El 5
y 6 de marzo pasados se publicaron en este blog dos entradas referidas a la
situación por la que están pasando los traductores españoles en razón de la
disminución de tarifas que sufre su trabajo por parte de la multinacional
Penguin Random House.
La
primera entrada da cuenta del comunicado emitido por ACE Traductores, una de
las varias organizaciones que nuclea a los traductores peninsulares.
La
segunda entrada --un verdadero record, con más de 600 visualizaciones diarias, 450 de ellas correspondientes a España, pero sin la menor reacción de los españoles, con la excepción de Silvia Senz y un traductor del turco, de apellido Carpintero, que leyó mal el posteo-- contiene una reflexión sobre el derrotero seguido por el mundo
editorial español y por las responsabilidades que les caben a quienes
participan de él.
Buscando
reforzar lo dicho, hete aquí que nos topamos con una serie de publicaciones
correspondientes a los últimos dos años, que tal vez deberían haberles dado algún
indicio a los trabajadores del sector de con qué gente se está lidiando.
Así,
el 21 de 1 de 2014, Claudio López de Lamadrid, director de la división literaria
de Penguin Random House, desmentía a Karina Sainz Borgo, de Vozpópuli, la compra de Alfaguara por
parte del grupo en el que él trabaja. Lo hacía en estos términos:
-¿Nos está adelantado, al fin, la compra que hará
Random House de Alfaguara que tanto desmentís?
-¿Random House comprar Alfaguara? Eso pasó de moda ya. Dile
a los de El Confidencial que
desde junio estamos esperando el cierre del acuerdo, como decían que se firmaba en una semana.
-El
Mundo también lo publicó en diciembre.
-¡Y lo que nos hemos reído nosotros! En esos días hablé con
Manu Llorente –López Lamadrid se refiere al jefe de Cultura de El Mundo- y se lo dije: ‘Si
yo fuera Pedro J., te habría echado a la calle!’. Pero es la verdad... ¡que no pasa nada! Si fuera así,
lo sabríais. Puede pasar todo, pero no es un tema que esté sobre la mesa.
Luego, el 29 de marzo de 2014, Manuel Rodríguez
Rivero publicaba en El País, un
diario de Madrid, perteneciente al Grupo Prisa (el mismo que integraba
Alfaguara), una columna titulada “Los gigantes siempre tienen hambre”, de la
que reproducimos el siguiente párrafo: “La venta de uno de los más prestigiosos sellos literarios del mundo
hispánico deja la parte mollar del mercado de la ficción en los países
hispanohablantes en manos del duopolio Planeta /
Penguin Random House: dos grupos —ambos reestructurados recientemente con
vistas a sucesivas adquisiciones— propietarios en bloque de ochenta y tantos
logos editoriales, y que van a controlar, como mínimo (extrapolo datos de 2012,
que incluyen los de Alfaguara), el 80 % de los títulos más vendidos y de los
autores más leídos. Sí, ya sé que hay tejido editorial suficiente: quedan los
grupos del segundo escalón, las editoriales independientes medianas y la
pléyade de pequeñas y diminutas, pero pásense por las librerías y comprobarán
que la presencia de esos ochenta y tantos sellos resguardados bajo los dos más
grandes paraguas empresariales de la edición es absolutamente apabullante, sobre
todo en el caso de la ficción, que sigue siendo la reina del negocio. En fin,
eso es lo que hay. Ahora a ver quién mueve ficha, porque no crean que la
partida se ha acabado y que Gargantúa y Pantagruel han calmado su hambre”.
El 1
de julio de 2014, ya cerrada la venta, el diario El País, de Madrid, publicaba
una nota sin firma, donde se lee: “La venta de los sellos de Santillana
Ediciones Generales (Alfaguara, Taurus, Suma de Letras, Aguilar, Altea,
Fontanar y Punto de Lectura) por parte del Grupo Prisa (editor de EL PAÍS) a la
multinacional Penguin Random House se ha cerrado este 1 de julio. Queda
pendiente la ejecución de la venta de Objetiva, de Brasil, prevista para el
segundo semestre del año. Se
trata del punto final del proceso que ambas compañías dieron a conocer el
pasado 19 de marzo, valorado entonces en 72 millones de euros.
“El
anuncio de la firma ha sido realizado por Markus Dohle, consejero delegado de
Penguin Random House (constituido por Bertelsmann,53%, y Pearson, 47%) y Miguel
Ángel Cayuela, consejero delegado de Santillana. Núria Cabutí Brull, dirigirá
la empresa continuando como directora general de Penguin Random House Grupo
Editorial. Armando Collazos, hasta ahora director global de Prisa Ediciones, se
convertirá en asesor ejecutivo de Cabutí y del equipo directivo de Penguin
Random House Grupo Editorial”.
