miércoles, 1 de octubre de 2025

Inteligencia Artificial y mercado editorial

Omar Genovese publicó la siguiente nota en el diario Perfil, el 28 de septiembre pasado. Según se indica en la bajada: "No caben dudas: la inteligencia artificial ocupa el debate del presente, la incertidumbre por el futuro y, al adquirir conocimiento con textos e imágenes de todo tipo, la digestión del pasado. Mientras asistimos a una colosal guerra fría entre las potencias que aspiran a ser líderes mundiales en el desarrollo de esta tecnología –lo que implicaría a la vez la dominación por el lenguaje–, nos preguntamos: ¿qué ocurre con los hispanohablantes de los países periféricos? Un reciente trabajo sociológico publicado por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc) da cuenta de la tensión que propicia un recurso capaz de generar, moldear, editar, corregir y traducir textos. La pregunta que florece: ¿qué efectos podría tener esta transformación en el campo editorial? Aquí la respuesta."

Están entre nosotros

 En el Glosario de términos gramaticales de la RAE se considera al sujeto tácito como parte formal del paradigma con su opuesto: sujeto expreso. Acaso la consideración de la Inteligencia Artificial (IA) dentro de la cultura merezca un punto de partida lingüístico; ella es un sujeto tácito, también una extensa sinonimia expresada como elíptico, elidido, omitido, implícito, no expreso, nulo, sobrentendido, vacío y catalizado. De hecho, también es un sujeto fantasma: promete estar en todos los lugares y, a la vez, ser inaprensible, incluso como ente inmaterial, tal vez como deidad.

¿Y a quién sujeta este sujeto conocido como IA? De manera evidente, al tiempo humano. La IA ocupa el debate del presente, la incertidumbre por el futuro y la digestión del pasado (al “adquirir conocimiento” con textos e imágenes de todo tipo). Quienes la diseñan y promueven resaltan que mejorará la existencia humana. Mientras tanto se instaura en lo mediático como un futuro ineludible, así la IA adquiere relevancia para los estados que dominan la economía planetaria.

En fallo judicial de la segunda semana de septiembre, el juez federal de San Francisco, William Alsup, avaló un acuerdo en la demanda colectiva promovida por escritores norteamericanos contra la empresa Anthropic, acusada de entrenar al chatbot Claude con libros descargados de manera ilegal, involucrando al menos siete millones de títulos. La sanción implica US$ 3 mil por libro pirateado en al menos medio mi-llón de casos, que implica una cifra total de US$ 1.500 millones. La compensación por derechos de autor también conlleva la destrucción de los archivos digitales ilegales en poder de Anthropic. Pero a este caso lo podríamos denominar como parte de una problemática doméstica, la IA tiene más importancia, acaso como un bien global.

Ian Krietzberg investiga y publica una serie de notas sobre la IA en la publicación digital norteamericana Puck, a fines de julio –bajo el título La Guerra Fría de la IA– ilumina ese espacio distante entre las finanzas y la innovación tecnológica. Destaca el Plan de Acción de IA presentado por Donald Trump, donde critica las regulaciones y pide acelerar la adopción de la IA en gobierno, ejército, agencias federales, etc.; así como a la Unión Europea, proclive a regulaciones, elogiando a la industria de IA para la reducción de la burocracia. También, que Francia aspira a ser líder mundial en IA invirtiendo más de 109 mil millones de euros en infraestructura, mientras Gran Bretaña firmó un memorando de entendimiento (voluntario) con OpenAI.

En sí, la Guerra Fría con China tiene un objetivo claro: legisladores y tecnólogos estadounidenses quieren que la lengua vehicular de la IA sea el inglés, no el mandarín. Una guerra por el lenguaje para que los algoritmos futuros sean legibles (y controlables) para Occidente. Krietzberg va más allá y consulta al Dr. Matthew H. Hersch, profesor de historia de la ciencia en Harvard, quien sentencia: “¿Por qué tanta urgencia por implementar la IA? Porque es la estafa definitiva: la promesa de algo a cambio de nada, de trabajo sin remuneración y de un montón de dinero para quien sea capaz de monopolizar la tecnología, a sus inversores y a los candidatos políticos que apoyan”. El otro fin, concluye el artículo, es la aplicación bélica irrestricta de la IA, cuestión que –es de esperar– no nos tenga como testigos y víctimas.

