viernes, 8 de mayo de 2020

Cuestiones sobre derechos de autor (5)

Nuevamente Marietta Gargatagli se ocupa de otro caso vinculado a una supuesta vulneración de los derechos de autor. En este caso, se trata de la serie de tribulaciones legales que tuvo que atravesar el escritor argentino Pablo Katchadjian (foto) hasta que se llegara a la conclusión que su obra El Aleph engordado no era un plagio del cuento de Jorge Luis Borges.

El caso Katchadjian:
El Aleph engordado (II)
  
Acusado de delito a la propiedad intelectual por vulneración de las leyes 11.723 de 1933 y 17.251 de 1967 (adhesión argentina a la Convención de Berna de 1896), después de cinco años, una querella, un sobreseimiento, una falta de mérito, dos apelaciones, un peritaje, un procesamiento por defraudación y un sobreseimiento definitivo de la Sala V de la Cámara Federal de Casación Penal, Pablo Katchadjian quedó finalmente absuelto. Se demostró que el “engordamiento es un procedimiento literario extremo pero legítimo, en la medida en que abiertamente toma en préstamo las palabras de un texto para producir una obra literaria nueva.” (CCP, 2017, fs. 18).

La sentencia de absolución (CCP, 2017)puede consultarse en Diario Judicial precedida de un artículo de Matías Werner (editor) y una interesante entrevista sobre los derechos de autor a Beatriz Busaniche.


El caso

Pablo Katchadjian hizo una amplificatio de “El Aleph” de Borges: una amplificatio, un ejercicio retórico antiguo y medieval, una forma conocida de la oratoria clásica. Ya lo había hecho Fogwill. Help a él es una variatio de “El Aleph”, una reescritura en términos modernos, reproducida sin problemas desde 1983. La diferencia entre los dos casos (por si alguien se lo pregunta) está en las formas: la ley de propiedad intelectual en la Argentina protege la expresión. Las cincuenta páginas de Help a él no deben tener ni cien palabras en común con “El Aleph”.

El caso tuvo un triple recorrido por las leyes que defienden (o no) la propiedad intelectual en la Argentina; por la crítica literaria (fueron convocados críticos como testigos expertos); por la literatura argentina, recorrido subliminal como si al palacio de Justicia de Norbert Maillart lo hubieran invadido las formas más realistas y tardías de la gauchesca, los arreos del ganado hacia el engorde, hacia los campos de invernada, dejando un cielo de relinchos y crines y a las políglotas muchedumbres y errabundos y parias de la calle Talcahuano con la boca abierta. El engorde, el engordamiento, el engordado, de eso trataba el caso.


El acusado

La biografía de Pablo Katchadjian (Buenos Aires, 1977) resume la vertiginosa recuperación de la vida literaria y editorial de la Argentina post default (2001) con multiplicación de editoriales, espacios culturales, debates, nuevos autores, rupturas estéticas y verbales. Publicó en orden decreciente: Tres cuentos espirituales (2019), En cualquier lado (2017, Blatt& Ríos), El caballo y el gaucho (2016, Blatt & Ríos), La libertad total (2013, Bajo la luna), La cadena del desánimo (2012, Blatt & Ríos), Mucho trabajo (2011, Spiral Jetty), Gracias (2011, Blatt & Ríos), Qué hacer (2010, Bajo la luna), El Aleph engordado (2009, IAP), El Martín Fierro ordenado alfabéticamente (2007), El cam del alch (2005), Dp canta el alma (2004, Vox) y, en colaboración con Marcelo Galindo y Santiago Pintabona, La Gioconda (2016, IAP) y Los albañiles (2005, IAP).La editorial española Hurtado & Ortega publicó en 2019 y 2020, Qué hacer, Tres cuentos espirituales y se plantean una Biblioteca K de seis volúmenes.[1]

Pablo Katchadjian es profesor universitario y, si la experiencia no me desmiente, diría que casi no cobró derechos de autor ni regalías por prácticamente ninguna de las obras mencionadas, incluyendo las que editó él mismo.


La defensa: Ricardo Straface

Los sucesivos momentos judiciales del caso Katchadjian tuvieron una amplísima repercusión social y mediática. El comienzo, que la revista Anfibia sitúa en el café Varela Varelita, el bar más literario de Buenos Aires, con la prensa entrevistando a acusado y defensor, un café con leche con espuma en forma de oso sonriente y las palabras “no hubo dolo” repetidas hasta la saciedad por Ricardo Straface, abogado y escritor. Autor, entre otros libros, de una biografía elogiadísima del poeta Osvaldo Lamborghini y de una novela que recomiendo vivamente: La Escuela Neolacaniana de Buenos Aires.

En reportajes y en sede judicial la defensa sostuvo que no puede haber defraudación sin dolo, sin perjuicio económico; tampoco plagio si no existe la voluntad de apropiarse de la obra literaria de otra persona, como revelaban el propio título de El Aleph engordado y el epílogo donde se explicaba el procedimiento del engorde.

