“El
grupo Mondadori, que preside Marina Berlusconi, intenta comprar la editorial
RCS Libri y la compañía Rai Way, que controla las torres de transmisión
televisiva: la compra lo dejaría en posición de controlar el mercado editorial
y audiovisual”. Así dice la bajada del artículo publicado por Silvina Friera en el diario Página 12, del 5 de febrero pasado.
Berlusconi al ataque
La pesadilla del mundo imaginado por Ray Bradbury en
Fahrenheit 451, donde los libros están prohibidos y el lector es un perseguido
político, puede ser superada por la realidad. Aunque parezca exagerado. Cada
vez más voces alertan sobre un horizonte lúgubre: los escritores italianos y
extranjeros –desde Umberto Eco al francés Thomas Picketty, pasando por el
británico Hanif Kureishi– están en estado de alerta y movilización. Es que el
dinosaurio que estuvo dos décadas al frente del gobierno italiano y contribuyó
al empobrecimiento moral del país puede convertirse en el mayor censor al
decidir qué se publica y qué se emite. A los 78 años, Silvio Berlusconi,
condenado en 2013 a
cuatro años de prisión por fraude fiscal, vuelve a mover las piezas del tablero
político.
El ex primer ministro italiano, desde el grupo Mondadori,
que preside su hija Marina, pretende comprar a RCS Media Group la división
especializada en libros RCS Libri, que reúne a las editoriales Rizzoli,
Bompiani, Fabbri y el 48 por ciento de Adelphi, entre otras, y la empresa
pública Rai Way, que controla las torres de transmisión televisiva, para
desestabilizar así al gobierno de Matteo Renzi. Se habla de una operación que
rondaría los 120 millones de euros sólo por Rai Way, “moneditas” para quien
posee una fortuna superior a los 60.000 millones. El peligro es la
concentración en la familia Berlusconi del 40 por ciento del mercado editorial
italiano. “Un coloso de estas dimensiones asumiría un preocupante poder
contractual frente a los autores y tendría una influencia determinante en las
librerías. Supone una amenaza a la libertad de expresión”, subrayó Eco.
Decenas de escritores italianos, como Dacia Maraini, Paolo
Giordano –autor de La soledad de los números primos–, Franco Battiato y Furio
Colombo, por mencionar apenas un puñado, lanzaron un llamado para impedir que
el grupo Mondadori adquiera la editorial Rizzoli (RCS Libri), con lo que
monopolizaría el mercado editorial en Italia, en un manifiesto titulado “Esta
boda no se debe realizar”. Los escritores advirtieron que la fusión entre los
dos grupos haría nacer un coloso editorial sin comparación en Europa. A fines
de febrero, Mondadori presentó a RCS Media Group una carta de interés no
vinculante sobre una eventual adquisición del 99,99 por ciento de la cuota de
RCS Libri, propiedad del diario Corriere della Sera. Con el ingreso de
Mondadori en su capital, RCS Libri podría reducir su endeudamiento de 500
millones de euros y evitaría recurrir a un nuevo aumento de capital. En 2013,
RCS Libri fue valuada en 216 millones de euros, y considerando los 35 millones
de liquidez en caja valdría 180 millones. Por otra parte, la sociedad Ei
Towers, controlada en un 40 por ciento por Mediaset –propiedad de Berlusconi–,
anunció una Oferta Pública de Adquisición de acciones (OPA) para hacerse con el
66 por ciento de Rai Way, que está participada en un 65 por ciento por el
Estado. Sin embargo, esa intención excede los límites marcados por la
legislación italiana, en concreto los establecidos por un decreto del Consejo
de Ministros de septiembre de 2014 que fija la cuota pública por encima del 51
por ciento de las acciones. Por este límite legal, Ei Towers sólo podrá comprar
el 49 por ciento. En el caso de que se lleve a cabo la operación, Mediaset
controlaría los cinco canales televisivos de su propiedad y los de La7, que
también transmiten con sus torres, e indirectamente otros cinco que gestiona
Rai Way. Con 3200 torres que ya posee y las 2300 públicas, por Berlusconi
pasaría todo el sistema de comunicación televisiva.
Nadie cree en Italia que la avanzada berlusconiana se deba
únicamente a intereses económicos. Mientras fue jefe del Ejecutivo, dirigió la
mitad de los canales que eran de su propiedad como empresario de medios
controlado y la otra mitad –los de la
RAI , la televisión pública– a través del gobierno. El partido
Forza Italia o Pueblo de la
Libertad era una correa de transmisión entre sus intereses
públicos y los privados. El dueño de la
TV controlaba además la producción y distribución
cinematográficas, algunos periódicos y un club de fútbol: el Milan. La ruptura
de los pactos secretos entre Berlusconi y Renzi, según especulan algunos
analistas, abrió las puertas a las empresas del magnate. El ex primer ministro
pretende acaparar el mercado editorial y toda la red nacional de repetidores de
telecomunicaciones, un escenario inédito si se confirman las operaciones.
El escritor siciliano Andrea Camilleri, creador del
comisario Salvo Montalbano, además de manifestarse en cuanta marcha contra
Berlusconi se organice –a pesar de sus 89 años–, denunció que el problema de
los gobiernos de centroizquierda que sucedieron al ex Cavaliere es que son
víctimas de su encantamiento: “Me repugna la política que, con sus pactos,
sigue dando la oportunidad a Berlusconi –que ha sido condenado y es un
delincuente– de seguir dominando la política italiana”.
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