Mientras tanto, ¿qué es la IA para los hispanohablantes de América y España? Y aquí aparece un trabajo sociológico titulado Navegando lo incierto: usos y percepciones de la IA Generativa en el sector editorial iberoamericano, publicado por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc) en junio de este año. Tiene por autores a Alejandro Dujovne –Director del Centro de Estudios y Políticas Públicas del Libro (Sccyt-Eidaes, Unsam)–, Valentina Cúneo y José Diego González Mendoza. El trabajo contiene los resultados de una encuesta realizada (en el último trimestre de 2024), por la alianza entre el Cerlalc y el Centro de Estudios y Política Pública del Libro de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam) de Argentina.

En la presentación de este trabajo queda claro el conflicto con el lenguaje al que referimos en párrafos anteriores: “¿Qué implica para el sector editorial la irrupción de una tecnología capaz de generar, moldear, editar, corregir y traducir texto, como ocurre con los modelos de lenguaje de gran escala? Cuando el Foro Económico Mundial advierte que cerca del 60% del tiempo de trabajo, en términos globales, se dedica a tareas relacionadas con el lenguaje, resulta inevitable preguntarse qué efectos podría tener esta transformación en un campo donde dichas tareas no son accesorias, sino sustantivas”.

Esto es un punto de partida para cotejar cuánto impacta la IA en la realidad, más cuando las mismas empresas que la desarrollan promueven un aumento de eficiencia laboral y reducción de costos. El mercado editorial hispanohablante es el espacio estudiado, del que iremos develando sus particularidades mientras exponemos los resultados.

La encuesta obtuvo 2.807 respuestas –de las cuales 2.012 fueron válidas para el análisis–, estructurada en dos partes: una sección general que involucra a todos los participantes y otra específica con particularidades de cada rol laboral. Implicó a los países con los mercados más grandes –Argentina, México y, en menor medida, Colombia– concentraron la mayor cantidad de respuestas, un 51,7%. Siguen el resto de los países de la región, con Chile y Perú a la cabeza. España es una excepción, ya que su participación fue menor en relación con su peso real en el mercado del libro en español. No obstante, los datos recogidos permiten formular conjeturas significativas.

Las tareas que implican al mercado editorial se dividieron en dos grandes grupos: polo creativo –generación de contenidos– y polo de producción / comercialización. En el polo creativo, los usos de la IA generativa acompaña la creación de contenidos originales, ya como herramienta de experimentación estética, de apoyo en la escritura, la traducción o la generación de imágenes. Mientras en el polo de producción / comercialización, se aplica en funciones operativas, técnicas y comunicacionales, vinculadas a los procesos de edición, corrección, gestión de metadatos, comercialización y promoción del libro.

El perfil sociodemográfico de los encuestados devela una participación significativa de las mujeres en el ecosistema editorial. Participan en traducción 70,7%, corrección 68,4% y prensa/comunicación 67,1%. En contraste, los porcentajes más bajos se encuentran en distribución 32,7% y escritura 43,7%. En ilustración, diseño, edición y librerías, las mujeres representan poco más del 50% y el 60% de las respuestas. El 85% de las respuestas procedieron de personas mayores de 36 años, con las franjas de 36 a 45 y 46 a 55 años registrando las tasas más altas. La mayoría tienen estudios universitarios finalizados o iniciados (90%), y de estos, más de la mitad detenta estudios superiores (especialización, maestría, doctorado o posdoctorado). Por último, el 55% del total de las respuestas corresponden a los roles edición y escritura.

¿Se está utilizando la IA generativa en el ecosistema editorial iberoamericano? Por apenas dos puntos porcentuales fueron más las personas que respondieron sí haberlas usado. Es importante indicar que se preguntó concretamente por su utilización para fines propios del oficio o tareas relacionadas con el trabajo. Así, el 67 % que respondió no haberla utilizado para su trabajo indicó que estaría dispuesto a hacerlo en el futuro.

En líneas generales, las respuestas implicaron los siguientes resultados: 50% de las personas encuestadas ha utilizado alguna vez herramientas de IA generativa en su trabajo; 54% no han recibido capacitación, pero estarían interesadas en tomarla; 35% de quienes trabajan en distribución indicaron que el uso de la IA les ha permitido reducir la cantidad de trabajo; 66% de quienes trabajan en librerías está interesado en capacitarse sobre IA generativa. Entre el 32% y el 34% de quienes trabajan en prensa y comunicación; corrección y edición de mesa, y distribución usan la IA generativa de forma diaria o semanal: son los roles que registran los niveles más altos de uso frecuente.

