viernes, 26 de marzo de 2021

El silencio de la AATI: el que calla, otorga

En la entrada del pasado 8 de marzo, reflexionábamos en este blog a propósito de la metodología a la que recurre la Asociación Argentina de Traductores e Intérpretes (AATI) para imaginar una tarifa mínima para la traducción literaria en nuestro medio.

Decíamos, entre otras cosas, que la cifra a la que se llegaba reflejaba lo que las editoriales estaban dispuestas a pagar y no lo que debieran pagar. También, que, pese a la sugerencia de que ésa debía ser la tarifa mínima de referencia, las editoriales la tomaban como máxima y que, cuando se las cuestionaba, se escudaban en que la AATI proponía eso, no queriendo advertir que hay una diferencia sustancial entre lo mínimo y lo justo. Por su parte, la institución nada dice respecto de ese abuso.

De lo dicho, también se desprende que la AATI (a diferencia de la española ACETT, que, en más de una oportunidad fue puesta como su modelo), si bien asesora a sus socios sobre contratos y brinda asesoría jurídica ante conflictos entre traductores y editoriales, no denuncia las malas prácticas (pagos por debajo de la tarifa mínima, demoras en la realización de esos pagos, etc.), con lo cual, su  "defensa" de los traductores literarios se limita a cuestiones tan discretas que, puede decirse, asumen la calidad de secretas. 

Desde la publicación de esas líneas, no hubo respuesta alguna ni tentativa de justificación. La política de la AATI parece consistir en esquivar las críticas y dejar todo como está, acaso especulando con que la memoria del escándalo, al menos en la Argentina, suele ser breve. 

De hecho, en el  tiempo transcurrido, hubo nuevos índices oficiales de inflación, pero las "tarifas mínimas de referencia" de la AATI para la traducción literaria siguen siendo las mismas y equivalen a casi un tercio de lo que ganan los traductores literarios de la región, aun cuando el precio de tapa de los libros sea prácticamente el mismo de un país a otro.

Off the record, la respuesta suele ser la misma: en la medida que haya más traductores literarios asociados a la AATI, habrá una base estadística mayor para poder dirimir cuestiones de  tarifas. Cabe entonces preguntarse por qué la AATI, con independencia de lo que respondan sus socios en los cuestionarios ad hoc, no sale a buscar otras referencias, contentándose con los "valores del mercado", que son los impuestos por las editoriales.  

¿No va siendo entonces hora de que los traductores literarios nos preguntemos qué representatividad tiene la AATI y para qué  sirve? Luego, su manera discreta de proceder, ¿no atenta seriamente contra nuestros intereses? ¿No será que en ese comportamiento timorato hay algo así como una estrategia? ¿No se tratará de que, más que interesarse en los abusos sufridos por los traductores literarios, a la AATI le interesa vivir en armonía con las editoriales, las cuales le dan entidad porque eso las beneficia, en lugar de defender realmente a los traductores?    

Jorge Fondebrider

6 comentarios:

  1. Jorge: Escribo para expresar mi total desacuerdo con tu nota. No la voy a responder en particular. Simplemente quiero hacer pública mi opinión personal, como traductora y socia de AATI. Al leer el título de tu nota, pensé que era reconfortante para mí saber que en vez de responderle al blog, AATI elegía seguir poniendo su esfuerzo en acciones a favor (por ej: difundir y poner a disposición de todos un buen modelo de contrato de traducción, campañas para visibilizar el nombre del traductor, asesorar jurídicamente a quien lo necesite, otorgar becas, entre tantas otras que no sabés por no ir a las fuentes). Por supuesto que toda tarea individual y colectiva es perfectible y que seguramente se producen errores involuntarios en el camino, pero ¿qué tal si en vez de atacar a colegas te acercaras con propuestas para mejorar el estado de situación y tus ideas sirvieran para construir? Creo en el diálogo y en la construcción y no en el escrache, que además de provocador y ofensivo, es inconducente. Ojalá todos los traductores literarios se acercaran para, entre todos, fortalecer al único colectivo que nuclea a traductores autorales para debatir crítica y constructivamente y llevar adelante acciones en beneficio de todos, en vez de perpetuar la queja individual o, como en tu caso, equivocar sistemáticamente el blanco.
    Julia
    PD: Si se te ocurre alguna idea para ayudar a mejorar la situación de todos, voy a ser la primera en escucharla y tomar la posta.

