jueves, 7 de mayo de 2020

Cuestiones sobre derechos de autor (4)

Marietta Gargatagli, con la precisión a las que nos tiene acostumbrados, presenta acá uno de tres casos relativos a derechos de autor birlados. El caso se refiere a una causa judicial que, en la década de 1960, tuvo como protagonistas a una Abraham Finkelstein, José O. Díaz, Angel J. Pellizza, Héctor A. Arenales, Nicolás R. Barbieri, Raúl C. Gestoso y Rafael P. Zorrilla, librero y editores de la ciudad de Buenos Aires, quienes vendieron una edición adulterada de un libro publicado por Juan Goyanarte Editor. 

El caso Goyanarte (I)

Los hechos

El 11 de mayo de 1959, Juan Goyanarte denunció que Abraham Finkelstein, José O. Díaz, Angel J. Pellizza, Héctor A. Arenales, Nicolás R. Barbieri, Raúl C. Gestoso y Rafael P. Zorrilla, librero y editores de la ciudad de Buenos Aires vendieron una edición clandestina de la novela Chocolates for Breakfast de Pamela Moore.

En la denuncia(donde consta el contrato de edición en inglés entre la autora y Goyanarte, la traducción del contrato al castellano, la inscripción en el Registro Nacional de la Propiedad Intelectual establecida en el artículo 23 de la Ley 11.723) se recordaba la protección acordada por la ley citada y por la Convención de Ginebra, suscripta por la Argentina y de ámbito internacional.

Los procesados (Finkelstein, Díaz, Pellizza, Arenales, Barbieri, Gestoso y Zorrilla) confesaron haber vendido ejemplares de la edición clandestina, aunque adujeron en su descargo que ignoraban que era fraudulenta. Para justificar que los libros que vendían carecieran de pie de imprenta (donde figurara la inscripción del contrato y el depósito de ejemplares tal como manda la Ley 11.723) pretendieron que se trataba de una edición uruguaya (ajena a las disposiciones de la Argentina) o, como sostuvo el procesado Barbieri, una edición chilena.

En la sentencia, destinada a exaltar los derechos de propiedad intelectual y a recordar lo dispuesto por los artículos 366 y 411 del Código de Procedimiento Criminal, se decretó la prisión provisional para los acusados por el delito de defraudación a la propiedad intelectual y el embargo de sus bienes hasta cubrir la suma de $ 5.000 cada uno.


El libro
Pamela Moore (1937-1964) escribió Chocolates for Breakfast (1956) cuando tenía dieciocho años. La novela tuvo notable éxito comercial: once ediciones en Estados Unidos y traducciones inmediatas a una docena de lenguas. La historia de Courtney Farrell, protagonista de Chocolates for Breakfast no termina bien: dieciséis años, padres divorciados, madre actriz en Hollywood, padre editor neoyorquino, sofisticados y mundanos. Mucha fiesta, mucho alcohol. Enamorada sucesivamente de la tutora del college, de un actor bisexual y de un europeo, corrupto y aristócrata, la narradora traslada al lector experiencias eróticas y reflexiones (propias o psiquiátricas) sobre sí misma, la homosexualidad y el amor libre. La novela compitió en la imaginación de los editores con el soporífero Bonjour tristesse (1954) de Françoise Sagan, otro éxito de perversiones juveniles de la época. 

En las tapas de Chocolates for Breakfast, de diseños artesanales y anticipatorios (parecen más bien de los setenta), ilustrados a lo mejor por Castagnino, figuraba bien grande el nombre del traductor: Patricio Canto. Una costumbre de Goyanarte. La décimotercera edición, de 1963, quizás fuera la última.

De 1963 también es una edición mexicana, de la Editorial Selecciones, que podría pertenecer al Reader's Digest. O no.


Editorial Goyanarte

A la manera de prólogo se diría que la editorial de Juan Goyanarte (1900-1967) merecería un atento estudio que excede a estas notas. Y que haría si pudiera volar por el espacio. Goyanarte fue editor de un catálogo muy curioso de unos ciento veinte títulos y de Ficción, revista-libro bimensual (1956-1967) que formó parte de la colosal vida cultural argentina que se multiplicó a partir de esos años. Era tal la locura que sólo en Buenos Aires aparecieron cientos de revistas literarias, incluso otra Ficción, la de Eduardo Dessein, que duró pocos meses. La revista de Goyanarte, dedicada a la prosa, tuvo colaboradores ilustres, Clarice Lispector, Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti, Arturo Roa Bastos, también Borges que protagonizó en sus páginas una de sus conocidas polémicas. En este caso, un cruce de artículos furibundos con Ernestito Sábato. Diminutivo que borró pero respondía a la ofensa de llamar a Bioy, Adolfito, lo que no sé si Sábato eliminó.

