El poeta, ensayista y traductor Jorge Aulicino escribió para este blog la siguiente columna que incluye una reflexión sobre los desmanes que la Inteligencia Artificial nos augura. La reproducimos a continuación.
Sobre porno coreano, suegras, traducción e inteligencia artificial
Una nota en el periódico Hankyoreh, de Corea del Sur, reveló que una red de grupos de Telegram compartía fotos pornográficas, con este detalle: eran de mujeres conocidas por los miembros de esos grupos... La nota de la periodista Ko Narin fue citada el domingo 15 por Tomás Balmaceda en la revista Viva, del diario Clarín, de Buenos Aires. Revela –además de la red– la posibilidad de convertir fotos convencionales en fotos pornográficas en cuestión de segundos, mediante "inteligencia artificial generativa". Este tipo de pornografía en la que uno puede ver desnuda y en actitudes porno a su suegra, llegado el caso, siempre que se disponga de una foto original de la deseada o deseado, ya tiene nombre: se la llama pornografía deepfake (en este caso la "inteligencia artificial" no fue usada para indagar la etimología).
No voy a entrar aquí en el juicio moral de la llamada IA, mi propósito es sólo señalar que el mismo procedimiento se puede aplicar y se aplica, ya lo sabemos, a distintos modos de arte y a la creación de textos, incluidas las traducciones literarias, por ahora de modo "experimental", con las consecuencias del caso. Un amigo ducho en tecnología digital me aclaró que realmente la "inteligencia artificial" puede elegir los términos de una traducción teniendo en cuenta el contexto, el "tono" general del discurso, el nivel de lenguaje e incluso el "código" o colección de términos propios de un autor. Los traductores son lo más fácilmente reemplazables por la IA, dijo el amigo, mirando el horizonte. En las tareas prácticas, en las que incluyó la traducción, la IA es imbatible. Los traductores caerán en el olvido, igual que los mineros, los operadores de grúas, los trabajadores de las cadenas de producción de todas las industrias, los cajeros de supermercados, y, con el tiempo –pero no mucho– los conductores de taxis, colectivos, ómnibus de larga distancia, trenes, subtes, aviones, motos de mensajería, etc.
Creo que la creación de fotos porno con rostros conocidos también da fin a la fotografía, que, como la traducción y la poesía en general, tiene por utópico fin dar cuenta exacta del modelo –sea éste real o ideal–, contra todas las perturbaciones de la "subjetividad", a veces, y otras con ellas como aliadas. Antes de que la "inteligencia artificial" produzca un mundo artificial, creo que vale la pena preguntar y demandar qué piensa hacer el sistema global –dominado hace rato por las grandes empresas tecnológicas– con millones de desocupados en todo el mundo, cómo se "recompondrá" el sistema, y cuántas vidas y penurias costará, antes de palmotear como idiotas por la novedad... La "inteligencia artificial" crea también brillos y caramelos.
Los consumidores coreanos de pornografía deepfake no se preocupan por tales cosas. Han aceptado, seguramente con placer, la artificialidad del nuevo mundo. Además, aquellos que desean a sus vecinas, esposas de conocidos o compañeras de colegio de sus hijas o hijos, ya no tienen que hacer un esfuerzo de imaginación para excitarse. Es posible que gran parte del mundo acepte el mundo artificial. Es cómodo, es placentero, no importa si la vecina jamás ejercitó esas poses, o si el autor traducido escribió lo que la IA nos dice que escribió: no habrá nada "más allá del principio del placer".
Porca miseria
ResponderEliminarSiempre es placentero leerlo a Jorge, ya sea en sus poemas o en sus bellas traducciones, y esta vez sumo un tema que a muchos nos preocupa (o nos irrita) y lo hizo con mucha claridad y se lo agradezco.
ResponderEliminarMuy buen articjulo
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