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  2. Sos una buena ciudadana, Julia, pero sería bueno aclarar que desde hace mucho no trabajás para el mercado editorial. También, que el silencio de quienes integran la AATI no siempre es sano: hay ejemplos recientes, vinculados a su cambio de estatuto que, imagino, no querrían ventilar.
    Ahora bien, los que sí trabajamos para el mercado editorial nos vemos perjudicados por los cálculos de la AATI y por la ausencia de denuncias concretas ante los abusos que sufrimos a diario. Te lo digo "crítica y constructivamente". Por otra parte, ésta no es una "queja individual", sino una suma de evidencias basadas en datos comprobables de que la defensa que la AATI supone llevar a cabo en nombre de los traductores literarios no es tal y, en muchos aspectos nos perjudica. Dicho de otro modo, esa institución no nos representa. Sus "errores" nos cuestan caro y forman parte de la degradación de esta profesión.
    Aunque aprecio tu honestidad, ya ves que disentimos. Eso no impide que te mande el mismo beso de siempre.

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  3. Que no trabaje para el mercado editorial de Argentina es algo circunstancial y tampoco me descalifica ni me impide tener opinión formada, conocer lo que pasa y trabajar para que ciertas cosas cambien. En todo caso, podría decirte que lo mismo pasa con tus opiniones. Si no sabés todo lo que hace AATI tampoco deberías opinar o tu opinión en verdad no debería contar.
    Hay mucha malicia cuando tirás frases como lo que "no querrían ventilar". De verdad, no sé a qué te referís. Muy por el contrario. Las asambleas son abiertas, las decisiones son por votación y quedan registradas en los libros correspondientes y todo funciona muy democráticamente. A diferencia de lo que parece que quisieras sugerir, el cambio en los estatutos fue para beneficio precisamente de todos: ya que permite a todos los traductores autorales, cualquiera sea su formación, a asociarse y recibir los beneficios que ofrece AATI y también a participar y discutir libremente las mejoras y propuestas. A vos AATI no te representa porque, entre otras cosas, me consta, no cobrás las tarifas de AATI y no la necesitás. Eso, al parecer, te da la libertad de decir lo que quieras porque cobras una tarifa de privilegio, aunque uses frases como "nos vemos perjudicados". En cambio, la protección y el asesoramiento (por ejemplo, jurídico) que ofrece AATI a quienes no tienen tu trayectoria es muy valioso.
    Por último, yo respeto el trabajo voluntario en todos los campos, entre ellos el profesional. Si quien dona su tiempo comete errores voy a estar para ayudarlo y sumarle una idea y no para atacarlo. (Aclaración: lo que atribuís como mala praxis o acciones deliberadamente maliciosas de AATI, ni siquiera entrarían, para mí, en la categoría de error, sino en el mal uso de la información que AATI hace pública por parte de los editores). Hablamos de tarifas mínimas y no máximas.
    Por último, respeto las vías institucionales y democráticas. Voy a estar siempre del lado del diálogo. Esto no es un diálogo y, mucho menos, un diálogo equitativo, ya que tu opinión aparece en primera plana y letra grande y yo quedo relegada al sector "comentarios", sujeta a que vos decidas publicarlos. Como verás, nadie está libre de errores.
    ¡Hasta la próxima discusión!

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  4. Querida Julia:
    Yo creo que confundís los tantos. Te doy dos ejemplos:
    1) el cambio de estatuto de la AATI ciertamente fue una movida hacia su democratización, sin embargo, lo que no se dijo en ningún momento es cuándo fue que la AATI, que había sido fundada democrática dejó de serlo, tema que, en su momento, habría sido interesante conocer.
    2) Que yo no acepte trabajar por las tarifas que sugiere la AATI no significa que, en más de una oportunidad, cuando una editorial me ofrece un libro, me ponga como tope esas tarifas, lo cual, como a cualquiera, me perjudica.
    3) Si los editores hacen mal uso de las tarifas que la AATI sugiere como mínimas, la institución debería hacerlo público en algún lado. Si no lo hace público, por omisión termina siendo cómplice.
    4) Como sos usuaria de este blog desde el principio, sabés que hubiera bastado con que me dijeras que querías que tu respuesta a mi entrada fuera otra entrada. No lo hiciste y elegiste contestar en los comentarios. No veo nada malo en ello. De hecho, muchos de los comentarios que constan en el blog fueron realmente esclarecedores y potenciaron las entradas.
    5) Siempre publico los comentarios, esté o no de acuerdo con ellos. La única condición es que no sean anónimos, cosa que todo el mundo puede leer en la columna de la derecha, arriba de todo. Me extraña que pienses que podría censurarte.
    6) Y dado que, en todos los años que trabajamos juntos, siempre discutimos, la próxima discusión no va a tardar en llegar.
    Un beso, como siempre.

