Hay
todo tipo de traducciones: excelentes, muy buenas, buenas, regulares y malas.
Trátese de cualesquiera de estas categorías, toda traducción pueden ser
mejorada y ése es su destino inexorable.
Más
allá de las pavadas, como cambiar un título bueno por otro peor (cfr. lo que
pasó con The Turn of the Screw, de
Henry James, por muchos años, Otra vuelta
de tuerca, gracias a José Bianco, y La
vuelta del torno, como decide la trilogía compuesta por Alejandra Devoto,
Jackie DeMartino y Carlos Manzano), es lógico que, transcurrido un cierto
tiempo, ciertas palabras hayan perdido peso específico y nos inclinemos por
otras que lo ganaron, o que el estado de las investigaciones (genéticas o del
tipo que sean) hayan permitido una nueva perspectiva sobre un libro clásico.
Todo
esto, claro, poco tiene que ver los con criterios estrictamente comerciales con que se rige el mercado editorial. Pero, en
más de una oportunidad nos topamos con traducciones que todavía no han
encontrado un mejor traductor (cfr. la de Bajo
el volcán, del mexicano Raúl Ortiz; la de Lolita, del argentino Enrique Pezzoni, etc.) y por eso han vuelto a
ser publicadas en diversos sellos a través del tiempo.
Sin
embargo, en otras oportunidades, sucede que los responsables de una editorial, con
criterio de almacenero, cortan el hilo por lo más sano y deciden despacharnos una traducción repetida hasta el hartazgo, sólo para no pagar otra.
En
el caso de los clásicos, esta práctica está a la orden del día. Y sin llegar a
los extremos absolutamente despreciables en los que incurre una editorial como
la madrileña Edimar Libros (ver entrada del 16 de febrero pasado, en este mismo
blog), nos encontramos con casos como los de Luis Bello y Consuelo Berges,
ambos traductores de los Tres cuentos,
de Gustave Flaubert.
En
el caso del primero, su traducción fue publicada por Calpe, de Madrid, ¡en
1919! Consultado el ISBN español, se registran nuevas ediciones de esa
traducción en Espasa Calpe, Madrid, 1922; Austral, Buenos Aires, 1959; Espasa
Libros, Barcelona 1999, 2000 y 2003, Planeta DeAgostini, Barcelona 2003.
Seguramente haya más, pero éstas son las que pudieron ser detectadas luego de
una mínima investigación.
En
el caso de Consuelo Berges, su traducción fue publicada en 1971, por Seix
Barral, Barcelona, en 1980 y 1981 por Bruguera, Barcelona, en 1998 por Plaza
& Janés, Barcelona y en 2010 por Nórdica, Madrid.
¿Saben los derechohabientes de uno y otra sobre este estado
de las cosas? ¿Tan bueno fue el trabajo de ambos que pasadas varias décadas
desde la publicación de ambas versiones las editoriales mencionadas no
apelaron a los servicios de otro traductor? ¿Alguien previno a los lectores de que
estas traducciones no son nuevas? ¿Se encargó la prensa cultural de dar cuenta
de este fenómeno?
Se trata de preguntas que, invocando al bardo de Duluth, podrían
contestarse diciendo the answer my friend
is blowing in the wind / the answer is blowing in the wind.
No hay comentarios:
Publicar un comentario