viernes, 30 de agosto de 2013

¿Cambios profundos en el mundo editorial contemporáneo?

Gustavo Valle mira como desconfiando
“Asfixiadas por un entorno editorial donde las trasnacionales imponen sus reglas de uso y abuso, perviven casas editoras que continúan una prestigiosa tradición: la edición independiente”: tal es la bajada del artículo que el escritor y periodista venezolano Gustavo Valle publicó en el diario Perfil el 18 de agosto pasado.

Vigencia de la editorial independiente

No es un secreto que los grandes sellos editoriales transnacionales se encuentran en una coyuntura compleja, asediados por múltiples variables que han impactado en sus negocios. La crisis financiera de 2008, la actual crisis en España y la particular crisis del libro como producto cultural colocan a los grandes grupos editoriales ante la necesidad de rever sus objetivos, achicar o eliminar áreas de interés, disminuir sus producciones y tirajes y, en algunos casos, como el del Grupo Editorial Norma, prescindir de sus colecciones de ficción y no ficción para adultos, de modo de concentrar esfuerzos en producciones más rentables como las de los libros de texto o de literatura infantil y juvenil. Para sobrevivir, muchos sellos han sido vendidos o negociados a grandes grupos que han dejado de ser exclusivamente empresas editoriales para convertirse en multimedios. La actual alianza entre Penguin y Random House es el último eslabón de este negocio en su etapa de cambios y desafíos.

Más allá de estas circunstancias, que inciden más en la reingeniería que en la literatura, los tiempos de los best sellers literarios y los millonarios tirajes, salvo escasas excepciones, parecen haber pasado. “Los grandes grupos transnacionales –opina Juan Casamayor, editor español del sello independiente Páginas de Espuma– están sufriendo la crisis económica coyuntural y, de telón de fondo, la crisis del paradigma del libro que viene rompiéndose desde hace una década”. En efecto, a la ya devaluada economía mundial se agrega la crisis del objeto libro como producto cultural en un mercado que no ha parado de diversificar sus opciones de entretenimiento. El libro está librando una gran batalla, en la que se incluyen mutaciones constantes o reacomodos para sobrevivir como propuesta cultural ante la avalancha de otros soportes tecnológicos o masivos. Adicionalmente, los grandes sellos, al ser grandes empresas, están sujetos a macroestructuras, exigencias organizativas o compromisos laborales que los hacen más pesados (quizá también más sólidos) y por tanto menos flexibles.

Ante el espacio inevitablemente cedido por estos grandes sellos, las pequeñas editoriales o editoriales autogestionadas o independientes o alternativas, o simplemente nuevas editoriales, han visto una gran oportunidad y en poco menos de una década vienen ocupando un espacio que años atrás era impensable. La editora argentina Viviana Paletta, radicada en España, piensa que “siempre es oportuno el ámbito editorial para proyectos alternativos a la edición generalizada, por abrir el campo, lograr la divulgación de otras voces y otras líneas estéticas, de reflexión, de búsqueda, quizá no masivas pero necesarias, incluso imprescindibles, para un mundo cultural que goce de buena salud”.

En Argentina es muy notorio el crecimiento de estos emprendimientos. Desde las más consolidadas, como Adriana Hidalgo, Eterna Cadencia, Entropía, Interzona, El Cuenco de Plata, Mansalva, Mardulce o Milena Caserola. U otras más chicas: Excursiones, Conejos, Fiordo, WuWei o El 8vo Loco. O incluso artesanales, como La Funesiana, La Vaca Mariposa y la pionera y de proyección continental Eloísa Cartonera. Las hay, pues, medianas, chicas, diminutas y artesanales. La diversidad es enorme y el número también. Sólo en el registro de 2012 de editoriales independientes del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires aparecen 138 sellos independientes.

Pero algo muy similar está ocurriendo en España, en México, en Uruguay o en Venezuela. Cuando los grandes sellos tenían por principio acotar la distribución de sus libros según la región y cada sucursal operaba como un mercado completamente aislado, hoy no es raro ver en las mesas de novedades de Buenos Aires títulos del sello Hum de Montevideo, Sexto Piso y Almadía de México, Páginas de Espuma, Periférica, 451 Editores y Candaya de España o Puntocero de Venezuela. Lo mismo ocurre en ciudades como Madrid o Barcelona, donde muchos de estos sellos latinoamericanos viajan (como productos de exportación o en valijas de amigos), se distribuyen (a mediana y pequeña escala) y venden en las librerías de la península.

El lamentable desconocimiento de nuestras propias literaturas regionales está siendo poco a poco cubierto desde la periferia (también desde la web, cierto) a puro pulmón, por estos sellos emergentes. Por supuesto, no es un camino fácil y la oportunidad está acompañada de enormes dificultades. Julián Rodríguez, editor de la española Periférica, cree que “una editorial independiente puede sostenerse, aunque no sea del todo cierto, con el apoyo de unos pocos y fieles lectores. ¿Su debilidad? La falta (no en todos los casos) de un emporio financiero detrás”. A falta de esa solidez financiera, estos sellos se ven obligados a reducidos recursos humanos, que en muchos casos deben convertirse en auténticos pulpos para asumir los numerosos aspectos relativos a la producción. Pero “la principal debilidad –aporta Felipe Rosete, de la mexicana Sexto Piso– es el ensimismamiento de algunos proyectos en el discurso de que ‘no hay dinero’, de que ‘todo es muy difícil’. Vivir en ese discurso mata todo proyecto independiente. En enfrentar esas dificultades y saber sortearlas radica la gran valía de un proyecto editorial independiente. Y esa valía indudablemente es reconocida y retribuida por los lectores”.

La estrecha relación con los lectores quizá sea producto de la estrecha relación entre editor y autor. Por supuesto, hay excepciones, pero la editorial pequeña o independiente hace del vínculo con el autor uno de sus motores de trabajo. Esto no sólo se reduce a la relación personal sino al tratamiento del libro, y por tanto al producto literario que se ofrece al público. La editorial pequeña cuenta con el autor como un miembro activo de la producción editorial y no es infrecuente que éste acompañe de cerca, opine o incluso ofrezca soluciones a cada una de las etapas de producción.

Las nuevas tecnologías también han sido fundamentales para llevar a cabo las tareas de sustentación de los proyectos independientes; el trabajo de promoción a través de las redes sociales, las páginas web y blogs de apoyo, y la búsqueda de financiamiento colectivo a través de herramientas como crowfounding o crowsourcing. Esto, sin mencionar las políticas de coedición y cofinanciamiento para las que estas editoriales siempre están dispuestas. No es raro ver en los créditos de muchos de estos sellos el logo de alguna institución pública y también el testimonio de alianzas con programas de traducción o divulgación de la literatura de otros países.

Adicionalmente, se advierte un trato distinto de parte de los suplementos culturales de los diarios de mayor circulación. Hasta hace poco, era casi imposible que una editorial chica consiguiera ser reseñada en los grandes medios; sus desplazamientos parecían restringidos sólo a circuitos de su propia área de influencia. Todavía falta mucho, es cierto, pero cada vez es más frecuente que críticos y reseñistas se ocupen de libros cuyo tiraje y distribución aún son precarios. Esto prueba la inocultable presencia y prestigio ganado de parte de estos sellos en la conformación del universo cultural actual. En lo relativo a la literatura de ficción, pareciera que los sellos independientes atienden propuestas estéticas que corren al margen de los “tanques” literarios que suelen elevarse en las torres que coronan las entradas de las grandes librerías. Autores como los uruguayos Gustavo Espinosa o Ercole Lissardi y los mexicanos Yuri Herrera o Juan Villoro publican, si no toda, buena parte de su obra en sellos independientes.