La apelación del sobreseimiento inicial, el peritaje (se comparó palabra por palabra el cuento de Borges con la amplificatio de Katchadjian), la posibilidad de que Katchadjian se disculpara, el peso simbólico que le ofrecieron pagar, los embargos, la pena de cárcel o los trabajos sociales alternativos a la prisión, los recursos de casación, giraron como gira la rueda de la justicia ciega alrededor de una acusación que sumó también los delitos contemplados por la Convención de Berna de 1896, a la que la Argentina adhirió en 1967: “el autor conserva, durante toda su vida, el derecho de reivindicar la paternidad de la obra y de oponerse a cualquier deformación mutilación u otra modificación de esta obra o a cualquier otro menoscabo a la misma obra, que pudiera afectar su honor o su reputación.”(Art 6, bis)

Ricardo Straface logró demostrar, presentando testigos expertos [Ben Bollig, Felow and Tutor in Spanish del St. Catherine’s College, Oxford University; Guillermo Bravo responsable de la Cátedra de Introducción a la Literatura Española, editor fundador de Cathay Publishers, Normal Capital University, Beijing; Annette Gilbert, Leiterin der Nachwuchsgruppe “In&Out&Between. Zur Rahmung in den Künsten des 20. Jahrhunderts”, Peter SzondiInstitut, Freie Universität Berlin; Annick Louis, professeur de la Université de Reims y de la École des Hautes Etudes en Sciences Sociales de Paris; Graciela Montaldo del Department of Latin American and Iberian Cultures, Columbia University; Julio Premat, professeur de Littérature hispano-américaine de la Université Paris-8, Vincennes Saint-Denis y directeur du Laboratoired’Études Romanes que no había existido defraudación, tampoco plagio y que El Aleph engordado era “un experimento literario contemporáneo con numerosos antecedentes en el siglo veinte, que dicha obra había sido utilizada académicamente en sus respectivos ámbitos, habiendo sido motivo de discusión y análisis en foros de la especialidad”. Katchadjian fue sobreseído y todo volvió a discutirse (o no) en el Varela Varelita, cerrado ahora por la pandemia.


Epílogo

Pablo Katchadjian tuvo un embargo no efectivo de sus bienes de 80.000 pesos y después otro de 30.000, pudo haber ido a la cárcel o tener la palabra “defraudación” escrita en su currículum como posible antecedente para toda su vida. Está en las leyes que, antes de su absolución, se suponía había vulnerado.

Recordemos. La ley 11.723 de Propiedad Intelectual, la llamada ley Noble, vigente ahora (con algunos artículos derogados y otros corregidos y añadidos) se aprobó en 1933, en el escenario de autoritarismo y corrupción que inauguró para los tiempos venideros el golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930 contra Hipólito Yrigoyen.

La 17.251 de 1967 (Adhesión a la Convención de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas) se promulgó el 25 de abril de 1967, en uso de las atribuciones conferidas por el Art. 5° del Estatuto de la Revolución Argentina, al presidente de la Nación Argentina que sancionó con fuerza de Ley que:

Artículo 1° Apruébase la adhesión a la Convención de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas, firmada el 9 de setiembre de 1886, completada en París el 4 de mayo de 1896, revisada en Berlín el 13 de noviembre de 1908, completada en Berna el 20 de marzo de 1914, revisada en Roma el 2 de junio de 1928 y revisada en Bruselas el 26 de junio de 1948.

Artículo 2°Comuníquese, publíquese, dése a la Dirección Nacional del Registro Oficial y archívese.

Juan Carlos Onganía (Presidente). Nicanor Costa Méndez (Canciller)




[1]La lista de obras de Pablo Katchadjianfue tomada de la presentación del diálogo con Malena Rey en la Fundación Malba, 2019: https://malba.org.ar/evento/conversaciones-pablo-katchadjian/

Algunos textos consultados

Gelós Natalia: “Injusticia poética. Kodama vs El mundillo literario”. Ilustración Hernán Vargas. Revista Anfibia.http://revistaanfibia.com/cronica/injusticiapoetica/

Saavedra Galindo, Alexandra: “Retóricas de la intervención literaria: El Aleph Engordado de Pablo Katchadjian”, Revista chilena de literatura, n.97, Santiago, abril de 2018

Gonzalo, Héctor; Dobratinich, Ana: “El 'otro' Borges, juez del mismo Borges: derechos de autor y usos artísticos de la obra de Borges: 'El Aleph Engordado'
Variaciones Borges: revista del Centro de Estudios y Documentación Jorge Luis Borges, Nº. 43, 2017, págs. 183-205.

Ledesma, Germán Abel: “Cuestión de peso: Pablo Katchadjian y su “Aleph engordado”, Badebec-VOL. 7 N° 14 (Marzo 2018).https://revista.badebec.org/index.php/badebec/article/view/158/146

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