suponen problemas e inconvenientes, pero definitivamente anticipan un cambio rotundo”.

Los beneficios y las preocupaciones
El gremio editorial en lo general está interesado en la implementación de estas tecnologías, asegura el especialista, sobre todo en términos de optimización de los procesos, el abaratamiento de la producción de libros y en la sectorización más acertada del mercado según los contenidos y temas, puesto que, menciona, “históricamente, la producción del libro ha sido en cierta medida azarosa”.

Otro aspecto positivo es la facilidad para adaptar los contenidos editoriales a cualquier idioma o bien al formato de audio. “Ambos son procesos en los que el sector se había movido muy lento por los altos costos que representaban. Y en ambos aspectos, las IA’s tienen mucho que decir. Tengo la percepción de que no en mucho tiempo vamos a poder leer los libros en la lengua que queramos con una fidelidad muy similar a las producciones tradicionales, lo mismo que la adaptación al formato de audio”.

Otro aspecto muy positivo, subraya, tiene que ver con la accesibilidad, “es decir, por ejemplo, que cualquier persona que tenga alguna discapacidad podrá tener acceso a todos los contenidos gracias a la habilidad de las IA’s sin mayores barreras”.

En contraparte, comenta, los profesionales del libro, como editores, traductores, ilustradores, correctores, entre otros, tienen una profunda preocupación dada la factibilidad de que las IA’s desplacen sus tareas.

“También hay una limitante muy concreta en el impacto sobre la propiedad intelectual. Ese es uno de los temas más relevantes, aunque ahora mismo, por contrato, muchos sellos editoriales no pueden usar las IA’s”. Y preocupa que la implementación de lleno de estas tecnologías podría derivar en una sobreproducción de contenidos

La implementación es inminente, pero debe regularse
Benchimol explica que la transformación más evidente de este paradigma será en la lectura, en “cómo el público pueda acceder a los contenidos e incluso la facilidad de producir el contenido que quiera leer, porque no sólo se trata de que un autor escriba una obra usando una IA, sino que un lector pueda crear el libro que quiere leer. Ése, me parece, es el momento más potente que pueden ofrecernos las IA’s: que un niño pueda leer una historia creada en tiempo real con base en los personajes y las ideas que tiene, que un adulto pueda leer un texto más preciso que lo ayude a desarrollarse profesionalmente o para para resolver un problema sentimental, por ejemplo”.

Sin embargo, puntualiza, esta revolución no supone el desplazamiento de la creación literaria desde la irremplazable sensibilidad humana. En todo caso habría una convivencia de ambos procesos creativos.

“No tiene demasiado sentido oponerse a estos cambios”, advierte. “Pero sí hay que señalar las preocupaciones del caso, buscar las regulaciones necesarias, señalar los sesgos, por ejemplo, en el aprendizaje de las IA’s a partir de los contenidos sesgados de la humanidad. También sabemos lo que puede implicar en términos de desinformación, que no tengamos la capacidad de discernir entre lo que es fehaciente y lo que no. Por todo esto, se requiere un nuevo pacto social. Sucede que es todavía un escenario tan inestable y abrupto que genera incertidumbre. No va a ser fácil, pero, sin duda, reitero, se requiere una suerte de nuevo pacto social. Y es un tema global”.

Por otro lado, en materia regulatoria, una evolución tecnológica de tal magnitud confirma que “siempre iremos detrás de los avances”.

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