Sería absurdo eludir que muchas grandes firmas publican sus libros en editoriales transnacionales. De otra forma, no llegarían a nuestras manos Vila-Matas, Doris Lessing, Pedro Lemebel o J.M. Coetzee. Además, algunos grandes sellos han comenzado a publicar autores emergentes. Al respecto, Felipe Rosete, advierte: “Creo que es infructuoso caer en discursos maniqueos que sacralizan lo independiente y demonizan todo lo que hacen los grandes grupos. Estos, a través de sus distintos sellos, siguen conservando a grandísimos escritores. El problema es que la buena literatura no es su prioridad y que se pierde entre todo lo demás. Quizá lo que pasa es que al publicar menos, al ser más cuidadosas y selectivas con su trabajo y con su catálogo, las independientes (algunas, no todas) tienen hoy más ‘prestigio’ que las otras. Es decir, hay más ‘respeto’ y ‘simpatía’ hacia ellas porque se sabe que las cosas se hacen asumiendo riesgos, con un criterio literario y en condiciones adversas. Pero eso no exime al editor independiente de resbalar y cometer errores”.

El respeto que se han ganado no es poco y quizás esté asociado con la creación de nuevos lectores y nuevas formas de lectura y no sólo de nuevos libros para lectores ya ganados. La apuesta de muchas pequeñas editoriales latinoamericanas tiene que ver con los modos de lectura y la manera en que se interviene, en definitiva, en la conformación (y modificación) de un canon. Hasta hace poco, era casi impensable que una editorial chica se llevase, por ejemplo, el premio al mejor libro del año, u ocupara importantes lugares en la preferencia de los lectores y sitios de legitimación. Sus trofeos eran, como mucho, el de publicar un libro de culto, esa especie de objeto que resiste al mercado y también lo trasciende. Ahora, el libro de culto ha ganado en visibilidad, y las editoriales pequeñas construyen sus propias redes de circulación y sus particulares maneras de participar en el mercado. Por supuesto, los enemigos económicos están a la orden del día: controles de cambio, políticas proteccionistas y trabas a la importación ralentizan su desarrollo.

Editoriales mexicanas independientes
Si bien el mundo editorial contemporáneo atraviesa cambios profundos potenciados por la crisis económica y el impacto de nuevas tecnologías, la realidad editorial es mucho menos catastrófica de lo que vociferan los publicistas y otros agoreros. El caso mexicano, con sus altas y bajas, demuestra que cuando hay imaginación, constancia y propuesta, la empresa editorial puede ser una aventura creativa de sensibilidad e inteligencia. PERFIL dialogó con cuatro editores que han levantado catálogos muy diversos cuya única constante es la calidad. Se trata de Rodrigo Fernández de Gortari (Vanilla Planifolia), Vivian Abenshushan (Tumbona Ediciones), Pablo Rojas (Surplus Ediciones) y Diego Rabasa (Sexto Piso).

Al respecto de su experiencia como editor de Vanilla Planifolia, una flamante editorial que viene construyendo una cámara de maravillas con literatura de Africa, Medio Oriente y Europa del Este, así como una vocación decidida por difundir libros de arte que tengan vínculos con México, Fenández de Gortari sostuvo que su “apuesta es diseminar de distintas maneras el total de ejemplares de cada título, con base en un algoritmo o una ecuación esóterica más bien borgeana”. Para Rabasa, cuyo proyecto impactó el rostro de la edición mexicana, ha sido “el electrocardiograma de un tipo con arritmia severa. Momentos increíbles y zonas oscuras; un crecimiento a base de golpes en la cara”. Para Abenshushan, que dirige un catálogo con lo más destacado de la literatura de vanguardia, ha sido un proceso “lleno de exaltación y entusiasmo intelectual, pero también otro de desgaste, difícil, siempre a contracorriente. Publicar lo que se nos viene en gana lo considero un triunfo, aunque económicamente sea un fracaso”. Para Pablo Rojas, con un catálogo de evidente sofisticación, ha sido “un aprendizaje constante y una experiencia colectiva” que se destaca por su heterogeneidad.

Por otro lado, sabiendo que la independencia por sí misma no es un criterio de calidad, se les preguntó su parecer al respecto del término “editorial independiente”, a lo que Abenshushan contestó que “¿la calidad no es acaso un valor del mercado? Me gusta pensar más en términos de heterodoxia, de irreverencia, de riesgo y radicalidad. Ponemos en circulación lo que el mercado niega o trata de volver invisible: lo que censura”, mientras que para Fernández de Gortari se trata de un término “impreciso, cuando no cínico y arrogante. Las editoriales que se autodenominan o son encasilladas bajo esta categoría por lo general no son independientes de los fondos del Estado ni de los recursos de la industria privada, y tampoco lo son, paradójicamente, de las tendencias y o corrientes literarias, filosóficas o artísticas”. Rojas sostiene que “es necesario trabajo y profesionalidad”; empero, la apuesta principal de la independencia está en su capacidad de apostar por nuevos valores y “no publicar a los consagrados”.

A la pregunta expresa sobre cuál es su criterio con respecto a las coediciones, Rabasa expresó que “buscan proponer libros de los que el Estado mexicano se pueda sentir orgulloso. Se trata de libros que nosotros haríamos de otra forma pero aprovechamos los subsidios que existen en el sector tratando que sean libros de calidad intachable y de aceptable circulación comercial”. Para De Gortari, “lo primero es invertir en la incubación de cada proyecto; luego, al buscar apoyos, patrocinios, créditos, intercambios y alianzas, mi criterio es recurrir a distintos sectores que tengan alguna cercanía conceptual. La idea es que los costos de producción recaigan en el mayor número posible de actores, lo cual permita blindar los contenidos”. En el caso de Tumbona, “publicamos algunas coediciones no sólo con el Estado sino también con universidades, fundaciones privadas y galerías. Por otro lado, ciertos libros de nuestro catálogo no soportarían, por su naturaleza iconoclasta o subversiva, la coedición con el Estado, como Literatura de izquierda, de Damián Tabarovsky, o Desobediencia civil, de Thoreau”.

Al respecto de lo que pueden esperar los lectores de sus catálogos, Rabasa responde: “Consistencia, homogeneidad, vocación de riesgo, expansión de nuestros límites de acción lectora: una resonancia si tienes un gusto afín al nuestro”. En Tumbona se encontrará, “no la literatura con sus convenciones, sus rituales, su conservadurismo, su sentido de propiedad intelectual intocable, sino una escritura otra, dialéctica, inconforme, sublevante”. Por su parte, Fenández de Gortari espera que sus propuestas “sean un ida y vuelta, simulando el lanzamiento de un boomerang o el golpeteo de una carambola”.
Entre los editores que admiran, se cuentan Díaz-Canedo y City Lights (Surplus Ediciones); Julián Rodríguez, Luis Solano, Diego Moreno y Matías Soja (Sexto piso); Jonathan Cape, Ramón Akal, Siegfried Unsel, Enrique Díaz Canedo y Franco Maria Ricci (Vanilla Planifolia); Sylvia Bleach, Ferlinghetti, Herralde, Adriana Hidalgo, Mardulce e Interzona (Tumbona Ediciones).

*Rafael Toriz.


jueves, 29 de agosto de 2013

Un experimento, siempre entretenido, que se vuelve a hacer

Daniel Hahn, escritor de no ficción, traductor de  José Luís PeixotoPhilippe Claudel, María Dueñas, José SaramagoEduardo HalfonGonçalo M. Tavares, entre otros, y director del British Centre for Literary Translation, .publicó publicó el 16 de agosto pasado,en el diario inglés The Guardian, el siguiente artículo, traducido al castellano por Julia Benseñor, sobre un experimento realizado con el lenguaje y los efectos del estilo. 


