lunes, 5 de septiembre de 2022

Dice el dueño de Losada: "Antes había una ética en el mundo editorial que hoy ya no existe". Él sabe.


No está claro si ya cambió la metodología, pero hasta hace un tiempo, la Editorial Losada les hacía firmar contratos a los traductores en los que se hablaba de una cesión permanente de derechos de autor por el trabajo que hacían. Luego, esos libros se distribuían discretamente en la Argentina, pero se enviaban a España en grandes cantidades, sin que las ventas –en algunos casos grandes– beneficiaran en lo más mínimo a los traductores. Cuando se le informaba a la señora a cargo de la producción –cuyo nombre se perdió en la noche de los tiempos– que ése era un accionar ilegal de acuerdo con la ley argentina, solía decir: “No importa”. Pero, como todo siempre puede ser peor, parece que Losada encontró la horma de su zapato en la cadena de librerías Yenny, pertenencientes al grupo ILHSA (Inversora Librera Holding Sociedad Anónima), de la familia Gruneisen. Según la nota publicada por Daniel Gigena, el pasado 2 de septiembre, en el diario La Nación, de Buenos Aries, hubo un juicio y un fallo a favor del español José Juan Fernández Reguera, propietario de Losada. Según reza la bajada: “El caso es por la restitución de más de siete mil ejemplares en consignación que no habían sido devueltos ni liquidados; ‘antes había una ética en el mundo editorial que hoy ya no existe’, se lamenta el presidente de un sello histórico”. Si él lo dice…

La editorial Losada le ganó un juicio a la cadena de librerías Yenny–El Ateneo

“Los pequeños y medianos editores estamos cansados de que la cadena de librerías Yenny [del Grupo Ilhsa] no devuelva las consignaciones de libros”, dice a La Nación el presidente de la editorial y librería Losada, José Juan Fernández Reguera, que ayer comunicó que la Justicia había condenado al Grupo Ilhsa a devolver los 7348 ejemplares que su sello le había entregado en calidad de consignación para la venta en los locales de la cadena de librerías Yenny–El Ateneo hace más de siete años. La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial dispuso que, en el caso de que no se restituyeran los libros en el plazo de diez días, el Grupo deberá abonar a la editorial Losada el valor de los ejemplares no devueltos más sus intereses y pagar las costas del juicio.

“No lo hice por el dinero, porque no lo necesito; lo hice para que sirva como ejemplo y para que no se abusen de las pequeñas y medianas editoriales”, dice Fernández Reguera, consciente de que con este fallo se crea un precedente. Fundada hace 84 años, Losada fue una de las primeras editoriales en el país –además de Sur– que publicó a Federico García Lorca, Jean–Paul Sartre y Albert Camus, entre otros autores, y que apoyó económicamente a Rafael Alberti y María Teresa León durante su exilio en la Argentina. También difundió la obra de los Nobel de Literatura Miguel Ángel Asturias y Pablo Neruda. “Tengo un catálogo de 1100 títulos y no saldo nada, salvo los libros que cambiaron las tapas –agrega–. Mi idea es que todos puedan comprar libros. Al ser editor y librero, conozco bien el gremio”. La Nación intentó comunicarse con los ejecutivos del Grupo Ilhsa para que dieran su punto de vista, pero aún no obtuvo respuesta.

Varios editores consultados por La Nación calificaron el sistema de devolución de ejemplares de Yenny como “muy complicado”, a diferencia de lo que pasa con las librerías de barrio. Incluso desde los grandes grupos editoriales en los últimos años –en especial a partir de la pandemia y las cuarentenas– decidieron fortalecer el vínculo con librerías independientes. No obstante, unos y otros coincidieron en que era “inevitable” mantener relaciones comerciales con esa cadena de librerías. “Yenny es como Coto o Carrefour”, graficaron. Fernández Reguera decidió iniciar acciones legales luego de que un CEO de Ilhsa lo maltratara por teléfono cuando solicitó la devolución de los libros consignados. “Le expuse la situación con educación y me respondió que él no tenía nada que decirme y que hablara con los abogados”. El presidente de Losada siguió su consejo y fue a la Justicia. “Nunca fue mi deseo tener que recurrir a los tribunales para solucionar una cuestión de esta naturaleza entre las personas o empresas del medio –agrega el presidente de Losada–. Antes había una ética en el mundo editorial que hoy, lamentablemente, ya no existe”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario