Daniel Gigena
publicó ayer en el diario La Nación,
de Buenos Aires, la nota que se reproduce a continuación, donde se da cuenta de
la situación de incertidumbre por la que pasa una de las mejores iniciativas llevadas
adelante por el Estado argentino para difundir la cultura del país. Según se
comenta aquí, “por la transición, se suspendieron los pagos y no se abrió la
convocatoria de 2016”.
Compás de espera para el Programa Sur de
traducciones
Creado en 2009 con el objetivo de
promover la difusión de obras de literatura y pensamiento argentinos en el
exterior, el Programa Sur, de apoyo a la traducción y fortalecimiento de la
edición en lengua extranjera (Prosur), se encuentra en un compás de espera. ¿El
motivo? "Está en una transición administrativa", aducen en las
oficinas de la Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones
Exteriores y Culto, desde este año a cargo de Mauricio Wainrot. Y aunque no
haya un plazo final para este proceso de ajuste, aclaran que la voluntad es
continuar con esta política.
Como el presupuesto 2015 asignado
a Prosur no se terminó de ejecutar el año pasado y se halla ahora en revisión,
no sólo quedaron deudas impagas con editores extranjeros que habían contratado
a traductores para que hicieran su trabajo, sino que tampoco se pudo abrir la
convocatoria para 2016. En sus inicios, el Comité para la Participación de la
Argentina como País Invitado de Honor en la Feria del Libro de Fráncfort 2010
(Cofra) lanzó este programa para promover los títulos de autores nacionales y
facilitar su edición en lenguas extranjeras. Y dio buenos resultados: 800 obras
de autores clásicos y contemporáneos de la Argentina fueron traducidas a 38
idiomas gracias a ese subsidio. El monto total anual estimado de Prosur es de
500.000 dólares y la subvención a la traducción recibía un monto máximo por
obra de 3200.
Las embajadas argentinas en
distintos países no pudieron aún saldar sus deudas con editores y traductores
extranjeros porque, como todos los presupuestos de áreas públicas desde el
cambio de gobierno nacional, hace seis meses, éste está "en
revisión". Pero además de compromisos impagos, este lento ritmo de
revisión genera incertidumbre cuanto más se aproxima octubre, mes de la feria
internacional más importante para la comercialización de libros: la de
Fráncfort .
Con el foco en Fráncfort
En la página web del programa (programa-sur.mrecic.gov.ar) se detallan las
obras traducidas entre 2010 y 2014. Entre ellas figuran Los siete locos, Sobre
héroes y tumbas, Operación Masacre, Plata quemada, La
sueñera, Wakolda e incluso libros firmados por Jorge
Bergoglio antes de convertirse en papa. Los cinco autores argentinos más
traducidos son Julio Cortázar, Ricardo Piglia, Jorge Luis Borges, Claudia
Piñeiro y Roberto Arlt.
Más allá de su contundencia
numérica, los resultados condensan varios logros simultáneos. El licenciado
Diego Lorenzo, responsable del Programa Sur, detalla algunos: "El
acrecentamiento del patrimonio literario del país; el aporte y la defensa de la
variedad idiomática en el universo de los intercambios literarios frente al
predominio de España, y la importante ampliación del mercado para nuestros
autores y editores". Cuando los editores extranjeros expresan su interés
en contratar un libro de escritor nacional, pueden gestionar la subvención.
"Que no siempre es aceptada luego de su evaluación", indica.
La Argentina no es el único país
con una política de Estado que apoya las traducciones. "Brasil fue el
primer país de América latina en instalar un programa así, y lo hizo eligiendo
la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro -dice Jorge Fondebrider, poeta y
traductor, integrante del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires-.
Nuestro país fue el segundo. Después del ejemplo argentino, México empezó
también, al instalar el sistema en Conaculta (algo así como el Fondo Nacional
de las Artes de ellos) y Chile y Uruguay están empezando." Si bien la
comisión de asesores del Prosur no incluía a ningún traductor, los resultados
del trabajo estaban a la vista y tanto editores asociados a la Cámara Argentina
del Libro (CAL) como escritores se manifiestan conformes. Igualmente, un cambio
de forma en el reglamento contemplaría a partir de ahora la renovación anual de
los siete integrantes del comité -manteniendo fijos a dos de ellos, el director
de Asuntos Culturales y el director de la Biblioteca Nacional- y tendría en
cuenta la presencia de un traductor.
Martín Mengucci, encargado de
ferias internacionales de la CAL, señala la importancia del programa para la
comercialización de títulos de autores argentinos en ferias del libro
internacionales. "Prosur ha movilizado mucho la venta de derechos de
libros nacionales porque disminuye un costo central en la producción de
libros", dice, en referencia al valor que representa una traducción. El
dinero subvencionado va directamente a los bolsillos del traductor extranjero.
"La CAL está interesada en la continuidad del programa, sobre todo en
vistas a la nueva edición de la Feria del Libro de Fráncfort, donde se pueden
vender derechos a varias editoriales extranjeras de renombre", agrega
Mengucci. Quizá para entones las revisiones presupuestarias hayan terminado y
se puedan girar los fondos adeudados a las embajadas argentinas en el mundo. Y,
en especial, se pueda lanzar la convocatoria 2016 para que los libros de
autores nacionales circulen en más países y en más idiomas.
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