Una reseña de Multiples
12 cuentos en 18 idiomasescritos por 61 autores, 
editados por Adam Thirlwell

Muy a menudo se habla de traducción en términos de pérdida. ¿Qué  es lo que quedó afuera? ¿De qué manera la traducción es inferior al original? Multiples viene a traer un soplo de aire fresco al hacer lo contrario, ya que se pregunta ¿qué sobrevive en una traducción? Y más específicamente, ¿acaso algo del “estilo” –al que le asignamos una relación tan estrecha con la especificidad de la actividad lingüística– logra sobrevivir después de exprimírselo a una lengua e intentar trasladarlo a otra? El novelista Adam Thirlwell pergeñó un experimento para poner a prueba estos interrogantes. El resultado es este libro tan fascinante como imposible.

La propuesta en pocas palabras es la siguiente: hacer traducir una historia varias veces en serie (del ruso al francés, al inglés, al neerlandés, etc.) y, a medida que aumenta la distancia respecto del original, observar qué cambia y qué queda. Para tensar aún más la indemnidad del original, Thirlwell decidió convocar para la traducción a un grupo de novelistas. Muchos de ellos nunca antes habían traducido. Algunos tenían –y se nota– una comprensión apenas rudimentaria de la lengua fuente. A esto se suma el hecho de que es de esperar que los novelistas tengan su propio estilo (a diferencia de nosotros, los traductores, a quienes no se nos está permitido tenerlo), lo que generaría una lucha por evitar incorporar sus propias distorsiones estilísticas. ¿Cómo podría sobrevivir así un original?

El experimeto, al final del camino, abarcó doce cuentos, de Kharms a Kierkegaard, de Vila-Matas a Miyazawa, de Middleton a Kiš, cada uno traducido sucesivamente cuatro y hasta seis veces (por lo general, por vía del inglés en etapas alternadas), todo un entramado que puso en escena 18 idiomas y a 61 novelistas con/sin talento para traducir. Cada novelista recibía el original (“un texto en tránsito”) que debían traducir sin ver lo qué había pasado antes (“aguas arriba”) con ese texto. Todo el proyecto resulta inmenso, absurdamente ambicioso y placenteramente tonto. Pero también tiene su importancia si se lo observa detenidamente. El diablo, como todo traductor bien sabe, se esconde en los detalles.

Parte del placer de las traducciones en serie –y no en paralelo– proviene de detectar cierta ligera distorsión o imprecisión que se va mezclando o amplificando a medida que la serie avanza. Una historia libanesa escrita por Youssef Habchi El-Achkar transcurre en un escenario que Rawi Hage tradujo como un "coffee shop”. La traducción al francés de Tristán García es "le café", que no es lo mismo. En la versión al inglés de Joe Dunthorne, se convierte en un "cafe-bar". En la versión italiana de Francesco Pacifico, es "il bar". Así que ahora, al parecer, estamos en un bar. Que queda en Londres. Que no es en absoluto el lugar de donde partimos.

Toda traducción es un nuevo texto construido a partir de miles de pequeñísimas elecciones. Pero en Multiples, el lector no sabe quién es el responsable de esas elecciones. ¿Quién puede, después de todo, leer en 18 idiomas? Como angloparlante, puedo leer  la traducción al inglés hecha por  Zadie Smith de un cuento de Giuseppe Pontiggia, y la versión inglesa de Tash Aw, dos pasos más adelante, en la que a esa altura la historia ya no trascurre en la Toscana sino en Guangzhou y el pretérito se convirtió en presente, pero ¿cómo saber si esa nueva ambientación es atribuible a Aw o a Ma Jian, que fue quien hizo la versión al chino que está en medio de una y otra, si yo no leo chino? Un lector que entiende hebreo encontrará algunas cosas; un lector que entiende portugués, otras.

Algunos escritores se muestran más ansiosos que otros en no dejar sus huellas. J.M. Coetzee y A.S. Byatt se acercan bastante a lo que intentamos la mayoría de los traductores profesionales: contar una historia que sea idéntica a la original, solo que con otras palabras, sin interferencia visible del propio estilo. Sin embargo, el estilo propio es un hábito difícil de desarraigar. En la nota a su traducción, Byatt habla de un momento que estaba “demasiado lejos de cualquier frase que yo hubiera escrito ".

En cambio, otros escritores son, por supuesto, más delincuentes: perpetran deliberadamente versiones que no pretenden preservar o replicar al otro. Quienes están más interesados en mostrar sus propios destellos y floreos lingüísticos inevitablemente empañan el cuadro. Lawrence Norfolk y su villanella son muy seductores e inteligentes, pero sucumbir a sabiendas a la atracción de la infidelidad nos lleva a contar historias que, aunque individualmente sean interesantes (a veces no lo son), pierden sentido en el marco de este experimento porque hacen caso omiso a los vínculos con sus predecesores. (Algunos originales más intimidantes insisten, por supuesto, en una mayor fidelidad. "Yo no soy quién para meter mano en Kierkegaard", dice Jean-Christophe Valtat, que opta por ponerse un freno a sí mismo).

La traducción exige humildad estilística. Así es que el español usado en las traducciones de Javier Marías o Álvaro Enrigue no es exactamente el propio; no tiene su pulso o tono distintivo y habitual; en otras palabras, su estilo. En cambio, el cuento traducido por Florian Zeller es simplemente un cuento de Florian Zeller. A veces lo que faltó es empatía con el original, y así el escritor le inyecta algo nuevo. La oración de dos palabras de Zeller "Enterré vivant." es reexpresada por Wyatt Mason: "Buried alive, like a miner, in a mine, a deep, dark, dank, and –in all likelihood– Chilean mine".

No existe tal cosa como una traducción perfecta, y todos estos escritores han producido traducciones mediocres. ¿Eso significa que Multiples constituye un fracaso? Si es así, entonces fracasa de muchas maneras diferentes: los cuentos cambian, o resisten; los cambios son centrales o solo cosméticos; algunos sobreviven al proceso; otros se alejan por completo. Según una definición posible, cada uno de los cuentos traducidos es inadecuado, pero a la vez cada uno es una pieza clara de escritura que antes no existía. Para alguien interesado en la traducción –o quizá sea más pertinente decir “interesado en los efectos del estilo”–, cada fracaso es algo nuevo y fascinante que se gana.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Lectura trilingüe de poesía galesa en galés e inglés

La tercera parte del seminario sobre poesía galesa en galés e inglés, que tuvo lugar el lunes 26 de agosto pasado, consistió en una lectura trilingüe en la que participaron Tiffany Atkinson (traducida por la poeta Silvia Camerotto y la narradora Inés Garland) y Mererid Hopwood (cuyos poemas, fueron a su vez traducidos al castellano desde el  inglés por Inés Garland), todo lo cual puede verse y oírse en 


Tiffany Atkinson y Silvia Camerotto
Tiffany Atkinson (Berlín, 1972) es poeta y crítica literraria., y enseña Escritura Creativa y Estudios Literarios en la Universidad de Aberystwyths, en Gales. Su principal tema de investigación han asido las teorías sobre el cuerpo, la historia de la anatomía y la literatura contemporánea. Realiza frecuentes lecturas y talleres en el Reino Unido. Es, además, jurado en la Cardiff Academi International Poetry Competition. A la fecha ha publicado Kink and Particle (2006) y Catulla et al (2011). Ha editado The Body: A Reader (2004). Su poesía puede leerse también en Poetry International Web y en numerosas publicaciones colectivas; entre otras, Identity Parade: New British and Irish Poets (ed. Roddy Lumsden, 2010) y Women’s Work: Modern Women Poets Writing In English (ed. Amy Wack y Eva Salzman, 2009).

