La
industria editorial, entre la crisis y los desafíos
La
covid-19 paralizó al mundo y la industria editorial argentina, golpeada por la
caída del consumo en los últimos cuatro años, vive el impacto de la cuarentena
como una “catástrofe para el sector”. El 71 por ciento de las editoriales
confirmó que durante abril las ventas cayeron más del 60 por ciento. En el
mundo previo a la pandemia solo un 23 por ciento comercializaba su catálogo o
parte de él en ebook. El 14.9 por
ciento tiene el 60 por ciento o más del catálogo en formato ebook, mientras que la mayoría, un 50.78
por ciento, no tiene ningún título disponible para venta en formato digital.
Los editores señalan que entre las medidas que debería tomar el Estado las más
importantes son los préstamos y créditos a tasa cero para editoriales (77,5 por
ciento); campañas de lectura (70,5 por ciento); compras masivas a librerías por
parte del Estado para instituciones sociales y educativas (60,5 por ciento) e impedir
la suba de alquileres de librerías (56.6 por ciento). Como las editoriales
pequeñas publican mayoritariamente en papel, consideran que es necesario
controlar el precio del papel; que el Estado lo subsidie o bien crear
un banco de papel estatal. Estos son algunos de los resultados que presentará Daniela
Szpilbarg, investigadora del Conicet, sobre una encuesta que realizó entre el 30 de abril y el 12
de mayo. La presentación será en la Feria del Libro en Casa a las 18, a través
de zoom, junto con el docente e
investigador Daniel Badenes Schaposnik.
“Me
sorprendió la verificación de la fuerte caída de las ventas (más del 60 por
ciento) en el 70 por ciento de las editoriales al no haber librerías ni ferias
abiertas; un dato compatible con el hecho de que el 75 por ciento de las
editoriales no tenía disponible su catálogo digital previo a la cuarentena”, explica Szpilbarg
a Página/12. “También me sorprendió la percepción de editores y editoras
de encontrarse ‘desprevenidos’ ante esta situación excepcional e inédita.
Finalmente, otro dato sorprendente es la rápida reacción de editores y editoras
para agruparse en colectivos e idear proyectos y estrategias conjuntas para
capear el temporal. Un buen ejemplo es la experiencia de las editoriales
cordobesas, que realizaron una suerte de censo y una carta a las autoridades
provinciales y municipales con el fin de reclamar soluciones”, agrega la
investigadora del Conicet, docente de la Universidad de Buenos Aires y la
Universidad Nacional de Tres de Febrero, autora de Cartografía Argentina de la
edición mundializada. Modos de hacer y pensar el libro en el siglo XXI, editado por Tren
en movimiento.
“El bajo grado de digitalización
existía previamente a la situación de cuarentena. En este mes y medio estamos
en un proceso incipiente de transformación: se observa una motivación, interés
y necesidad en adaptar los fondos y las novedades a formato electrónico con el
fin no solo de comercializarlo sino de difundirlo; pero la historia del libro y
la significación del libro en papel no se modificará por dos o tres meses”,
advierte Szpilbarg y precisa que el dinamismo de la situación social y
sanitaria genera constantes paradojas. “Aunque las librerías físicas se
encuentran abiertas, los lectores en los grandes conglomerados siguen en sus
casas en aislamiento preventivo. Lo que se transforma entonces es el tránsito
por la librería y por ende el modo de acceder al libro ¿Cómo se reemplazará en
el corto y mediano plazo la espontaneidad de la visita a la librería, la conversación
con el librero o librera, mirar tapas y contratapas, leer algunas páginas,
asistir a una presentación o amucharse y perderse en los pasillos de una feria?
Es probable que (aunque irremplazables) algunas de esas prácticas sean
virtualizadas en recorridos del ebook (la ‘muestra gratuita’ que uno puede
experimentar en las plataformas de venta). Conocer y recorrer el libro ocurren
(al menos en este tiempo) en la web”, reflexiona la investigadora del Conicet.
Szpilbarg subraya que este es “un
momento bisagra” en el que muchas editoras y editores consideran que potenciar
los canales digitales es una adaptación necesaria “en una época que plantea
formas mixtas de abordar los libros”. “Las editoriales tienen el desafío de
pensarse como creadoras de contenidos, y tienen también una posibilidad para
exponer libros del fondo que en muchos casos, no tienen posibilidad de
visibilizarse en una librería. No obstante, y esto se ve también, hasta ahora,
los ingresos de las editoriales provienen muy marginalmente de la venta de
ebooks, por lo que es necesario pensar también en estrategias de rescate del
sector porque las editoriales, al menos en el mediano plazo, no podrán
compensar sus pérdidas con la venta de ebooks, a lo que se suma la brecha
digital y la falta de hábito lector en eReaders. El libro en papel seguirá
teniendo su valor simbólico, pero se complementará y progresivamente convivirá
en mayor proporción con otros soportes”.
¿Cuáles
son las medidas más urgentes que debería adoptar el Estado? “Las políticas públicas,
para ser exitosas, deberán involucrar actores públicos y privados. Más allá de
las compras de la CONABIP, que fue una medida muy significativa, las demandas
centrales del sector se dirigen a la necesidad de contar con créditos blandos
para editoriales y librerías; realizar fuertes campañas de lectura; regular y
subsidiar el costo del papel y optimizar la logística del correo o fletes para
disminuir los costos de envío de libros, facilitando la circulación federal de
los libros –sugiere Szpilbarg–. Por la aceleración de la conversión de los
catálogos o parte de ellos a formato electrónico, algunas medidas importantes
podrían ser capacitar a editores y editoras; financiación de equipamiento para
la digitalización de fondos editoriales y para la generación de tiendas
digitales y finalmente realizar compras estatales, provinciales y/o municipales
de libros electrónicos, coordinando acciones con bibliotecas, o crear desde el
Estado una marca o portal de acceso a contenidos digitales. Otra opción es
utilizar recursos de logística, software y comunicación del Estado para generar
ferias virtuales con un acceso interactivo a los stands y con intercambio
sincrónico entre editores y lectores”.
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