En cuanto a la percepción sobre el uso de la IA generativa: 86% de las personas que se dedican a la ilustración manifiestan estar preocupadas por la infracción de derechos de autor; 56% de quienes se dedican a la traducción considera que el uso de IA devalúa el trabajo creativo realizado por humanos; 87% del total encuestado considera que es necesaria una regulación para controlar de forma específica el uso de la IA en la industria editorial, manifestando además que el 74% está muy preocupada y un 12% bastante preocupada. El 50% opina que se precisa un marco regulatorio estricto, mientras el 37% piensa en una regulación moderada. Ante la pregunta por los mecanismos para promover un uso transparente y responsable de la IA generativa en el sector, el 74% señaló a la educación y capacitación, mientas el conocimiento de las herramientas de IA generativa aumentan de forma sostenida en las generaciones más jóvenes. Con menor nivel de uso aparecen El Salvador, Argentina, Uruguay y España. Y en el extremo opuesto, en el cual se observa un mayor uso, hallamos a Colombia, donde el 60% declara haber utilizado IA.

En cuanto a para qué se está utilizando la IA generativa, en diseño y diagramación el 58% seleccionó la opción Generación y edición de imágenes. Esto podría tener mucho que ver con la incorporación de herramientas de IA en los paquetes de software especializados, lo que haría su uso mucho más fluido, como una funcionalidad más de las aplicaciones con las que este sector ha trabajado por mucho tiempo. Respecto a los objetivos de uso de la IA, la opción más elegida fue Experimentar la herramienta con 58%. A esta le siguieron dos motivos vinculados a la mejora de la eficiencia: optimización de procesos y ahorro de tiempo. Esto indica que, aunque tímidamente, el sector editorial empieza a explorar el potencial de la IA como herramienta de trabajo.

En tanto cantidad de trabajo, la percepción predominante es que la IA no ha cambiado la misma, especialmente entre quienes se dedican a la corrección y edición de mesa (50%), al diseño y la diagramación (52%) y a la traducción (38%). También se observa una tendencia significativa al aumento moderado del trabajo, particularmente en los que se dedican ala escritura (37%), la ilustración (32%) y la prensa o comunicación (27%). La percepción de reducción del trabajo es más marcada, aunque minoritaria, entre quienes ilustran (10% de reducción significativa) y traducen (9%).

En cuanto a cómo las editoriales solicitan el uso de IA, los porcentajes más altos se encuentran entre quienes trabajan en edición, corrección y edición de mesa, y diseño y diagramación. Mientras poco más del 30% de estos indicó emplear estas herramientas en obras publicadas. Este dato reafirma lo observado previamente: la incorporación de IA generativa sigue siendo incipiente, pero comienza a consolidarse en funciones específicas de estos oficios. A las personas que se desempeñan como editoras o editores se les preguntó si habían participado en la publicación de libros en los que se hubiera utilizado IA generativa en una o varias etapas del proceso editorial. La mitad respondió que no la había empleado en ninguna fase, mientras que poco menos de la otra mitad indicó haberla utilizado en al menos una. Un porcentaje menor señaló que no lo sabe o prefirió no responder.

La principal preocupación del sector es la infracción al derecho de autor, incluso entre quienes no perciben regalías, señala el informe, pero además analiza con más detalle la influencia de esta tecnología en el campo laboral: “Las personas que integran el polo creativo son también las que se perciben –y se encuentran– más expuestas a los efectos negativos de la IA generativa en los planos económico, legal y ético. Por ello, su relación con estas tecnologías tiende a ser más ambigua e incierta: si bien la IA generativa puede representar una herramienta que facilite y potencie ciertos aspectos de su trabajo, también se presenta como una suerte de competencia desleal. Esta deslealtad opera en, al menos, dos niveles. En primer lugar, en el plano legal y ético, dado que los modelos de inteligencia artificial se han entrenado, en la mayoría de los casos, con materiales producidos por personas dedicadas a la escritura, las artes visuales y la traducción, sin su autorización, sin el pago de los derechos correspondientes y sin informar el origen de los datos. En segundo lugar, quienes se dedican a la ilustración y la traducción enfrentan una amenaza concreta sobre su fuente laboral: no solo está en riesgo la continuidad del trabajo, sino también las condiciones en que se realiza y la retribución económica que se recibe por este”.

