lunes, 20 de octubre de 2025

Estados Unidos cada vez más cerca de "El cuento de la doncella", la distopía de Margaret Atwood


Publicado el pasado 11 de octubre en el diario La Nación, de Buenos Aires, el siguiente artículo de Daniel Gigena da cuenta del avance de la censura editorial, impulsado por la ultraderecha en los Estados Unidos.

En la Semana de los Libros Prohibidos, PEN America denuncia la “normalización de la censura”

“En 2025, la censura literaria en Estados Unidos es desenfrenada y común. Nunca antes en la vida de ningún estadounidense se habían retirado sistemáticamente tantos libros de las bibliotecas escolares de todo el país. Nunca antes tantos estados habían aprobado leyes o regulaciones para facilitar la prohibición de libros, incluyendo la prohibición de títulos específicos a nivel estatal. Nunca antes tantos políticos habían intentado presionar a los directores escolares para que censuraran según sus preferencias ideológicas, incluso amenazando con fondos públicos para exigir su cumplimiento. Nunca antes se había robado el acceso a tantas historias a tantos niños”; así comienza el informe “La normalización de la prohibición de libros” que, en Estados Unidos, dio a conocer PEN America en la Semana de los Libros Prohibidos, que concluye este domingo.

La prohibición de libros en Estados Unidos dejó de ser un fenómeno esporádico para convertirse en una práctica generalizada dentro del sistema educativo, asegura el informe preparado por Tasslyn Magnusson, Madison Markham, Kasey Meehan y Yuliana Tamayo Latorre.

Entre julio de 2024 y junio de 2025, PEN America registró 6870 casos de censura en 23 estados y 87 distritos escolares. En 2021-2022, se habían detectado 2532 casos. Florida fue el estado con mayor número de prohibiciones de libros por tercer año consecutivo (con 2304 libros censurados), seguido por Texas (1781) y Tennessee (1622). Desde 2021, el total asciende a casi 23.000 prohibiciones en 45 estados y 451 distritos escolares.

El informe demuestra que los intentos de censura en bibliotecas escolares y públicas se multiplican, hasta el punto de que ya no responden únicamente a quejas de padres o ciudadanos, sino que forman parte de políticas sistemáticas y coordinadas de grupos conservadores y de ultraderecha.

En lugar de evaluaciones y reconsideraciones públicas, las autoridades escolares toman “decisiones preventivas” por miedo a sanciones o presiones políticas. Resposables de escuelas y bibliotecas retiran ciertos libros antes de recibir quejas oficiales, generando una autocensura que afecta a la libertad de acceso a la información.

Los libros que tratan cuestiones de raza, identidad de género, orientación sexual o violencia son los más afectados por la censura. Muchas de las obras fueron escritas por autores pertenecientes a minorías raciales, culturales o sexuales, lo que restringe aún más la representación y la diversidad en las lecturas de los estudiantes. Esto contribuye, señala el informe, a una homogeneización de contenidos y al empobrecimiento de la educación literaria y social que se brinda en las escuelas.

El informe advierte que la censura de libros (que suele responder a presiones de grupos extremistas de derecha contrarios a la diversidad, la equidad y los derechos LGBTQ+) socava los principios de la educación pública. Algunas leyes de estados como Florida y Utah, redactadas de manera ambigua, fomentan un clima de miedo: docentes y juntas escolares actúan para evitar perder financiación, ser despedidos, hostigados o incluso enfrentar acciones judiciales.

Los libros más prohibidos entre julio de 2024 y junio de 2025 fueron La naranja mecánica de Anthony Burgess (23 vetos), la recomendable novela Vendida de Patricia McCormick (finalista del National Book Award) y Breathless de Jennifer Niven (20 vetos cada uno); La última noche en el Club del Telégrafo de Malinda Lo (19), Una corte de niebla y furia de Sarah J. Maas (18), y Crank de Ellen Hopkins, Para siempre de Judy Blume, Las ventajas de ser invisible de Stephen Chbosky y Wicked, la precuela de El Mago de Oz, de Gregory Maguire (todos con 17 vetos). En total, casi 2600 profesionales se vieron afectados, entre ellos más de 2300 autores, 243 ilustradores y 38 traductores. Las obras censuradas tienen en común algunas temáticas: racismo, identidad de género, sexualidad o violencia sexual.

Entre los autores con más títulos censurados sobresalen Stephen King, con 87 títulos prohibidos (206 veces); Ellen Hopkins con 18 libros vetados (167), Sarah J. Maas con 21 títulos (162), Jodi Picoult con 23 (62) y, por primera vez, el mangaka (creador de manga) japonés Yūsei Matsui, cuya serie Assassination Classroom sufrió 54 vetos repartidos entre 22 volúmenes.

Al mismo tiempo, PEN America consigna que, cada vez más, grupos de docentes, bibliotecarios, estudiantes y defensores del derecho a leer se organizan para resistir la censura. Este sábado, PEN America convoca a reforzar la defensa de la libertad de lectura en el Día de la Lectura en Libertad.

Por último, el informe denuncia que la censura de libros alcanzó un nivel estructural, al extenderse de lo local a lo estatal e incluso a instancias federales, con consignas como la “protección de menores” o los “derechos parentales”. De ese modo, la censura se percibe como algo habitual, normalizado y previsible, lo que debilita el papel de la escuela como un espacio de pensamiento crítico y de libre acceso a diferentes ideas.


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