lunes, 31 de mayo de 2021

Entre sombras y pipa en ristre, G. R. Aulicino speaks

Jorge Aulicino

Siempre atento a los vaivenes de la lengua, el poeta y traductor   Jorge Aulicino la emprende aquí nuevamente contra las palabras   del inglés que se filtran en el castellano empobreciéndolo sin   referato que lo salve.

Anglicismos de origen inglés

by G. R. Aulicino

Leo en un periódico la palabra “referato”. La primera impresión que me causó fue la de estar en un proceso universal de clasificación de ideas y cosas. Nada librado al azar, a la vaguedad, esto es, nada del mundo como en principio se presenta. Tal impresión devino, seguramente, de que la palabra “referato” estaba asociada a revistas. “Revistas de referato”, tal la frase. Me imaginé –me apuro a aclarar que equivocadamente, pero ese equívoco es la cuestión que estoy tratando– que se refería a las revistas “de referencia”, otro invento que por lo menos, y no sé por qué, produce una impresión más dinámica: hoy se puede ser “de referencia”, mañana no. Ser “de referencia” es tener un prestigio, y los prestigios, se sabe, se ganan arduamente y se pueden perder por un soplido. Son vagos, inmanejables. En cambio, el referato parece aludir a un sistema. Y lo hace, vive Dios. Pero no a un sistema, en este caso de revistas científicas establecidas como referentes sine die, sino a otro tipo de sistema.

El Diccionario de la Academia Española, que a duras penas aún es “de referencia”, no registra el término referato. Sin mucha búsqueda, encuentro una página al parecer científica que me lo explica. Desde luego, se trata de otro término derivado del inglés. Del academicismo anglosajón. Dice la e-Prints Library & Information Science: “El sistema de referato es el proceso por el cual se evalúan los trabajos enviados a una publicación científica. También se lo conoce con el nombre de 'arbitraje' o 'juicio de los pares', ya que en el proceso intervienen, en la mayoría de los casos, dos especialistas que son designados árbitros (referees) o revisores.” 

El propio trabajo que contiene esta definición es un “paper” término que en la jerga científica anglosajona equivale al genérico usado en castellano hasta hace poco: trabajo. “Presentó un trabajo sobre la fisión de los coxales”. Ahora no. Ahora eso es un paper que invariablemente enfrentará el referato. El problema no es que los científicos y académicos usen el lenguaje que quieran, y se burlen de otras jergas no científicas, como la que habla de “aura” o la que llama charlatanería a la parla ilustrada. El problema es que esa terminología se filtra a los periódicos sin más. Y pronto nos encontraremos en una esquina diciendo: “Eso de que Boca tiene un juego especulativo, ¿fue sometido a referato?” 

Sin pensar que durante milenios algunos lucharon por la causa inútil del castellano y lograron castellanizar la palabra referee que hoy es referí, de tanto que la usaban los muchachos del fútbol. Que hoy, sin embargo, encontraron otros términos para las palabras wing, centroforward y fullback. Y que siempre llamaron arquero al goalkeeper. “Es un anglicismo de origen inglés”, clamaba hace años un colega ante palabras que le sonaban extrañas.

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