Inés Garland y Mererid Hopwood

Para cerrar leyeron la poeta Karen Owen (traducida por Marina Kohon y leída por Silvia Camerotto) y Richard Gwyn (traducido y leído por Jorge Fondebrider) como puede verse en  http://www.ustream.tv/recorded/37856919

Karen Owen (Bangor, 1974) es poeta y periodista. Creció en Pen-y-groes, donde todavía vive. Estudió en Ysgol Gynradd Pen-y-groes y en Ysgol Dyffryn Nantlle. Más tarde realizó estudios de Matemáticas Teóricas en la University of Wales Bangor, antes de dedicarse por entero al periodismo. Fue entonces cuando entró en la revista en lengua galesa Golwg como corresponsal en 1995, llegando al cargo de editora de la publicación en 2000, puesto que mantuvo por siete años. Luego de tres años como Productora de Programas Religiosos para la BBC Cymru en Bangor (2007-2010), volvió a la prensa gráfica, desempeñándose como periodista free lance para el periódico Y CymroPublicó dos volúmenes de poesía: Yn Fy Lle (In My Place) en 2006, y Siarad Trwy'i Het (Talking Through His Hat) en 2011. Además de viajar por Gales presentando su obra ha recibido la Winston Churchill 2011 Memorial Scholarship para viajar por Colombia, India, Ucrania y Sudáfrica estudiando las tradiciones poéticas locales. Su documental para televisión Cyfrinach Olaf Frida (Frida's Last Secret), basado en el asesinato de su bisabuela, fue emitido en S4C en julio de 2009.

Jorge Fondebrider, Richard Gwyn y Karen Owen

martes, 27 de agosto de 2013

Seminario sobre poesía galesa en galés e inglés

Con el auspicio de Wales Literature Exchange, el Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el Centro Cultural de España en Buenos Aires, el Club de Traductores Literarios  dedicó el día de ayer a dos charlas sobre poesía galesa en galés e inglés, así como a una lectura trilingüe de la que participaron cuatro prestigiosos poetas de ese país.


La primera mesa, que se realizó a las 16.30 hs., contó con la participación de la poeta Mererid Hopwood, quien se refirió a la historia de la lengua galesa y sus particularidades, ofreciendo a la vez ejemplos de poesía antigua en galés. Por medio de estos mostró algunas de las características de la prosodia de esa lengua, tal como puede verse en
http://www.ustream.tv/recorded/37850631

Mererid Hopwood (Cardiff, 1964) estudió en las escuelas Bryntaf y Llanhari, para luego asistir a la Aberystwyth University.Al cabo de un período en el University College de Londres, obtuvo un doctorado en Literatura Alemana. Posteriormente, fue conferencista en el Swansea University College, y directora de la oficina del Oeste de Wales del Wales Arts Council, antes de convertirse en escritora y conferencista free lance. En 2011 ganó el Dinbych National Eisteddfod por su poema “Dadeni”, constituyéndose en la primera mujer en alcanzar ese logro. Es miembro del comité de Barddas, y trabaja incansablemente para popularizar la lengua galesa especialmente entre los jóvenes. Profesora de castellano en la Welsh Comprehensive School Bro Myrddin, de Carmarthen hasta enero de 2010, actualmente enseña en el Trinity College y es Miembro de la Welsh Academi. A la fecha, lleva publicados los siguientes volúmenes: Sarah Kirsch (1997), Singing in Chains: Listening to Welsh Verse (2004), Seren Lowri (2005), Plentyn (2005), Ar Bwys (2007) y O Ran (2008). 

El orador de la segunda mesa, que tuvo lugar a las 18 hs., fue el poeta Richard Gwyn, quien habló la poesía galesa en inglés, estableciendo un cuadro canónico con Dylan Thomas, R.S. Thomas y Davis Jones, entre otros autores. Los interesados pueden verlo en http://www.ustream.tv/recorded/37853389

Richard Gwyn (Pontypool, 1956) es un poeta, narrador, ensayista y traductor galés. Estudió antropología en la London School of Economics y vivió en la capital británica durante cinco años. Allí, abandonados sus estudios, trabajó como albañil, lechero, operador de sierras y ejecutivo de publicidad. Luego, en 1980, comenzaron diez años de vagabundeo alrededor del Mediterráneo, con períodos de trabajo como pescador y peón agrícola. Como resultado de esos viajes, estableció vínculos duraderos con gente, lugares lejanos y botes de madera. Su periplo terminó en 1989, con una hospitalización en Barcelona por un diagnóstico de neumonía. Vuelto a Gales, obtuvo un doctorado en Lingüística en la Cardiff University, especializándose en el discurso médico así como en la comunicación médico-paciente. En 1997, co-fundó el Health Communication Research Centre de la Cardiff University, cuyo programa coordinó hasta 2001. Desde entonces ha enseñado escritura creativa en la School of English, Communication and Philosophy de Cardiff. Es autor de tres plaquetas de poesía y de los volúmenes Walking on Bones (2000), Being in Water (2001) y Sad Giraffe Café (2010), así como de dos novelas. La primera de ellas,The Colour of a Dog Running Away (2005), ambientada en Barcelona, ha sido traducida a varias lenguas y recibido excelentes críticas. A ésta la siguió Deep Hanging Out (2007). Su memoir, The Vagabond’s Breakfast ganó el Wales Book of the Year 2012 para no ficción. Por ultimo, Gwyn es autor de dos estudios académicos sobre los discursos de la salud y la enfermedad y de muchos artículos y ensayos sobre el tema. Su labor periodística incluye frecuentes colaboraciones en el diario The Independent, fundamentalmente a propósito de literatura latinoamericana y española. Ha traducido cuentos de los argentinos Andrés Neuman e Inés Garland, así como a los poetas Nicanor Parra, Ernesto Cardenal, Claribel Alegría, Alejandra Pizarnik, Siomara España y Wendy Guerra. Asimismo, ha traducido y publicado A Complicated Mammal: Selected Poems of Joaquín O. Giannuzzi (2012). Entre otras lenguas, ha también traducido del catalán, lituano, eslovaco, griego y turco. Su propia poesía fue traducida a esos mismos idiomas y al ruso y georgiano. Para mayores datos puede consultarse suwebsite enwww.richardgwyn.com. Tiene un alter ego que administra el blog de Ricardo Blanco:www.richardgwyn.wordpress.com.

viernes, 23 de agosto de 2013

El SPET y la Divina Comedia, una vez más

En 2008 Claudia Fernández de Greco presentó en el SPET su investigación “La Divina Comedia según Bartolomé Mitre: responsabilidad y libertad del traductor”. Nos alegra que en nuestro próximo encuentro, que tendrá lugar el jueves 29 de agosto a las 18:30 en el Salón de Conferencias del IES en Lenguas Vivas (Carlos Pellegrini 1515), vuelva a disertar sobre su tema, esta vez ya en la fase final de la investigación: "Las traducciones argentinas de la Divina Comedia".

Claudia Fernández es Licenciada en Letras por la Universidad de Roma “La Sapienza”, donde se recibió con una tesis sobre el Infierno dantesco, Magister de la Universidad de Venecia  “Ca' Foscari”, con una tesis sobre la enseñanza de Dante a extranjeros, y doctoranda de la UBA, donde está terminando su tesis sobre las traducciones argentinas de la Comedia. Es docente de lengua y literatura italiana en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, en el Instituto Superior “Joaquín V. González” y en el Instituto Italiano de Cultura, donde dicta la Lectura Dantis en italiano.


