Publicado el 12 de marzo pasado, con firma de Ricardo Quiroga, en El Economista, de México, este artículo resume una conferencia dictada por la escritora Cristina Rivera Garza, dentro del Ciclo Tactil, en el afamado Colegio Nacional, de México.
Cristina Rivera Garza reflexiona sobre la traducción y el duelo
“Una de las funciones que se hace bien desde la traducción es que ésta revela que cualquier tipo de práctica de escritura es colectiva y plural. Cuando estamos traduciendo, también estamos relacionándonos con algo que ya está ahí, con algo escrito por otro o por otra autora, y tenemos que estar muy conscientes de que ese proceso (de traducción) también es una especie de transformación”.
Fueron palabras de la escritora mexicana Cristina Rivera Garza durante la conferencia impartida la noche del martes en la tercera sesión del Ciclo Táctil, que ofrece desde El Colegio Nacional. Durante dicha presentación, la ganadora del Premio Xavier Villaurrutia 2022 por su novela El invencible verano de Liliana (Random House, 2021), y del Premio Pulitzer 2024 por la traducción al inglés del mismo texto, escudriñó en los valores particulares de la construcción literaria cuando está condicionada, dotada, concebida incluso, a partir de dos o más lenguas.
Tan poderosa es la traducción, mencionó desde la sede la Máxima cátedra de México, que incluso puede cambiar el género propio de los textos, tanto así que la traducción al inglés de su novela El mal de la taiga (Tusquets, 2012), realizada por Suzanne Jill Levine y Aviva Kana, ganó el Premio Shirley Jackson, que se otorga a trabajos literarios en inglés del género suspenso psicológico, horror y fantasía oscura, cuando la versión en español se gestó como una simple ficción literaria.
En ese sentido, dijo, “la traducción desestabiliza, y ésa es una tarea fabulosa, de una virtud y potencia que le pertenece también a los traductores. La traducción nos enseña que nada está acabado, que todo puede volver a decirse y a escribirse. En ese sentido, la traducción desacaba las cosas”, complementó la premiada escritora.
Parte de estas reflexiones sobre la traducción, apuntó, están vertidas en su libro de ensayo Los muertos indóciles. Necroescrituras y desapropiación (Tusquets, 2013) y complementó: “una de las reflexiones sobre los libros es que, por fortuna, no acaban. Si hay lectores, se desdoblan y adquieren otras vidas y canales de existencia. Los libros suelen producir muchas preguntas (…) muchas de las reflexiones posteriores vienen como resultado de la conversación que, con fortuna, acompañan al libro y a veces me toman desprevenida”.
Traducir para asumir la pérdida
Para retomar el tema central, la novela premiada El invencible verano de Liliana , Rivera Garza expresó que las reflexiones que derivan del libro, sobre todo con sus traducciones, son complementos que suman el proceso de duelo que la acompaña.
Al respecto, cuestionó: “¿cuál es la fecha de nacimiento de un libro: cuando se coloca la primera palabra en un archivo de Word, sin saber a ciencia cierta qué seguirá después, o cuando se coloca la palabra ‘Fin’ porque una lo da por terminado, cuando se rinde y ya no da para más?”.
Y es que reconoció que la novela que aborda desde la memoria y el archivo el feminicidio de su hermana, Liliana Rivera Garza, en julio de 1990, inició desde el español, su lengua materna, “pero otros días, tal vez los más aciagos, la escribía en inglés, casi a escondidas de mí misma”.
Compartió que el proceso de su novela más personal “tomó un curso extraño: en lugar de utilizar la misma lengua para corregir conjugaciones o cambiar la sintaxis, empecé a valerme de la otra lengua para hacerlo propio. Si había escrito en español, corregía en inglés; si había escrito en inglés, corregía en español (…) el proceso fue lento y agotador, pero sólo así avancé en un libro que debido al duelo personal que traía consigo, se me complicaba a menudo. De esa forma, fui formando un archivo en el que el inglés interrumpía al español o en el que el español le daba continuidad a alguna frase o párrafo en inglés. Así se creó el desorden que después, con mucho tiento y más trabajo, tuve que destejer. De esta manera se produjo la bifurcación”.
Acto seguido, Rivera Garza expresó que El invencible verano de Liliana “no es el primer libro que escribo en modo traducción, pero sí es el primero que publico en sus versiones originales, tanto en español como en inglés, como libros separados aunque interdependientes”.
Desde hace poco más de 30 años, Cristina Rivera Garza reside en Estados Unidos, donde trabaja como profesora distinguida del departamento de Estudios Hispánicos en la Universidad de Houston, misma que le otorgó el Doctorado Honoris Causa en 2012. Asimismo, a partir de 2017 es directora del doctorado en Escritura creativa en español de la misma institución.
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