lunes, 11 de julio de 2016

Dos por uno: una nueva entrevista con Marcelo Zabaloy y un juicio sobre su "Finnegans Wake"

FOTO: Mario Quinteros
El pasado 4 de julio, Román García Azcárate publicó en el diario Clarín, de la Argentina, una entrevista realizada con Marcelo Zabaloy, a propósito de la publicación de su versión de Finnegans Wake, de James Joyce, la primera completa en castellano (1). La nota salió acompañada de una columna de opinión, a cargo del escritor y traductor Matías Serra Bradford (2).

1. Primera versión integral del Finnegans Wake en español

Acaba de editarse la primera traducción completa al castellano de uno de los títulos más complejos de la literatura mundial, el Finnegans Wake, del irlandés James Joyce, quien empleó 17 años en escribirlo. La versión estuvo a cargo del argentino Marcelo Zabaloy, reciente traductor también de la otra gran novela de Joyce, Ulises, ambas en editorial El Cuenco de Plata. Nunca se dedicó Zabaloy de manera profesional a la traducción ni tuvo educación formal en este oficio. Nunca nadie le encargó a este nativo de Bahía Blanca –59 años, casado y padre de seis hijos– que se metiera en esas camisas de once varas pergeñadas por Joyce, a quien honró con una dedicación abrumadora: diez horas diarias, de lunes a lunes, los últimos tres años, además de cuatro horas por día los cuatro años previos.

“Además de ir a una escuela pública”, recuerda en nuestra charla, “asistía de tarde a un colegio donde aprendí inglés. Más adelante, para no perderlo, leía en inglés todo lo que podía. Siempre leí. Novelas policiales, cosas sencillas. Después de haber leído lo que Borges decía de Joyce, lo difícil que era Joyce y todo lo demás, despertó mi curiosidad por ver qué era lo tan difícil.” Fue al cabo de asimilar y disfrutar intensos años de buena literatura, al principio con gran prudencia y con un respeto casi inhibidor Zabaloy se le animó al Ulises, dispuesto a traducirlo para su mujer. Ya existían tres versiones previas en nuestro idioma, incluida la clásica y muy satisfactoria del también argentino J. Salas Subirat –otro importante traductor vocacional, el primero en acercarnos ese libro impar desde su original inglés–, publicada aquí por Santiago Rueda.

“No es imprescindible ser vasco para traducirlo”, bromea Zabaloy. Alude a que entre tapa y contratapa, Finnegans Wake comprende innumerables ríos, cuatro mil nombres, quién sabe cuántos idiomas hábilmente mezclados, infinidad de palabras ‘ómnibus’, esos neologismos compuestos que algunos denominan retruécanos y que admiten de dos a tres significados, arcaísmos bienvenidos, poesía a discreción, notas al pie que no aclaran absolutamente nada, largas frases entre incomprensibles y disparatadas, y tanto, tanto más. De a ratos reaparece lo que podríamos llamar “normalidad”.

Esta obra desconcertante, cargada a más no poder de enigmas y provocaciones y de una iconoclastia literaria de dimensiones jamás vistas, fuerza la interrogación del que lee. “He tirado una bomba que obliga a los académicos a sacarse la modorra y poner en marcha la máquina de criticar, para lo cual tendrán que leer y leer”, concluye.


2- Licencias de autor 

y un Joyce argentino como el caracú

 

Pasar el Finnegans Wake al castellano puede parecer una idea equivocada del ejercicio de la traducción. El texto original se asemeja a una partitura que se disfruta por la prosa musical de Joyce y sólo funciona leído en voz alta. De manera que una traducción será bienvenida por los curiosos de experimentos literarios. Pero el tamborileo del traductor Zabaloy no equivale a la melodía de Joyce, y resulta irritante, por ejemplo, que haya decidido no traducir palabras simples y que arriesgue bromas privadas –privadas de tino, por cierto– sembrando el texto con nombres vernáculos y coyunturales: Macri, Massa, menemismo (en lugar de conmigo mismo), Magnetto (por magnate), Nisman, Rial, Fariña, Elaskar, Wanda Nara, etc. ¿Qué puede entender un lector de cualquier país de habla hispana ante la frase “qué insaurralde”? ¿Qué clase de delirio creyó el traductor que le faltaba a la obra más delirante de la historia de la literatura? ¿No es extraño, además, que un libro de esta singularidad no lleve prólogo y notas?

Es raro que un traductor, ante el objeto literario más inextricable, se disponga a cometer errores tan infantiles, o que no haya llevado su criterio hasta las últimas consecuencias, animándose a traducir el título (El velatorio de Finnegan). Aunque era esperable cometer disparates en una empresa que tiene el absurdo como nudo central de su ovillo, y aunque el origen del título y de parte de la historia sea una vieja y cómica canción irlandesa se burla de un velorio, el ánimo bromista del traductor se adjudica atribuciones que sólo le corresponden a un autor.

Alguno dirá que ya el libro original es una idea equivocada de la literatura. Finnegans Wake es el reverso nocturno de la épica diurna montada por Joyce en Ulises. Es un maniático conjuro contra la esquizofrenia de su adorada hija Lucia. A su traductor argentino le faltó la “meticulosidad que roza la insania”, mencionada en un pasaje. Pero así es la literatura: heroica e inútil.

 

10 comentarios:

  1. Tarde y mal u_u Y la entrevista inédita?

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  2. Estimado JD Victoria: No está claro a qué se refiere. En ninguna parte de habla de una "entrevista inédita". Nos hemos limitado a reproducir lo publicado en el diario Clarín, que es lo que propone la bajada de esta entrada.

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  3. Evidentemente fue un malentendido, creyendo que publicarían una entrevista inédita del Club (que tengo entendido que se hizo) y una reseña original, que resultaría de enorme relevancia, ya que la nota de Matías Serra ha sido convenientemente "aclarada" por Zavaloy como carente de sustento y mínimo rigor de reseñista "profesional", pues ni conoce el texto original ni leyó la traducción, y todas las referencias a las que alude se las sonsacó EXPRESAMENTE a Zavaloy en un mail anterior a su nota "crítica". Saludos.

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  4. Estimado JD Victoria: Usted dice que "fue un malententido", pero debería haber dicho que lisa y llanamente entendió mal lo que anunciamos.

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    1. Bueno, sí, es exactamente lo que significa esa palabra para la RAE: Mala INTERPRETACIÓN (del receptor), equivocación en el ENTENDIMIENTO (del receptor) de algo. Por eso inicio diciendo "creyendo (yo, y solamente yo)"... Y qué bueno que publicaron la réplica. Saludos.

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  5. Estimado JD Victoria: Usted dice que "fue un malententido", pero debería haber dicho que lisa y llanamente entendió mal lo que anunciamos.

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  6. Estimado JD. Victoria:
    Supongo que ya se aclaró lo que quería saber. De todos modos, un consejo: cambie de diccionario. El de la RAE es una porquería.
    Saludos cordiales.

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  7. Bueno, el título "Dos por uno: una nueva entrevista...." Se presta al malentendido...

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  8. A quien se escude detrás de las iniciales "N.B." le sugiero que si tiene problemas para entender el título de esta entrada, se olvide de este blog y se busque algún buen programa en la televisión. Probablemente le será de más provecho.

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