viernes, 31 de mayo de 2019

El Nobel que se pasó al castellano


El escritor sudafricano J.M. Coetzee (Ciudad del Cabo, 1940) pasa largas temporadas en la Argentina, donde realiza actividades en la Universidad de San Martín (allí creo una cátedra Sur–Sur, a la que visitan diversos escritores australianos, neocelandeses, sudafricanos, etc) y participa activamente en la selección de escritores becados por el MALBA. Sin embargo, las cosas van todavía más allá de esto. En la bajada de la entrevista que le realizó Verónica Abdalá, publicada el 29 de mayo pasado en el diario Clarín, se lee: “El escritor escribe en inglés pero una argentina traduce sus libros y ésa se considera la versión original. Aquí explica el porqué y habla de La muerte de Jesús, su última novela, que sale a principios de junio”.

La revolución de J.M. Coetzee,


En lo que él mismo define a Clarín como “el final de su carrera”, el Nobel sudafricano John Maxwell Coetzee elige hacer una última y definitiva apuesta literaria, que es estética pero a la vez política: adopta el español como el idioma del que nacen sus ficciones, que posteriormente se traducen a los demás idiomas, inclusive el inglés. Escribe en inglés, pero hace traducir sus textos y pone la versión en castellano como la lengua madre de sus escritos. Su idilio con este idioma nace de un convencimiento que es al mismo tiempo existencial y filosófico: el inglés se ha apoderado del mundo e impone una perspectiva que, en su opinión, se traduce en una suerte de tiranía ideológica, alejada de una visión plural. Eso es puntualmente, lo que lo lleva a distanciarse.      

“Tengo reservas hacia el inglés a nivel filosófico y político. Estar incluido en un idioma es estar imbuído en su visión del mundo, y cada vez me distancio más de la visión del mundo que propone el idioma inglés”, explica el escritor, cuya lengua de origen es el áfrikans y que el 1° de junio publica en la Argentina su nueva novela, La muerte de Jesús. De los Estados Unidos, donde estudió en su juventud como migrante, se mantiene alejado desde la presidencia de Bush hijo. 

Hace unos años que el poder creciente del inglés lo inquieta y ya no está dispuesto a fomentar su avance "como lengua imperialista global". Esa es la razón por la que –como ya hizo con su anterior libro de relatos, Siete cuentos morales–, prefiere lanzar su nueva obra en castellano. Para eso trabaja con una traductora  argentina, Elena Marengo –Directora de la Maestría en Traducción de la Universidad de Belgrano– exige que no se modifique esa versión en ninguna de sus ediciones. Lo que la primera vez pudo leerse como una declaración de intenciones –la adopción del castellano como la lengua de origen de sus libros–, ahora se confirma como una definición de principios. 

Esta vez, el libro será coeditado por su editora argentina, María Soledad Costantini, de la editorial El hilo de Ariadna y por Penguin Random House.

Con La muerte de Jesús, Coetzee –novelista, lingüista, filólogo y matemático, que en 2006 se naturalizó ciudadano de Australia, país donde vive– cerrará una trilogía que arrancó en 2013 con La infancia de Jesús y siguió en 2017 con Los días de Jesús en la escuela

En el primero de estos libros, la lengua española ya cumplía una importante función, aunque desde la trama: un hombre y un niño –David– llegan a una tierra extraña, y descubren que en ella se habla ese idioma y no el inglés. Entonces experimentan lo que la mayoría de inmigrantes: van a tener que adquirir esa nueva lengua "para poder sobrevivir, para preguntar direcciones o buscar empleo, para comprar y vender, para confesar o hacer el amor", en palabras de Coetzee.  

