Lanzando así al pasar una módica incitación
a la polémica –que quizás, alguna vez, en otro contexto y con las herramientas
adecuadas, alguien acepte continuar–, Damián
Tabarovsky publicó la siguiente columna de opinión en el diario Perfil, del 22 de febrero de este año.
Traducción e
ideología
No voy a ser yo, un
domingo perdido de febrero, en la contratapa de un suplemento cultural presto
ya a ganarse un surplus de vida envolviendo papas o como ayudante del carbón en
un asado, quien intente infructuosamente derribar un mito nacional, o si parece
mucho, al menos un mito del campo literario nacional: el mito de la excelencia
de las traducciones argentinas, de su larga y notable tradición, que tendría
uno de sus puntos más altos –sino el más alto– en las traducciones de la
editorial Sur. No, no lo intentaré. Más modestamente diré, sí, algunas palabras
sobre la traducción de Karl Marx. His
Life and Environment, de Isaiah Berlin, publicado en inglés en 1939 (es su
primer libro) traducido al castellano por Roberto Bixio en 1964 como Karl Marx. Su vida y su contorno,
editado por Sur. De Bixio hemos leído muchas traducciones (del inglés, del
francés, e incluso del alemán), pero ésta es una de las peores que leí en mucho
tiempo. No se trata sólo de la catarata de frases incomprensibles, párrafos sin
gracia, errores en los nombres de los libros de Marx (para 1964 una buena parte
de la obra de Marx ya estaba bien establecida como para citarla correctamente),
aunque la sucesión, página a página, de esos problemas alcanzaría como para
establecer una discusión sobre qué significa una buena (o una mala) traducción.
En cambio, si quiero
reparar en algo es, por decirlo de algún modo, en las decisiones ideológicas de
la traducción. Veamos una, pero hay muchas más. Ya desde el primer párrafo del
libro, Bixio y Sur le hacen decir a Berlin: “Ningún pensador del siglo XIX
ejerció sobre la humanidad influencia tan directa, deliberada y profunda como
Karl Marx. Tanto durante su vida como después de ella tuvo ascendiente
intelectual y moral sobre sus secuaces”. ¿Secuaces? ¿Eso dice Berlin? Cuando
leí el libro –hace unas semanas– quedé tan intrigado por ese comienzo que no tuve
otra opción que leer la versión en inglés. Berlin escribe followers. Pero Bixio y Sur traducen “secuaces” en lugar del
correcto “seguidores” (la frase debería ser “tuvo ascendiente intelectual y
moral sobre sus seguidores”). Desde el punto de vista técnico, “secuaces” es la
última acepción para traducir followers,
así como en castellano es posible utilizarlo como última acepción sinonímica
para “seguidores”. ¿Pero ese es el sentido que le otorga Berlin? Por supuesto
que no. Todo lo contrario: el texto habla de los “seguidores” de Marx sin poner
allí ningún sentido ideológico ni ninguna carga peyorativa (como sí hacen Bixio
y Sur, que repiten “secuaces” más de treinta veces a lo largo del libro).
Todavía intrigado por la
sibilina decisión editorial de Sur, descubrí que había una versión castellana
más reciente. Es la de la editorial Alianza, publicada en Madrid en 1988. Con
gran asombro, reparé en que la edición retoma la traducción de Bixio. Pero doble
asombro me llevé al ver que en el párrafo en cuestión (y en las otras decenas
de veces que aparece) Alianza había reemplazado “secuaces” por un adecuado
“seguidores” (evidentemente Alianza tomó la traducción de Bixio sin la
ideología de Sur). La española Alianza también le agrega un buen prólogo del
propio Berlin, corrige las citas equivocadas de Marx, limpia varias de las
frases incomprensibles, y convierte entonces a la traducción en mucho más fiel
al original.
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