En 100
años se perderá “la mitad
de 6 mil
lenguas indígenas en el mundo’’
Oaxaca, Oax. En el mundo existen actualmente unas 6 mil
lenguas indígenas, pero según estimaciones de la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) “en 100 años se
habrá perdido la mitad’’, alerta Yásnaya Elena Aguilar, integrante del Colegio
Mixteco (Colmix), quien considera que en México las más amenazadas son: el
ayapaneco, el kiliwa, el oluteco y el ixcateco, este último perteneciente a la
familia otomangue.
Entrevistada
al término de una conferencia en torno a la circunstancia actual de las lenguas
originarias del estado de Oaxaca impartido en el Centro Cultural San Pablo,
sostiene que uno de los mayores problemas de las lenguas indígenas es que todas
están en serio peligro.
En
México, explica, ese problema se debe a la carencia de políticas públicas que
promuevan su rescate, pues pese a que una ley reconoce las lenguas indígenas
como nacionales, “los usos y costumbres del estado en su administración no han
cambiado’’.
Si un
hablante de ixcateco llega a una oficina de gobierno y solicita algún servicio
público en su lengua original no encontrará ningún funcionario que responda, a
menos que hable español; “no se está garantizando el uso de esas lenguas en los
ámbitos jurídico, de salud y educativo’’.
Eso
obliga a los hablantes de alguna lengua indígena a expresarse en español para
acceder a bienes o servicios que deberían recibir en su lengua materna, lo que
a la larga hace que ellos mismos la rechacen y dejen de enseñarla a las nuevas
generaciones. Por ello, apunta Yásnaya Elena Aguilar, la castellanización
continúa avanzando.
Seis lenguas en
Oaxaca
En Oaxaca se hablan seis lenguas maternas de las que
derivan algunas variantes. Lamentablemente los gobiernos estatales y federales
en los años recientes han aludido al rescate de esos idiomas, pero ninguno se
ha preocupado por que la atención en el aparato estatal sea multilingüe, pues “es
el mismo gobierno en sus tres órdenes el principal violador de los derechos
lingüísticos, aunque haya leyes que los protegen’’, sostiene Yásnaya Elena
Aguilar.
En
lugar de que las autoridades acepten que su administración debe contar con
funcionarios capacitados para atender en la lengua materna de cada población,
se culpa a los indígenas por no hablar español y de ese modo se violentan sus
derechos humanos.
Lo
más grave, apunta, y quizá uno de los que más afectan es que en las escuelas de
las diversas comunidades indígenas no se impartan clases en la lengua materna
de la localidad, lo que es un problema en las ocho regiones del estado de
Oaxaca, así como del país, pese a que las personas tenemos capacidad de
aprender idiomas; incluso una escuela en Durango, calificada entre las mejores
del país, en la comunidad menonita se enseña en su lengua original, el
plautdietsch, y les enseñan inglés y español.
Destaca
que en Oaxaca la lucha frontal por el rescate de las lenguas indígenas es de la
sociedad civil y no del gobierno estatal.
Al
respecto, Yásnaya Elena Aguilar aludió a la labor del pintor Francisco Toledo
por conducto de los premios del Centro de las Artes de San Agustín (Casa) a la
creación literaria en mixteco y zapoteco, así como la elaboración de juegos de
mesa y traducción de libros en lenguas indígenas y sus variantes.
La
escritora y defensora de los derechos lingüísticos manifiesta que otro problema
de las lenguas originarias es la falta de visibilización de datos; por ejemplo,
opina que en general la mayoría de la población desconoce el número de familias
lingüísticas del país, 12, y a cuál pertenece cada una de las lenguas. Incluso
uno de los errores más comunes es referirse como lengua materna, pues materna
es el idioma que se inculca a cada persona.
Tomás
Lopez Sarabia, presidente del Centro Profesional Indígena de Asesoría, Defensa y
Traducción (Cepiadet), destaca que en el país “existe una violencia sistemática
contra los hablantes de una lengua indígena; no es que queramos dejar de hablar
nuestra lengua, lo tenemos que hacer porque se vuelve en muchos momentos un
esquema de subsistencia en espacios sociales”.
Añade
que el problema de los indígenas en el país es que el Estado trabaja con doble
discurso; uno es aquel en el que se les reconocen todos sus derechos y son
motivo de orgullo con sus tradiciones y costumbres y otro en el que no se tiene
personal capacitado para atenderlos cuando se expresan en su lengua indígena y
se convierten en un problema y los culpan por no entender determinado idioma.
Afirma
que los sectores en los que más se presentan situaciones de esa naturaleza y que
más afectan a los usuarios son en salud, justicia y educación.
En
materia educativa hay severos problemas por la ubicación de los docentes, pues
aunque hablen una lengua indígena no son enviados a impartir clases a su
comunidad, sino que son destinados a zonas donde se habla otra lengua, lo que
impide un desarrollo completo del profesor y el alumno.
En
justicia, los indígenas cuando son acusados de un delito el Ministerio Público
no cuenta con un funcionario que hable la lengua indígena del área en la que
ocurre el caso o simplemente no se cuenta con un traductor.
Sin
embargo, eso se ha estado resolviendo en los juzgados adonde llega cada asunto,
pues de acuerdo con datos de 2012 del Cepiadet, 91 por ciento de los presos
indígenas no contaban con un intérprete, dato que para 2018 se ha reducido a 50
por ciento.
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