“No hay ningún motivo para que mis libros tengan que salir en inglés”, sostiene ahora el autor. “Primero –explica a Clarín– porque el tipo de inglés que escribo hoy en día, al final de mi carrera, es bastante abstracto y, para emplear una metáfora, desarraigado. Se traduce fácilmente a otros idiomas. Cuando miro la traducción al alemán de uno de mis libros, por ejemplo, no detecto nada 'faltante': no se ha perdido nada en la transición del original en inglés a la traducción al alemán. Segundo, lo digo porque no debo ninguna lealtad particular a las industrias editoriales del mundo de habla inglesa, las industrias basadas en Londres y Nueva York. Mi conjetura es que en el mundo de habla inglesa se me considera como un escritor extranjero con un nombre que suena extranjero, como representante de lo que llaman ‘literatura mundial’. 

Y agrega: “No tengo el tiempo ni el espacio para explorar la difusión del inglés como la lengua de facto de los negocios en todo el mundo y, cada vez más, como la lengua de facto de la academia. Permítanme decir simplemente que, si bien no soy hostil a la idea de lingua franca(NdeR: aquella lengua que tácitamente se adopta como lengua común de entendimiento entre personas que hablan idiomas distintos), el hecho es que cada idioma lleva dentro de sí una cierta visión del mundo, una visión del mundo que sus hablantes nativos dan por sentado: el mundo es como 'El mundo' les parece a través del prisma de su lengua materna. Por razones tanto filosóficas como políticas, estoy a favor de una pluralidad de idiomas y una pluralidad de opiniones del mundo en disputa.”

David, el protagonista del libro a través del  que el Nobel vuelve a mirar el mundo, a esta altura de la trilogía tiene diez años. Es un chico que ha abandonado voluntariamente a sus padres putativos para irse a vivir a un orfanato, y además admira al Quijote. También caerá presa de una enfermedad misteriosa.

“Era rápido mentalmente y hábil con los pies: eso es lo que tú entiendes por excepcional", describe otro de los personajes de esta ficción. "Yo supe que él no pertenecía a este mundo; lo supe desde el momento mismo en que puse mis ojos sobre él. Era como esos pájaros –no recuerdo ahora su nombre– que muy de vez en cuando descienden del cielo para que los meros seres terrestres los veamos, y luego levantan vuelo otra vez para continuar su eterno peregrinar”. 

–¿Cómo es el vínculo del personaje con El Quijote? 
–Cabe decir que David es un fanático de El Quijote. También es posible decir que, habiendo leído El Quijote, a su manera, no ve ninguna razón por la que deba leer cualquier otro libro. A este respecto, sería como aquellas personas que leen la Biblia o el Corán y encuentran suficiente para todas sus necesidades”.

–¿Y el suyo? ¿Qué tiene que ver Cervantes con Coetzee?
–Su gran libro me parece único en el sentido de que inaugura una nueva forma literaria, la novela y, en el mismo movimiento, concluye esa forma al eclipsar a todos sus imitadores y sucesores. No estoy solo entre los escritores en venerar a El Quijote.  

–¿Existe algún tipo de parecido entre este niño, que decide abandonar a su familia, y Elizabeth Costello, ese personaje es un posible alter ego femenino suyo? Ella también manifiesta una aparente dificultad para adaptarse al mundo y expresar pensamientos y emociones que otros no formularían.
–Quizás, David es ciertamente un niño provocador. Aunque me divierte que pienses en Elizabeth Costello como mi alter ego femenino,no me considero un personaje que adopte una actitud provocadora hacia el mundo. Si Elizabeth Costello descendiera del reino donde los personajes de ficción tienen su existencia y entrara en nuestro mundo, no me vería a mí como un personaje de mucho interés. Si ella me incluyera en uno de sus libros yo sería como un personaje secundario, alguien que no se enfrenta al mundo con suficiente rudeza o provocación para ser un héroe.

–¿Hay algo autobiográfico en esta trilogía de Jesús?
–No son en ningún sentido autobiográficos. O mejor dicho, permítame calificar esa afirmación. Son autobiográficos solo en el sentido de que al crear una obra de ficción, el escritor necesariamente recurre a recuerdos y fantasías que no son accesibles para la mente consciente. Si los libros son autobiográficos, lo son inconscientemente
















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