Esto confirma lo expresado por el informe del World Economic Forum 2023, por el que los medios y la edición aparecen como el quinto sector o industria con mayor exposición al impacto de los modelos de lenguaje de gran escala, por detrás de los servicios financieros y los mercados de capitales; la gestión de pensiones y de seguros; los servicios de tecnología e información, y las telecomunicaciones.

Pero también la percepción del impacto de la IA se diferencia entre “quienes integran el polo creativo del libro: el peso del nombre propio en la obra –lo que Foucault denominó la función autoral– y el grado de relación o dependencia económica con el mercado editorial. Mientras que las personas que escriben suelen ser reconocidas como autores por excelencia, tanto por parte de las lectoras, los lectores y las editoriales, quienes se dedican a la ilustración y, en mayor medida, a la traducción, tienden a recibir un reconocimiento público menor, a pesar de su legítima aspiración a ser identificados como autores y ganar visibilidad. Esta desigualdad tiene consecuencias concretas: al ocupar un lugar más consolidado en el imaginario autoral, quienes escriben tienden a percibir con menos temor la posibilidad de ser reemplazadas por la inteligencia artificial generativa, una amenaza que recae con mayor fuerza sobre quienes ilustran y traducen”. Esta diferencia, con el avance de la tecnología IA, tiende a ser mínima: los resultados generados por ella durante este año, entre la imagen artificial y los textos generados, sugieren que nada humano está a resguardo de sus efectos.

De hecho, y a modo de corolario, en la columna adjunta rescatamos cuatro aspectos señalados en el informe estadístico que generan incertidumbre respecto al futuro del libro y su impacto en las sociedades de la región: pérdida de calidad, censura previa, monopolio discursivo y exclusión de la diversidad cultural. Y luego: ¿con qué herramientas legales y políticas cuentan nuestros países para enfrentar semejante amenaza? El debate resulta urgente e imprescindible, pero sin intervención de IA generativa alguna…

Impacto y preocupaciones ante la IA generativa

Uno de los principales peligros que plantea el uso expandido de modelos de IA generativa en el sector es la pérdida de la calidad y la estandarización de contenidos. La IA, a través del aprendizaje automático basado en grandes volúmenes de datos, funciona identificando y replicando patrones, lo que optimiza la producción bajo criterios de eficiencia algorítmica. Es decir, los contenidos generados por la IA son el resultado de procesos de recopilación, identificación, clasificación, síntesis y combinación de datos. Estos sistemas repiten los patrones estilísticos dominantes con estructuras narrativas, temáticas y estilos preexistentes. Se trata de reproducciones con nuevas variantes de lo ya existente en lugar de creaciones genuinas. Sin la curaduría, la intervención y la supervisión del criterio humano, los contenidos generados con la IA pueden operar en contra de la riqueza del discurso y del lenguaje, ya sea escrito o visual. (…)

Si bien los sesgos, la homogeneización de contenidos y la reducción de la calidad parecieran afectar de manera más evidente a los procesos de creación de contenido y a los roles que trabajan con la singularidad y la originalidad –como la escritura, la traducción y la ilustración–, es importante subrayar que estos problemas reconfiguran toda la cadena de valor, desde la creación hasta la distribución y venta. Por ejemplo, un sistema que prioriza o sugiere libros mediante algoritmos entrenados con sesgos podría limitar la visibilidad de ciertos autores o temáticas únicamente por eficiencia y lógica algorítmica. (…)

¿En qué medida esta evolución está vinculada con la tendencia a la hiperconcentración del mercado? ¿Cómo incide la irrupción y expansión de plataformas monopólicas de venta en línea como actores centrales en la cadena de valor? ¿Qué efectos tiene la algoritmización de las ventas y de la circulación de contenidos en la diversidad y sostenibilidad del ecosistema editorial? En este contexto, ¿la IA generativa podría estar acelerando y profundizando estas dinámicas ya en curso? (…)

Es importante señalar que la incorporación de la IA generativa no ocurre en el vacío. Es decir, se suma a una industria con dinámicas propias que condicionarán lo que ocurra con la IA generativa. En esa misma medida, no se puede perder de vista que es un sector en el que han venido operando ya dinámicas de concentración y precarización laboral que esta tecnología puede terminar por profundizar. Además, incorpora nuevos actores al ecosistema: plataformas de ventas, desarrolladores de tecnologías, etc., sujetos ajenos al sector cultural en general, cuyas lógicas de máximos beneficios económicos son difíciles de conciliar con la protección y promoción de la diversidad cultural.


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