Por favor, no se olviden: Esta vez la reunión es un jueves.

jueves, 22 de agosto de 2013

Perplejidades e incoherencias

Que los latinoamericanos nos quejemos de las ínfulas y las burradas de la Real Academia entra en las generales de la ley. Que los españoles, poco a poco, hagan lo mismo, indica a) un muestra de salud y b) un claro síntoma de que la institución está meando largamente fuera del tarro. Con el monumental El dardo en la Academia. Esencia y vigencia de las academias de la lengua española, Silvia Senz Bueno y Monserrat Alberte ya lo pusieron en evidencia. Pero alegra saber que, de tanto en tanto, El Trujamán (vale decir, el Instituto Cervantes) publica columnas tan atinadas como la del traductor español David Paradela López, del 8 de agosto pasado. Ésta ha sido ampliada un día después en el blog Malpartiana, que él mismo administra: 

http://malapartiana.wordpress.com/2013/08/09/r-de-rae



Traducir a la letra: R de RAE

Vaya por delante que quien esto firma se declaró hace años insumiso a la nueva Ortografía de la Real Academia Española, lo cual tiene su gracia cuando se traduce para el mercado libresco, ya que el criterio ortográfico de cada editorial es el que prevalece en última instancia, por encima del de la RAE y, por supuesto, del de uno mismo. Vaya también por delante que no siendo mi terreno el de la norma lingüística, mis observaciones habrán de limitarse a los problemas recurrentes que nos han llevado a muchos profesionales a renunciar a la autoridad académica en general.

Porque la autoridad, en el sentido clásico, deriva no de la norma y la imposición, sino del crédito que quien la ostenta le merece al público general, y, para empezar, uno no puede dar crédito a una institución que aboga por la unidad panhispánica de la lengua pero divide su patrimonio léxico en dos obras muy distintas: el Diccionario de la lengua española y elDiccionario de americanismos (aunque «carente», éste último, «de propósito normativo»). ¿Debemos entender, pues, que los americanismos no son español? La «Guía del consultor» nos tranquiliza: el diccionario es «diferencial [sic] con respecto al español general». Así, debemos entender, por ejemplo, que bicicross es americanismo, mientras que bululú y perol(acepción segunda) son español general… aunque en tal caso ¿por qué elDRAE les añade la marca «Ven.»? Ah, y las definiciones de cantinflas, por si no lo sabían, son distintas en una y otra obra.

Centrándonos en el DRAE, uno no puede dar crédito a un diccionario que (con o sin razones, por descuido o por principio) no admite palabras de uso común, y no, no me refiero al vocabulario de las (ya no tan) nuevas tecnologías: la Academia puede anunciarnos a bombo y platillo que ya «se puede» decir blog, pero uno se pregunta ¿qué hacemos con setter (¿séter?), bóxer (el  perro)  intifada,  yakuza,  moussaka (¿musaca?)  o złoty? Es el mismo diccionario, que con su atávica aversión al extranjerismo parece querer condenarnos a escribir eternamente con cursivas palabras que ya son patrimonio del español y que difícilmente dejarán de serlo, comoapartheid, bungalow, curry o el famoso whisky (batik, en cambio, pueden ustedes escribirlo de redonda con total tranquilidad).

La aversión al extranjerismo léxico tiene su justa correspondencia con la aversión al extranjerismo ortográfico. El castizo criterio académico recomienda, verbigracia, escribir cuark en vez de quark. El razonamiento con que la nueva Ortografía sostiene su decisión es tal vez impecable desde el punto de vista normativo («la letra q solo tiene uso como elemento integrante del dígrafo qu para representar el fonema /k/ ante las vocales e, i»), pero contraviene el uso extendido en la «lengua culta y común de nuestros días», que se supone es su modelo. (El razonamiento, dicho sea de paso, aparece en la Ortografía, pero no se refleja en el diccionario; no, tampoco el de dudas).

Lo de la impecabilidad de los razonamientos depende a veces del punto de vista. El ejemplo de la supresión de la tilde en sólo y los pronombres demostrativos es paradigmático. La Academia cree que estas palabras no cumplen «requisito fundamental que justifica el uso de la tilde diacrítica, que es el de oponer palabras tónicas o acentuadas a palabras átonas o inacentuadas formalmente idénticas», y por eso opta por suprimirla. Los casos de duda «pueden resolverse casi siempre por el propio contexto»; los demás «son raros y rebuscados, y siempre pueden evitarse por otros medios, como el empleo de sinónimos […], una puntuación adecuada, la inclusión de algún elemento […] o un cambio en el orden de palabras». Dicho de otro modo: no dejen que la realidad estropee la perfección de la teoría.

Perplejidades e incoherencias como éstas —espigadas al azar a partir de la práctica diaria de la traducción— dan, creo, una ligera idea de por qué son tantos los profesionales de la lengua que utilizan las obras académicas poco más que para confirmar sus miedos («¡No, eso tampoco “puede” decirse!»), cerrarlas y no hacer mucho caso.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Ricardo Soca entrevista a José Luis Moure

Moure con bufanda y frío, junto a Soca en Montevideo
El ayer entrevistado Ricardo Soca hace hoy de entrevistador de José Luis Moure, el presidente de la Academia Argentina de Letras. El diálogo entre ambos tuvo lugar hace un par de meses en Montevideo, y fue publicado por elcastellano.org (http://www.elcastellano.org/ns/edicion/2013/julio/moure.html)

"Nos obligan a elegir los mejores hijos para el DRAE"

El nuevo presidente de la Academia Argentina de Letras (AAL), José Luis Moure, es un filólogo argentino que desarrolló su carrera docente superior en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde obtuvo su doctorado. Las áreas a las que ha consagrado sus mayores esfuerzos han sido la Dialectología Latinoamericana y la Historia de la Lengua, de la cual es profesor titular. En el portal de la UBA pudimos saber que es autor de numerosos artículos de su especialidad. Editó la Verdadera relación de la conquista del Perú y provincia del Cuzco de Francisco de Jerez. Es coautor del estudio introductorio de la edición de la Crónica del Rey Don Pedro de Castilla realizada por Germán Orduna, de cuya versión abreviada prepara la edición crítica, así como la Crónica de Enrique III (en colaboración con Jorge Ferro). Es autor del estudio introductorio, edición crítica y anotación de El detalle de la acción de Maipú, sainete en lengua gauchesca de autor anónimo de 1818, publicado por la Biblioteca Nacional de la Argentina. 

Preside una academia que fue fundada en 1931 como «asociada», pero que desde el final del siglo pasado perdió esa nota de independencia para convertirse en «correspondiente» de la Real Academia Española, una decisión con la que parece no estar totalmente de acuerdo: Nunca tuve claro cuál era la diferencia específica que implicaba ser asociada pero, si en 1931 la Academia se crea y se dispone que sea asociada y no correspondiente, habrá tenido una significación simbólica de cierta independencia, siguiendo la actitud asumida tradicionalmente por la intelectualidad argentina de la generación de 1837 de distancia, de independencia frente a lo que la academia de Madrid pudiese disponer,expresó. 

Nosotros diremos que, por muchas razones, esa intelectualidad revolucionaria de 1837 y algunos de sus pensadores más importantes –pienso en Sarmiento, en Alberdi, en Juan María Gutiérrez– asumen una actitud de independencia, que quieren que no sea solamente política, como los hechos habían determinado, sino también cultural y lingüística. Esa creación en 1931, después de dos intentos previos de crear academias correspondientes de la española tiene que haber tenido un significado, simbólico al menos. Las razones por las cuales esto se interrumpe entre 1999 y 2000 –en el terreno simbólico– nunca las pude averiguar, a pesar de haber investigado en las actas. Solo sé que hubo una propuesta por parte de la RAE de que la Argentina pasase a ser correspondiente. Eso fue admitido por nuestra Academia; tengo que respetar esa decisión y suponer que respondió a algún tipo de explicaciones que se le hayan podido dar en ese momento, y que convencieron a los miembros. 