La editorial Goyanarte (1954-1990) tuvo una vis comercial basada en autores como Pamela Moore o Guy des Cars, aunque la define lo contrario: un catálogo de escritores argentinos (Bernardo Verbitsky, Ezequiel Martínez Estrada, Arturo Cerretani, Silvina Bullrich, Antonio di Benedetto, Dalmiro Sáenz, Pedro Orgambide,), latinoamericanos (Miguel Ángel Asturias, Erico Verissimo) y un repertorio de versiones al castellano de autores en otras lenguas (Truman Capote, Cesare Pavese, William Saroyan, Jean Giono, Norman Mailer, Albert Cohen, William Faulkner, Gore Vidal). Obras, todas, con el nombre del traductor en la tapa.

Antes (también después) de la venta de la editorial, Goyanarte publicó a escritores vinculados al cine como Hellen Ferro, Tulio Carella, novelas que fueron guiones como El libertino de Frederic Wakeman y dramaturgos de la vanguardia teatral que ya se representaba en Buenos Aires (Joe Orton, Israel Horovitz, Terence Rattigan o Adrienne Kennedy del Black Arts Movement).


Juan Goyanarte

Juan Goyanarte fue también autor de once novelas, la más famosa, Lago argentino (1955), (traducida al francés, italiano y alemán) inspirada en un viaje a caballo por el sur más sur de la Patagonia. Un capítulo puede oírse grabado por el propio autor para el archivo de la palabra de LT 9, radio de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Vivió la mayor parte de su vida en un campo en Goyena (provincia de Buenos Aires) de donde salió para viajar y ocuparse de la editorial y al que volvió, en 1963, después de venderla.

Se sabe poco de él, al parecer por voluntad propia, aunque se conoce una infancia triste y un padre totalitario (internado y colegio militar) de los que huyó para venirse a la Argentina a los dieciocho años. No es difícil imaginarlo sensible, agradable como todos los vascos y con energía para los negocios que emprendía.

David Viñas le dedicó una reseña en Contorno criticando que no era Roberto Arlt. El siempre recordado Capítulo de literatura argentina (1966) describía su “realismo áspero”en una pequeña sección de escritores extranjeros radicados en el país. David William Foster lo eligió entre los doce autores analizados en Social Realism in theArgentine Narrative (1986). Abelardo Castillo recordaba los consejos de escritor que le dio al editarlo (2017). Etcétera. En la voz de la grabación de la UNLP se oyen dos o tres acentos, la cadencia de alguien que vivió en diversos lugares, una entonación, en esos años y después, típicamente argentina.

Fue amigo de Ezequiel Martínez Estrada, de Borges, quizá colaboró de alguna manera con Victoria Ocampo en Sur (se dice que fue “socio gerente”, dato que no pude corroborar) porque compartieron algunos libros y sobre todo a los traductores: Patricio Canto, Estela Canto, Pedro Lecuona, Rubén Masera.


Continuidad de los hechos en 2ª instancia

Con fecha 4 de marzo de 1960, casi un año después de la denuncia, el auto de apelación consideró lo siguiente: “En cuantas oportunidades tuvo para hacerlo el tribunal ha declarado que la conducta típica que reprime el art. 71 de la ley 11.723 debe cumplir alguno de los esquemasdel delito de defraudacióndescriptos en los arts. 172 y 173 del Código Penal. Como de toda evidencia la venta de ejemplares de la traducción no autorizada de la obra Chocolates for breakfast denunciada por el titular del contrato de traducción (…), no realiza objetivamente aquella exigencia y tampoco puede ser subordinada a ninguno de los supuestos específicos enunciados en los arts. 72, 73 y 74 de la ley referida, por la decisiva consideración de que la traducción de la obra fue inscripta con fecha 4 de agosto de 1959, es decir, con posterioridad a las ventas denunciadas que se habrían realizado cuando la protección legítima no tenía protección legar, forzoso es concluir que no configuran delito alguno, ya que el ataque a los otros derechos específicos que el contrato de traducción antes recordado, no tienen tutela penal en las figuras represivas de la ley 11.723.

Por ello se revoca el auto apelado en cuanto dispone la prisión preventiva de los acusados, procesados por devaluación a la propiedad intelectual. Firma la sentencia: Horacio Vera Ocampo.

Los datos por el proceso contra la propiedad intelectual están tomados de revistas jurídicas argentinas. Los atributos personales de Juan Goyanarte se agradecen a José Ramón Zabala Aguirre, especialista en la diáspora vasca y autor del único ensayo biográfico del autor. No encontré estudios sobre la editorial, por tanto, las referencias literarias de Goyanarte empiezan (y no terminan) en catálogos, archivos y bibliotecas.

Juan Goyanarte lee un capítulo de su novela Lago Argentino. Radio Universidad de La Plata. http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/39896


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