(http://cultura.elpais.com/cultura/2014/07/01/actualidad/1404231400_894449.html)
El
15 de septiembre de 2014, la colombiana Pilar Reyes, directora editorial de
Alfaguara, le decía ¿con ingenuidad? a Karina Sainz Borgo, en una entrevista imperdible: “Alfaguara seguirá siendo lo que es, así me
ha sido transmitido”
Cuando
uno lee lo que cada una de estas personas declaró a la prensa, la primera
impresión que se tiene es que uno no les compraría un auto usado, ya que sus dichos,
a muy poco de producidos, quedaron desmentidos por la realidad. Entonces, o
mintieron, o estaban tan despistados que no se merecen confianza alguna. Por lo
tanto, dada esta secuencia, cabría preguntarse si las autoridades de ACE
Traductores no se la vieron venir. Y si no se la vieron venir, ¿en qué consiste
su defensa de los intereses de sus asociados?
Luego de las entradas aludidas al principio de este blog, una
traductora peninsular que, por temor a represalias, pidió mantenerse en el anonimato, envió en forma
privada al mail del Club de Traductores
Literarios de Buenos Aires el siguiente texto: “Con la compra de Alfaguara,
Madrid envió a un ejecutivo a Barcelona. El tío,
prepotente, ordenó bajar los costos un 10 %. Encima, cuando vio las tarifas de
los traductores de Barcelona opinó que se les había terminado el bien vivir. En
Madrid se cobra menos y por tanto, amenazó a los de Barcelona con que, si no
bajaban los precios, las traducciones se harían en Madrid. Unos aceptaron y
otros no, pero al hombre le dio lo mismo porque bajó las tarifas por ‘decreto’. El
próximo paso es que, si no bajamos la cabeza, las traducciones pasan a hacerse
en Sudamérica”. Entonces, ¿pensó ACE Traductores lo que ocurriría con sus asociados de producirse esta opción? ¿No será hora de que actúe más orgánicamente con sus colegas hispanoamericanos? ¿No debería también empezar a defenderlos de los abusos hoy tan frecuentes en España?
Ya se ha dicho en este blog, y de
hecho también en el de nuestros amigos del Círculo
de Traductores de México, que el problema que se plantea con Penguin Random House involucra a la traducción,
y no sólo a las traducciones que se hacen en España. La idea entonces es
defender a nuestros colegas españoles de un modo en que la mayoría de ellos jamás nos han
defendido a nosotros. No es sólo por generosidad –la misma que exhibimos cuando
les dimos de comer y los educamos durante el franquismo, para luego recibir su desprecio
cuando los españoles empezaron a comprender que formaban parte de Europa (para nosotros siempre fueron parte de Europa)–, sino también por una necesidad
común de defendernos ante los monopolios.
A lo largo de los últimos años he escrito en mi blog numerosos comentarios, unos más serios que otros, sobre los avatares de la no-compra de Santillana por parte de Random House, sobre la calidad de nuestros editores, etc. Otra cosa es, claro está, que a mí no se me considere traductora, ni crítica literaria, ni periodista cultural, ni siquiera persona. También he escrito sobre el "enorme esfuerzo" que se ha dignado hacer la ACETT y los motivos por los que abandoné una asociación que solo se decide actuar cuando las bajas pueden considerarse masacre.
ResponderEliminarSin embargo, me pregunto si es posible hablar con sentido práctico de unificar tarifas si, como creo, el nivel de vida es mucho más elevado en España que en América Latina y no tendría otras consecuencias, no del todo positivas, para la profesión en América.
un cordial saludo,
MJ
Estimada MJ:
ResponderEliminarNo se trata de unificar tarifas, sino de buscar una estrategia común para que cuando pasa algo allá o acá se reaccione de manera común.
En este caso, los traductores españoles están sufriendo una baja en las tarifas y lo que correspondería es que todos los que trabajamos en esto nos organicemos de algún modo para que a) la cuestión alcance estado público y b) haya una reacción conjunta.
Ahora bien, para que eso suceda es necesario establecer algún tipo de contacto que vaya más allá de lo protocolar. Es lo que ha ocurrido entre México y la Argentina, merced a los esfuerzos de Lucrecia Orensanz y su Círculo de Traductores y es lo que Pola Iriarte está intentando hacer entre Chile y Argentina, para nombrar sólo dos ejemplos. No existe ese tipo de relación entre España y prácticamente ningún lugar de Latinoamérica. Lo que sí hay son ínfulas imperiales e indiferencia, como lo demuestra palmariamente el silencio de las instituciones españolas abocadas a la traducción, para no hablar de su connivencia con la Fundeu, UniCo, Telefónica, el BBVA, Joselito y Gaby, Fofo y Miliki, grupos todos que funcionan como ariete de las pretensiones hegemónicas que exhibe el castellano ibérico a través de sus desprestigiadas instituciones.
Permítamente recordar que nunca hubo el menor cuidado por querer enterarse de las condiciones de trabajo de los latinoaméricanos que trabajan para editoriales españolas (por cierto, muy distinto del status del que gozan los traductores peninsulares) ni tampoco responsabilidad considerando que el grueso de lo que se traduce en España resulta más leído en Latinoamérica,estadísticas en mano,
Como ve, hay mucho que hacer, pero para todo eso hace falta hablar de algo más que de lo que se ha hablado hasta ahora. Habrá que esperar a que los españoles se animen. Tal vez las secuelas del franquismo no se hayan superado.