martes, 27 de diciembre de 2022

Nuevas definiciones en el Cambridge Dictionary


“Desde octubre, el prestigioso diccionario británico incluyó nuevas acepciones para los términos y se reavivó un debate sobre la identidad de género.” Esto es lo que dice la bajada de la nota firmada por Daniel Gigena, publicada el pasado 21 de diciembre en el diario La Nación, de Buenos Aires.
 
El diccionario de Cambridge actualizó las definiciones de las palabras “hombre” y “mujer” y hay polémica

A finales de octubre, el Cambridge Dictionary actualizó las entradas para las palabras “hombre” y “mujer” en inglés con el objetivo de incluir a las personas transgénero. La primera acepción del diccionario para “mujer” es “un ser humano femenino adulto” y la segunda, desde octubre, “un adulto que vive y se identifica como mujer, aunque se haya dicho que tiene un sexo diferente al nacer”. “Hombre” se define como “un ser humano masculino adulto” y también como “un adulto que vive y se identifica como hombre, aunque se haya dicho que tiene un sexo diferente al nacer”. Con un poco de delay, desde mediados de mes se encendió en el Reino Unido y Estados Unidos un nuevo debate en torno a la cuestión.

Si bien las actualizaciones entraron en vigencia el 27 octubre, cobraron notoriedad este mes cuando la definición ampliada de “mujer” del diccionario británico generó críticas. “Nos gustaría que reflexionen y tal vez expliquen públicamente cómo es posible ‘vivir como mujer’ si no eres mujer o, de hecho, si eres mujer –tuiteó el exvicepresidente del Partido Verde de Inglaterra y Gales, Shahrar Ali–. ¿Es cuestión de hacer las tareas del hogar? ¿Usar tacones altos? La implicación de que hay una manera de vivir ‘como mujer’ es un tropo condescendiente, regresivo y sexista que las mujeres han luchado durante mucho tiempo para superar. No deberíamos esperar verlo aparentemente respaldado por los editores del Cambridge Dictionary”. Otros condenaron la actualización como un nuevo intento de “borrar a las mujeres”.

“Este significado se agregó el 27 de octubre y refleja cómo se usa la palabra ‘mujer’”, dijo a Reuters un portavoz del diccionario de Cambridge cuando comenzaron a aparecer las críticas en redes sociales. “La primera definición en la entrada para mujer permanece sin cambios y sigue siendo ‘un ser humano femenino adulto’”. El diccionario brinda ejemplos de uso para la segunda acepción: “Ella fue la primera mujer trans electa para un cargo nacional” y “Mary es una mujer que, al nacer, le fue asignado el género masculino”.

Otros diccionarios habían hecho cambios similares. En 2020, Merriam–Webster amplió su definición de “femenino” al incluir la acepción “tener una identidad de género opuesta a la masculina”. Se hizo, además, una incorporación similar a la palabra “masculino”. Esos cambios también ocasionaron críticas.

Consultada por La Nación, la presidenta de la Academia Argentina de Letras (AAL), Alicia María Zorrila, se refiere a la posibilidad de que esas actualizaciones se reflejen próximamente en el Diccionario de la lengua española. “Desde mi punto de vista, deberemos esperar a que las veintitrés Academias estudien estas nuevas acepciones y se expresen al respecto –dijo Zorrilla–. De cualquier modo, considero que son suficientes las que están en el Diccionario de la lengua española, pues, sin discriminar, incluyen a los varones y a las mujeres que no se sienten mujeres, sino varones, y a los varones y mujeres que se sienten mujeres”.

En el Diccionario de la lengua española, la tercera acepción de “hombre” es “varón que ha llegado a la edad adulta”, y la segunda acepción de “mujer” es “mujer que ha llegado a la edad adulta”. “En nuestra sociedad, muchas personas ‘trans’ se denominan a sí mismas ‘mujeres’ o ‘varones’, según sea su inclinación sexual, y no ‘transexuales’, lexía que también define el Diccionario –concluye la presidenta de la AAL–. Por lo tanto, se identifican con alguna de las dos definiciones que da el Diccionario de la lengua española”.

La escritora, psicóloga social y activista travesti Marlene Wayar dijo a este diario que el debate le parecía poco interesante. “No nos afecta tanto a nosotras ni entiendo cuánto puede impactar el diccionario de Cambridge –sostuvo la autora de Furia travesti–. En general lo que ha venido del primer mundo ha impactado siempre de manera negativa para la comunidad travesti trans en América Latina. Mientras ellos tienen una medicina carísima, las latinoamericanas hemos tenido que trabajar mucho tiempo con la patologización de nuestras identidades porque allí no hay medicina gratuita asegurada por el Estado, como ocurre en la Argentina. Tenemos que decidir si vamos a luchar por un pequeño corsé identitario o por situaciones más complejas. A las personas latinoamericanas, racializadas y empobrecidas nos interesan las cosas más complejas porque de nada vale que te maten llamándote ‘mujer’. No sé si es bueno que nos metan en una definición discreta que nos limita, sobre todo pensando en cómo va a impactar en las infancias y a qué se van a tener que encorsetar antes de vivir su propia vida. Una cosa es que te sientas disconforme y busques elementos para construir una identidad, ese cuadro que de diferentes piezas que vas armando, y otra cosa es que tengas una sola alternativa, una definición que te va condicionar anímicamente, físicamemte, éticamente”.

Para Wayar, resulta “muy pobre el canje”. “Más que reeducar la transfobia, yo diría más bien el transodio porque fobia parece que tienen un problema aunque ese problema es el odio, hay que trabajar en la construcción del amor, en vez de palabras ideales que no tienen que ver con la realidad –agregó–.Mi cuerpo y mis experiencias no son las de las mujeres y eso no hace que yo no pueda reclamar la feminidad para mí en mi condición de travesti. Es empobrecedro que para que me dejen vivir tenga que acomodarme al término ‘mujer’. ¿Mujer golpeada, mujer sumisa, mujer explotada, mujer que gana menos que un hombre por la misma tarea? ¿Cuál es la propuesta política detrás de esto? Es la dádiva o la concesión de una academia de personas cis a las personas trans. Además, llega tardísimo la academia en hacer un desagravio en contra del transodio. No le rindo pleitesía a esta decisión”.

Semanas atrás, hubo un debate entre intelectuales de América Latina cuando la escritora colombiana Carolina Sanín –que se pronuncia habitualmente en contra del “borramiento de la mujer”– anunció en su cuenta de Twitter que la editorial mexicana Almadía había decidido dar de baja un contrato para publicar sus libros en las tierras de Elena Garro. Algunas colegas argentinas de Sanín que se solidarizaron con ella cerraron sus cuentas en Twitter luego de ser criticadas y calificadas de transfóbicas. Hasta ahora, los responsables del sello no comunicaron en forma pública los motivos de la decisión.

En noviembre, la filial mexicana de Siglo XXI informó que se había pospuesto la presentación del libro Cuando lo trans no es transgresor, de Laura Lecouna, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara por cuestionamientos de la comunidad trans. Según el comunicado, la autora había recibido amenazas por sus críticas al transactivismo.

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