jueves, 2 de febrero de 2023

Una residencia de traducción en Noruega

El texto que sigue, especialmente escrito para este blog, es una crónica de lo realizado por Mariana Windingland, traductora del noruego al castellano, durante la residencia de traducción que, gracias a NORLA (Norwegian Literature Abroad), pudo lleva a cabo en la capital de Noruega.

Residencia de traducción de NORLA
Oslo, otoño 2022

A principios de agosto me postulé para participar de la decimotercera residencia de traducción respaldada por NORLA en Oslo y en apenas siete días recibí la confirmación: me otorgaban la beca. Tres semanas más tarde, me encontraba alojada en el antiguo hotel Bondeheimen, que literalmente significa “el hogar de los agricultores”, ubicado en pleno centro de Oslo, junto a tres colegas oriundos de Turquía, República Checa y Países Bajos. El lugar es un reducto de protección del nynorsk (neo-noruego) y sus habitaciones y pasillos están repletos de citas de autores que han publicado en la lengua que apenas un 10% de la población que vive en el interior del país. Las dependencias de NORLA están situadas a unas diez cuadras del hotel, y el itinerario para llegar allí es de lo más atractivo que tiene la ciudad. Se pasa obligadamente por el Nationaltheatret (Teatro Nacional de Arte Dramático), la sede central de la Universidad de Oslo, el Palacio Real, el Ministerio de Relaciones Exteriores, el Instituto Nobel, el Museo Ibsen y la Biblioteca Nacional, entre otros emblemas del patrimonio arquitectónico de la ciudad. Las oficinas que nos albergaron durante todo septiembre colindan con la Biblioteca Nacional, y en otros pisos del mismo edificio se encuentran distintas agencias de cultura de la nación, por lo que las áreas comunes del lugar representan una arena más que interesante para conocer profesionales de distintos ámbitos.

Dos proyectos de traducción me llevaron a esta instancia de formación continua: una obra inédita en español de Henrik Ibsen, a quien no hace falta presentar, y la última pieza, publicada en 2022, de Arne Lygre, considerado por la crítica internacional como “el nuevo Ibsen”.

La obra de Ibsen, de 1851, es un breve libreto de ópera puesto en escena tan sólo cuatro veces desde su publicación. Sobre ese texto investigué en el Instituto Ibsen de la Facultad de Humanidades, situado en el campus en Blindern. Las bibliotecarias y demás investigadores que conocí allí se sorprendían al enterarse de que el dramaturgo es el tercer clásico más representado en Buenos Aires después de García Lorca y Shakespeare y me proveyeron de cuanta información y material bibliográfico necesitara. Nunca antes me había sentido tan bien recibida por la academia. Además, surgió la oportunidad de encontrarme con dos traductores con gran experiencia en la obra ibseniana. Por un lado, conocí a Cristina Gómez Baggethun, hija de Kirsti Baggethun, que son las más prolíficas traductoras del noruego en España. Cristina publicó en 2019 con Nørdica las obras fundamentales Ibsen, algo que era totalmente necesario, haciendo un trabajo impecable. Por otro lado, también me nutrí de los saberes inconmensurables de Erik Skuggevik, traductor y académico noruego que pasó casi toda su vida en Inglaterra, profesor en Surrey y Westminster y que publicó a Ibsen en los Penguin Classics en los últimos años. La gentileza que tuvieron ambos en recibirme y orientarme en la obra del padre de la dramaturgia noruega, así como la humildad y amabilidad que manifestaron, son realmente destacables.

Con respecto a la obra contemporánea, estrenada exitosamente en febrero, me fue posible presenciar ensayos en Det Norske Teatret, teatro oficial donde todas las puestas son en nynorsk. Allí entrevisté a actores y actrices ytuve oportunidad de ver la reposición de la pieza que más público convocó en Oslo en 2022: Tid for glede (Tiempo de alegría), y cuyo autor me solicitó traducir al español aunque hablo bokmål, el idioma de mayor uso y extensión en el país, literalmente “la lengua de los libros” y no la lengua del manuscrito en cuestión. A pesar de numerosos intercambios epistolares con Lygre, no logramos encontrarnos, ya que durante mi estadía en la capital nórdica él estaba en París, donde se estrenaba la misma obra en el teatro Odéon bajo la dirección de Stéphane Braunschweig, quien ya ha dirigido cinco de sus piezas en varias capitales europeas. A pesar del mencionado desencuentro, en mi paso por el Dramaten de Estocolmo (Teatro Nacional de Arte Dramático), tuve la fortuna de encontrarme con el renombrado director francés e intercambiar unas palabras sobre la obra de Lygre, que se estrenó en la capital sueca hace apenas un mes. Allí, gracias a las gestiones de NORLA,me reuní en el Ministerio de Cultura con las directoras del programa Swedish Literature Exchange Program, quienes reconocieron mis facultades para traducir literatura sueca contemporánea e inmediatamente me incorporaron a su lista de traductores acreditados. Ahora sólo falta que alguien quiera publicarme.

Durante la residencia tuve además la valiosísima posibilidad de compartir e intercambiar experiencias con colegas, aun cuando nuestras lenguas de destino pertenecen a distintas familias lingüísticas. Por ejemplo, de numerosas charlas con Jitka Jindriskovaacerca de una misma obra noruega que ambas tradujimos, ella al checo y yo al español, surgieron los contenidos teóricos que luego desarrollaríamos en el seminario mensual de traducción literaria que organiza NORLA. En esta oportunidad, fuimos disertantes y no meras oyentes. Desde luego, en esas semanas seguimos una nutrida agenda de reuniones con editores, agentes, escritores y traductores literarios noruegos. Y como si esto fuera poco, Aschehoug, una de las editoriales más antiguas del país, celebraba su 150° aniversario, por lo que todas las noches a lo largo del mes había algún evento al que asistir. En su magnífica Aschehougs Villa en el barrio Frogner, donde viví varios años, pudimos escuchar, entre otros, a Maja Lunde, Jostein Gaarder e Ivo de Figueiredo, figuras centrales del panorama literario local.

Más allá de los ejes centrales de mi residencia, por supuesto aproveché la ocasión para entrevistar a otros investigadores y escritores,visitar los ateliers de las escritoras e ilustradoras que ya he traducido y darme una vuelta por Forlaget Press de la mano de Thomas Reinertsen Berg, a quien estoy traduciendo en este momento para una editorial argentina. Berg recibió el Brage Prisen, el premio literario más prestigioso del país, por su primera publicación en 2017.

La verdad es que no me puedo quejar: esta la segunda vez desde 2014 que el castellano es parte de este programa patrocinado por el Ministerio de Relaciones Exteriores del Reino de Noruega(la anterior fue una colega de España). Las lenguas más seleccionadas han sido el alemán, el ruso y el checo, en ese orden, por lo que me alegra enormemente ser la primera residente de América latina (por el castellano, ya que hubo dos traductores brasileros antes). Sin dudas estas políticas públicas son imprescindibles. Debemos sostenerlas cada quién desde su lugar, como lo hace en nuestro Programa Sur Diego Lorenzo, que ha sabido mantener el esquema de subsidiosde manera intachable en un país cuya economía está siempre al borde del colapso. En un mundo donde las editoriales no se arriesgan a publicar autores que escriben en lenguas periféricas, aun cuando estén traducidos a más de treinta idiomas como es el caso de muchos escritores noruegos, sinpolítica públicano habría casi posibilidad de circulación de literatura de lenguas poco extendidas.Por eso celebro y apoyo incondicionalmente cada programa de gobierno que auspicia nuestra labor.


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