Una vieja nota de Fernando Sorrentino, encontrada al azar de Internet y luego oficialmente solicitada, sin “trompiezos” ni “disgresiones”, donde se demuestra la sagacidad de una traductora para sortear los peligros del DRAE.
Así como el parecido morfológico o fonético entre dos o más palabras de diferente significado en distintas lenguas (los llamados falsos amigos) puede inducir a error al traductor, me parece que también existen falsos amigos dentro de una misma lengua. Veamos unos pocos ejemplos.
Recuerdo que, en algún momento de mi escuela primaria, yo, en lugar de decir redundante y redundancia, decía rebundante y rebundancia, pues imaginaba que el pleonasmo se relacionaba con la idea de sobreabundancia. En el habla argentina muy tosca, no falta quien diga trompezar por tropezar, pues parece vincular el tropiezo con el hecho de caer de trompa (es decir, boca abajo). Y, en el habla presuntamente culta, no pocas personas con estudios universitarios incurren en imaginarias disgresiones y eluden las razonables digresiones, pensando acaso que el vocablo provendrá de disgregar.
En fin, nadie está libre de ser engañado por el sonido o la forma de una palabra y de atribuirle un significado que no le corresponde. Creo que inconsútil es un vocablo diabólicamente simulador, y que preboste —aunque se ignore qué quiere decir— tiene que ser algo desagradable o malvado.
Pues bien, yo no diré que el lenguaje de Roberto Arlt es correcto ni incorrecto, ya que estos términos encierran juicios de valor, pero me atrevo a decir, sin hipérbole y sin metáfora, que es extravagante.
Realizada por la profesora estadounidense Michele McKay Aynesworth, y con el título de Mad Toy, acaba de aparecer (Durham/Londres, Duke University Press, 2002) la versión inglesa de El juguete rabioso (1926), de Roberto Arlt.
Desde luego, me movió el interés de saber cómo diablos se arreglaría la traductora para poner en inglés una narración que le interpondría toda clase de trampas, laberintos y galimatías sintácticos, morfológicos y léxicos.
El cotejo entre el texto español y la versión inglesa me resultó tan divertido como sorprendente, y me sirvió para descubrir muchísimas curiosidades. De entre tantas y tantas, ahora me limitaré a mostrar cómo procede la traductora en un preciso caso en que se topa con una inexactitud léxica en el original español.
El primer capítulo de El juguete rabioso se titula «Los ladrones». En cierto pasaje, Arlt escribe:
Un agente de policía cruzó el herbero de la plaza hacia nosotros.
De acuerdo con el drae, herbero (del lat. herbarius) no es otra cosa que el «esófago o tragadero del animal rumiante». Siendo esto así, será difícil imaginar un esófago de vaca que descanse en una plaza y que, además, sea cruzado por un agente de policía.
Sin
duda, Arlt relacionó el sonido de herbero con la hierba de la
plaza, y obró en consecuencia, utilizando aquel vocablo en lugar de, por ejemplo,
césped.
*«Although I felt it necessary to correct Arlt’s use
of herbero (esophagus) to mean hierba (grass)…», pág. 13.
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