miércoles, 11 de agosto de 2021

Los cincuenta años de las Librerías Gandhi



El pasado 30 de julio, sin firma, la publicación virtual española Publish News subió la siguiente entrevista con Alberto Achar, director comercial de Librerías Gandhi, cadena mexicana que durante mucho tiempo se vendió a sí misma como una gran librería, confundiendo el espacio y el volumen con la calidad. De hecho, “las Gandhi” no son más que depósitos de libros que podrían equipararse a Yenny o Cúspide; vale decir hangares donde se amontonan libros recientes, con poca idea de catálogo y no mucho más. Como se verá a continuación, el acento está puesto en los negocios.

“Nosotros nos dedicamos a lo largo de 50 años a acercar el libro y a ponerlo en todos lados”

Hoy viajamos a México para encontrarnos con Alberto Achar, director comercial de Librerías Gandhi, la mayor cadena de librerías de México. Y es que Gandhi está de celebración. Se cumplen 50 años de la apertura de su primera librería. Por ello, nos encontramos con Alberto para preguntar por el estado de salud de la cincuentona, del sector en México y sobre todo para festejar.

─Buenos días y felicidades. ¿Qué significa este aniversario?, 50 años de Librerías Gandhi, ─50 años poniendo lecturas al alcance del pueblo mexicano.
─Primero, gracias por el espacio. Estamos muy contentos, creo que el festejo es para todo el gremio, para todos los que creen en el poder transformador de la lectura. El festejo es para México, México es un país donde hay un montón de vicisitudes para poder tener una librería; es uno de los países que tiene menor número de librerías por habitante. En este caso en México se habla de que hay 800 librerías, y por ejemplo en Argentina hay 2.000, en España hay más de 4.000… Y es un festejo de todos los países y de todos los que creen en la cultura. Poderlo compartir con ustedes en un medio internacional, para que toda la gente de habla hispana pueda conocer un poquito de librerías Gandhi nos complace muchísimo.

─Tenéis 43 sucursales y poco más de la mitad están en Ciudad de México, el gran concentrador de librerías del país. ¿Qué importancia tiene para Gandhi abrir librerías en otras regiones de la República?
─Es parte de nuestro ADN. Ya lo decía nuestro fundador, yo quiero hacer un país de librerías. De alguna manera siempre tenía tatuada la idea de poder convertirnos en una sociedad mucho más consciente y mucho más libre. Y las posibilidades de cambio de nuestro país y evolución tienen y tenían que ver con esa falta de educación y de cultura. No estamos hablando de únicamente la Ciudad de México. Hay lectores ávidos de poder tener espacios como Librerías Gandhi, una librería abierta, un lugar de encuentro. Desde 1984 que se abre la primera sucursal teníamos muy claro que teníamos que llegar a toda la República Mexicana. Hoy estamos en 14 estados. Y no solo en la República Mexicana, desde luego, como prioridad quisiéramos que Gandhi esté en todos los rincones de nuestro país. Pero desde 1996 que lanzamos nuestro portal de comercio electrónico fuimos la primera página de venta de libros en internet en México y eso nos permite llegar a todo el público de habla hispana; hemos tenido pedidos de gente de habla hispana hasta en China. Esto nos da otras posibilidades de llevar la cultura a todo el planeta.

─Tenemos que hablar de la pandemia, una pandemia que aún no ha terminado. ¿Qué ha significado para vosotros y para el sector editorial esta durísima realidad?
─Para todos, de alguna manera, fue un año y medio de introspección, de volver al origen, de análisis, de profundizar en lo que teníamos que hacer y de reestructurar totalmente muchas cosas en la empresa, de reestructurar gastos, de ahorrar donde creímos que no podíamos ahorrar, de poder favorecer los canales multiplataforma, el omnicanal… Nuestra página web tuvo en algunos meses crecimientos por encima de 300 %. Pasó de ser un canal que aportaba 8 % de la venta a convertirse en un canal que aporta 16, 17 % de la venta… Esta página es visitada hoy en día por más de dos millones y medio de personas, con más de 50.000 pedidos mensuales. Se habla de que la pandemia tuvo un nivel de adopción de usuarios como si hubieran pasado tres años de comercio electrónico; mucha gente cambió sus hábitos y entendió cómo comprar en línea, cosa que en México no sucedía tanto. Dicen que la mejor campaña de marketing que pudo hacer el comercio electrónico fue la pandemia, porque nos obligó a muchos a entender esta nueva opción y a muchas empresas a agilizar su desarrollo y evolución en este canal. Creo que fue un año que, independientemente de las caídas de más de 30 % en el gremio y de 50 % en los tráficos de gente ─no me refiero solo a las librerías, cualquier comercio que requiere del tráfico de la gente se vio fuertemente afectado─. Curiosamente, el festejo de los 50 años se da en este contexto y por tanto también es un festejo a la resiliencia, es un festejo a que pudimos permanecer de pie y como gremio nos solidarizó a todas las librerías y entendimos que estábamos en el mismo barco. Creo que fue un año y medio interesante que nos permite ver hacia futuro de qué están hechas las librerías y qué posibilidades de negocio tienen.

