Terminada la edición de este año de la Feria de Frankfurt, la periodista Patricia Kolesnicov, del diario Clarín, deja entender con sensatez y prudencia, que la cosa no va a ser tan fácil como, por la estrategia desplegada hasta ahora, parece pensarse desde las oficinas locales de la Cancillería. Como ya se dijo en este blog en repetidas ocasiones, la de Frankfurt no es una feria abierta al público general, sino una feria de negocios, por lo que tanto la presencia de "la marca país" como incluso la de los escritores sobra. A quienes hay que convencer de las bondades de editar argentinos es a los compradores de derechos, no a los ciudadanos de las naciones del resto del mundo. Pensarlo de otra forma es contraer gastos inútiles, que de hecho se vuelven odiosos porque están siendo solventados con dinero de los contribuyentes. Convendría asimismo ver en qué medida los subsidios a la traducción son realmente útiles –cfr. el pago de traducciones de Borges, un autor que no necesita de subsidios para se traducido– o simplemente un aliciente suplementario para los negocios privados de los agentes literarios y las editoriales multinacionales. Tal vez el hecho de que toda una delegación que viajó con dinero público haya estado en Frankfurt pueda servirles a las autoridades para reconsiderar estrategias. Hay cada vez menos tiempo.
Más que un viaje caro por Europa
Va a haber que hacer mucho ruido para que se vea la presencia argentina. Afinar estrategias: un megáfono puede ser excelente en la siesta de un pueblo pero esto es el microcentro a las tres de la tarde. Está Günter Grass en un stand o Herta Muller a la vuelta y a la Feria no se le mueve un pelo, se sigue negociando.
Si su carácter de invitado de honor va a ser aprovechado por la Argentina (y no sólo para dar colorido a la Feria de Frankfurt a cuenta de nuestros bolsillos) habrá que saber a quién se le quiere hablar, qué se le quiere mostrar, qué se le puede vender y para cuándo se está sembrando. La Feria es Alemania, pero también Tailandia, Irlanda, Letonia, Indonesia. Los lectores, los no lectores, los futuros lectores electrónicos. Los que andan por acá disfrazados de brujas o de pajes. Casi todos saben que Argentina es carne, tango, Maradona. ¿Mostraremos algo más, reforzaremos eso?
Cualquier estrategia, en principio, exigiría coordinar los esfuerzos de la Nación con los de la Ciudad de Buenos Aires. Le guste o no -tenga el color político que tenga, vaya uno a saber las alianzas que rijan dentro de un año-, la Nación no puede ignorarlo. Y no puede porque la debilita. También es rara la decisión de Buenos Aires, que destina sus recursos de Cabeza de Goliat para sacar patente de joven (en lo literario) y dueña del tango y de Borges. Es decir, más de lo mismo.
Porque Frankfurt puede ser una oportunidad para acercar algo de la cultura argentina a algunos en el mundo. O puede no ser nada más que una visita cara a Europa
Si su carácter de invitado de honor va a ser aprovechado por la Argentina (y no sólo para dar colorido a la Feria de Frankfurt a cuenta de nuestros bolsillos) habrá que saber a quién se le quiere hablar, qué se le quiere mostrar, qué se le puede vender y para cuándo se está sembrando. La Feria es Alemania, pero también Tailandia, Irlanda, Letonia, Indonesia. Los lectores, los no lectores, los futuros lectores electrónicos. Los que andan por acá disfrazados de brujas o de pajes. Casi todos saben que Argentina es carne, tango, Maradona. ¿Mostraremos algo más, reforzaremos eso?
Cualquier estrategia, en principio, exigiría coordinar los esfuerzos de la Nación con los de la Ciudad de Buenos Aires. Le guste o no -tenga el color político que tenga, vaya uno a saber las alianzas que rijan dentro de un año-, la Nación no puede ignorarlo. Y no puede porque la debilita. También es rara la decisión de Buenos Aires, que destina sus recursos de Cabeza de Goliat para sacar patente de joven (en lo literario) y dueña del tango y de Borges. Es decir, más de lo mismo.
Porque Frankfurt puede ser una oportunidad para acercar algo de la cultura argentina a algunos en el mundo. O puede no ser nada más que una visita cara a Europa
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