La pregunta de este reportero, tanto como la respuesta del filólogo, sugieren una asimetría en las relaciones de poder entre la tricentenaria casa madrileña y sus asociadas americanas. Le pregunté su opinión sobre el hecho de que el presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale) tenga que ser siempre, por sus estatutos, el director de la Real Academia Española, y que su tesorero tenga que ser designado, también por disposición estatutaria, entre los miembros de número de la entidad fundada en 1713 por Fernando IV. 

Aun admitiendo la notoria asimetría, Moure identifica algunas razones que explican esta situación: En esto yo siempre me veo en dificultades, porque por un lado, no dejo de reconocer que la Real Academia Española tiene una tradición fortísima, se ha convertido de hecho en la anfitriona de la Asociación de Academias, y tiene, como digo, una tradición lexicográfica importantísima para el conjunto de los países de habla hispana.

Alguna vez se ha dicho que el peor obstáculo para la expansión del español como lengua internacional es la pobreza que aflige a muchos de los hablantes donde es hablado. Moure reconoce que la RAE  financia «buena parte» del funcionamiento de Asale, así como ofrece una sede para las reuniones y para la administración. Algunas academias no están en condiciones económicas ni cuentan con una tradición académica previa que permita convertirlas en centro de estas actividades. Por eso, es un hecho que tenemos que aceptar en cuanto no haya una propuesta mejor por parte de ese conjunto de academias que parecen haber admitido esto como natural. 

Insistiendo en el mismo tema, le comento que la sede oficial de Asale es en la calle Felipe IV, número 4 de Madrid, la misma de la Real Academia Española, que su página de internet está hospedada en el servidor de rae.net y el dominio (designación) en la red mundial –asale.org– no fue registrado en Bogotá, ni en Buenos Aires ni en México, sino en Madrid, a nombre de la gerente de la Real Academia. ¿Qué comentario le merece esta situación? 

Es que funciona allí. De hecho, el trabajo conjunto se hace en el mismo lugar, los fondos bibliográficos son compartidos, es decir esto ha surgido allí, no podemos negarlo ni podemos negar que el conjunto de las academias ha tenido siempre con la Real Academia Española una relación estrecha, yo diría quizás excesivamente estrecha, porque no parecen haber actuado con simetría, respondió. 

El académico argentino explicó que todas las asimetrías institucionales encuentran su explicación en la historia y en las representaciones que se construyen sobre los hechos: España sigue ocupando un rol preponderante en el pensamiento lingüístico de estas naciones que hablan un idioma y que, más allá de los discursos, parecerían no encontrar todavía una manera de manifestar su absoluta independencia. Como tantas otras cosas, esto es la consecuencia dilatada de un desacompasado desarrollo de la historia con respecto a la aceptación de nuestras particularidades lingüísticas. Hoy día la ciencia lingüística no puede admitir la preponderancia de una variedad sobre ninguna de las otras, el concepto de pureza afortunadamente ha sido hace largo tiempo eliminado, pero queda lo que llamo este imaginario colectivo, alimentado por los años de la colonia, alimentado por la observación hecha de la península con respecto a la calidad cultural de las colonias y a las variedades lingüísticas consideradas siempre como un poco bárbaras, un poco marginales. De modo que habiendo cambiado la mentalidad hispánica, hoy habiéndose dado cuenta todos, porque no cabía otra posibilidad, de que nos encontramos simplemente compartiendo variedades de distinta naturaleza, perdura esa idea que da pábulo a que esta visión asimétrica perdure también. 

Moure enfoca las tareas de la Asociación Argentina desde la perspectiva de un lingüista y, sobre todo, de un dialectólogo y de un estudioso de la historia de la lengua. 
Yo creo que la principal tarea de la Academia Argentina de Letras, que no debe delegar, es un estudio, un conocimiento tan completo como sea posible de la variedad argentina o bien de la variedad estandarizada de Buenos Aires. En ese sentido, la obra que yo creo que cumple más adecuadamente esto es el Diccionario del habla de los argentinos, un diccionario contrastivo, que se planteó desde el comienzo incluso desde algunos de los otros intentos de creación de academias previos, pero que se fue concretando y que cobró un renovadísimo ritmo en los últimos años. Seguimos trabajando en eso; existe para ello un material muy rico que se va incrementando a través de reuniones quincenales que hacemos los que integramos en este momento la comisión de argentinismos y que creo que es un muy buen diccionario contrastivo. 

No está conforme con el hecho de que la RAE sea la que decide qué argentinismos deben incorporarse al diccionario que se supone que es de todos, y se pregunta por qué no todas las palabras identificadas como pertenecientes a la variedad rioplatense son «admitidas» por la real casa madrileña:  No tengo la respuesta para eso; es decir, nos obligan a elegir los mejores hijos para ir allá. De todo ese corpus de palabras claramente argentinas, claramente estudiadas como propias de este territorio, solamente algunas son admitidas, posiblemente en función de su vitalidad o de su mayor extensión diatópica, como para integrar ese repertorio léxico que hoy llamamos Diccionario de la Lengua Española, que teóricamente representa al conjunto de los países que hablan español. Hay ciertamente en ese diccionario una desproporción, que yo creo que no obedece a mala voluntad sino a la propia historia de la obra, que fue inicialmente un diccionario de autoridades, de la lengua de España, que era la que mejor se conocía, y al que después se fueron incorporando las palabras, los elementos léxicos propios de las propias naciones de América.

Moure advierte que los hablantes de las variantes peninsulares no son más del diez por ciento del total de hispanohablantes, por lo que desde el punto de vista numérico, proporcional, ese léxico americano tendría que tener una presencia mucho mayor en ese diccionario, lo cual lo haría inmanejable, o prácticamente inmanejable. 

El académico argentino señaló que el DRAE contiene regionalismos peninsulares que en muchos casos representan a comunidades muy pequeñas, mientras que faltan palabras de México o de Colombia que son utilizadas por millones de hablantes. No se ha encontrado todavía la manera de que exista una justicia mayor, una proporción más adecuada que represente a las variedades americanas. Pero eso tiene que ver con la historia del diccionario, que es muy difícil de modificar. Es un poco, hoy, un diccionario histórico, es un poco un diccionario de uso, un poco un diccionario del español general, es un poco un diccionario de regionalismos, y estos están representados de una manera muy poco proporcional.  

Cuando le planteo que los diccionarios contrastivos, como el uruguayo o el argentino suponen de alguna manera una sujeción a la norma peninsular, me explica que se trata de una cuestión metodológica, puesto que el otro camino posible –la confección de un diccionario integral, con palabras patrimoniales como mesa, zapato– es por ahora económicamente inviable para las academias asociadas (o correspondientes). Comentó que esa tarea ya la cumplió en la Argentina una editorial privada, que publicó el Diccionario integral del español de los argentinos y, en México, el lingüista Luis Fernando Lara, con su  Diccionario del español usual en México.

Esto ya lo proclamaba el propio Borges en una de sus duras diatribas contra la Academia Argentina de Letras, que él naturalmente integraba. Y hoy se conoce porque aparece en la correspondencia que mantenía con Bioy. Y él reclamaba: ¿por qué tanto elevar palabras a la Real Academia para que allá se elijan cuáles quedan y no hacemos nosotros lo que nos corresponde, es decir, un buen diccionario del español culto que se habla en la Argentina, incluyendo después las particularidades? 


Aristóteles definía la política como «el arte de lo posible»; tal vez esto pudiera aplicarse también a la ciencia lexicográfica en los países americanos, donde el objeto y el método de estudio se enredan en un entramado de tradiciones históricas y de intereses políticos y económicos que poco tienen que ver con la ciencia. Moure intenta deslindar ambos campos: Nosotros somos países jóvenes y España es una nación secular, de modo que esa presencia y esa tradición lexicográfica y de estudio es muy antigua. Estos son realidades y hechos, digamos científicos y efectivos para hacer frente a los cuales no siempre los caminos son sencillos; otra cosa diferente son las políticas lingüísticas, que a veces pueden tener intereses de otro tipo, que no sean estrictamente los lingüísticos.