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  5. a fin de que, entre otras cosas, esta no sea una discusión entre dos y se abra a una polémica más abarcadora, voy a permitirme terciar en ella. además, como los tres somos amigos, no habrá mayores malentendidos y sé que nadie se ofenderá o sentirá descalificado por las opiniones del otro. es más, no me parece que haya que justificar con hechos o situaciones particulares el derecho a opinar o replicar, y en eso coincido con julia, al menos en lo que respecta a este caso, es decir, a la cuestión de la representatividad de aati (y su circunstancia) en el ámbito de la traducción literaria: tanto si nos afecta directamente la existencia de la aati como si no, el hecho de que sea una asociación pública, con una política y una historia asociativa conocidas y publicitadas, la hace perfectamente opinable y más aún si quienes lo hacemos somos o nos sentimos traductores literarios, es decir, involucrados en la cuestión.
    dicho esto, me voy a detener en uno de los puntos señalados por jorge, quizás, a mi entender, el más objetivo y demostrable de todos, y al que julia dio escasa respuesta. a pesar de los denodados esfuerzos de aati por integrar e integrarse en el complejo sector de la traducción editorial, autoral o literaria, es más que evidente que viene fracasando de manera consistente. el cambio de estatutos era un paso esencial e imprescindible para lograr esa integración, que hasta entonces no tenía ni viabilidad ni sentido, y además se hizo al albur, ya un poco caduco, de los proyectos de ley, pero no tuvo la repercusión esperada, ni siquiera entonces. yo mismo me asocié entonces e insté a que lo hicieran muchos colegas, histórica e ideológicamente reacios, y algunos lo hicieron. no obstante, todo eso fue un espejismo: poco cambió dentro de aati y nada o casi nada fuera.
    jorge usa el paralelismo con acett, la asociación española (a la que pertenecí 10 años, todos ellos en la junta directiva) como acicate, pero lo cierto es que la diferencia cualitativa entre una y otra es enorme: más allá de las políticas seguidas, en acett solo hay traductores literarios y rondan los 500, que representa una tercera parte quizás del total el país y, sobre todo, la más profesionalizada. una encuesta con ese universo es sin duda representativa (además de contar con el censo de otras asociaciones y el de cedro); en cambio, el universo que maneja aati es de pena (hablan de 30 o menos traductores, la mayoría noveles). ninguna estadística seria puede sostenerse sobre esa base.
    (sigue)

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  6. (viene de arriba)
    puesto que las bases no han acudido a aati, aati hace todo lo posible para visibilizarse como instancia de defensa y agit prop de la traducción literaria, siempre y cuando ese accionar no se condiga con o moleste a otras instituciones del área (traductores públicos, fit, cadra, etc., etc.). así, como bien dice julia, hace mucha difusión de cursos, másters, becas y demás herramientas de crecimiento y desarrollo más o menos profesional. también negocia, y esto no es menor, con editoriales y cámaras los lineamientos generales de los contratos e incluso las tarifas mínimas (cosa que acett tiene prohibido por ley). esto es una ventaja gigantesca y, de tan gigantesca, tremendamente desaprovechada. la realidad de la profesión pasa por fuera de esas políticas institucionales de aati y los traductores de carne y hueso negocian lo que pueden y como pueden en vivo y en directo, sin avenirse a los mínimos de aati, que, como dice jorge, a veces incluso patean en contra. por qué? por lo de antes: no hay representatividad efectiva y eso se refleja en la política inmediata.
    no creo que la culpa de que a aati le falten traductores literarios sea de estos. más bien suena que debería ser al revés, no? no puedo arrogarme la representatividad de un sector al que no logro atraer, eso es básico en el asociacionismo y la política cultural. no basta con que me reconozcan algunos editores y las asociaciones hermanas de allende el ande o el mar. porque me estoy marcando un bluff.
    qué hace poco atractiva a la aati? eso debería ser objeto de una polémica abierta, donde en lugar de justificar las falencias, errores y prejuicios, la asociación tomara nota de lo que pide, exige, necesita el sector. en argentina, y sobre todo en el área capitalina, hay muchísimos traductores profesionales “de prestigio”. jamás se han acercado a aati, salvo en un caso. es culpa de ellos? esta respuesta es, precisamente, parte esencial del problema: culparlos los aleja aún más. no le ven la ventaja, solo los inconvenientes. a pesar de que aati se vista de adalid de la traducción editorial en cada feria o evento.
    por mi parte, no dudo en absoluto de la honestidad de la gente que dirige aati. los conozco bien y les tengo cariño. solo creo que la pifian en su enfoque, es decir, que la siguen pifiando, por más que decoren el puestito. y que si de verdad quieren hacerle un favor a la profesión deberían preguntar, escuchar y corregir.
    un beso grande, julia. a jorge no le doy que pincha.

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