─Llega Amazon a México y de repente nos encierran en casa ¿Cómo se vive esa competencia?
─La llegada de Amazon se da hace 3 años, aproximadamente, hace 4 años. Y de alguna manera nosotros, independientemente de verlo como una opción más y como un competidor, desde el inicio entendimos que estábamos muy bien parados en el sentido de que tenemos 50 años de experiencia, en cuanto al catálogo, la profundidad de lo que podemos ofrecer en nuestra página, donde estábamos preparados con un catálogo de más de 5 millones de títulos, con una plataforma de libros electrónicos muy robusta ─aunque represente 2,8 % de las ventas─. Y, también entendimos algo: Amazon, aunque pudiéramos pelearle en cuanto a catálogo porque tenemos muchos sellos que ellos todavía no manejan; hay que entender que un tema importante es la ley del precio fijo y de alguna manera, eso no le permite a Amazon hacer esas prácticas depredatorias de bajar el margen y a través del precio es como rompen el ecosistema. Y, otra cosa también importantísima, nosotros como Gandhi hemos creado este lugar de encuentro donde puedes encontrarte con el libro, pero alrededor hay una experiencia donde poder tomarse un café, participar en algún evento cultural, comprar un boleto para un concierto… Tenemos más de doce servicios y valores agregados, un programa de cliente frecuente, una revista que se da en las compras, tarjetas de regalo… Tenemos una experiencia que hace que el algoritmo me parezca que para algunos sea una posibilidad. Pero este encuentro con el libro de manera física, a través de esta exploración y la parte más importante de todo, este encuentro con el librero, con tu librero de cabecera con el que estableces una relación íntima, humana, que me parece difícil de reemplazar con un algoritmo. Nosotros vimos a Amazon como un canal más. Un canal con el que teníamos ventajas y desventajas y creo que con las más importantes, que son el catálogo y los precios no íbamos a tener ningún problema. Pero bueno, nosotros estamos para que el lector decida si quiere comprar en electrónico, a través de una plataforma, en la librería, si quiere comprar en un supermercado (estamos en más de 280 puntos en Wallmart), si quiere comprar a través de las tiendas departamentales, a través de Palacio de hierro. Nosotros nos dedicamos a lo largo de 50 años a acercar el libro y a ponerlo en todos lados y que el lector decida luego qué es lo que quiere hacer.

─Los libreros, en general, os quejáis del trato que reciben las librerías por parte del Estado. No son consideradas patrimonio cultural, no han sido consideradas comercios esenciales…
─Hablaba antes de cómo, como gremio nos solidarizamos a través de la Asociación Mexicana de Librerías, de la CANIEM y la pandemia nos acercó como gremio para pelear por estas cosas. Las librerías, lamentablemente no son percibidas como parte del patrimonio cultural, como centros de cambio que permiten la evolución de una comunidad, de un país. Yo hablaba en otras entrevistas de que por nuestras librerías pasaron grandes pensadores, generadores de cambio y movimientos evolutivos importantísimos. Por nuestras librerías pasaron Gabriel García Márquez, Carlos Monsivaez, Roberto Bolaño, Octavio Paz, Elena Poniatowska, Rosa Beltrán, Germán Deza… Todos los escritores que, de alguna manera, esto era su guarida y generaron contracultura, generaron cambio… Las librerías son estos centros. Tristemente, a diferencia de países como Francia, en donde sí se les considera parte del patrimonio, donde hay incentivos fiscales, en nuestro país no. Y hemos peleado también la tasa 0. Porque en su momento se creía que el problema de la lectura en México iba ligado al tema del precio y no es necesariamente así. En México hay más de 7.000 bibliotecas públicas, no hay lectores; tenemos la segunda biblioteca pública más grande de Latinoamérica, la José Vasconcelos… Tristemente se ha creído que poniendo bibliotecas se generan lectores de manera espontánea. Hay que construir a los lectores desde las escuelas, desde las casas, desde los programas de gobierno, y no lo hemos sabido hacer muy bien. De alguna manera la batalla, este proselitismo y evangelización de la lectura, es algo a lo que hemos estado subidos todos los que creemos en este papel transformador. Este es un tema en el que seguiremos siendo tercos y peleando, que a las librerías se les considere parte del patrimonio y necesarias para el cambio de la sociedad.