¿Cree que su llegada a la presidencia pueda imprimir un nuevo giro a la AAL?
En este punto soy un poco escéptico, prefiero serlo antes de mostrarme como revolucionario, eso ha sido una constante en toda mi vida y también es fruto de mi experiencia en los años que tengo. Una academia es siempre un cuerpo de pares, formado en el caso de la AAL por gente dedicada a la literatura, por gente dedicada a la lingüística, alguno dedicado a la ciencia exacta, por helenistas y no se puede pretender que todos piensen igual. Lo que me propongo hacer es llevar al terreno de la discusión dentro de la Academia algunos de los aspectos que hemos estado hablando acá, y tratar de dar mis razones, por las que yo creo que la AAL debería volver a poner el énfasis en su carácter de argentina. De otra manera, ¿qué sentido tendría que cada una de las academias tuviera en su nombre un adjetivo que hace referencia a un recorte geográfico o político si no puede mostrar lo que las caracteriza como nación? Todas estas academias fueron creadas como nacionales; se llaman nacionales, y eso significa que tienen que mirar hacia dentro en una proporción importante, sin perder de vista el hecho de que al menos todas decimos pertenecer a un universo cultural cuyo idioma es el castellano. Si es así, hay algo que nos une, y es el respeto por un estándar que consideramos común. Para que eso siga siendo así, y para que esas academias tengan sentido y no sean meras "repetidoras", como se dice en radiotelefonía, de una central, es imprescindible que tomen conciencia de su nación, que tomen conciencia de que tienen que dar respuesta a su propio país acerca de su función. Nosotros no tenemos otras [funciones] que no sean un estudio, una consideración particular de nuestra lengua y de la producción literaria escrita en esa lengua. Pero nos debemos entonces el respeto por esa lengua de cultura, esa lengua que nos aúna, que compartimos, que nos permite leernos los unos a los otros, y seguir diciendo que lo estamos haciendo en una lengua común. Pero para que siga siendo común no puede haber preeminencias de ningún tipo. Es importante, entonces, que si existen imaginarios que dicen lo contrario se vayan desmontando, sin guerras, sin hostilidades, con comprensión y con argumentos. De momento, la relación es asimétrica, el dinero, y mucho dinero, lo han puesto los españoles a través de estas empresas lingüísticas; lo siguen haciendo a través de la Real Academia, lo siguen haciendo a través de esta empresa de la Asociación de Academias con sede en Madrid, lo siguen haciendo a través del diccionario, con el cual nosotros trabajamos. Mientras esto no sea puesto al servicio de intereses menos cristalinos, bienvenido sea. Lo iremos modificando en la medida en que las naciones americanas tomen fuerza y piensen que pueden actuar exactamente en ese plano de igualdad. Hacia eso debemos caminar

Le comento el hecho de que en torno de la orientación de la RAE se mueven poderosos intereses económicos.
Ese es uno de los grandes temas que están planteados aquí y que sería bueno empezar a ventilar, empezar a debatir, para no convertirnos en clientes de ese proyecto sino en colaboradores reales de otras academias. Esos son los elementos que están por debajo de las políticas lingüísticas; cuando las políticas lingüísticas van más allá de los intereses lingüísticos que las lenguas mismas exigen, y tienen finalidades meramente económicas, estamos ante un hecho espurio, que no debe admitirse. Se debe explicar claramente, a la luz pública, para que se entienda que hay un proyecto económico y preguntarse a quién beneficia ese proyecto económico. España tiene pleno derecho de llevar adelante un proyecto económico y nosotros también tenemos derecho de tener los propios y, en algún caso, de tomar otros caminos si nos parece que ese proyecto económico entra en colisión con el nuestro.

Con frecuencia leemos o escuchamos llamados a la defensa de la lengua común contra la disgregación, contra el ingreso de vocablos de otras lenguas, en fin, contra fenómenos que han sido propios de todas las lenguas en todos los tiempos. Siempre les digo a mis alumnos de Dialectología o de Historia de la Lengua que sabemos que sabemos que las lenguas tienden inexorablemente a la diversificación, a la dialectalización. Eso siempre ha sido así. Los terrores con que a veces hoy se persigue a la opinión pública con respecto al peligro que hoy corre el idioma español, el peligro de la dialectalización o de las variedades es un miedo que no tiene fundamento. En la realidad, en el hoy, simplemente porque me parece un error conceptual o una medida estratégica el suponer que una lengua que tiene más de cuatrocientos millones de hablantes corre algún peligro. Para que ese peligro se advierta y para que sea necesario tomar medidas de defensa tiene que haber un ataque. Y esa situación no se da, por el contrario, lo que se está manifestando es un crecimiento casi exponencial de la presencia del español; no hay peligro alguno, ¿de qué nos estamos defendiendo? 

En el siglo XXI el lenguaje está enfrentando fenómenos que no tienen precedente en la historia humana: la alfabetización y la escolarización prácticamente universales, la revolución de las comunicaciones, que tenderían a frenar el cambio lingüístico, tal vez a hacerlo más lento, a hacer prevalecer la convergencia sobre la dialectalización. 
No hay ninguna duda de que va a haber dialectalización. En el pasado ella fue mucho más rápida por el aislamiento geográfica, por razones políticas. Hoy, en cambio, esa dialectalización se retrasa en la medida en que los medios de comunicación ponen en contacto toda estas variedades como nunca había sucedido antes, lo que nos permite acceder al conocimiento del vocabulario de naciones hermanas, lo que antes hubiera sido impensable. De modo que hoy tenemos razones para suponer que muchos de estos procesos de dialectalización van a retardarse. Lo que nos queda sí es defender el valor de esa variedad estándar, que es no ya geográfica sino que es de estilo, de registro, que implica una lengua de cultura, una lengua elaborada, que es la lengua que nuestro idioma ha venido desarrollando y que es lo que tenemos de absolutamente en común. Si hay algo en lo que nos hermanamos por completo es en ese español estándar, culto, que es el que se ve reflejado en las gramáticas, en la enseñanza, aquel en el que leemos, aquel a cuyo registro le prestamos una ortografía compartida. Ese es el único reaseguro que tenemos, por muchos años, probablemente por siglos, de la existencia de un idioma común. A las otras variedades, las variedades de la gente, las variedades de la calle, las variedades de los pueblos, las variedades regionales hay que dejarlas tranquilas. El pueblo sabe lo que hace con esas formas y también sabe que cuando necesita leer, cuando necesita escribir, cuando necesita dar clase o recibirla o transmitir información, lo va a hacer en esa variedad culta cuya supervivencia hará que la comunicación del mundo hispánico siga durando por mucho tiempo, concluyó. 




martes, 20 de agosto de 2013

La lengua no fue creada por las academias ni por los gramáticos

Tulio Castro (Culiacán, 1983) dirige la Revista Diez4 de periodismo narrativo contra toda circunstancia. Allí, el 28 de febrero de 2012, publicó la siguiente entrevista con Ricardo Socafundador de elcastellano.org  (http://www.elcastellano.org/)

El hombre que desafía al diccionario

Se llama Ricardo Soca, y es el hombre que desafía a la Real Academia Española. Empeñado durante años a analizar el castellano y a mostrar definiciones parciales del máximo diccionario, hoy acusa a España de querer colonizar Latinoamérica a través del lenguaje: «La Academia es una pequeña ruedita del engranaje geopolítico de España».

Soca dice que la RAE obedece a intereses económicos y no al cultivo de la lengua española. Y así comienza su diferencia con la Academia, que termina con lo que él llama, «mensajes amenazadores». El asunto no es sencillo. Debemos saber que Soca, editor de elcastellano.org, escribió el año pasado un artículo en el que publicó adelantos de la edición 23 del diccionario (que en aquel momento ya aparecían en el sitio de la RAE) donde comparaba prácticamente todo los cambios en las definiciones.

