lunes, 10 de marzo de 2025

"Si mañana terminara 2025 podríamos decir que fue el rescate del año"

Guillermo Belcores publicó ayer, 9 de marzo, el siguiente comentario en las páginas culturales del diario La Prensa, a propósito de la reciente traducción de Matías Battistón, el muy consecuente traductor de Samuel Beckett, de Belacqua, el primer libro del autor irlandés.

Rapsodia joyceana

El héroe zaparrastroso o antihéroe es una de las grandes invenciones literarias. No nos mueve a admiración, sino a risa, a lástima o a reflexión. No encarna lo que nos gustaría ser, sino lo que realmente somos: seres patéticos, ridículos a menudo, seres para la muerte como nos advertía Heidegger.

Puede que el paladín harapiento más famoso de todos los tiempos sea ese hidalgo de rocín flaco que fatigó los caminos de La Mancha. El favorito del autor de este artículo es un curioso lector de Boecio que vivía en Nueva Orleans con su madre. Ignatius J. Really para más señas.

Samuel Beckett (1906-1989), premio Nobel de Literatura en 1969, creó un antihéroe delicioso en su primer libro de ficción. Lo bautizó Belacqua Shuah. Tomó su nombre del espíritu más holgazán de la Divina Comedia y el apellido del abuelo de Onan en el Antiguo Testamento. Ese libro fue entregado por primera vez a la imprenta en 1934. Como las editoriales resistieron la idea de una novela, Beckett escribió diez cuentos hilvanados entre sí, que narran la vida de Belacqua desde el colegio hasta su entierro. Un sello argentino ha tomado la decisión de reimprimirlo. Tres hurras para Ediciones Godot.

Comedia grotesca
Publicada con el apoyo de Literature Ireland (la isla esmeralda es ahora una sociedad desarrollada), Belacqua (220 páginas), la edición argentina 2025, es francamente magnífica. En primer lugar por la traducción, prólogo, aclaraciones sobre el título (el original era un juego de palabras) y notas de Matías Battistón. Hay 354 aclaraciones a pie de página que permiten entender ese sublime torrente de expresiones en distintos idiomas, alusiones librescas y guiños a personajes y lugares de su época que Beckett embutió en esta suerte de comedia grotesca.

Ya es hora de hablar de Belacqua Shoah. Un gordito de cara pálida y anteojos enormes, bueno para nada, algo así como "un intelectual protestante de costumbres retorcidas", como el vouyerismo. Su guarida crapulosa es el pub, aunque "no tenía recursos suficientes para consagrar su vida a la éxtasis ni siquiera en el más mísero de los bares".

El narrador —omnisciente o un amigo de Belacqua— lo describe así: "...no es tipo feo. Más bien una especie de Tom Jones cretinoide..." Lo cierto es que al gandul nunca le ha faltado mujer, incluso contrajo matrimonio tres veces lo que le permitió engordar la faltriquera. Lo seguimos a la escuela, a un paseo por la campiña, al pub, a una fiesta de la elite intelectual dublinesca, a un intento de suicidio, al accidente de su primera esposa, a sus segundas nupcias, a un hospital con un tumor en el cogote, a sus funerales.

Cómico y erudito
Es importante que el lector sepa que estos cuentos son muy divertidos. Incluye una de las galerías más copiosas de personajes estrafalarios de la literatura moderna. Seres enfermos de irrealidad, como diría Juan Marsé. Por momentos, el estilo del Beckett temprano recuerda a Thomas Pynchon.

Como se dijo, también es un libro erudito. Battistón lo resume como "respuesta moderna, joyceana al género de los centones". ¿Qué es esto? Centón, dice la Real Academia Española, es la obra compuesta con fragmentos de otras obras. Beckett se nutre de la Biblia, Plutarco, San Agustín, Dante, Ovidio, Shakespeare, Horacio, Tomás de Kempis, Stendhal, Swift, Carlyle, Richard Burton, Nietszche... y siguen las firmas.

El texto exige una lectura atenta. Como escribió Battistón: "Uno lo lee con cierto suspenso, y con cierta frustración también, como si en cualquier momento hasta la maceta del rincón pudiera citar a Horacio sin que uno se dé cuenta". Es decir, no es fácil porque se trata de una escritura excelente. Pero los dedicados serán recompensados. Hay pasajes de intensa poética, también.

Al parecer, los libros son como los jugadores de fútbol: tienen sus propios tiempos. La primera edición de esta obra fue destripada por la crítica y sus 1.500 ejemplares tardaron 14 años en venderse. Con el correr de las décadas, la calidad se impuso y se tradujo a todos los idiomas occidentales, cada uno de los cuales dio una respuesta diferente al enigma del título original (More Pricks than Kicks). El Belacqua argentino se entiende y se lee con mucho placer. Si mañana terminara 2025 podríamos decir que fue el rescate del año.

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