─Tras el cierre de las librerías, ¿qué sentiste al volver a abrir las puertas de las Librerías Gandhi?
─Una emoción increíble. Es volver a este lugar mágico de los sueños, donde suceden encuentros y desencuentros, amor y desamor; donde la gente se encuentra con un objeto que cambia su vida; donde han sucedido historias… Mucha emoción y a la vez tristeza, nostalgia porque abres y no te encuentras con la gran cantidad de lectores que había antes. Todavía hoy estamos en un proceso de estabilización del tráfico, tenemos casi 60, 65 % del tráfico que teníamos antes. Una librería sin lectores es un espacio triste. Sin embargo, cuando se pudo abrir, tras cuatro meses cerrados, fueron momentos agridulces… Cerramos una librería para convertirla en parte de nuestro corporativo, vimos el amor que tiene la gente por la marca, por esta primera librería que transformamos en oficinas, vimos lo qué hemos tocado los corazones y las mentes de estas personas a través de los años. Se han dado muchos momentos, ha sido una montaña rusa de emociones este año y medio.

─Parece que vuelven las ferias, la FIL ya está programada como presencial. ¿Hay ganas de volver a encontrarse en estos espacios? ¿Marcan la diferencia en el sector?
─Las ferias nos permiten estar en un espacio diferente de contacto con los lectores, nos permite compartir con todo el gremio, nos permite enterarnos de lo que está sucediendo en muchos otros lugares… Siempre hemos estado en las ferias más importantes, en la FIL, en la FIL de Monterrey, en su momento en Minería, en algunos momentos hemos participado en la FILIJ. Para nosotros son espacios interesantes donde tenemos que estar presentes como Librerías Gandhi. Pero es extraño, se trata de rehabilitar lo que teníamos antes pero en una realidad un poco diferente, con espacios restringidos, con limitantes de acceso… El número de participantes y visitantes se va a reducir. Sin embargo, el hecho de que estén de pie, de que sigan, nos da una sensación de que volveremos a esa realidad. Pero yo, personalmente, ver a las ferias con tanta restricción me genera una sensación bastante triste y a la vez el hecho de que lo seguiremos intentando todos es parte de nuestra nueva realidad.

─El sector editorial avanza rapidísimamente, nuevos formatos, nuevos modelos… Esto, ¿a qué obliga a una cadena de librerías como Gandhi en la que prima lo físico?
─En 2009 lanzamos la primera plataforma de libros electrónicos. Ante el temor que todos tenían de que se iba a acabar el libro físico, los espacios físicos no tendrían sentido y era el final de las librerías; nos dimos cuenta de que los libros físicos tienen un valor y connotaciones emocionales muy importantes. Un libro que tocas, que hueles, tiene experiencias sensoriales muy diferentes. Incluso el libro como artículo fetiche, como artículo decorativo, ese libro que es tu cómplice, tiene una connotación emocional muy importante. Según fue pasando el tiempo dijimos, seguiremos dando la batalla y estaremos en todos los formatos disponibles y que el lector decida por donde se quiere ir. Incluso evolucionamos con una plataforma de libros electrónicos con más de 5 millones de títulos, con Kobo, que es la segunda empresa más grande de libros electrónicos. Y fuimos evolucionando… Pero todavía el mercado de libros electrónicos no ha explotado como tal, en México representa 2,8 % del mercado. Se habla de que en Europa más o menos 16 %, y en Estados Unidos por encima de 20 %. Pero cuando creímos en estas tasas de crecimiento que tenían al principio se terminó estabilizando, incluso se terminó estabilizando en el precursor que fue Estados Unidos donde los crecimientos son muy graduales. El libro electrónico se va a utilizar para ciertas categorías, para ciertos nichos de gente. Por supuesto que tiene bondades el libro electrónico, pero estamos convencidos de que el libro físico no va a desaparecer en los próximos 50 años.

─Para cerrar, ¿qué hay de cierto en aquello que hemos podido leer sobre que vuestra estrategia de comunicación renunciaba a esos mensajes seña de identidad?
─Es bien extraño, salió una nota de Merca2.0 en la que se decía que estábamos cambiando la estrategia de comunicación y renunciando a los mensajes irreverentes, de doble sentido, de sarcasmo, para irnos a este rollo de felicitaciones de autores. No es así, nuestros mensajes están en la calle, siguen y seguirán. Forman parte de una estrategia de comunicación de generar vínculos, de acercar la lectura de una manera lúdica, diferente. Lo que nos encontramos en redes es que un montón de autores que han sido parte y cómplices de Librerías Gandhi nos han felicitado. Pero no sé donde entró la idea de que eso iba a ser una campaña de comunicación. Estos mensajes irreverentes son parte de quienes somos, son parte de la marca. Seguiremos arriesgando, siendo irreverentes, dando estos mensajes, tratando la lectura desde la parte divertida, con humor y con irreverencia, no desde la parte solemne y aburrida. Esto es algo que nos ha permitido acercar a mucha gente a Gandhi.

No hay comentarios:

Publicar un comentario