Cuando Soca hizo lo suyo, pensó que la definición de palabras castellanas que utilizan más de 450 millones de personas en el mundo debía ser compartida por sus hablantes.

Error. «Yo recibí mensajes amenazadores de la editorial Planeta, tal como está documentado mediante mensajes y grabaciones telefónicas, ‘en nombre de la Real Academia’, que nunca lo negó. Amigos vinculados con el director de la Academia, José María Blecua, me aseguraron que si yo pidiera autorización para usar los contenidos, sería concedida. El problema es que mi posición es, precisamente, que no debería ser necesario pedir autorización para usar, sin fines de lucro, los contenidos de la Academia».

—Usted ha dicho en entrevistas que si la Academia es financiada con el erario, debe poner sus contenidos con acceso para todos (al menos en su sitio de Internet), ¿a qué cree que obedezca este retaceo de contenidos? ¿Algo más allá de los intereses económicos de las editoriales con las que trabajan?
—No sé si habrá algo más que los intereses económicos de las editoriales. Basta recordar el tiempo que demoraron en poner en línea el Diccionario panhispánico de dudas, dando tiempo a que la versión en papel se vendiera. O el hecho vergonzoso de que una multinacional del ramo editorial (Grupo Planeta) pretenda dar órdenes a las colonias en nombre de la docta casa.

«Espero que no me acusen por difundir errores». Las ganas de España de dominar el lenguaje no son poca cosa cuando el periodista uruguayo señala que en «documentos del Estado español, que están disponibles en línea, según los cuales España debe promover la venta de sus productos apoyándose en el carácter globalizador de la lengua española. La Academia es una pequeña ruedita del engranaje geopolítico de España, para poner sus empresas en primera línea en el lucrativo mercado hispanoamericano». «Existe un mito cuidadosamente cultivado, según el cual las academias serían necesarias para preservar la unidad de la lengua».

—He notado en su cuenta de Twitter que hace observaciones muy puntuales sobre los yerros de la RAE. Recuerdo, por ejemplo, uno donde cuestiona la definición de franquismo y además pregunta «¿miedo de la palabra dictadura?». Eso es adentrarse en terrenos pantanosos con la academia y con el propio gobierno derechista español, (ya ve usted cómo sentaron en el banquillo al juez Garzón). ¿A dónde piensa que puede llegar con esto y, sobretodo, cual es su objetivo?
—Bueno, espero que no me sienten en ningún banquillo por difundir los errores de la RAE, sobre todo cuando en mi país (Uruguay) no rigen las leyes del Reino. Simplemente no entiendo cómo un diccionario que pretende ser un modelo de lexicografía, que es casi lo mismo que decir de imparcialidad, se abstenga de definir el franquismo como una dictadura. Hasta hace unos años, definía el marxismo como «la doctrina de Carlos Marx y sus secuaces». Hace poco tiempo publiqué un artículo en el que analizo el empleo de definiciones vergonzosamente parciales, como la que califica como «pérfido» «el que falta a la fe [católica] que debe» o se define el «temor de Dios» como el «miedo reverencial y respetuoso que se debe tener a Dios». No es que no puedan decirlo, puesto que mucha lo cree así, pero en Lexicografía se exige que en esos casos se diga algo como «según la Iglesia católica» para que el diccionario no se comprometa con una creencia que no es de todos. Al final, hay hablantes de español que son ateos, agnósticos, judíos, musulmanes; no hay por qué imponer el catolicismo como inherente a la lengua castellana (…) Lo único que pretendo es desenmascarar para la mayor cantidad de gente posible la farsa que representa el hecho de que la Academia se presente como «mero notario de los hablantes», cuando se prevén para el próximo diccionario vocablos inventados, que no aparecen siquiera en su propio corpus. La Academia inventa, manipula, distorsiona. Es una entidad formada por una pequeña minoría de lingüistas y una gran mayoría de españoles (escritores, actores, músicos, médicos, economistas) que están allí para dar brillo a sus nombres, sin poder contribuir con nada, porque nada saben de lingüística, como reconoció en su discurso de ingreso la académica escritora Soledad Puértolas.

No es la primera vez que alguien mete en aprietos a la Academia ni la llama falsa. Padres de niños con autismo sostienen un pleito lingüístico contra el diccionario, por la definición actual de autismo pues la consideran ofensiva y falsa: «Síndrome infantil caracterizado por la incapacidad congénita de establecer contacto verbal y afectivo con las personas y por la necesidad de mantener absolutamente estable su entorno». La Academia ha salido a informar que se compromete a incluir una nueva definición del síntoma para el 2014, para quedar así: «trastorno del desarrollo que afecta a la comunicación y a la interacción social, caracterizado por patrones de comportamiento restringidos, repetitivos y estereotipados».

—Por último, ¿qué requiere la academia o cuál es su recomendación para la mejorar del lenguaje y su difusión?
—La lengua es un producto de una capacidad del cerebro humano que se llama «función del lenguaje». No la crearon las academias ni los gramáticos, que solo tratan de apropiarse de ella. El niño que a los tres o cuatro años ya domina la lengua no estudió ninguna gramática, pero ya conoce y aplica intuitivamente sus normas, sin necesidad de ninguna academia. Podemos decir que la lingüística es una ciencia natural, puesto que estudia un objeto que surge en la naturaleza, en la biología humana y en el hombre en sociedad. Existe un mito cuidadosamente cultivado, según el cual las academias serían necesarias para preservar la unidad de la lengua. Sin embargo, observemos la lengua inglesa, que jamás tuvo academias ni ningún instituto normativo y es la misma en Estados Unidos, el Reino Unido, la India, Sudáfrica o Australia, más allá de variantes que pueden compararse con las del castellano. La necesidad de una institución para mantener la unidad de la lengua es una mentira divulgada para ganar dinero. Lingüistas como José María Blecua o Víctor García de la Concha deberían avergonzarse de prestarse a esas patrañas. Marco

El original de este artículo y las grabaciones aludidas pueden verse y escucharse en
http://diez4.com/diez4/?p=6846

lunes, 19 de agosto de 2013

Poetas galeses en el CCEBA con inscripción previa

El lunes 26 de agosto, el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires recibirá a cuatro poetas galeses de paso por Buenos Aires, en el marco de la gira "Forgetting Chatwin/Olvidar a Chatwin", cuyo objeto es leer con poetas locales en las ciudades y pueblos fundados por galeses en la Patagonia argentina , así como lecturas y conferencias en Bariloche y Valdivia (Chile), acompañados por poetas argentinos y chilenos.

La actividad en el Centro Cultural de España (también auspiciada por el Ministerio de Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el Wales Literature Exchange, Wales Art Internation y el Gobierno de Gales) se plantea como un doble seminario sobre poesía galesa en galés y en inglés. Se señala que de manera excepcional, se requiere inscripción previa en www.cceba.org.ar/inscripcion).

Mererid Hopwood
La primera parte, a cargo de la poeta de lengua galesa Mererid Hopwood, tendrá lugar a las 16.30 hs.

Richard Gwyn








La segunda parte, a cargo del poeta de lengua inglesa Richard Gwyn tendrá lugar a las 18 hs.

Tiffany Atkinson









Culminadas esas instancias, a las 19.30 (aproximadamente) se propone una lectura trilingüe (galés-castellano e inglés-castellano), a la que, además de los nombrados, se suman las poetas Tiffany Atkinson y Karen Owen.

Karen Owen


Participarán además como lectoras las escritoras y traductoras Silvia Camerotto e Inés Garland y Jorge Fondebrider.