miércoles, 25 de septiembre de 2013

Palabras mal sonantes y mal olientes

En diciembre de 2010, Gabriel Paz publicó en El Informador, de Guadalajara (Jalisco), la siguiente columna, que se reproduce a continuación.

El traductor

Acaban de regálame un libro de Gabriel García Márquez, La Mala Hora –traducido al francés–. ¡Qué sorpresa! Es tal la fama de este escritor que le traducirán todos sus libros a todos los idiomas. No cabe duda.

Pero yo me pregunto si a todos los lectores les interesara introducirse en los problemas de un pueblo lejano, colombiano, pobre, algo raro en cuyas líneas suele aparecer el nombre de Macondo, famoso en Cien años de soledad. Este de La Mala Hora ha de ser muy difícil de digerir para un francés.

Pero ahí lo tengo y me río de sus líos y raros personajes y hasta de sus palabras mal sonantes y mal olientes.

El trabajo de un buen traductor no es fácil, pues tiene que sentir, al hacer su tarea, como sintió el autor al contarnos su historia.

Lo primero que anoto es que al traductor le paguen bien. No sé cómo andará hoy esto de los pagos.

En mis primeros días de vivir en México también le di al trabajo de traducir del inglés y del francés, pero, ¡qué mal pagaban!

Ahora tengo una nieta inglesa que en Londres ha estudiado la carrera de traducción, allí esto es muy serio, varios años y uno de práctica en un país de habla española, puesto que ella habla español e inglés perfectamente y, entre sus largas tareas tradujo uno de mis libros mis libros- ¡Que honor! Un amigo portugués me tradujo otro a su idioma. Lo curioso es que cuando abro las páginas de estos libros y me encuentro con mis personajes hablando otra lengua, tardo en reconocerlos. Me parecen otros.

Cuentan que las primeras líneas de El Quijote ("En un lugar de la Mancha...) tiene varias traducciones en inglés, con distintas palabras aunque digan lo mismo.

Y seguro es que la misma aventura sucede al pasar esta obra maestra a otras lenguas. O sea que el traductor ha de empaparse muy bien de lo que el autor desea decir.

Cuentan también que una obra de Salvador de Madariaga fue traducida al inglés y así llego a la Argentina. Un editor vio el libro en inglés y decidió que lo tradujeran al español.

Tal traducción llegó a manos del autor y trató de leerla y en seguida dijo… “Esto no lo he escrito yo”.

No sé si este libro de La Mala Hora de García Márquez estará traducido con propiedad, el caso es que me resulta un tanto aburrido.

Ignoro cuanto le habrán pagado al traductor por su trabajo, lo cual es muy importante. 




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